Ayer os conté la historia de la marca Mercedes Benz, y de cómo los caminos de varios hombres tuvieron que confluir para llegar a la empresa que conocemos hoy. Sin embargo, en el recorrer de esa aventura, ocurrió algo que en un principio había incluido en la entrada, pero que por falta de espacio y porque pensé que merecía su propio artículo, dejé para el día de hoy. La protagonista es una mujer de la que ya hablamos ayer, Bertha Benz (neé Ringer), quien tuvo una gran influencia en el éxito de su marido Karl en la invención del automóvil, animándolo moralmente y apoyándolo financieramente, pero cuya participación también fue crucial en la popularización del invento, demostrando al mundo de lo que tanto este como ella eran capaces.
Karl Benz fue un gran ingeniero, y lo demostró no sólo con el primer vehículo impulsado por un motor, sino por otros inventos como el carburador, la bujía y la caja de cambios, pero como comercial dejaba mucho que desear. Nadie es perfecto. Por otra parte, Bertha era una mujer de empuje, segura de sí misma y del potencial del automóvil, y dispuesta a arriesgar mucho para darle visibilidad. No sabemos si lo que ocurrió aquel día fue algo planificado con el fin de promoverlo o fue algo espontáneo, pero no cabe duda que fue la primera gran hazaña del automovilismo.
En enero de 1886 Karl había patentado el Benz Patent Motorwagen, un vehículo de tres ruedas fabricado con tuberías de acero y paneles de madera, ruedas de goma sólidas, dirección de cremallera y piñón, cadena de transmisión en ambos lados del eje y un motor trasero de cuatro tiempo con un cilindro, capaz de producir hasta 9 caballos de fuerza. Dos años después ya había construido sendas versiones más, con el mismo nombre pero con los números 2 y 3, que por cierto, por haber sido Bertha una de las inversoras originales le correspondía parte de la patente, pero al estar casada los derechos exclusivos pasaron a su marido.
Entonces, aquella mañana del 5 de agosto de 1888, a Bertha se le ocurrió coger un Benz Patent Motorwagen No. 3 del garaje familiar en Manheim, sin avisar a Karl que estaba en la fábrica. Montó en el coche a sus hijos Eugene y Richard de 15 y 14 años respectivamente, y se dirigió al camino con destino a Pforzheim, su ciudad natal, para visitar a su madre. Lo único anormal es que Pforzheim estaba a 98 kilómetros de Manheim. Por el camino, Bertha tuvo que comprar éter de petróleo como combustible en una farmacia de Wiesloch,
convirtiendo al establecimiento en la primera estación de repostaje del mundo, y pidió a un zapatero que clavara trozos de piel a los bloques de los frenos, inventando de paso los forros de freno. También tuvo que hacerla de mecánica, usando un broche de su sombrero para limpiar el carburador y uno de sus ligueros para aislar un cable. La familia completó la ruta en diez horas, interrupciones incluidas, a una velocidad media de unos 12 km/h. Al llegar a casa de su madre, Bertha escribió un telegrama a Karl anunciándole su hazaña. Tres días después hicieron el viaje de vuelta, por otra ruta y sin mayores contratiempos.
Era la primera vez que un coche viajaba tanta distancia. Hasta entonces los pocos modelos existentes no pasaban de dar algunas vueltas en demostraciones de promoción, pero Bertha demostró no sólo la viabilidad del invento de su esposo, sino que enseñó al mundo que el automóvil cambiaría el transporte de bienes y personas para siempre. La prensa tomó nota, al igual que el público, y lo que hasta entonces era un artilugio mecánico limitado al ámbito de unos cuantos ingenieros, se convirtió en una posibilidad real. Después de aquel día, los inversores prestaron mayor atención a los fabricantes; también lo hicieron los compradores, y el mundo ya no sería el mismo. Además, el informe que Bertha dio a Karl después del viaje sirvió a este último para instalar algunas mejoras en el vehículo.
Conductores de todo cuño pueden seguir en la actualidad los 194 km de Manheim a Pforzheim (ahora asfaltados), bautizados en el año 2008 como la Ruta Memorial Bertha Benz. Cada dos años se homenajea a la pionera del automovilismo con un desfile de autos antiguos siguiendo el mismo camino. Ahora bien, consideraciones mecánicas y heroicas aparte, siempre me he preguntado cuál habría sido la reacción de Karl cuando recibió la noticia. Como buen alemán no muy dado a los grandes aspavientos, muy probablemente sólo habrá dicho: – Vaya, muy bien. Genial.
Es tierna tu visión optimista.
Karl, varón y para colmo alemán debe haberle dicho: «that’ll do, pig».
Hola MrJordi, creo que sí, es una visión muy positiva del tema. Es muy probable que en un principio Karl se haya cabreado, pero después hasta gracias le habrá dado a Bertha por la promoción gratuita que le dio al automóvil. ¿Quién lo iba a pensar?
Muchas gracias por leer, comentar y compartir.
Un abrazo.
Reblogueó esto en Ultimate Wanker Pressy comentado:
Bertha Benz
Hola Barcala, admirable la alemana. Asi se hacen las cosas. Un abrazo
Así es Deimos, una mujer muy admirable por lo que ella misma hizo y por la influencia que tuvo sobre su marido. A partir de mañana me acordaré de ella cada vez que coja el coche.
Un abrazo y gracias por comentar.
Hola Jesús,
¡Guau, qué historia! Tuvo narices Bertha para esta hazaña. su marido no pudo hacer otra cosa que reconocer la osadía y el ingenio para poder llegar a su destino. Muchos hombres, entre los que me incluyo, no habríamos hecho ni un par de kilómetros en ese coche. Bueno, yo hubiera llamado a un taxi…
Abrazos
Hola Francisco,
muchos eggs tendría Bertha para hacer lo que hizo, arriesgando su vida y la de sus hijos a la endiablada velocidad de 12 km/h! 😉 Creo que la sociedad actual le debe mucho, y espero esta reseña ayude a divulgar su historia y sus aportaciones, que su marido no hubiese llegado muy lejos sin ella.
Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Las mujeres hemos sido pioneras en muchas cosas, pero al machismo le ha costado mucho reconocerlo. A mi no dejaron sacar el carnet de conducir y a estas alturas ya no lo necesito para nada, no obstante es como una espina en mi cuello.
Hola Rosa,
tienes mucha razón, hay muchas mujeres que merecen un mejor lugar en la historia por sus grandes descubrimientos, invenciones o aportaciones a la cultura, pero que la sociedad en ocasiones las tiene apartadas. Esperemos que poco a poco esa situación cambie, pues no me parece justo discriminar a los grandes personajes de la humanidad por su sexo.
Mil gracias por comentar. Un besín.
Me encanta tu blog, y aunque a veces no comento, quiero que sepas que siempre te leo y otras tantas comparto tus publicaciones en mi facebook! Cada vez que publicas una entrada, me llega al correo. Así que ya sabes, tienes a una lectora fiel en Australia! Un abrazo grande!
Hola Alejandra,
no sabes con que gusto he leído tu amable comentario. Es un verdadero honor recibir cumplidos de los lectores, pero el tuyo en especial me ha sobrepasado. Sólo soy un apasionado a la historia que busca compartir esa pasión con todos, y me alegra oír que voy por el camino correcto. Es una pasada que me leas desde Australia!
Mil gracias por leerme, comentar y compartir, you’ve made my day! 😉 Un besín…
Sigo la pista de Jordi Lobito, el Rey de la Bloguería.
Interesante historia, no la conocía y ya ves, por muy viejo que se sea, siempre se aprende algo.
Gracias y saludos desde el mediterráneo.