La guerra a punto de estallar, y Francia distraída por un crimen pasional. El Caso Caillaux.

Aquel caluroso verano en el que las miradas europeas se centraban en Sarajevo y en los tejes y manejes políticos que podían causar o evitar una guerra, la atención de los parisinos estaba ocupada con un asunto más prosaico, pero no menos explosivo. Un caso con todos los ingredientes para convertirse en best-seller, asesinato, pasión, poder, un Henriette_Caillaux_asesinando a Calmetteconocido político y una esposa despechada. El 21 de julio de 1914, dos días antes de que Austria-Hungría enviase un ultimátum a Serbia, empezaba el juicio a Mme. Caillaux, la segunda esposa del Ministro de Finanzas y uno de los hombres fuertes del gobierno, Joseph Caillaux. El 16 de marzo de aquel mismo año, la acusada había entrado en las oficinas de Gaston Calmette, director del periódico Le Fígaro. Su asistente, Adrien Cirac, la había anunciado como una mujer elegante que deseaba entrevistarse con el ejecutivo, pero no dio las razones de su petición. Al entrar en el despacho de Calmette, tuvo lugar un breve intercambio de palabras, tras lo cual Henriette Caillaux sacó el revólver Browning que ocultaba en su estola, y vació su contenido de plomo en el sorprendido periodista. Cirac entró rápidamente en la oficina y se encontró con la macabra escena, su jefe muerto en un charco de sangre y la mujer aún con el brazo extendido aún apuntándole. Mme. Caillaux fue inmediatamente detenida y trasladada a comisaría. Empezaba otro de los grandes circos del siglo.

Nos Depeches

Los orígenes del escándalo se remontan a sólo tres días antes del crimen, cuando Calmette publicó en Le Fígaro una carte intime que el entonces Ministro Caillaux había escrito trece años antes a la amante que luego se convertiría en su primera esposa Henriette Caillaux(Henriette era la segunda). La misiva revelaba secretos obviamente personales, pero también algunas de las argucias políticas de su autor. Bajo su propia confesión, Henriette temía que Calmette también publicase las cartas íntimas que ella había escrito al político cuando este estaba casado con su primera mujer y, explicó a la policía “ya que no hay justicia en Francia, decidí que yo misma debería acabar con esta campaña”, refiriéndose a la supuesta difamación del diario y su director. Como en cualquier caso que involucre a políticos, la opinión pública así como los medios, en aquellos años pre-radio, básicamente los periódicos, se dividieron en dos campos. La jarana estaba servida.

Gaston Calmette en su despacho.

Gaston Calmette en su despacho.

Probablemente el affaire Caillaux no hubiese tenido tanta repercusión si uno de los protagonistas, Joseph Caillaux, no estuviese inmiscuido en otro de los grandes asuntos que importaban al público. Desde el asesinato del Archiduque en Sarajevo, tres semanas antes del inicio del juicio, el antiguo primer ministro era uno de los miembros del gobierno que promovía la calma y la negociación con Alemania para evitar una guerra, algo que no gustó al ala más conservadora, a la que supuestamente pertenecía. De hecho, sus esfuerzos por alcanzar un acuerdo con el enemigo aún durante la guerra, le resultó en una condena por alta traición. Un asunto de tanta importancia mezclado con una celebridad asesina, no podía ser ignorado por la prensa.

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Como ya se había demostrado durante el caso Dreyfuss, el poder que periódicos y revistas tenían sobre la opinión pública era tan relevante que los políticos equiparaban el sentir del pueblo con el criterio de los medios, y actuaban en consecuencia. Más de un conflicto político había sido tratado de acuerdo con el juicio de la prensa en mente para evitar la caída de un gobierno, aunque no siempre con éxito. La debilidad de la Tercera República se había hecho patente en los innumerables cambios de gobierno de las últimas décadas, doce en los diez años precedentes a la guerra, y los medios eran vistos como responsables de la polarización política. Para algunos diarios, el caso Caillaux no era sólo un asunto de faldas, sino un intento de desestabilizar al gobierno en un momento en el que toda su atención era requerida para intentar acallar los tambores de guerra.

Casualmente o no, el juicio inició en medio de aquel asfixiante verano, precisamente en los días en los que las potencias europeas buscaban como salir del entuerto provocado por Gavrilo Princip. Le Petit ParisiennePero hete aquí que la prensa prefirió centrarse en el lado pasional del proceso, publicando en primera plana los detalles morbosos del caso, que si Henriette se desmayaba durante su testimonio y su esposo acudía a recogerla en sus brazos, que si este se peleaba a gritos con un amigo de Calmette provocando la interrupción del juicio, que si el vestido de la acusada era… relegando las noticias internacionales a columnas reducidas o escondidas en las páginas interiores.

