Mientras los cañones de Texas se enfriaban y se preparaba la pantomima de la aceptación en la Unión del nuevo estado (sin que se hubiese resuelto la cuestión de las fronteras), el presidente Polk ya tenía los ojos puestos en aún más territorio mexicano con la intención de anexionárselo. Según el Tratado de Velasco, firmados por el general Santa Anna estando prisionero, la frontera de Texas llegaba hasta el Rio Grande, lo que doblaría su territorio, pero recordemos que el gobierno mexicano nunca aceptó ese tratado por haber sido firmado bajo coerción. En su lugar, México defendía que la República de Texas terminaba en el Rio Nueces, donde siempre lo había hecho. En el verano de 1845, cuando Texas aún no era oficialmente un estado, Polk envió al general Zachary Taylor al Rio Nueces con la intención de cruzarlo y apoderarse de las tierras al oeste, que nunca habían sido parte de Texas, pero que Polk veía como propias en su particular visión del “Destino Manifiesto”.
Al mismo tiempo que presionaba a México por las fronteras tejanas, el habitante de la Casa Blanca ya preparaba su invasión de California. Para ello se valió del aventurero, explorador y soldado John C. Frémont, un buscavidas, un “trepa” que no había dudado en casarse con la hija de un influyente político para mejorar su situación. Casualmente, o eso dirán algunos, su suegro fue el senador Thomas Hart Benton, líder del partido demócrata durante más de treinta años y uno de los más aguerridos promotores de la expansión estadounidense a costa de México. Frémont no había sido un buen estudiante, pero se le daban bien las matemáticas, por ello, consiguió sacar un título de maestro y con ese documento bajo el brazo se embarcó para dar clases a los marinos de la armada. Aprovechando la formación gratuita que la US Navy proporcionaba a sus hombres, Frémont adquirió conocimientos de cartografía que le sirvieron para entrar como Segundo Teniente al Cuerpo de Ingenieros Topográficos en 1838, trabajando durante los tres siguientes años en el mapeado de las comarcas de los ríos Mississippi y Missouri. Pero el matrimonio le vino muy bien al ambicioso soldado, que gracias a su poderoso suegro pasó de un simple asistente a liderar las próximas expediciones “cartográficas”.
Al senador también le vino muy bien que su yerno fuese un hombre sin escrúpulos. Como ya hemos visto, Benton defendía la política expansionista de los Estados Unidos, y encontró en Frémont la herramienta ideal para alcanzar sus objetivos, eso sí, disfrazando sus expediciones de reconocimiento militar como “científicas”. La primera de las salidas tuvo lugar en el verano de 1845 y se limitó a cartografiar la zona oeste del Territorio de Louisiana, exactamente hasta South Pass, en el actual estado de Wyoming, donde se iniciaba el “Camino de Oregón”, la pista de tierra utilizada por tramperos, cazadores y los primeros inmigrantes del oeste americano. El éxito de la misión, proporcionó a Frémont y Benton la oportunidad de organizar una segunda al año siguiente, más ambiciosa, y más secreta.
El objetivo anunciado era explorar la segunda mitad del “Camino de Oregón”, cosa que logró sin problemas llegando al Fuerte Vancouver en la ribera del Rio Columbia a finales del verano de 1843. Luego, sin previo aviso y sin el consentimiento de sus patrocinadores en Washington, Frémont, su guía Kit Carson y los veinticinco hombres de la expedición, marcharon hacia el sur entrando en Nevada, ya en territorio mexicano, y poco más tarde, cruzando Sierra Nevada y explorando varios pasos de montaña cruzó hacia el Lago Tahoe y descendió hasta el Fuerte Sutter, en la actual capital californiana de Sacramento. El gobierno mexicano tomó nota pero no puso pegas a lo que se suponía era una misión de estudio del terreno y el mapeado de rutas, un error que los mexicanos pagarían caro. De vuelta en Washington, Frémont produjo una serie de mapas del oeste publicados y ampliamente publicitados por el Congreso de los Estados Unidos. Dichos mapas serían utilizados por la mayoría de inmigrantes y buscadores de oro a partir del descubrimiento del preciado metal en 1848, casualmente, cuando ya los Estados Unidos habían ocupado California militarmente, pero ese es un tema que desarrollaré por separado en las próximas semanas.
