El día en que un general organizó un funeral para su pierna amputada.

Érase una vez un hombre tan polémico como conocido; un hombre que a nadie deja indiferente. Érase una vez un político que nunca ocultó sus ansias de poder, a cualquier precio; un político que fue presidente de su país, México, la friolera de once veces, sin contar otros intentos fallidos. Érase una vez un militar tan falto de principios que hizo su santo y seña el cambiar de bando tantas veces como fuera necesario para alcanzar sus metas. Érase una vez un general con un egocentrismo tan marcado que se hacía llamar el “Napoleón de América”, y que tanto valoraba su persona que una vez organizó un funeral para su pierna amputada. Érase una vez el General Antonio López de Santa Anna.

Santa Anna

Tengo la certeza que entre mis lectores encontraré toda clase de opiniones sobre este personaje tan célebre en la historia de México, un hombre que sigue levantando pasiones un siglo y medio después de su muerte. Lo tengo asumido, habrá críticas y alabanzas, y creo que ese simple hecho lo convierte en una persona cuyas andanzas deben ser contadas una y otra vez.

Ya su nombre nos da una pista sobre el origen aristocrático de este hijo de una familia de origen español. Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez Lebrón nació en Jalapa, Veracruz, el 21 de febrero de 1794, esto es, cuando México era aún el Virreinato de la Nueva España, la colonia española más grande de Norteamérica. Como correspondía a un miembro de la nobleza, sus padres deseaban para él una vida libre de preocupaciones, pero el puente del calderoncarácter del joven y el devenir de la historia le llevaron por otros derroteros, a una vida de acción, pasión y aventura. Para ello, Antonio vio como el mejor camino alistarse en el ejército, cosa que hizo a los 16 años al integrarse en el Regimiento de Infantería de la Provincia de Veracruz. Un año después recibiría su bautismo de fuego cuando su unidad era enviada a sofocar la revuelta independentista iniciada por Miguel Hidalgo y Costilla y, conseguida la victoria en la Batalla del Puente de Calderón, fue enviado a Texas, donde recibió instrucción militar bajo la tutela del Coronel José Joaquín de Arredondo. La victoria en 1821 del movimiento independentista liderado por Agustín de Iturbide daría la pauta para la entrada de Santa Anna en política, y para el inicio de su largo historial de cambios de camisa.

La Corona Española, que no se resignaba a perder su más preciada colonia, envió a Santa Anna a asistir a las tropas virreinales sitiadas por los insurgentes en la ciudad de Orizaba. Conseguida la victoria, Santa Anna fue ascendido a Teniente Coronel, y poco después fue nombrado Comandante del Puerto de Veracruz. Pocas horas después de hacerse cargo, Santa Anna se pasó al lado de los independentistas, y fue derrotado en un principio y obligado a retirarse a Córdoba, pero poco a poco recuperó el terreno y consiguió empujar a las tropas virreinales hasta la Isla de San Juan de Ulúa, en el Puerto de Veracruz, que sería el último reducto español en México. Pero el nacimiento del nuevo país no iba a ser tan fácil, y la lucha entre las diferentes facciones duraría muchos años, y Santa Anna siempre estuvo en el meollo del asunto.

Cuando Agustín de Iturbide se autonombró emperador de México el 18 de mayo de 1822, Santa Anna se sintió traicionado, pues creía que una monarquía no ofrecería a su pueblo la libertad anhelada tras la Iturbide emperadorindependencia. El 2 de diciembre del mismo año, Santa Anna proclamaba el Plan Veracruz, denunciando el imperio de Iturbide y apoyando la vuelta de la república diseñada por el Plan de Iguala. Iturbide terminó por abdicar ante la falta de apoyos, y Santa Anna se acercó al poder por primera vez. No obstante, las pugnas políticas entre liberales, conservadores, federalistas y monárquicos continuarían durante muchos años más, y la lucha nunca quedaría lejos del ambicioso Santa Anna, quien en 1833 alcanzaría por primera vez la presidencia. Ahora bien, pensaréis que me estoy olvidando del tema original de este artículo, pero no, simplemente quería establecer cierto contexto.

