¿Quién realmente «descubrió» Machu Picchu?

La ciudad perdida entre las nubes; una de las grandes maravillas de la arquitectura precolombina; el monumento más visitado en Sudamérica, eso es Machu Picchu, símbolo sobreviviente de la cultura Inca. Construida a 2.450 metros de altura en un risco sobre los majestuosos Andes y cercana a la ciudad de Cuzco, en Perú, Machu Picchu presume más de 200 estructuras; casas, templos, una plaza, todo rodeado de canales y fuentes. No hay jeroglíficos, no hay mensajes labrados en la piedra, nada que despeje las dudas sobre el origen o razón de su existencia en lugar tan remoto, ni su abandono. Sin duda es una gran fuente de conocimiento que merece la pena, no ya un artículo, sino varios, pero hoy no estamos aquí para hablar de la ciudad en sí, sino en el hecho de su “descubrimiento” en la era moderna, evento que es objeto de un interesante debate.

Machu Picchu

Machu Picchu nunca estuvo perdida.

La que fuera una de las principales ciudades del Imperio Inca, la “Vieja Cumbre” vio sus primeros muros levantados alrededor de 1450, para ser abandonada sólo un siglo después, probablemente porque la enfermedad se llevó a sus habitantes o debido a la presión cultural, económica y militar aplicada por los conquistadores españoles. Sin embargo, y al contrario de lo que sucedió en otras ciudades donde los invasores europeos destruyeron todo rastro de templos y deidades, Machu Picchu se ha conservado entera y en muy buenas condiciones, lo que indica que las huestes de Pizarro y sus descendientes no llegaron a conocerla. Durante siglos Machu Picchu quedó olvidada y solitaria, lo que no quiere decir que nadie supiera que ahí estaba, simplemente no le prestaban la debida atención.

Hiram Bingham

Hiram Bingham.

Históricamente se ha dado el crédito del descubrimiento al historiador y arqueólogo norteamericano Hiram Bingham. Fue él, quien en una expedición organizada en 1911 y, con la ayuda de campesinos asentados en las cercanías de las ruinas, llegó a Machu Picchu y se dio cuenta de su inmenso valor cultural como fuente de conocimiento y fue él quien la dio a conocer al mundo con sus publicaciones, estudios y fotografías. Bingham dejó para la posteridad sus primeras emociones al encontrarse frente a las ruinas:

“Me dejó sin aliento… Un laberinto de grandes y pequeños muros cubierto de jungla, ruinas de edificios hechos de bloques de granito blanco, cortados bellamente y ajustados a la perfección, sin cemento. Sorpresa tras sorpresa, hasta que nos dimos cuenta de que estábamos en las más hermosas ruinas encontradas en Perú.”

Lo que el profesor no incluyó en la primera publicación de su descubrimiento, pero su hijo reveló décadas después, fue que en esa primera visita encontró una inscripción en un muro con la leyenda: “Agustín Lizárraga, 14 de julio de 1902”. Supuestamente, aunque no hay pruebas de ello, en una segunda expedición dos años después Bingham borró la inscripción para llevarse todo el mérito. Lizárraga era un vecino de la zona que confirmó haber estado en Machu Picchu años antes que Bingham, sin embargo, no le dio tiempo de reivindicar su primacía por haber muerto en 1912 al caer de un puente cercano a las ruinas. Desde entonces, su familia y descendientes no han dejado de luchar porque se le reconozca su participación en el descubrimiento de Machu Picchu.

La realidad es que, aún si Lizárraga había estado ahí en 1902, no fue él quien anunció al mundo el hallazgo (y tuvo diez años para hacerlo), y muy probablemente no fue el primero en estar ahí, pues al menos dos misioneros ingleses y dos exploradores alemanes (Augusto Berns y J.M. von Hassel) ya habían hecho comentarios sobre la existencia de la ciudad perdida a finales del siglo XIX, pero al igual que Lizárraga, no hicieron pública su experiencia. No hay evidencia de que ninguno de estos últimos hubiese estado en las ruinas, sólo diversos testimonios al respecto de la familia de Thomas Payne, uno de los misioneros. En todo caso, para los indígenas de la zona, Machu Picchu nunca estuvo perdida, sólo olvidada por el resto del mundo.

Foto original de Bingham hecha en su primera visita a Machu Picchu, 1911.

Foto original de Bingham hecha en su primera visita a Machu Picchu, 1911.

Al igual que sucede con el “descubrimiento” de América por Cristóbal Colón, es prácticamente imposible afirmar que una u otra persona fue la primera en llegar a las ruinas. Seguramente durante los tres siglos y medio que Machu Picchu descansó en el anonimato, muchos otros hombres pisaron los adoquines de sus calles y plazas, muchos pares de ojos se posaron en sus impresionantes estructuras sin darles la debida importancia. Pero alguien tenía que llevarse el crédito, y si la arqueología moderna se lo ha dado a Bingham es porque fue él quien mostró al mundo sus ruinas y gracias a su iniciativa se llevó a cabo una concienzuda y profesional investigación para indagar en el origen e historia de Machu Picchu. Muy pocos, entre ellos la familia de Lizárraga, discuten sus méritos.