La sorpresa para algunos llegó el día del veredicto, en el que a pesar de la confesión de la acusada (quien se declaró no culpable por haber cometido el crimen bajo el influjo del amor) y la evidencia, Henriette Caillaux fue exonerada del asesinato. Aquel mismo 28 de julio de 1914, el Imperio Austro-Húngaro declaraba la guerra a Serbia.

 

19 thoughts on “La guerra a punto de estallar, y Francia distraída por un crimen pasional. El Caso Caillaux.

  1. Algo había leído alguna vez de este caso pero no recordaba que fuera estricto contemporáneo d ela crisis de julio de 1914.

    Se pueden apreciar algunas cosas:
    Como un escándalo desvía la atención de asuntos verdaderamente importantes. Por más que en ambas situaciones estuviera implicada una persona: el ministro. Hoy día sigue sucediendo lo mismo, pero ahora tenemos esa corrala de vecinos mundial que es internet.

    Por lo que deduzco de la entrada, Henriette Caillaux mató al periodista pensando lo que podría llegar a hacer con su correspondencia, no lo que había hecho. A fin de cuentas publicó cartas de la primera mujer de su esposo, no las suyas. Vamos, un «asesinato preventivo» a no ser que de verdad supiera que tenía sus cartas y las iba a publicar, incluso si había chantaje.

    Cuando he comenzado a leer temía que Henriette Caillaux acabara en la guillotina, como creo que habría sido si en lugar de ser la esposa de un ministro hubiera sido una campesina, o una empleada de comercio por más que las razones hubieran sido las mismas. Me alegro que no fuera así, pero me parece que se exonerada totalmente de un crimen en el que había todas las evidencias que lo había cometido, e incluso planeado, aunque no sabemos cuanto tiempo, pues pudo tomar la decisión obnubilada un par de horas antes, me parece algo demasiado ligero.

    • Hola Hesperetusa,
      Henriette mató a Calmette por dos razones, una porque publicó las cartas antiguas de su marido, mancillando su honor, lo cual obligaría a este a desafiar al periodista a un duelo, y ella no quería que eso sucediese. La otra razón es la que mencionas, pues tenía miedo de que Calmette publicara (en caso de que las tuviera) sus propias cartas, las que Henriette había escrito a Joseph cuando este estaba aún casado con la primera esposa. Todo un lío de adulterios y secretos de alcoba.
      La cuestión es que, en aquel entonces, los periódicos eran prácticamente las únicas fuentes de noticias, y su poder e influencia sobre la opinión pública era desproporcionado con la calidad y honestidad de sus editores, algo que creo no ha cambiado. La diferencia es que ahora tenemos muchas alternativas a los diarios de papel, aunque eso no quiere decir que los medios modernos no intenten manipularnos.
      Respecto a la sentencia, creo que hubo dos factores que influenciaron el veredicto de no culpable: 1) Henriette contrató a uno de los mejores equipos de abogados de París, incluido Mr. Lavori, que había defendido a Dreyfuss; 2) que Joseph Caillaux aún tenía mucho poder y, estando a punto de entrar en guerra, el gobierno tenía miedo de que lo utilizara para derrocarlo.
      Ni Calmette ni los Caillaux eran unos santos, pero en este como en muchos otros casos, los criterios utilizados en el juicio fueron más políticos que judiciales.
      Muchas gracias como siempre por dedicarnos unas líneas. Buen fin de semana.

  2. En mi opinión, en momentos históricos decisivos, normalmente la gente no es del todo consciente de la situación donde vive, y prefiere seguir con su vida habitual, ello incluiría a los escándalos y chismorreos. Es con el tiempo y el devenir de los acontecimientos que las cosas se ponen cada una en su sitio y permite que nos asombremos con anécdotas como la que relatas de manera tan acertada. Felicidades por este post.

    • Hola Jomule,
      Leyendo tu comentario, muy acertado por cierto, se me ocurre otro punto. Creo que, estando la situación internacional como estaba, el pueblo quería refugiarse en algo menos importante, algo así como un escape de la realidad que estaba apunto de ahogarles. Tienes razón también a decir que la historia termina poniendo las cosas en su sitio, al menos la mayoría de las veces, pero muy pocos se preocupan por lo que puedan decir de ellos os habitantes del futuro.
      Te agradezco como siempre tu comentario, seguiremos trabajando para ofreceros historias interesantes.
      Un cordial saludo.