En junio de 1845 partió una nueva expedición con 62 hombres al mando de Frémont (dos semanas después de que este se reuniese con el presidente Polk en Washington), Kit Carson era nuevamente el guía y el objetivo era encontrar la fuente del Rio Arkansas, en algún lugar al este de las Montañas Rocosas. Hubo un cierto revuelo entre algunos opositores de “Destino Manifiesto” al enterarse de que Frémont llevaba consigo rifles no autorizados y un cañón Howitzer con 250 kilos de munición, en contra de sus órdenes de dedicarse exclusivamente a cartografiar. Cuando el jefe del cuerpo de topógrafos se enteró, envió un telegrama a Freemont ordenándole que se detuviera, pero el mensaje fue enviado a su casa y recibido por su esposa. Jossie, en lugar de reenviarlo a su marido, le envió un mensaje diciéndole: “No importa lo que pase, sigue adelante”. El insaciable arribista no sólo siguió su camino sino que, una vez llegado al Arkansas, se desvió rápidamente sin previo aviso hacia California, llegando al Valle de de Sacramento a principios de 1846. Una vez ahí, y muy probablemente a instancias de sus jefes en Washington, Frémont se dedicó a incitar los sentimientos de independencia de los inmigrantes anglos, prometiéndoles que si declaraban la independencia, los apoyaría con sus tropas. Sus actividades sediciosas casi le cuestan un enfrentamiento con el ejército mexicano, pero viendo ya que el virus de la independencia había entrado en el cuerpo de colonos, prefirió dar marcha atrás y esperar un mejor momento.
Esa oportunidad le llegó tan sólo unos meses después cuando Polk ordenó la invasión del territorio mexicano en Texas. Supuestamente, la excusa fue la muerte por parte del ejército mexicano de 16 miembros de una patrulla estadounidense, pero hay evidencia de que el presidente estadounidense y su gobierno llevaban meses preparándose para la guerra. No sólo había enviado casi 5.000 hombres a Texas, sino que casi la mitad de la flota había partido de sus puertos en la costa este hacia California, ya con órdenes de capturar puertos mexicanos con sólo escuchar rumores de guerra. El congreso de Estados Unidos declaró la guerra a México el 13 de mayo, peo el Comodoro Sloat ordenó tomar los puertos de la Alta California y sus buques entraron en Monterey el 7 de julio, y dos días después en Yerba Buena (San Francisco), sin tener confirmación del estado de guerra entre las dos naciones. Pocos días después, los marinos se unieron a las fuerzas de Frémont y capturaron Sacramento y otras ciudades del norte, casi todas sin derramamiento de sangre, pues estaban pobladas en su mayoría por colonos anglosajones. En unos meses, el trabajo coordinado de los “cartógrafos” de Frémont y los marinos había conquistado las poblaciones del sur, incluidas Los Ángeles y San Diego. El robo se había consumado.
Seguramente habrá lectores a quienes les parezca exagerado mi uso del término “robo”, y respeto sus opiniones. Pero no cabe duda que la conquista del noroeste mexicano se llevó a cabo con premeditación, alevosía y ventaja. El “Destino Manifiesto” así lo exponía, y las acciones de Polk lo comprueban. Estados Unidos quería anexionarse dos millones y medio de kilómetros cuadrados, y lo consiguió a base de artimañas, excusas y violentas provocaciones. Frémont fue parte integral del robo, pues sus expediciones, más que partidas exploratorias con fines científicos, eran de naturaleza militar en su estructura, métodos y objetivos, y el gobierno de los Estados Unidos lo sabía, y las apoyaba.
Ahora bien, lo hecho, hecho está y es parte de la historia. De ninguna manera defendería yo la devolución de los territorios robados a México, que algo de culpa tuvo por no haber dado la importancia necesaria a sus territorios del norte y por la irresponsabilidad de sus líderes, empezando por el General Santa Anna, avaricioso, presumido, ególatra y corrupto. Al principio de la guerra, este petimetre había negociado con los dos bandos para conseguir hacerse nuevamente con el poder, y lo consiguió, pero luego traicionó tanto a México como a Estados Unidos. En todo caso, Texas, Nuevo México, Arizona, Nevada, Colorado y buena parte de otros estados, son ahora miembros de la Unión, y mal no les ha ido. Cualquier intento revisionista por rehacer lo que sucedió hace 170 años chocaría no sólo contra la voluntad del pueblo estadounidense, y buena parte del mexicano, sino que avivaría un conflicto inútil entre las dos naciones. En fechas recientes hemos visto cómo algunos de estos “conquistadores” trasnochados han reconquistado por medio de las armas territorios pertenecientes a otro país con la excusa de que fueron suyos en el pasado y con el peligro que para la paz mundial sus acciones representan. Revivir épocas pasadas no es más que un sueño peligroso en las mentes anquilosadas de pequeños napoleones.
Dejémonos ya de fronteras, olvidemos los imperios, intentemos vivir nuestro futuro como vecinos y socios respetando las vidas y la propiedad de los pueblos. No sé por qué, pero se me ocurre que nuestros antepasados así lo desearían.
Varias veces te he comentado que soy una persona muy pacifista y que ya no quiero saber nada de política, no importa que sean de derechas, izquierdas, arriba, abajo… de las esquinas, TODOS lo único que quieren es forrarse los bolsillos «to line their pockets» como dicen los ingleses o americanos. Y como bien dices… dejémonos de fronteras, respetemos a nuestros vecinos y olvidarlas malditas y odiosas guerras!!!!! Como decían los hippies «Haz el Amor y no la Guerra». Besos muy pacíficos…
Los humanos somos así Rosa, queremos lo que otros tienen, y muchas veces estamos dispuestos a ir a la guerra para conseguirlo. Viendo cómo está el mundo actualmente, no creo que todos hayan aprendido la lección y, desgraciadamente, creo que la apestosa guerra estará con nosotros durante mucho tiempo.
