En la madrugada del 25 de abril de 1945, tan sólo unos días antes del final de la Segunda Guerra Mundial, un equipo de saboteadores noruegos y su líder norteamericano se enfundaron los esquís y partieron con rumbo a Snasa, una aldea en la Noruega central cercana a la frontera con Suecia donde un destacamento nazi se preparaba para volver a su patria a continuar la lucha. La misión del equipo era destruir el trecho de raíles que partía de la población para evitar que los alemanes escaparan. El Mayor William E. Colby, responsable de las operaciones detrás de las líneas enemigas en el país escandinavo, dividió al equipo conforme estaba planeado y confirmó la señal para el ataque, una bengala verde. A las 5.00, media docena de explosiones dejaron la vía inservible y los agentes volvieron a su refugio. Una más de las cientos de operaciones clandestinas llevadas a cabo por la Oficina de Servicios Estratégicos, el cuerpo de inteligencia creado por William “Wild Bill” Donovan. Esta es su historia.
Cuando a principios de la década de los 40 todo parecía indicar que los Estados Unidos terminarían entrando en la guerra, su máximo líder se dio cuenta de que no contaba con una organización unificada que le proveyera información sobre los enemigos potenciales. Tanto el ejército como la marina tenían sus propios servicios de inteligencia, pero los celos y las esferas de poder evitaban que estas compartieran su información o que llevaran a cabo operaciones conjuntas. Peor aún, las operaciones de descifrado del departamento de Estado (ministerio de Exteriores en Europa) habían sido cerradas en 1929 por el Secretario Henry L. Stimson, con la patraña de que “los caballeros no leen el correo de otros caballeros”. Roosevelt entonces pidió a un viejo conocido, el abogado de Wall Street y héroe de la Primera Guerra Mundial, William Donovan, que hiciera un viaje de inspección por los escenarios de guerra a ver qué datos podía recabar. Los resultados de sus viajes e investigaciones los publicó en el “Memorándum para el Establecimiento de un Servicio de Información Estratégica” que Roosevelt utilizó para crear, el 11 de julio de 1944, la primera central de inteligencia norteamericana, con el Salvaje Bill como su Coordinador de Información.
Del otro lado del Atlántico, recién nombrado Primer Ministro en 1940, Winston Churchill había sido el instigador y creador de la SOE, la Ejecutiva de Operaciones Especiales (Special Operations Executive) para según sus propias palabras, “incendiar Europa”, por medio de operaciones de sabotaje y guerrilla en los territorios conquistados por los nazis y obtener información valiosa para la eventual liberación del continente. No menos importante fue la labor de suministro de armas, equipo e inteligencia a los movimientos de resistencia locales operando en prácticamente todos los países invadidos. Donovan, al darse cuenta de la falta de experiencia y la nula cooperación de los militares de su propio país, cuando no franca hostilidad, aceptó la ayuda de los británicos, ansiosos de involucrar a los norteamericanos en la guerra y confiados en que pronto los dos países serían aliados y que dieron entrenamiento a las primeras unidades de la nueva agencia en Canadá. Seis meses después de la entrada de los Estados Unidos en la guerra después del ataque a Pearl Harbor, Roosevelt firmó los documentos que creaban la OSS, directamente reportando a la Junta de Jefes del Estado Mayor, y bajo la batuta de Wild Bill.
A la hora de reclutar, la OSS buscó personas con conocimientos de idiomas o aquellos que hubiesen viajado a diversas partes del mundo, conocieran la geografía y cultura de los países visitados y tuvieran contactos en ellos. Algunos de los primeros enganchados eran incluso celebridades de Hollywood, como el director John Ford o la conocida Julia Childs, por lo que en los corrillos de Washington se decía que OSS significaba Oh! So Social!
La ayuda británica fue crucial en los primeros días. La SOE de Churchill compartió información, tácticas e incluso equipamiento a sus colegas de la OSS, y ambas organizaciones abrieron sendas oficinas de enlace en Londres y Nueva York. Como un gesto de cortesía, Donovan prometió a los ingleses no lanzar ninguna operación desde la isla, pero llegado el momento, colaboraron en misiones conjuntas en la preparación de la “Operación Overlord”, el desembarco de Normandía. La OSS también abrió delegaciones en el norte de África, Turquía, Australia y Suiza, para poder estar más cerca de los diferentes teatros de guerra y extender su red de colaboradores, el dinero no era un obstáculo.
