Bien conocidas son las facetas del führer como artista fracasado, como demagogo embaucador de masas, como político megalómano y como genocida, pero aparte de los muy estudiosos de su biografía, pocos conocen en detalle los aspectos de la salud de Hitler y su gran uso de las drogas. Como muchos otros detalles de la vida personal del dictador, sus dolencias eran un secreto para los alemanes, y para muchos de sus allegados, y sólo un puñado de sus colaboradores más cercanos, incluido obviamente, su médico personal, estaban al tanto de los tratamientos que recibía, mucho antes incluso de llegar al poder. Hitler era un hombre enfermo, y ya no digamos mentalmente, que también, sino que sufría de un buen número de enfermedades con las que tuvo que lidiar durante años en secreto.
Es muy difícil dirimir si los problemas de salud de Hitler eran el resultado de su permanente estado de estrés o viceversa, aunque hay evidencia de que algunos de los remedios elegidos añadieron a su lista de problemas. Aparentemente, siendo el cabo austriaco vegetariano, casi abstemio y enemigo del tabaco (fumó sólo en la juventud), debía ser un hombre saludable, pero las apariencias engañan, y Hitler era un hombre que daba a las apariencias mucha importancia. Por ejemplo, tanto cuidaba su imagen que temía ganar peso, y desde finales de los años 20, en sus primeras campañas políticas, y hasta el final de sus días, tomó laxativos para evitarlo. No soy médico, pero creo que no hace falta serlo para saber que tomar ese tipo de medicamentos sin razones de salud no puede ser algo bueno. El mayor problema, sin embargo, surgió a finales de los años 30, cuando el Doctor Morell le prescribió analgésicos para aliviar los retortijones, medicamentos que tienen el efecto contrario de los laxantes, esto es, que estriñen. Las tripas del führer debían ser toda una fiesta.
Theodor Morell estudió medicina, ginecología y obstetricia en París y Munich hasta que obtuvo su licencia médica en 1913. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió primero en un buque y posteriormente en el frente occidental hasta 1917. Al año siguiente abrió su consulta privada en Berlín. Desde un principio, Morrell basó buena parte de su actividad en tratamientos y medicinas poco convencionales, en una época en la que la regulación era muy laxa. En 1933 se unió al Partido Nazi, y fue a través de Heinrich Hoffmann, el fotógrafo de Hitler, como entró al servicio de este. Aparentemente Hitler se sintió muy aliviado cuando su nuevo doctor le recetó una pócima llamada Mutaflor (que incluía las heces de campesinos búlgaros) para sus problemas estomacales y convirtió a Morrell en uno de los pocos miembros de su círculo íntimo, siempre presente, como puede apreciarse en innumerables fotografías y vídeos. Morell creía que los problemas de flatulencia de su poderoso paciente se debían a su dieta vegetariana. Apenas llegado, observó un día como Hitler comía exclusivamente verduras en diversos platos y vio cómo este se tenía que levantar terminada la comida para ir al baño y soltar lastre en forma de gas.
Hitler también tenía insomnio, y Morell le recetaba sedativos. Pero luego por la mañana sufría mareos y falta de energía, probablemente debido a sus malos hábitos a la hora de dormir. Morell entonces le inyectaba una solución que él llamaba “Vitamultin”, cuyos ingredientes mantenía en secreto, al menos hasta que un médico de las SS pudo hacerse con uno de los sobrecitos donde guardaba los polvos y lo llevó a un laboratorio. Entre otras muchas cosas, se encontró que contenía metanfetaminas, lo cual no es de extrañar. El mismo Morrell anotó en su diario que el führer “volvía a la vida” aún con la jeringa en el brazo. Hacia finales de la guerra, Hitler recibía hasta nueve dosis diarias. Otra de las drogas actualmente reguladas debido a su alta adicción y que Morell daba al führer era cocaína. Es verdad que en aquel entonces se acostumbraba a utilizarla en muy bajas concentraciones en los colirios para los ojos, no más de un 1%, pero Morrell se las daba a su paciente en soluciones de hasta el 10%. No es de extrañar que con tanta droga Hitler actuara de manera psicótica.
