De profe de inglés a señor feudal
Dijéramos que algún científico o grupo de, consigue el Santo Grial de la física, viajar en el tiempo. Supongamos también que esta tecnología es puesta a disposición de cualquiera que quiera usarla y pronto tenemos un intercambio constante de personajes del pasado y del presente a manera de experimento o como esperada solución a nuestros problemas.
Por ejemplo, Italia recupera la figura de Julio César para recuperar la gloria perdida de Roma, o nos traemos a Jesucristo a ver si él puede poner algo de paz en este convulso planeta. Imaginemos que como parte de una iniciativa de aprendizaje se ofrecen intercambios de posiciones de empleo entre personas aleatorias y que en una de esas me llega a mí la oferta de viajar a la Edad Media como señor feudal.
En un principio suena interesante la idea, pero bien observados los pros y los contras, creo que yo rechazaría la invitación. Pero, – ¿cómo un apasionado de la historia podría negar dicha proposición?- diréis – ¿es que no sientes curiosidad por ver cómo vivían nuestros ancestros?
Pues sí, curiosidad mucha, claro que me gustaría observar el trajín diario de aquella época, pero lo que no estoy dispuesto a hacer es abandonar la comodidad del mundo actual, con todas sus desventajas, por una vida más complicada, incómoda, peligrosa y corta, mucho más corta.
¿Qué era un señor feudal?
Un Señor Feudal era el segundo escalafón político, económico y social de la Edad Media. Por encima de él sólo estaba el rey, quien le otorgaba tierras y privilegios de acuerdo con su importancia o su cercanía, y siempre a cambio de una parte de sus ingresos (impuestos) y una dotación de caballeros en tiempos de guerra, lo cual probablemente ocurría muy a menudo.
Precisamente los caballeros se situaban en el tercer nivel, por debajo del Señor Feudal, que también les cedía parte de sus tierras a cambio de protección y el servicio militar, pues esa era su principal función, la de soldados del reino.
Los caballeros, a su vez, cedían tierras a los campesinos, el último y más bajo de los estamentos sociales, quienes pagaban a su caballero con comida y mano de obra.
Una jerarquía claramente estratificada en la que rara vez el miembro de una clase podría ascender a la siguiente, y en la que las diferencias económicas y de privilegios eran notables. Pero hay un hecho biológico del que ni los títulos ni las riquezas podían evitar fácilmente: la muerte.
Menuda vida
La esperanza de vida de la gran mayoría de los habitantes de la Edad Media no pasaba de los 34 años, y continuó así hasta finales del siglo XIX cuando la ciencia y sus avances nos dieron otra oportunidad.
Es muy probable, y tenemos ejemplos de ello, que un rey alcanzara una edad más avanzada, pero ese privilegio no se extendía a las clases inferiores, y ni siquiera la sangre real lo garantizaba.
Es cierto que este índice está influenciado por la brutal tasa de mortalidad infantil a falta de antibióticos y otras medicinas, y que si un mancebo o doncella alcanzaba y solventaba la adolescencia con éxito tendría muchas posibilidades de llegar a los 50, pero sinceramente, a mí que estoy cercano a dicho hito, me sigue siendo parco.
La jornada de un señor feudal
Como amo y señor de mis tierras, si la enfermedad me respetaba, mi mejor nutrición me ayudaría a llegar a la edad adulta, y si no, pues claro que no podría ser Señor. No obstante, si al rey se le ocurría lanzar una campaña contra un vecino para quitarle unas tierras, aparte de que yo tendría que cooperar con mis caballeros, quedaría muy mal con el soberano si yo mismo no acudía a su llamado.
Tendría que ir a la guerra y batirme con el enemigo, lo cual reducía aún más mis posibilidades de conocer a mis nietos. Ahora bien, si tuviese la suerte de servir a un rey más bien pacifista, de los que había pocos en la época, mi vida podría ser un poco más larga, pero no por ello más cómoda.
