De cómo el Gin Tonic construyó un imperio.

Con limón, pepino, pétalos de rosa, en vaso de tubo, old-fashioned o coupe, de cualquier manera, pocas cosas hay mejores que disfrutar un domingo por la tarde de uno de los cócteles más famosos del mundo, el Gin Tonic, incluso sin hielo, como lo hacían los ingleses antes de que el agua congelada fuese un producto accesible a todo el mundo. Y no soy el único.

Tan sólo en España se consumen casi 30 millones de litros al año, me consta que la mayoría mezclada con tónica, una verdadera fiebre del Gin Tonic, como se le conoce en nuestro país. No es una noticia para mis vecinos que es una de las bebidas preferidas de los españoles, y que existen en todas las grandes ciudades bares que sirven exclusivamente este brebaje celestial.

Lo que si puede llamar la atención a algunos, es que esta simple invención fue uno de los pilares en la construcción de una de las superpotencias más grandes de la historia; el Imperio Británico.

Mezclas Gin Tonic

Una receta longeva

Como seguramente sabéis, un G&T se prepara con una base de ginebra, el producto destilado de la malta aromatizado con bayas de enebro, que le dan su sabor tan particular, cardamomo y otras especias. La historia nos cuenta que ya desde el siglo XVII, tanto británicos como holandeses eran fieles bebedores del espíritu, originalmente como remedio medicinal.

Cuenta la leyenda que en 1585, durante la batalla de Amberes, los soldados ingleses bebían ginebra para calmarse los nervios antes de enfrentarse a los tercios españoles. Debido a su bajo precio, fue tal el éxito posterior del gin entre las clases menos pudientes que el gobierno de su majestá tuvo que introducir varios impuestos y así limitar su consumo, que ya causaba algunos estragos entre sus consumidores.

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La enfermedad

Pero tuvo que llegar el segundo ingrediente y darle el impulso que necesitaba para convertirse en la bebida internacional que todos conocemos, y tuvo que ser una mujer española la causante de Anopheles_stephensitodo.

La esposa del Virrey de España en Perú, la Duquesa de Chinchón, cayó enferma de malaria.
Esta enfermedad infecciosa es producida por el parásito Plasmodium y transmitida generalmente por el mosquito Anófeles, muy abundantes en las regiones tropicales.

A falta de medicinas conocidas, el virrey pidió ayuda a los incas locales que le recomendaron beber un menjurge que contenía corteza molida del árbol Quinquina, una especie endémica de Perú que crecía en los Andes.

El remedio curó a la duquesa que no tardó en dar a conocer sus beneficios a sus paisanos europeos. Hasta aquí todo bien, entra en escena David Livingstone.

Dr. Livingstone y el Gin Tonic

En una de sus tres grandes expediciones al África, el célebre explorador escocés cayó gravemente enfermo por la malaria y recordó el elíxir de la quinina, del que preparó su propia versión:

“Un remedio compuesto de seis a ocho granos de jalapa (Ipomoea purga), lo mismo de ruibarbo y tres de cada uno de calamel (Acorus calamus ) y quinina, metidos en cuatro píldoras, con tintura de cardamomo, normalmente cura los síntomas de cinco a seis horas. Cuatro píldoras son una dosis completa para un hombre, una será suficiente para una mujer.”

El problema de la malaria no era tanto que te pudiera matar directamente, sino que debilitaba tanto a los contagiados que podían morir de casi cualquier cosa. Livingstone sabía que la quinina no prevenía el contagio de la malaria, pero sí que podía curarla en altas dosis. Años después, un laboratorio inglés puso en el mercado las “Livingstone’s Rouseres”, o los  “Levantadores de Livingston”, por la capacidad que tenían para poner en pie al más enfermo.

Construyendo un imperio

Ahora bien, desde finales del siglo XVIII, Gran Bretaña se encontraba en el proceso de imitar a España como un imperio en el que nunca se pusiera el sol. A mediados del siglo XIX, la pérfida Albión ya había conquistado casi todo el subcontinente bajo la hégira de la Compañía Oriental de las Indias, pero le costaba Q-Tonic-2_British-Soldiers-Morning-Quininemucho mantener los diversos reinos en paz y requerían de muchos ejércitos en constante vigilancia.

Y más que la resistencia local, el enemigo número uno eran precisamente la malaria y otra enfermedades tropicales como el dengue y el cólera. Para mantener a raya las enfermedades, todos los soldados debían beber una dosis diaria de quinina en polvo, lo que no era muy agradable pues el ingrediente de marras es bastante amargo.

Seguramente alguno de los uniformados pensó que la quinina con agua y azúcar sería un poco más tolerable, y pronto se volvió una moda beber el agua tónica, como pasó a llamarse el invento. No tardaría un listillo en darse cuenta de que mezclar la tónica con un poco, o un mucho de ginebra, la hacía mucho más tragable.

El Gin Tonic se extiende

En África la situación fue similar. El que el mismo Dr. Livingston hubiese informado de una masacre llevada a cabo por los traficantes de esclavos de la que fue testigo, sirvió a las potenciasdavid-livingstone europeas de excusa para intervenir en el continente negro.

Lo hicieron, para quedarse por supuesto, cambiando completamente el mapa y creando el caos demográfico y cultural que aún afecta a nuestros vecinos del sur.

Y como no, el Gin & Tonic lideró la lista de bebidas favoritas por los colonizadores. Si mal no recuerdo, en la película “Memorias de África”, vemos en varias instancias cómo los protagonistas se preparan sus cocteles.

Militares y civiles libaban todos los días con su Gin & Tonic como remedio contra la malaria, y contra el aburrimiento, imagino yo. La popularidad de la mezcla subió como la espuma y el Imperio creció y creció mientras sus soldados se mantenían fuertes y sanos. Winston Churchill una vez se refirió al asunto:

“El Gin & Tonic ha salvado las vidas, y las mentes, de más ingleses, que todos los doctores del imperio”.

A quién no le gusta el Gin Tonic ?

Así cualquiera. Imaginaos que todas las medicinas que nos receta el matasanos tuviese su toque de alegría y nos dejara un poco chispeados, ¿estaríamos más sanos? No lo creo, pero al menos nos divertiríamos un poco más.

En todo caso, dudo mucho que a estas alturas de la historia nos diese por construir un nuevo imperio para tener la excusa de bebernos unos G&T. Para eso ya están los domingos y, como dirían los Toreros Muertos, hoy es domingo…

 

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