Alfred Nobel, el Mercader de la Muerte.

Muy pocos nos enorgulleceríamos de llevar tan perverso mote, y Don Alfredo no fue la excepción. De hecho, detestaba ser llamado así, y limpiar su nombre fue la principal motivación para que, a su muerte, legara su fortuna para la concesión de los ahora célebres premios.  A juzgar por el resultado, el truco le funcionó, pues este talentoso sueco es más conocido en la actualidad por los galardones que por su carrera como inventor de algunos de los explosivos más potentes de la historia, lo que en su vida le granjeó el oscuro título de Mercader de la Muerte.

Alfred Nobel

Alfred, nacido en 1833 en Estocolmo, fue el cuarto hijo de la familia formada por Immanuel Nobel, también ingeniero e inventor, y Carolina Andriette Ahlsell. Las cosas no les fueron bien económicamente en los primeros años, y varios de los negocios de Immanuel no tuvieron éxito, por lo que tuvo que buscarse la vida constantemente haciendo  diversas chapuzas. En 1837, Immanuel se traslada a San Petersburgo, Rusia, donde por fin le llegó la fortuna con una fábrica de herramientas y explosivos. Por primera vez la familia Nobel podía permitirse una educación de calidad para sus hijos y, aunque buena parte de esta llegó a manos de tutores privados, Alfred también asistió durante año y medio a la Escuela Apologística Jacobs, en Estocolmo, donde demostró especial predilección por el estudio de idiomas, inglés, francés, alemán y ruso, y de la química.

Crimea

En 1850 Alfred continua sus estudios de química en París y, un año después, se traslada a los Estados Unidos donde estudiará durante cuatro años bajo la tutela del inventor John Ericsson. Mientras tanto, la empresa familiar encontró una mina de oro en la Guerra de Crimea, suministrando armas y explosivos al ejército ruso, pero al final del conflicto, al no poder adaptarse a tiempos de paz, la empresa quebró. Los Nobel volvieron a Suecia y el joven Alfred decide dedicarse al estudio de los explosivos, y en especial, a encontrar una manera más segura de fabricar y manejar la nitroglicerina, entonces el más potente de los explosivos, pero también el más peligroso debido a su inestabilidad.

Su búsqueda, sin embargo, se vería afectada por una tragedia. El 3 de septiembre de 1864, una explosión de nitroglicerina en su fábrica de Heleneborg, a las afueras de Estocolmo, mató a cinco trabajadores, incluyendo al hermano menor de la familia Nobel, Emil.Dynamite Factory Pero Alfred, impertérrito, continuó su trabajo y abrió más fábricas y laboratorios, hasta que en 1867, dio con la receta adecuada para su compuesto más famoso, la Dinamita. El explosivo, cuyo nombre deriva del griego “poderoso”, pronto tuvo un gran éxito en la minería y en la construcción de ferrocarriles y caminos, y la bonanza económica permitió a Alfred continuar sus investigaciones. A lo largo de su carrera, Nobel obtendría 350 patentes, entre ellos los de la Gelignita y de la Balistita, dos explosivos aún más potentes y seguros.

Mientras tanto, su vida personal daba muy poco de qué hablar. Soltero y constantemente viajando sólo se le conoció una relación estable, con la austriaca Sofie Hess, pero incluso durante los 18 años que mantuvieron su romance Alfred vivió solo en París, afectado constantemente por episodios de depresión. Luego, un error mediático definió el resto de su vida y el destino de su legado. En 1888, su hermano Ludvig falleció estando de vacaciones en el sur de Francia, pero un periódico francés publicó erróneamente el obituario de Alfred, titulándolo, “El Mercader de la Muerte está muerto”. La nota acusatoria añadía:

“Dr. Alfred Nobel, quien se enriqueció encontrando maneras de matar a más gente más rápido, murió ayer”

El título obviamente no agradó a su receptor, pero le hizo reflexionar sobre la manera en que sería recordado después de su verdadera muerte. Sin comunicárselo a su familia o allegados, Nobel preparó un testamento en el cual legaba casi el 95% de su fortuna, unos 250 millones de Dólares de la época, a otorgar una serie de premios, los primeros tres otorgados por eminencia en Ciencias Físicas, Químicas y Fisiológicas (Medicina), otro para trabajos literarios y un quinto para “personas o asociaciones que presten el mayor servicio a la causa de la fraternidad internacional.”

Medalla al Premio Nobel de la Paz.

Medalla al Premio Nobel de la Paz.

En la actualidad, los premios Nobel son probablemente los galardones más prestigiosos del mundo, tanto que los considerados como los más importantes en otras ramas son a menudo comparados con los Nobel. El apellido del Mercader de la Muerte ha pasado a significar, en la mayoría de los casos, honor y éxito, precisamente lo que buscaba Don Alfredo.

9 thoughts on “Alfred Nobel, el Mercader de la Muerte.

  1. Y consiguió estabilizar la nitroglicerina mezclandola con la tierra de diatomeas, unos microorganismos marinos caracterizados por tener una cubierta de silicato. Buen post 😉

    • Hola Toni,
      ignoraba ese detalle, pero para eso estáis vosotros mis amigos los cientificos, para enriquecer mis artículos…;) Eso sí, me has picado e intentaré aprender algo más sobre el tema.
      Muchas gracias y un abrazo.

  2. SIR FRANCIS DRAKE Y MUCHOS OTROS PIRATAS Y DELICUENTES CON MAS RESPONSABILIDADES QUE NOBEL SON CONSIDERADOS POR IGNORANCIA COMO GRANDES HOMBRES.

  3. Mercader de la muerte, antes o despues, no deja de ser un insulto. La dinamita como los otros explosivos, como las armas todas, no son ni buenas ni malas en si mismas, depende su bondad de las manos humanas que las utilicen. Es confundir el objeto con el sujeto. Con las armas la humanidad se ha librado del sometimiento por otras armas. Renunciar a las armas es imposible, lamentable pero realisticamente. El hombre es lobo del hombre en cuanto tiene ocasion.

    • Hola Emilio,
      estoy de acuerdo contigo que el mote de «Mercader de la Muerte» no era más que un insulto, y uno que no comparto. Nobel no buscó su invento para matar personas, sino como un avance tecnológico. Que otros lo hayan utilizado como arma es otra cuestión, pero no podemos culpar a Nobel del mal uso que se le haya dado a su invento. Es como si quisiésemos culpar al inventor del coche por todos los accidentes mortales que este invento ha provocado. Un despropósito.
      Muchas gracias por comentar. Un saludo.

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