Viviría en un castillo, no cabe duda, pero eso no significa que la vida transcurriera entre banquetes, bailes y batidas de caza.
La mañana
Mi jornada diaria comenzaría con una misa al amanecer, eso sí, en mi propia capilla. Luego desayunaría un trozo de pan, probablemente algún arenque ahumado o anchoa en aceite, pues ninguno de los dos necesitaría de cocción, y lo tragaría todo con una jarra de vino ligeramente rebajado.
Enseguida, y sin ducharme por supuesto, entraría en la sala del consejo para iniciar mis labores propiamente dichas, que consistirían en administrar las tierras, el estado de las plantaciones, cosechas, suministros y la mano de obra.
También tendría que hacerme cargo de la economía del feudo, alquileres, impuestos, aduanas, deudas, y yo mismo acuñaría mi propia moneda, lo cual me parece demasiada responsabilidad para un solo hombre, aunque tenga un equipo de asistentes.
Una tercera tarea sería resolver todas las disputas entre mis subalternos, caballeros o siervos, autorizar y, en muchos casos, arreglar matrimonios. Si me sobrase tiempo de mis responsabilidades, podría practicar un rato con la espada o con el arco o daría un paseo a caballo por mis dominios, habilidades todas ellas necesarias para la guerra o para la caza.
La tarde
A mediodía, entre las 11 y las 14 horas, llegaría la comida, mucha carne, pan y vino, pero pocas verduras, pues la mayoría crece sólo en verano, y no es una manera muy eficiente de utilizar las tierras.
Además, tengamos en cuenta que en aquel entonces no se había descubierto América, por lo cual el menú no podía incluir ni tomates, ni pimientos, ni patatas. ¿Fruta? Alguna manzana o pera y, en temporada, frutos del bosque, pues no hay comercio internacional que me permita disfrutar de naranjas o plátanos, productos típicos del sur.
La carne debe de estar bien cocinada ya que no puedo arriesgarme a una enfermedad. Los médicos apenas y existían y, en todo caso, vivían en el monasterio. Por cierto, las dos mujeres que sirven las viandas llevan más de un mes sin bañarse, y se nota.
No sin mi ducha
Para acabar con las incomodidades, ya he dicho que un señor feudal que se precie viviría en un castillo, pero no que estos edificios, por muy románticos que parezcan, eran el arquetipo del engorro.
Para empezar, las estancias eran muy grandes, frías y húmedas, a pesar de haber chimeneas en todas partes, lo que me obligaría en invierno a estar completamente forrado de ropajes. Había pocas ventanas, por seguridad a la hora de un asalto y para ahorrar madera, pero claro, los aromas no eran precisamente de rosas y, aunque el olfato puede llegar a acostumbrarse, sigue siendo molesto a corto plazo.
No había baños como los actuales, como mucho, y si soy el amo, una bacinica que es vaciada por los sirvientes, y no hay papel higiénico. Y el baño, que como buen jefe me lo podría permitir una vez por semana, requería el trabajo de varios sirvientes para calentar el agua y darme una buena frotada. En todo caso, no me hubiese gustado tener sirvientes.
En fin, no quiero alargarme más, creo que he dejado bien claras las razones por las cuales no me hubiese gustado vivir en la Edad Media, aún siendo un señor feudal. Y no quiero ni meterme con la situación de las mujeres, que en la mayoría de los casos sería mucho peor de la que disfrutan actualmente.
No cabe duda que la vida actualmente es mucho más cómoda y menos peligrosa, incluso para las clases trabajadoras en los países occidentales y en muchos del otro lado del mundo. Contrario a lo que dice el célebre poema, no cualquier tiempo pasado fue mejor. Con todos los problemas de la vida actual, aquí estoy mejor.
Relacionado: la higiene de nuestros antepasados.
Exactamente. Ningún tiempo pasado fue mejor. Creo que el romanticismo ciega a muchas personas, incluso para ver que vivir solo antes del siglo XX ya sería una tortura.