  3. Hola Jesús,
    ¡El poder de la prensa! Nunca entenderé (independientemente del signo politico del medio de comunicación del que estemos hablando) la manipulación que hacen de la actualidad. En muchas ocasiones se quiere engañar a la población, pero esta no es tonta. Las portadas de todos los periódicos deberían ser comunes, quizás algún «ente» independiente debería ser la responsable de hacerlo. Luego, en las páginas interiores, cada periódico daría su versión de los hechos. Soñar es fácil…
    Un abrazo

    • Hola Francisco,
      creo que es casi imposible que veamos una prensa totalmente imparcial. Somos humanos, y todos tenemos nuestras ideas y nuestras inclinaciones. No soy muy de controlar a nadie, y creo que la actual situación mediática, revolucionada por internet, es un buen paso a la variedad de fuentes. El problema, creo, está en el bajo nivel educativo de buena parte de la población, que no es capaz de pensar críticamente y analizar lo que los medios le presentan, y por eso muchos intentan manipularlos.
      En el caso de la Francia de principios del siglo XX, prácticamente el único medio que tenían disponible eran los periódicos, y estos alcanzaron un gran poder, que utilizaron para manipular la opinión pública desde sus cabeceras. Ahora eso es más difícil, y por ello la prensa de papel está perdiendo tantos lectores. Eso no quiere decir que la manipulación vaya a desaparecer. Como digo, somos humanos…
      Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo y feliz fin de semana.

  4. Bien lo dices, todo un caso para la literatura. Gracias por compartir estas historias que, si no fueran por tu pluma, se perderían en el abismo de la historia. Como siempre, un placer leerte. He estado pendiente de toda la serie, aunque no he comentado por falta de tiempo, pero aquí andamos.

    Un abrazo.

    • Muchas gracias Paco por tu comentario, y perdona que me haya tardado tanto.
      Tengo otra cosa que responderte…habñamos esta tarde.
      Un abrazo.

  5. Esto si que es un folletín y no los de la Pantoja!!!!! Menudo peliculón y por supuesto la prensa debia proclamar a los cuatro vientos estos sucesos que tal como decís, apartaban al lector noticias importantes como es una guerra… casi, casi lo que pasa aquí con el futbol que tiene absorvido los sesos a mucha gente -incluidas mujeres- De todo esto … ni pum, por eso no me cansaré agradecer todo lo que escibes. Un buen abrazo (no se si tienes esposa que pueda leer todo esto y me quiera matar… jejeje), no obstante repiro el abrazo!

    • Hola Rosa,
      el Caso Caillaux demuestra que el problema del amarillismo no es exclusivo de la televisión, y tampoco es algo moderno. Siempre, creo yo, los humanos hemos caído en el morbo, en la curiosidad por las desdichas de los demás, como si eso nos hiciera mejores personas. Añade a eso un poco de poder y estamos servidos.
      Por cierto, no hay esposa que se enfade, y dudo mucho que a estas alturas la vaya a haber, aunque no por ello bajo la guardia, así que recibo gustosamente todos los besos que me envíen las mozas como tú.
      Yo te mando otro junto con mis deseos de que pases un muy feliz domingo…;)
      Salud!

  6. Una «justicia», muy liviana, sin balanza. Por más poder que tuviera la prensa, y el prestigio de los abogados, le sirvió lo acontecido a los políticos para distraer al pueblo del verdadero horror que les estaba por llegar.
    Evidentemente la primera y la segunda esposa, tenían mucho que ocultar…Me suena conocido…
    Buen fin de semana.
    Un abrazo y hasta pronto.

    • O mejor dicho, una injusticia, Cualquiera que fuera la excusa de la acusada, no tenía derecho a quitarle la vida a un señor, por muy indecente que su publicación hubiese sido, pero bueno, la vida es injusta.
      Muchas gracias Stella, siempre bienvenida tu colaboración. Un besito y feliz semana!

  7. Pues qué quieres que te diga, tampoco creo que haya cambiado mucho el asunto, los medios siguen teniendo un poder enorme, el pueblo se entretiene a la mínima con el enésimo crimen del siglo, seguido con mil detalles en todos los informativos y programas «informativos».

    Cuando tratan de asuntos de rigurosa actualidad, qué se yo, actualmente Ucrania, Palestina, Nigeria o Iraq dicen que quitan el telediario por no escuchar tanta desgracia, en cambio crímenes como el de Bretón causan tanta sensación que se siguen al minuto, hay gente que es auténtica especialista en estos casos, se ve que no debe ser desgracia.

    Morbo querido amigo, mucho morbo es lo que tenemos.

    Abrazos.

    • Efectivamente Dess, las cosas no ha n cambiado mucho en el mundo. Seguimos teniendo medios manipuladores, y un pueblo que se traga lo que le ofrecen. Lo peor de todo, es que no hay visos de que la cosa mejore, sino de que vamos a peor…
      En fin, es lo que hay, y para olvidar un poco, me voy a dormir una siesta tardía…un abrazo.

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