El “Sex Symbol” de Hollywood que sentó las bases del Wi-Fi.

Recuerdo aún lo frustrante que era conectarse a internet hace 20 años. Aparte de los molestos pitidos que hacía el modem, había que esperar a que no sé cuantas cosas se cargaran y pasar por varios niveles de contraseñas y, por supuesto, no podía hacerse desde el móvil. Creo que todos estaréis de acuerdo en que los avances de la tecnología han supuesto un considerable salto cualitativo en el modo en que nos comunicamos, a pesar de que en muchas ocasiones utilicemos estas ventajas más para perder el tiempo que para sacarles verdadero provecho. El Wi-Fi, en mi opinión es uno de esos grandes inventos que nos ha cambiado la vida, pues nos permite el acceso a internet desde casi cualquier punto geográfico, ya sea en nuestros hogares o en la calle. La historia de esta tecnología es extensa y compleja, pues no se trata de una sola patente, sino del conjunto de varios inventos y tecnologías cuyo mérito está repartido entre varias personas y entidades, sin embargo, para llegar a este punto, todo tuvo que empezar con un descubrimiento básico, y este llegó de las manos de nada más y nada menos que de una famosa estrella de cine de los años 40.

Hedy Lamarr

Hedwig Eva María Kiesler nació el 9 de noviembre de 1914 en Viena, Imperio Austro-Húngaro, siendo la única hija de un director de banco de origen ucraniano y una pianista judía de Budapest. Como suele suceder en estos casos, pocos podrían adivinar que la pequeña se convertiría en una celebridad internacional, y menos con ese nombre, pero el destino, su ambición y, especialmente su belleza, se aseguraron de que su historia nos sea conocida. Siendo aún una adolescente, Hedy fue descubierta por el productor Max Reinhardt, quien la llevó a Berlín y le patrocinó sus primeros estudios artísticos. Al poco tiempo volvía a Viena donde empezó a trabajar en cine. En esos días, antes de cumplir los veinte años, Hedy contrajo matrimonio con el fabricante de armas austriaco Friedrich Mandl, que a pesar de llevarle 14 años y de tratarla como una mujer-trofeo, influyó sin querer en el futuro de la joven.

Escena de la película Ecstasy.

Escena de la película Ecstasy.

Durante ese periodo la carrera de Hedy tomó un cariz más serio. En 1933 es dirigida por  Gustav Machaty en una película que marcará su vida, Ecstasy, en la cual se pueden admirar todos sus atributos físicos sin censura y a la que se da crédito por mostrar el primer orgasmo en una película considerada como no pornográfica. En su autobiografía, Ecstasy y Yo, Hedy afirmó que todas las escenas de sexo fueron simuladas, lo que no evitó que su marido comprara muchas de las copias para intentar que nadie las viera. Aún así, la actriz pronto llegó a ser conocida como la “Ecstasy Lady”.

En 1937, aburrida y con ambiciones, Hedy abandona a su marido y marcha a París, donde conoce al productor Louis B. Mayer. Es él quien le propone ir a Hollywood y quien le sugiere que cambie su apellido a Lamarr, en honor a una actriz del cine mudo fallecida pocoHL en Sansón y Dalila antes. Mayer promocionaría a la joven como “la mujer más bella del mundo”. Durante la próxima década Hedy realizaría una veintena de películas con la poderosa MGM, compartiendo cartelera con muchas de las grandes estrellas del cine como Clark Gable, Spencer Tracy, Bob Hope, Lana Turner, Robert Young y Judy Garland, alcanzando la cima de su carrera con la obra de Cecil B. de Mille “Sansón y Dalila”. Entre 1939 y 1952, además, a Hedy le dio tiempo de casarse y divorciarse tres veces más, tener dos hijos, adoptar a otro, y darle un toque especial a su biografía que nada tenía que ver con el séptimo arte.

Durante sus años junto a su primer esposo, Mandl, el fabricante de armas, Hedy había tenido la oportunidad de rozarse con científicos e inventores, algunos de ellos relacionados con la fabricación de torpedos, en conferencias, ferias y fiestas privadas en su casa. Al parecer, dichos contactos despertaron su rasgo erudito, y la Segunda Guerra Mundial le dio la oportunidad de explotarlo. Los padres de Hedy eran judíos y, aunque él había muerto antes de la guerra y ella logró escapar de Austria poco antes del Anschluss gracias a la ayuda de su hija, esta decidió que podía participar en el esfuerzo armado en algo más que vender bonos.