Gran blog, J.G., aunque me gustaría que hubiese más artículos sobre los principios convulsos de América Latina.
Saludos.
Hola Peter,
tienes mucha razón al decir que el romanticismo nos ciega. La realidad es que el pasado fue muy duro, a pesar de que algunos nos lo quieran hacer ver como una época en la que los hombres vivían en «armonía» con la naturaleza. Que se lo digan a los padres que vieron morir a sus infantes recién nacidos, o a aquellos que fueron esclavos por generaciones.
Respecto al tema que sugieres, algo tengo ya publicado, pero prometo más en el futuro cercano.
Muchas gracias y un cordial saludo.
Lo de interesante es obvio, lo de divertido es lo mejor. ¡Gracias!
Muchas gracias a tí José Juan,
siempre ha sido mi intención presentar temas interesantes de la historia, pero de una manera amena y entretenida. La historia no tiene por qué ser aburrida.
Gracias nuevamente y un abrazo.
es por eso que me gusta este blog, gracias por tus escritos J.G. Barcala me gustan bastante
Hola Jesús,
no dejas margen de duda, yo tampoco quisiera ser un señor feudal. De todas formas mejor ser el señor que el vasallo. Y si me permites, acotaría la peor época a mediados del siglo XIV: Peste Negra, guerra de los Cien Años, Papado de Aviñón…
Saludos
Hola Francisco,
imagino que para la mayoría de los que tuvieron la responsabilidad de dirigir un feudo les vino por herencia y fueron educados para ello. Eran tiempos difíciles, como bien dices, y la prioridad era sobrevivir. Insisto en que no me hubiese gustado vivir en aquella época, pero si no tuviese elección, probablemente preferiría estar entre los que mandaban…:P
Muchs gracias por tu comentario, un cordial saludo.
Este interesante artículo debe servirnos, además, para reflexionar sobre lo tremendamente mal que lo ha pasado siempre el Pueblo Llano y lo increíble que parece haber heredado las oportunidades y la calidad de vida que tenemos (y se empeñan en querer robarnos los de siempre para mantener la de ellos). Gracias.
Hola Lisa,
muchas gracias por tu comentario. La Edad Media fue una etapa muy dura de la historia, y creo que a pocos les hubiese gustado vivirla. Pero eso sí, tampoco es que hayamos cambiado tanto, se mantienen los privilegios, se mantiene el robo, y pervive la pobreza. Sólo espero que algún día todo esto sea cosa del pasado.
Un besín.
Bueno, lo que se dice «vivir»…NO,no me gustaría, en todo caso verlo pero desde un balcón y no siendo protagonista de nada y menos siendo mujer, ya se sabe que la mujer en todas las épocas ha sido una esclava del hombre. La Historia desde que existe el mundo es miuy interesante y tal como explicas hoy una parte de ella -al menos como vivian los señores feudales- ha sido muy agradable leerla. Yo como tu, a pesar de muchas cosas, prefiero vivir en esta época, tampoco (imposible por mi llegar) vivir en el año 2050, por ejemplo.
Hola Rosa,
a mi también me gustaría visitar el pasado, pero viendo los toros desde la barrera, y eso que soy hombre y consciente de que la mujer lo ha pasado peor en el pasado. La historia es como es y nos ha tocado vivir nuestro periodo, y me gustaría que nuestros descendientes tuviesen un poco de piedad con el pueblo llano, pues son en realidad nuestros líderes quienes deberían avergonzarse.
Muchas gracias por comentar, un besito hasta donde estés…
.Como sabes me apasionan los usos y costumbres, de éstas y otras épocas. Difíciles los tiempos que narras, sin hablar que comer el pan duro y la carne sin dientes, o con pocos, debe ser otro de los castigos.
Un artículo sumamente ameno, como nos tienes acostumbrados.
Un abrazo y hasta pronto.
