Corría el año de 1948, tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial y de la barbarie nazi que terminó con la vida de seis millones de judíos. En Palestina, gracias al patrocinio del Imperio Británico que hasta hacía poco era la potencia colonial en el Medio Oriente, tanto los judíos autóctonos como los recién llegados de Europa intentaban fundar un estado que les permitiera vivir alejados del racismo que durante milenios venían sufriendo. En 1947, la recién formada Organización de las Naciones Unidas propuesto un plan para reemplazar el Mandato Británico con un estado árabe, uno judío, y la Ciudad de Jerusalén bajo una administración internacional. Era el embrión de Israel.
La Agencia Judía, que representaba legalmente los intereses de esa comunidad, aceptó el plan, pero la Liga Árabe lo rechazó. La conflictiva situación política en Palestina, habitada durante siglos tanto por árabes como judíos, iba a complicarse más de lo que nadie esperaba. El 15 de mayo, un día después de que el Primer Ministro israelí, David Ben-Gurion, declarara el establecimiento del Estado de Israel, tropas de cuatro países árabes, Egipto (con la ayuda de un contingente saudí), Siria, Irak y Transjordania (la actual Jordania), invadieron Palestina, controlando rápidamente las zonas árabes y atacando a las fuerzas israelíes y algunos poblados judíos.
Conflicto Árabe-Israelí
Los líderes israelíes no se vieron precisamente sorprendidos. Desde principios del mismo año fuerzas palestinas armadas por la Liga Árabe habían intentado capturar los territorios en manos judías, siendo rechazados. Ben-Gurion sabía que en cualquier momento podían esperar un ataque desde el exterior. Sin embargo, verse atacadas por tres flancos a la vez sí que representó un problema para las reducidas fuerzas de defensa israelíes, que en un principio pudieron hacer fue mantener sus posiciones a pesar de su gran inferioridad numérica.
Por el norte, las tropas sirias lograron varios éxitos iniciales, capturando el pueblo de Samakh y el Kibbutz de Sha’ar HaGolan, pero tres días después del inicio de las hostilidades y, a pesar de su superioridad numérica y de armamento, fueron detenidas en el kibbutz de Degania Alef. El 6 de junio, al mismo tiempo que el Ejército Libanés se unía a la coalición árabe invadiendo Malkiya y Kadesh, los sirios reanudaban la ofensiva, pero fueron nuevamente rechazados y obligados a retirarse a posiciones defensivas, terminando en la práctica su participación en la guerra. La misma suerte corrieron las fuerzas de Irak, que atacaron por el norte con tres brigadas, dos de infantería y una motorizada, pero sin mucho éxito.
Israel atacado
El 29 de mayo un contraataque israelí en la zona de Yenín terminó con el peligro Iraquí. Pero el Ejército Egipcio, el más numeroso y profesionalizado de los invasores, consiguió mayores avances que sus aliados, pero sus principales éxitos vinieron de la mano de su fuerza aérea, que durante la primera semana de la guerra bombardeó objetivos militares y civiles en Tel Aviv, causando decenas de muertos y más de un centenar de heridos, además de destruir algunas de las pocas aeronaves disponibles a los israelíes.
Contraataque
Sin embargo, Tel Aviv fue reforzada por más defensas antiaéreas y, conforme los egipcios perdían unidades, los bombardeos disminuyeron en frecuencia. El 20 de mayo, Israel recibió de Checoslovaquia 25 Avia S-199, cazas originalmente diseñados por Messerschmitt, y al final del mes el escuadrón de Spitfires de los egipcios había sido prácticamente borrado. Una vez controlado el espacio aéreo, Israel atacó las columnas egipcias e iraquíes y bombardeó Amman, Damasco y El Cairo, las capitales de tres de sus enemigos. El 11 de junio inició una tregua declarada por las Naciones Unidas que duraría 28 días, aunque cabe decir que ninguno de los contendientes respetó las reglas de la tregua y todos reforzaron sus posiciones con tropas frescas y más armamento. El 8 de julio, un día antes de que terminara el alto al fuego, Egipto atacó nuevamente.
Se acabó la sorpresa
Pero para entonces Israel estaba mejor organizada y armada. Al día siguiente del ataque egipcio, Israel contraatacó en los tres frentes, logrando liberar algunas poblaciones capturadas en los primeros días y asegurando sus líneas de abastecimiento. Jerusalén fue defendida de una ofensiva jordana y, en el norte, las fuerzas libanesas fueron expulsadas de territorio judío. Una nueva tregua fue declarada el 18 de julio, y esta vez duró hasta octubre, pero sin conseguir efectivamente detener los ataques por ambas partes.
Por cierto, no me olvido de los romanos, pero os quería poner en antecedentes. En diciembre de 1948, Israel estaba en posición de tomar la iniciativa. La duda que tenían los líderes israelíes era si atacar al oeste para recuperar Cisjordania, o hacia el Desierto de Negev, hacia el sur, eligiendo este último debido a que era una zona despoblada y a que no estarían obligados a absorber a poblaciones árabes.
Los romanos ayudan a Israel
El objetivo de la Operación Horev era rodear y sitiar a las fuerzas egipcias en la Franja de Gaza. La ofensiva iniciaría con un ataque en al-Auja, en la frontera Palestino-Egipcia, para proseguir hacia el norte y capturar las bases egipcias en El-Arish. Israel destinó cinco brigadas, bajo el mando del Comandante Yigal Alon; Egipto contaba con 4.000 hombres en Faluja, dos brigadas en Gaza y una más en El-Arish. El principal problema para Alon era cruzar el desierto sin alertar a los egipcios, ya que estos tenían controlada la carretera que iba de Beersheba a al-Aluja.
En la noche del 24 al 25 de diciembre, la víspera del ataque, ingenieros israelíes despejaron un camino romano abandonado al noreste de al-Auja, y durante la madrugada una columna motorizada lo utilizó para sorprender a los egipcios cuando la batalla se inició a las 14:00 horas. Al día siguiente, el último reducto egipcio se rindió a las 12:36 horas, y para la mañana del día 28, los israelíes habían expulsado al enemigo de Palestina y controlaban la frontera. El 7 de enero Egipto firmó el armisticio, terminando la Guerra de Independencia de Israel.
La historia se repite
Como bien sabemos, sucesivas guerras en la segunda mitad del siglo XX mantuvieron el conflicto entre Israel y sus vecinos, hasta que en 1979, el Presidente egipcio Anwar El-Sadat reconocía el Estado de Israel y firmaba una paz permanente entre las dos naciones. Sin el apoyo de Egipto, Siria y Jordania también han aceptado la existencia de Israel, pero la violencia continúa. En todo caso, aquella Navidad de 1948, un camino romano ayudó a Israel a ganar su Guerra de Independencia. No creo que los ingenieros de la Antigua Roma tuvieran entre sus metas defender a un pueblo que ellos mismos habían conquistado. Era simplemente una consecuencia de la fortaleza de sus vías, construidas para durar, y durar, y durar…
Hola Jesús,
sorprende el hecho que nos explicas. Ironías de la vida (como se suele decir). En cualquier caso, esperemos que llegue la paz a ese lugar. El mundo entero lo necesita y lo desea.
Abrazos
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