Pero la controversia no moriría ahí. Bingham trasladó, con permiso de las autoridades del Perú, entre 4.000 (según Yale) y 40.000 objetos arqueológicos de Machu Picchu (según el gobierno peruano) a la Universidad de Yale para su estudio, con la condición de devolverlos. Desde entonces el Gobierno de Perú reclamó la devolución de dichos objetos, hasta que en el año 2007 ambas instituciones llegaron a un acuerdo. En la actualidad, la mayoría de esas piezas pueden ser disfrutadas por el público en La Casa Concha en Cuzco, un centro cultural perteneciente a la Universidad de San Antonio Abad.

Para más información, os dejo un interesante documental:

8 thoughts on “¿Quién realmente «descubrió» Machu Picchu?

  1. Hola Jesús,
    aunque es justo reconocerle a Binham el mérito de dar conocimiento de su existencia ante la opinión pública, también hay que reconocer a Lizárraga lo que le corresponde. Es extraño que nadie del grupo de esa segunda expedición de Binham no corroborara, antes o después, que realmente borrara (o no) la inscripción. De todas formas, el Machu Pichu, está en donde debe estar, en uno de los lugares más destacados en la Lista de los Patrimonios de la Humanidad y una de las siete maravillas del mundo moderno. No deberíamos olvidarnos de la gran labor que hizo la National Geographic Society en este y en tantos otros grandes descubrimientos históricos. Le debemos mucho.
    Un abrazo y que tengas una buena Semana Santa. El artículo, sobresaliente.

    • Hola Francisco,
      yo también soy de los que piensan que Bingham se merece el mérito de descubrir Machu Picchu. No se trata sólo de encontrar ruinas, sino de estudiarlas, protegerlas y divulgar el enorme conocimiento que encierran. Gracias a él y, como bien dices, a la National Geographic Society, el mundo puede admirar y estudiar esa gran maravilla de la antigüedad. Los demás podrán haber estado ahí antes, pero no hicieron nada por compartir su hallazgo con el resto del mundo.
      Muchas gracias por tu amable comentario.
      Un cordial saludo.

  2. Gran artículo Jesús, yo tuve conocimiento de primera mano de (casi) todo lo que relatas hoy, cuando hace un par de años tuve la grandiosa oportunidad de «descubrir» Machu Picchu, sin duda con todo mérito una maravilla del mundo.

    Saludos.

    • Hola Martín,
      me das un poco de envidia (de la sana) pues vives mucho más cerca que yo de Machu Picchu, pero espero pronto en el futuro poder también visitarla. Como le decía a otra lectora, no soy un experto en el tema, pero se me ocurrió contar la historia de su «descubrimiento» para despertar las ganas de los lectores a investigar más por su parte.
      Mil gracias como siempre y un abrazo.

  3. Excelente artículo enriquecido por la información ilustrativa del magnífico video adjunto. He seguido con gran interés la historia sobre la construcción y la sorprendente ingeniería usada y aplicada para crear a Machu Picchu. Adentrarnos en la vida, en los secretos y misterios de su pueblo, me ha complacido muy gratamente. Y siguen quedando preguntas sobre la desaparición esa cultura que un día decidieron instalarse en lo alto de los Andes …..

    • Hola Anita,
      tú siempre tan amable… 😉
      Machu Picchu es una de las grandes maravillas de la antigüedad y sentía que le debía una mención en este blog. Desgraciadamente nunca he estado ahí y no soy ningún experto en el tema, pero me pareció adecuado contar la historia de su «descubrimiento». Ojalá y esta entrada anime a los lectores a investigar por su parte y empaparse más en la historia de este gran monumento y el de la civilización que lo construyó.
      Muchas gracias como siempre por comentar.
      Un cordial saludo.

  4. Al empezar a leerte ya he pensado.» mira, algo semejante a lo que sucedió con Cristobal Colón», y zas, al párrafo siguiente ya habías hecho la comparación. En fin, yo el mérito se lo daría los constructores de esta maravilla, y después a todos aquellos que han hecho todo lo posible para conservarla y divulgarla.

    • Jeje, si es que el símil no es tan arriesgado, y hay más casos en los que la autoria o el crédito de algo esá dividido entre dos o más personas. Pero tienes razón, Bingham sólo abrió al mundo una gran maravilla construida por una impresionante civilización, y son sus arquitectos quienes se merecen las más preciadas medallas.
      Muchas gracias por comentar. Un cordial saludo.

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