En 1838, un conflicto político con el que Francia intentaba ganar ciertos privilegios en las antiguas colonias españolas desató la Guerra de los Pasteles, llamada así porque supuestamente la controversia se había iniciado cuando dos años antes un hostelero francés en la Ciudad de México reclamó el pago de una cuenta ignorada por unos clientes afines al entonces presidente Santa Anna. Dos años después, cuando el Presidente de Anastasio Bustamante rechazó las reclamaciones francesas, una fuerza naval de ese país europeo llegó a Veracruz y presentó un ultimátum, amenazando con invadir México. El 16 de abril de 1838 los dos países rompieron relaciones y Francia comenzó un bloqueo sobre todos los puertos del Golfo y se preparó para la invasión. Santa Anna fue enviado como líder de los defensores.

SantaAnna amoutado

El 4 de diciembre, una fuerza francesa desembarcó en Veracruz y Santa Anna envió sus tropas a rechazarlos, resultando en una escaramuza de la que ningún bando salió vencedor. Sin embargo, durante la lucha, una bala de cañón dio en la pierna del General. Al día siguiente, un médico se la amputaba por debajo de la rodilla, sin anestesia. Entonces, el ya crecido general (tiempo después se haría llamar «Su Alteza Serenísima») ordenó que se hiciera una misa de réquiem para su extremidad perdida en la iglesia de Zempoala, y un funeral de estado antes de enterrarla en el cementerio de Santa Paula de la misma localidad. Ya me imagino a la guardia en firmes haciendo los honores, al mismo tiempo que aguantaba la risa. Pero la historia de la pierna no termina ahí.

Prótesis de Santa Anna en un museo de Illinois.

Prótesis de Santa Anna en un museo de Illinois.

Santa Anna se mandó hacer una prótesis de corcho, con la que siguió luchando por el poder interno y contra las amenazas foráneas que se cernían sobre México. Mientras tanto, la pierna original había sido exhumada y llevada a la Ciudad de México, y vuelta a enterrar con honores. Años después, en otro episodio de guerra civil, el pueblo levantado desenterró al inocente miembro y lo arrastró por las calles para humillar a su antiguo portador. Para entonces el general ya era conocido como el “quince uñas”, por razones obvias. Santa Anna también perdería su prótesis de corcho en la batalla de Cerro Gordo contra el invasor estadounidense, pieza que actualmente aún se disputan algunos museos yanquis.

Con el tiempo Santa Anna entraría en la historia, entre otras muchas cosas, por ser quien finalmente rindió, o vendió, la mitad del territorio mexicano a los Estados Unidos. Fue exiliado en varias ocasiones y volvió igualmente para hacerse con el poder, pero a partir de 1855 se mantendría alejado de su México, y no fue sino hasta 1874 que pudo volver a su país, ya con 80 años, enfermo de cataratas y olvidado por sus conciudadanos. Dos años después, el “quince uñas” moría en la Ciudad de México, ignorado y abandonado. Se cuenta que en su lecho de muerte, un grupo de ciudadanos le hizo entrega de los restos de su pierna, pero no hay pruebas de ello. En todo caso, honores ya le sobraban.

13 thoughts on “El día en que un general organizó un funeral para su pierna amputada.

  1. ¿La guerra contra el francés no es aquella que se ganó una batalla un 5 de mayo? Que en los EE.UU. es como si fuera la fiesta nacional de México. Creo que se te ha colado un 1921 en: «La victoria en 1921 del movimiento independentista …». Santisima pierna 😉

    • Hola Toni,
      la Batalla de Puebla el 5 de mayo ocurrió durante la Segunda Intervención Francesa, en 1862 si mal no recuerdo. En aquella ocasión las tropas lideradas por Ignacio Zaragoza le dieron un buen rapapolvo a las de Napoleón II, y por eso es tan celebrado el evento. Pero tienes razón en gringolandia es probablemnete la fiesta mexicana más celebrada… (y gracias por llamarme la atención el 1921, perdí las gafas en el estadio hace una semana y no me he comprado nuevas… :P) corregido.
      Un abrazo y gracias por comentar.