Pero Hitler y Morrell fueron más allá de las dolencias físicas. Aparentemente, el estado de estrés de aquel no le permitía disfrutar de una salud sexual adecuada, entonces, Morell comenzó a inyectarle Testoviron mezclado con un extracto de las glándulas prostáticas de toros jóvenes. No sabemos si la pobre Eva Braun llegó a beneficiarse, pero los tratamientos continuaron e incluso se incrementaron con el tiempo. En total, Hitler consumió durante los años de la guerra hasta 90 tipos de medicamentos recomendados por el doctor Morrell para tratar sus problemas estomacales, eczemas epidérmicos, y ya en sus últimos años, la enfermedad de Parkinson. A pesar de que ninguno de los tratamientos llegó a curar alguna de sus múltiples dolencias, Hitler siguió consumiendo las drogas. Todo un junkie.
Eso sí, asegurar taxativamente que el consumo de drogas por parte de Hitler afectó sus decisiones políticas y militares es muy complicado, después de todo, sus ideas y objetivos ya habían quedado plasmados en su libro Mein Kampf. Menos arriesgado es achacar su comportamiento diario a las drogas. La exultación, la euforia y el júbilo que Hitler demostraba cuando la guerra se decantaba a su favor son claros signos del uso de anfetaminas y otras drogas. Aún así, en varias ocasiones sus allegados observaron un comportamiento excesivamente optimista en Hitler, como durante los peores días de la Batalla de Stalingrado en que insistía en la posibilidad de la victoria y gritaba efusivamente cuando las pocas buenas noticias llegaban. En una visita de Mussolini, fue tal el alborozo con el que lo recibió que tanto los alemanes como los italianos presentes sospecharon que Hitler estaba colocado.
Los más cercanos colaboradores de Hitler no se dejaron engañar tan fácilmente. En más de una ocasión este recomendó a Albert Speer que consultara al Dr. Morell, y lo hizo, pero el arquitecto del Reich sabía que no era más que un curandero, y no tomo las medicinas recetadas. El resto de generales detestaba a Morell, pues creían que utilizaba su posición y sus drogas para “embrujar” al führer, además de que era un hombre a quien no le gustaban los baños y apestaba profusamente. De igual manera, Eva Braun se negó a aceptar a Morell como su médico de cabecera y así se lo hizo saber a su presunto amante, en una de las pocas ocasiones en las que ella no se dobló a la voluntad de Hitler.
Hitler, un hombre con poca o nula formación, creía que los remedios del doctor Morell le ayudaban y por ello lo mantuvo siempre a su lado. No sabemos si era consciente de que no eran más que estimulantes y que, en lugar de curarle, sólo le levantaban el ánimo temporalmente. Menos aún podemos saber si Hitler conocía los efectos secundarios de los productos que consumía. De lo que sí hay evidencia es de que el führer necesitaba las drogas y de que el doctor obedientemente se las daba. Una relación cargada de ironía; un charlatán engañado por otro charlatán.
De ese títere (con todos sus gritos, matanzas y demás), no dejaba de ser un títere, vulgarmente «un mierda seca» y no me extraña nada.
Veo que has cambiado el formato de tu blog… abrazos…
Hola Rosa,
me ha encantado como lo llamas, «títere», pues creo que le queda muy bien. Gritón, gesticulador, amenazador, todo un payaso…y eso, «un mierda seca»…;)
Me alegra que el nuevo diseño te haya gustado. Eso sí, advierto que aún está en proceso de construcción y puede haber cambios, pero creo que las bases se mantendrán. Fue un gusto saber que ayer conociste a Francisco, todo un caballero, no? Espero ser el siguiente que consiga sus autógrafos…
Mil gracias como siempre. Un besín renovado…
Hola Jesús,
la nueva etapa de tu blog no ha hecho más que aumentar mi interés por tus artículos. Este me ha parecido sorprendente a la vez que interesante por tener relación con la medicina. Lo cierto es que los nombres de las medicinas que le proporcionaba «el doctorcito» ya podían orientar sobre sus «propiedades»: Vitamultin, Testovirón (el nombre es que asusta)…
Me picaste la curiosidad y he podido comprobar que a día de hoy aún se comercializa con el mismo nombre el Testovirón, consumiéndolo básicamente los culturistas para aumentar la masa muscular. Contiene testosterona y como efectos secundarios provoca problemas cardíacos, acné y calvicie. Si no estoy equivocado, Hitler no sufría de los dos últimos aunque no hubiera estado de más que hubiera sufrido el primero, no sé, un infartito, una anginita…
Un abrazo y magnífico artículo.