La primera operación de calado de la OSS tuvo lugar en las colonias francesas de Marruecos y Algeria, aún controladas por el gobierno de Vichy impuesto por Hitler. La misión era preparar el camino para la invasión aliada, convenciendo a las autoridades francesas locales para que ofrecieran poca resistencia. La “Operación Antorcha” se llevó a cabo sin muchos contratiempos, a pesar de que los esfuerzos de los agentes no habían dado los frutos esperados, pero le experiencia ganada serviría para que en el futuro se cometieran menos errores. Ya establecidos en África y expulsados los nazis, la OSS estableció un centro de operaciones en Algeria y otro en El Cairo desde los que controlarían las comunicaciones con el sur de Europa, a la vez que centros de entrenamiento para su creciente nómina de voluntarios. La ciudad de Berna, en Suiza, fue otro nido de espías durante la SGM, aprovechando la neutralidad histórica del pequeño país y su cercanía a Alemania. Ahí fue donde Edgar Allan Dulles estableció una de las redes más importantes de espías al servicio de la OSS, pero trabajando bajo la tapadera de diplomático. Uno de los primeros reclutas fue el berlinés Fritz Kolbe, anti-nazi convencido que fue asignado como correo diplomático a partir de 1943. Bajo la identidad de George Wood proporcionada por Dulles, Kolbe suministró a los norteamericanos con más de 1.600 documentos de alto secreto y valía. Al final de la guerra, Dulles dijo de él, “George Wood fue no solo nuestra mayor fuente en Alemania, sino que fue sin duda uno de los mejores agents secretos que haya tenido cualquier servicio de inteligencia”.
La formación de los agentes incluía tácticas de supervivencia, ya que muchas veces los agentes debían permanecer al aire libre durante días y hasta meses, dependiendo de lo que la naturaleza podía proveer para su alimentación y refugio. Lucha cuerpo a cuerpo, preparación de bombas, sabotaje, los hombres y mujeres de la OSS debían golpear y poner pies en polvorosa sin tardanza y, por supuesto, debían aprender a enseñar, para poder entrenar a los miembros de las resistencias locales. Una tarea más, no menos importante, fue el establecer y mantener rutas de escape para pilotos derribados en territorio enemigo, ya fuese por la neutral Suiza o a través de los Pirineos hacia España, desde donde los soldados pasaban a Portugal para ser repatriados.
La OSS también participó en el teatro del sureste asiático, específicamente en China, suministrando armas y entrenamiento a la resistencia, y en Birmania y en Vietnam, donde las operaciones clandestinas jugaron un papel muy importante en la expulsión de los japoneses. Cabe decir que, irónicamente, la OSS se alió con Ho Chi Mihn, el líder nacionalista comunista de Vietnam, para luchar contra el Imperio del Sol Naciente, pero que dos décadas después se tornaría en enemigo de su propio país y de los Estados Unidos, un ejemplo más de cómo a veces tu aliado se puede volver contra ti. En Europa resaltaron las acciones de la OSS en Yugoslavia, donde se luchó al lado de la SOE y de los partisanos del comunista Joseph Broz “Tito”, sin importar su ideología, y principalmente con la resistencia francesa, en preparación para el asalto final a la Fortaleza Europa”. Pero también hubo acciones dentro del mismo Reich alemán, tanto para obtener información de la red de colaboradores anti-nazis como para sabotear instalaciones estratégicas, fábricas, puentes y centros de comunicación claves para la lucha armada.
Al final, la guerra terminó con la victoria aliada y el nuevo presidente Harry S. Truman agradeció a la OSS por los invaluables servicios prestados y condecoró a Donovan, pero el nuevo hombre en la Casa Blanca no conocía a fondo las actividades de la organización y no veía la necesidad de una agencia central de inteligencia en el nuevo escenario de la posguerra, y la cerró en octubre de 1945. Pero Truman se arrepintió pronto y en 1947 creó la Central Intelligence Agency, utilizando las estructuras y buena parte del personal de la OSS. Tanto William Colby, el agente infiltrado en Noruega, como Edgar Allen Dulles, fueron Directores de la CIA en los años 60 y 70.
Quedan muchas anécdotas en el tintero sobre las operaciones clandestinas en contra del régimen nazi y los japoneses y espero en el futuro publicar más artículos, y por qué no, algo sobre la historia de la CIA, que seguro dará mucho juego dada sus actividades y reputación, pero esa es ya otra historia…