Hola Stella,
Al igual que a tí, me apasiona la vida diaria de nuestros antepasados, yo creo que por eso nos llevamos tan bien. Creo que he dejado muy claro mis razones por las cuales no me hubiese gustado vivir en aquella época, y no porque la vida fuese dura, que la hubo peor en tiempos más lejanos, sino por la poca falta de probabilidades de mejorar. Una vez que nacías en un estrato social, era prácticamente imposible cambiar, y sin esperanza, no hay vida.
Un fuerte abrazo y muchas gracias…como siempre.
Preciosa historia llena de chispa que nos invita a soñar con una vida cotidiana en cualquier castillo de cualquier parte,en esa Edad Media tan cruel para el ser humano. Un saludo y un placer el leer cada nuevo artículo.
Hola Abel,
la vida siempre ha sido dura, y lo sigue siendo para muchos, pero creo que en la Edad Media la civilización europea se hundió hasta lo más profundo. Por ello no me hubiese gustado vivir entonces, ni siquiera siendo un señor feudal…;)
Muchas gracias por comentar. Un cordial saludo.
«La vida de nuestros antepasados era una mierda de punta a cabo», es la conclusión a que arribo en un post que escribí hace un tiempo.
«…la más célebre de las pinturas debidas al genio de Da Vinci nos muestra a la Mona Lisa con lo que se ha dado en llamar una enigmática sonrisa, confirma lo que elucubro. ¿Por qué ese atisbo de sonrisa?
La explicación más sencilla que se me ocurre, sin necesidad de echar mano a alambicadas teorías, es que los objetos de esas manifestaciones de arte padecían un despoblamiento dental alarmante. Tal vez sus bocas estaban tan faltas de esos apéndices que retratarles mostrando los huecos, forados y estropicios propios que la falta de higiene y cuidados provocan, sería una afrenta al buen gusto y al sentido común.»
http://laconsultadekurilonko.wordpress.com/2014/05/30/sobre-la-sonrisa-los-olores-los-dolores-en-la-antiguedad-y-otros-asuntos/
Hola Kurilonko,
me alegra saber que no estoy solo en mis ideas, y me encantó el título (y el contenido) de tu entrada. Bien dices que «la vida de nuestros antepasados era una mierda», y me preocupa que haya tantos que miren hacia el pasado como una época en «armonía con la naturaleza», pues verlo así no es más que la demostración de un profundo desconocimiento de la historia.
Hace no mucho publiqué otro artículo sobre el tema, a ver qué te parece…https://cienciahistorica.com/2014/11/18/por-que-no-me-hubiese-gustado-ser-un-senor-feudal/
Muchas gracias por comentar. Un cordial saludo.
Magnifico análisis Jesús
Definitivamente debemos de analizar todos los aspectos de la historia antes de emitir un criterio al respecto.
Estoy seguro que la gran mayoría de nosotros hubiesemos aceptado la oferta de intercambio, unos por asomarse a esa fase de la historia, otros por experimentar el poder absoluto que ejercían los señores feudales por sobre sus subditos, pero después de su artículo, definitivamente también declinaría la oferta
Un abrazo
Elias
Un ilustrativo relato lleno de chispas sobre unos tiempos oscuros, crueles y poco apetecibles de volver a vivir. A veces haría falta echar un visto atrás para apreciar lo que hemos conseguido. Aunque, eso sí, nos queda mucho camino por recorrer para que en todas las partes del mundo las personas puedan decir lo mismo.
Hola Anita,
me apetecía hablar de la Edad Media, una época que no es tan oscura como a veces nos han querido hacer creer, pero tampoco fue un tiempo en el que a la mayoría de nosotros nos hubiese gustado vivir. Nos hemos acostumbrado a las comodidades del mundo moderno, lo cual no es siempre malo, pero tienes razón al recordar que no toda la población actual disfruta de los avances de la sociedad. Conseguir que todos pudiesen vivir en libertad y disfrutar de la vida si que sería un gran avance… 😉
Mil gracias Anita por comentar. Un beso para Cataluña!