Hola Francisco,
leyendo tu comentario, he averiguado que el Vitamultin también sigue en circulación, aunque con otros ingredientes, imagino. Hitler sufría muchas dolencias, aunque algunas creo se las provocaba el mismo, pero tampoco es de extrañar que alguien como él, sin formación pero que creía lo sabía todo, un hombre que creía en la astrología, hubiese caído en las manos de un charlatán.
También es triste que muchas personas sigan utilizando ese tipo de productos para mostrar más músculo. Yo los he visto en el gimnasio, y envidia no me dan, más bien lástima, pues creo que son adictos (eso probablemente lo sabrás tú mejor). En fin, una historia más sobre una triste vida.
Mil gracias por comentar. Espero que a todos les guste la nueva apariencia igual que a tí.
Un abrazo!
La catalogación moral del figura es muy anterior al nacimiento de casi todos nosotros. Veo tan abundante justificación para su linchamiento ahondar en el desequilibrio del que muchas otras figuras disfrutan. El pelele oficial del siglo XX está muy sólo en su rol.
En absoluto quiero decir que el tema esté agotado, precisamente los aspectos que aquí se mencionan son perfectos para desentrañar nuestras complejidades si nos alejamos de la parte trasera de nuestro dedo acusador y miramos más cerca. ¿No son acaso los actores que peor andan de lo suyo los que nos brindan las mejores actuaciones?
Un saludo.
Le agradecería me indicase la moderación necesaria para ver publicado un comentario en esta página. El mío no visible ciertamente no pretende alagar. Pero nueve de cada diez dentistas consultados no ven incorrección alguna.
El médico se aprovechó en grande la figura del Hitler, tuvo grandes laboratorios, importantes mansiones.
Y lo increíble lo acompañó hasta último momento, y se retiró unos días antes de su suicidio, y nadie lo acusó..
Me gusta mucho el nuevo estilo de tu Blog, no sé si no te lo he dicho antes.
Un abrazo y hasta pronto..
Hola Stella,
eso parece, que el Dr. Morell se aprovechó del poco conocimiento médico del führer para recetarle todo tipo de drogas, y a este le gustaron. Y es verdad, fue socio de algunos laboratorios importantes en Alemania, a pesar de su reputación como charlatán. Por cierto, Morrell fue capturado por los aliados después de la guerra, pero murió en cautiverio antes de que fuese acusado de nada.
Me alegra que te haya gustado la nueva apariencia del blog, aún está en periodo de prueba y puede que le haga algunos cambios, sólo espero que no ssean muchos…:P
Mil gracias po rcomentar. Un besín dominguero hasta Montevideo…
Hola:
En primer lugar, felicidades por todo lo que escribes. Resulta gratificante leer historias de la historia de un modo ameno y sencillo, despertando la curiosidad para seguir investigando.
No defenderé al «Adolfito» de hecho, creo firmemente que sin necesidad de drogas ni de astrología, ya era mala persona y con un afán de poder inigualable. Es cierto que la gente que tiene problemas de inseguridad unidos a l extremismo suelen terminar mal y causar graves problemas a los que los rodean, pero lo de este hombre fue de traca.
En cuanto a los comentarios que habéis hecho respecto a los musculitos, me uno y añado que más de uno lo que necesitaría mas que anfetaminas es un psiquiatra. Que el deporte esta muy bien, pero la idolatría al cuerpo por encima de la mente me parece lamentable.
Un abrazo y me reitero en lo dicho: Gracias por contar tantas historias tan bien contadas.
Hola Mabel,
muchísimas gracias por tu amable comentario. Mi intención era precisamente contar historias interesantes de una manera accesible a todo el público…;)
Respecto a la adicción de Hitler, debemos de entender que en aquel entonces no se había estudiado muy bien el tema de la adicción de las drogas, y dudo mucho que el cabo austriaco lo entendiese.Seguramente él se dejó llevar por el Doctor Morell, como vio que le funcionaba, continuó aceptando sus medicaciones. Eso sí, hemos avanzado mucho al respecto y ahora sabemos lo dañinas que pueden ser estas substancias, por ello estoy de acuerdo contigo cuando dices no entender el uso que algunas personas les dan para «mejorar» su imagen. Pero como también mencionas, la inseguridad de algunos les lleva a consumir substancias cn efectos secundarios muy peligrosos. Espero algún día lo entiendan.
Mil gracias nuevamente por comentar.Un besín dominguero.