Los buques fantasma de los nazis.

Buques fantasma.

El amanecer de la Segunda Guerra Mundial trajo luz a la ciega Europa sobre la realidad de de uno de los ejércitos más poderosos de la historia. Desde el primer día, las nuevas fuerzas armadas de Hitler, la Wermacht en tierra y la Luftwaffe por aire se destacaron en la invasión de Polonia, que quedó subyugada en menos de un mes. La primera campaña de una guerra moderna, mecanizada y veloz que en los próximos años causaría estragos en el viejo continente.

No obstante, había una tercera rama en la que los nazis no lograron igualar el poderío de sus principales enemigos, la Kriegsmarine, que se enfrentaría a la Marina Británica en condiciones de absoluta inferioridad. Contra los 12 acorazados, 3 cruceros pesados, 60 cruceros ligeros, 7 portaaviones y 184 destructores, la marina alemana pensaba dar batalla con sus 3 acorazados de los llamados “de bolsillo” (los primeros buques del mundo en utilizar diesel), entre los que se encontraba el Graff Spee, 2 cruceros de guerra, 3 cruceros pesados, 6 cruceros ligeros, 21 destructores y 57 submarinos, una fuerza casi risible.

Es verdad que durante la guerra los alemanes lograron sacar de sus astilleros 4 acorazados y más de mil submarinos, pero sólo estos últimos lograron causar daños considerables a las líneas de suministro británicas, al menos hasta 1943, cuando la Batalla del Atlántico se decantó hacia el bando aliado. El mismo Almirante Erich Reader, al mando de la flota teutona admitió al principio del conflicto que lo único que sus fuerzas podrían hacer, era “morir gallardamente” ante la superioridad del enemigo.

Hilfskreuzer_Atlantis

Hilfskreuzer Atlantis

Peligro en los mares

No todo fue una vida de rositas para los mercantes en las rutas marítimas del mundo. Aparte de los estragos causados por los submarinos en el norte del Atlántico, durante los primeros años de la guerra una serie de campañas navales organizadas por el Alto Mando alemán fueron responsables por millones de toneladas hundidas, especialmente en el Atlántico Sur y el Índico.

En un artículo reciente contamos la historia del Graff Spee, pero sus andanzas no fueron las únicas, empezando por las misiones de su nave gemela, el Admiral Scheer, que un año después hizo una incursión en el Atlántico y en sólo un ataque consiguió hundir un crucero enemigo y cinco barcos mercantes.

Pero más llamativas fueron las correrías de una serie de naves que poco tenían que ver con los majestuosos acorazados: eran los denominados buques fantasma, armados con cañones y torpedos, pero que podían navegar libremente y acercarse a sus presas disfrazados de mercantes, en muchas ocasiones, con banderas y distintivos de países aliados o neutrales. Utilizados ya en la Primera Guerra Mundial por ambos bandos, estos peligrosos cazadores volvieron por órdenes específicas del Almirante Reader.

Diez buques fantasma

Penquin, uno de los buques fantasma

Hilfskreuzer Pinguin

Diez de estos buques fueron botados por los alemanes durante la guerra, con cubiertas reforzadas y paneles que ocultaban sus cañones. El primero y uno de los más notorios, el Pinguin, dotado de cuatro piezas de 105 mm., dos de 20 mm., una torreta de 75 mm. en la proa y tubos lanza-torpedos, zarpó de Alemania el 22 de junio de 1940 con órdenes de operar en el Océano Índico, las costas de Australia y Antártica.

El 31 de julio, el primero de los buques fantasma alemanes se cobró su primera víctima, el carguero británico Domingo de Larrinaga, frente a la Isla de Ascensión y, como acostumbraban a hacer los alemanes con marineros civiles, la tripulación fue rescatada para posteriormente ser liberada en un puerto neutral.

Alarma

En menos de un mes sucumbieron un petrolero noruego y otro carguero. El Pinguin también sembró de minas las costas occidentales de Australia y una de ellas se llevaría consigo al Rayville, el primer buque norteamericano hundido durante la Segunda Guerra Mundial. Las alarmas saltaron en las oficinas del Almirantazgo en Londres, pero las partidas de caza organizadas para encontrar al Pinguin se toparon con la inmensidad del océano.

Para finales de noviembre, el corsario alemán se había anotado ya una docena de víctimas y se había adentrado en el Ártico, donde llegó a capturar hasta catorce balleneros noruegos, algunos de los cuales fueron enviados a Alemania con sus preciosas cargas bajo el mando de tripulaciones alemanas.

Lo que no sabía el Capitán Krueder, era que los esfuerzos británicos en Bletchley Park para descifrar los códigos de comunicaciones alemanas estaban dando sus frutos. El corsario alemán operaba en un estricto silencio de radio, pero no así los barcos que le suministraban alimentos y combustible. El cerco se cerraba sobre los piratas.

Más víctimas

Mientras tanto, el Pinguin volvió a las aguas cálidas del Índico, donde el 25 de abril hundió un carguero en ruta hacia Madrás, en la India. El 7 de mayo, después de avistar un petrolero cercano a la entrada del Golfo Pérsico, sus cañones acabaron con él. Sin embargo, justo antes de que la desamparada víctima fuese atacada, logró enviar una señal de auxilio, que fue captada por el crucero Cornwall, a 500 millas marinas. Por fin, la marina británica parecía haber encontrado a su elusivo rival.

El Pinguin, disfrazado como un buque mercante inglés fue interceptado en las costas de la actual Somalia y, al no haber podido engañar al acechante Cornwall, izó la bandera nazi y abrió fuego. El combate fue desigual y el Cornwall pronto desarmó al enemigo. La tripulación y los prisioneros fueron rescatados, pero el Capitán Krueder se negó a dejar su puesto, y se fue al fondo con su barco. Los días de pirateo del Pinguin habían terminado.

Atlantis

Más buques fantasma repitieron sus hazañas, entre ellos su barco gemelo el Atlantis, que también operaba en aguas del hemisferio Atlantis, buques fantasmasur. Lo que distingue a la misión del este corsario no fueron tanto las toneladas de alimentos y material aliado que hundió, que fueron muchas, sino el descubrimiento fortuito de un informe secreto a bordo del carguero Automedon, capturado en el Estrecho de Java el 11 de noviembre de 1940.

En dicho documento, el Alto Mando británico alertaba de la precaria situación defensiva de la plaza de Singapur, amenazada por el avance japonés en Indochina. La información fue trasladada a la inteligencia militar japonesa que pronto reconoció la importancia táctica de desarticular el poderío naval inglés en el sudeste asiático, y que le sirvió para desarrollar su estrategia de expansión que culminó con el ataque a Pearl Harbor en diciembre de 1941. Uno de los tres únicos alemanes condecorados por el Emperador Hirohito durante la guerra, fue el Capitán del Atlantis, Bernhard Rogge.

SinkingShip1

Al igual que el Pinguin, el Atlantis y cuatro más de los buques fantasma nazis fueron hundidos, no sin antes enviar al fondo más de cien barcos aliados y neutrales con un peso total de más de un millón de toneladas. No menos importante fue su participación en el desarrollo de la estrategia japonesa en el Pacífico que obligó la entrada de Estados Unidos en la guerra. Finalmente, y como es bien sabido, sus esfuerzos fueron en vano en contra del superior despliegue militar de los norteamericanos, pero sus andanzas no han sido olvidadas y forman ahora parte del inmenso archivo histórico del conflicto más sangriento que ha visto la humanidad.