Gracias nuevamente por comentar.
Un abrazo fuerte.
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La prueba:
Los nombres
San Francisco
Los Angeles
Y tutti quanti 😀
Excelente artículo el de hoy y el de ayer. Cierras con el pensamiento, que aunque odio admitir, es acertado: tarde o temprano esos territorios terminarían como Texas, y lo peor es que todo sigue igual: los territorios del norte y sur de México están olvidados, provocando muchos aires nacionalistas, muchos anhelan(mos) la República de Río Grande por ejemplo.
Estados Unidos son unos imperialistas, pero listos… supieron cuándo y cómo atacar México y cumplir con sus objetivos.
También me considero una persona pacifista, sin embargo, no por eso deja de interesarme la política y las decisiones que nuestro gobernantes toman a su favor y para enriquecerse los bolsillos, jamas envidio ni anhelo lo que es de otros pero de la misma manera jamas permito que alguien mas me arrebate lo que es mio y lo que con sacrificio he conseguido. Es cierto que este robo de nuestro territorio es pasado y es parte de nuestra historia, pero no por eso deja de dolerme como mexicano la política intervencionista de estados Unidos hacia nuestro país en la actualidad, al igual que ustedes odio las guerras y nunca apoyaría el enriquecimiento o invasión de mi país en otro, pero defendería con mi vida si fuera necesario en caso de una invasión extranjera.
Como dijo Benito Juárez, «El Respeto al derecho ajeno es la paz» y como dice otra frase «lo único que puede hacer el mal para triunfar es que las personas que buscan el bien no hagan nada para frenarlo»
Nosotros quedamos chiquitos, somos los enanos llorones, porque perdimos contra Brasil y Argentina. Las fronteras, son hechas por los hombres, y la ambición de los mismos no conoce límites.
La guerra es una desgracia, que siempre se tiene cerca.
Un abrazo.
hasta pronto.
El tamaño no importa Stella, hay países enormes que poco bueno han hecho, y pequeños que se han llenado de gloria. De Uruguay, por ejemplo, nunca he oído nada malo…;)
Felicidades por no estar en el libro de los villanos…
Gracias como siempre y un besín.
Deberíamos ser mas conscientes de los orígenes hispanos de buena parte de los usa, lo saben mejor ellos que nosotros.
Me ha gustado tu reflexión final. Yo espero que cuando finalmente se destruyan las fronteras, todas las historias de los países serán eso, historias pasadas de antiguos países. Por reclamar, podríamos reclamar a los primeros homínidos que se bajaron del árbol y ocuparon un espacio que no les pertenecía.
Buena entrada (las dos) al final ninguna «nación» del mundo ha salido de la nada sino de la guerra, la ambición o la torpeza de un puñado de indeseables.
Imagine there’s no countries.
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mas vien llo creo ke los gringos tragan gresias a nuestros territorios ke nos Robaron y pos asi son los gringos de Rateros iasi como no Robaron a nosotros le Roban a otros paises su petrolio asiendoles gerras para despues apoderarse del oro negro pero proto pagaran caro el aberle Robado amexico sus territorios y pronto dejaran deser le potencia mundial porke seran derrocados iyi daran el culo
Como mexicano te digo , sin menoscabo en tu persona, que tu ortografía deja mucho que desear y , desgraciadamente, refleja la situación del país con respecto a la educación.
Perdona? dices que mi ortografía deja que desear? pues te invito a que me apuntes los errores. Nadie es perfecto y es posible que se me escape algo, pero si por algo me he distinguido siempre, es por mi buena ortografía.
VEO QUE TRANQUILIZAS TU CONCIENCIA CON LA EXCUSA DEL ECHO CONSUMADO. BIEN, CON ESA EXCUSA EXPANSIONISTA E IMPERIALISTA EE UU NO SOLO ANEXO TERRITORIOS, DE LOS MAS RICOS, SINO QUE INVADIO OTROS PAISES DE AMERICA LATINA Y DEL MUNDO. LLEVANDO PINGUES GANANCIAS A SUS ARCAS. ES DECIR SAQUEANDO POR LA FUERZA. NUNCA ESTUVO EN SUS INTENCIONES DEVOLVER PARTE DE LO QUE ROBÒ. PERO YA CONOCEMOS LA HISTORIA….
Hola Juan Carlos,
no sé a qué te refieres con tu comentario de «tranquilizar tu conciencia», pues en ningún momento excuso la expansión de Estados Unidos. Todo lo contrario, pues acuso a aquel gobierno de Polk de haber «robado» el territorio mexicano con argucias y violencia, y con la participación de Santa Anna. Hay que leer antes de criticar.