        • jeje, al menos no consiguieron sus objetivos…eso sí, dejaron un contingente de soldados abandonado, cuyos miembros se establecieron en el pueblo de San Rafael, Veracruz. Todavía la mayoría de habitantes son de piel blanca y tienen apellidos franceses…no hay nada como las relaciones internacionales… 😉

  2. Ya se sabe, los generales y todos los que de alguna manera se han impuesto, muchos ciudadanos los creian casi como dioses, tal como hizo Napoleón al ponerse el mismo la corona de emperador, pero la gente que está ciega por esos dictadores, muchos les siguen siendo fieles, sin ir más lejos eso pasa en España con Franco o en China con Mao, éste les quitó de encima a los emperadores, pero también hizo barbaridades y en su mauosoleo en la plaza Tianamen, hay colas de metros para «hacerle honores».
    No me acuerdo quien fue, pero algo parecido al funeral pasó con otro personaje de esos estilos.
    Abrazos…

    • Hola Rosa,
      creo que ya hemos comentado en alguna ocasión esas ansias de poder de algunos humanos, que les lleva a conquistar y oprimir a un pueblo. Ha sucedido a lo largo de la historia por todo lo ancho de la geografía, y sigue sucediendo. López de Santa Anna fue, creo, un claro ejemplo. Insaciable, ambicioso, y en ocasiones triunfal. Muchos lo defeinden por su conocido antagonismo a toda inferencia extranjera en México, pero también cometió muchos errores, y muchos mexicanos actuales aún no se lo perdonan. En fin, que ya tendrá su juicio… 🙂
      Muchas gracias por comentar, un besito mexicano…

    • El que les quitó de encima los emperadores a los chinos no fue Mao sinó Çhian Kai Chek que luego perdió la guerra con Mao y se refugió en Formosa (la actual Taiwan)

  3. Aunque no tenga nada que ver con esta historia, a ver si algún día publicas algo de la defensa del parque de artillería de Monteleón en Madrid el glorioso (y aciago a la vez) dos de mayo de 1808. Me lo has puesto en bandeja con la segunda ilustración de este reportaje. Enhorabuena por el blog y que sigas en el mismo camino.

  4. Hola Jesús,
    yo no puedo opinar mucho sobre el personaje de Antonio López de Santa Anna aunque de entrada todos aquellos que de una manera u otra oprimen a un pueblo no pueden ser bien valorados. En cuanto a su pierna… ¡Ja, ja, ja! El apodo le viene ni que pintado. Suerte para él de no haber perdido la cabeza en esa batalla.
    Saludos

  5. Jesús, que increíble estuvo hoy lo que escribiste, es el himno al egocentrismo!!!!!!!!!!!

  6. Jesús que increíble tu comentario, es el himno al egocentrismo!!!!!

  7. El artículo es bastante bueno, pero tiene dos imprecisiones: Una, dice que Santa Anna apoyaba “ …la vuelta de la república diseñada por el Plan de Iguala” cuando en realidad el Plan de Iguala no contemplaba la república como forma de gobierno, sino la monarquía, lo sé muy bien porque soy mexicano nacido precisamente en la ciudad de Iguala, (Que se volvió muy famosa en todo el mundo hace unos meses). Dos: Menciona que Santa Anna “vendió” la mitad del territorio, lo cual es totalmente falso, las negociaciones estuvieron a cargo del Lic. Manuel de la Peña y Peña, quien se negó rotundamente a ceder Baja California, Sonora y Partes de Coahuila.
    Finalmente, cabe aclarar que días previos a su muerte, la esposa de Santa Anna pagaba a varios pordioseros para que fingiesen que “solicitaban audiencia” y para que el viejo dictador se sintiese importante…No hay datos que le hayan llevado los restos de la pierna.

    Saludos desde Iguala, Gro. México.

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