Hedy y George

A principios de los cuarenta Hedy conoció al pianista George Antheil, un hombre multifacético que creía en utilizar la tecnología para ensanchar sus logros musicales. Ella se le acercó con una consulta sobre el efecto que las glándulas podían tener en la apariencia de una mujer y su capacidad para atraer un hombre, tema en el que el pianista se consideraba un experto. En todo caso, la conversación, nadie sabe por qué, dio un giro hacia los torpedos y cómo estos podían ser controlados por ondas de radio. Hasta entonces, estas armas submarinas eran lanzadas como balas, esperando que llegaran a su destino a partir de la trayectoria impuesta en su lanzamiento. Ya se habían hecho experimentos con torpedos controlados por radio, pero la facilidad de interferir con la señal por parte del enemigo había impedido que se utilizaran masivamente. Entonces a Hedy se le ocurrió utilizar un descubrimiento anterior, pero al que ella pensó en darle un uso.

El Espectro Ensanchado por Salto de Frecuencia trata de “repartir” una señal de radio a través de varias frecuencias, presentando tres ventajas; reducir la interferencia y el ruido, dificultar que la señal sea interceptada y permitir que varias señales sean enviadas por la Diagrama de la patentemisma frecuencia al mismo tiempo. Desde principios del siglo XX se había estudiado esta técnica y realizado varios experimentos, no obstante, fue la pareja de artistas la que logró encontrarle un uso práctico. En 1942, Lamarr y Antheil obtuvieron una patente para un “Sistema de Comunicaciones Secretas” que aplicaba el Salto de Frecuencia para teledirigir torpedos haciendo más difícil que el enemigo pudiese bloquear la señal. Según la solicitud, se podía utilizar un rollo de papel de pianola para enviar la señal dividida en 88 frecuencias (un piano tiene 88 teclas). El ejército no le hizo mucho caso a la patente, al menos hasta dos décadas más tarde cuando la incorporó en sus submarinos, justo cuando ya había expirado.

Probablemente la aportación de Lamarr y Antheil a la ciencia no hubiese salido del ámbito militar si no aparece en el mundo un invento llamado internet. En 1988, la compañía canadiense Wi-LAN Inc. compró a Lamarr el 49% de la patente que ella aún poseía. Por aquel entonces, el gobierno de los Estados Unidos había decidido Logo Wifiabrir internet al público y se esperaba que el tráfico aumentara considerablemente, y las ventajas que el Salto de Frecuencia permitía se antojaba potencialmente útil. Como fue, el Salto de Frecuencia es la base del Espectro Ensanchado que permite a tecnologías como Bluetooth y Wi-Fi aprovechar al máximo el ancho de banda con la mínima interferencia. En 1997 la Electronic Frontier Foundation por fin otorgó a la actriz el crédito que merecía y en 2014 tanto ella como Antheil fueron hechos miembros del Salón de la Fama de los Inventores.

Hedy-Lamarr-in-colour

Después de su colaboración tecnológica y sus brillantes años en la MGM, Hedy Lamarr fue poco menos que olvidada por el público y hasta la fecha de su muerte el 19 de enero del año 2000 vivió discretamente y recluida en algunas de sus mansiones, eso sí, convertida en una adicta a la cirugía plástica. Su figura ha sido desempolvada en los últimos años gracias a la importancia que su invento ha tenido en el rendimiento actual de internet, nadie duda que debido a su condición de estrella del cine, y dejando de lado un poco a los demás científicos que le precedieron en sus investigaciones. Pero bueno, es lo que tiene Hollywood…

9 thoughts on “El “Sex Symbol” de Hollywood que sentó las bases del Wi-Fi.

    • Así es Lú, todo en una sola persona, y pocos, en mi opinión, los homenajes.
      Muchas gracias por comentar y un cordial saludo.

  1. Hola Jesús,
    ¿a cuánto ascendería ese 49% de la patente? Creo que en manos de un buen negociante la cifra tendría muchos ceros. Increíble historia, me he quedado wifi-difuso. 😉
    Abrazos

    • Jeje, como dicen en el fútbol, una cantidad no difundida, pero si sabemos que, al morir, Hedy Lamarr dejó una fortuna de 3.3 millones de dólares, aunque ella dijo que había llegado a ganar hasta 30. En todo caso, se me antoja poco dinero para el éxito que su invento ha tenido. Al menos le quedará el consuelo de pasar a la historia como algo más que una estrella de cine y de habar colaborado a la difusión de una de las redes más importantes de comunicaciones de la historia. Y no te preocupes, difusos estamos muchos…:P
      Un abrazo y gracias por comentar.

  2. ¿Aguna forma de conseguir la famosa película o al menos algunas imágenes?

  3. Qué gran historia la de esa inteligente y muy hermosa mujer y que calladito se lo tenían los medios, pues nunca nada oí hablar de su invento. Gracias, estimado Jesús, por esta loable aportación.

  4. No conocia este aspecto cietifico de la artista que me parecio muy interesante. Gracias por darlo a conocer ici.

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