La pérdida del venerable HMS Hood fue devastadora para la moral inglesa, más aún, el temor a que el Bismarck causara aún más daño a la marina obligó al Almirantazgo a montar un dispositivo especial para acabar con la amenaza alemana en los mares. El Suffolk y el Norfolk se mantuvieron al acecho, acompañados por el dañado Prince of Wales. A todo esto, el Bismarck no había salido de la batalla ileso. Un proyectil había perforado dos tanques de petróleo, causando no un daño mayor, pero si la pérdida del combustible, pero, a pesar del consejo de varios de los oficiales de volver a puerto para llevar a cabo las reparaciones necesarias, Lütjens insistió en proseguir la misión. El único cambio fue que ordenó al Prinz Eugen marchar en solitario para, según él, dividir a los barcos británicos en su búsqueda, pero estos no cayeron en la trampa y decidieron concentrar todos sus efectivos en el Bismarck.
Lütjens no sabía que el acorazado King George V y el portaaviones Victorious estaban a menos de 200 millas de su posición. El día 24 por la noche, un escuadrón de nueve torpedo-bombarderos Swordfish del Victorious encontraron al Bismarck y le atacaron con ocho torpedos, pero sólo uno dio en el blanco sin causar mayores daños. Pero el ataque sí tuvo consecuencias, pues dentó la confianza de Lütjens para luchar en solitario y decidió dirigirse al puerto francés de St. Nazaire. Durante la noche, el Suffolk perdió contacto con el Bismarck y el almirantazgo pensó que el barco alemán navegaría hacia el oeste, hacia las rutas de los convoyes, cuando el Bismarck estaba haciendo lo contrario. Durante los próximos dos días la confusión reinó tanto en el cuartel general de la Marina como en el Almirantazgo, que debido al uso incorrecto de los mapas y el mal tiempo, había enviado al King George V a la posición incorrecta. Finalmente, el 26 el mayo por la mañana un Catalina encontró al Bismarck a poco menos de mil millas de El Ferrol, en España, y comunicó su posición al Almirantazgo, y al capitán del portaaviones Ark Royal, que se acercaba desde Gibraltar.
A las 14:30 los primeros Swordfish del Ark Royal despegaban de su cubierta, en condiciones climáticas adversas, y empeorando. Dos horas después, el líder observó una gran mancha en su radar y ordenó a sus 14 aviones lanzarse sobre el buque que, sin embargo, resultó ser el Sheffield. Afortunadamente el Sheffield no sufrió daños considerables, pero se había perdido una oportunidad más de hundir el Bismarck. Los Swordfish repostaron en el Victorious y se lanzaron nuevamente en la búsqueda del acorazado alemán. A las 19:40 se encontraron nuevamente con el Sheffield, pero esta vez estaban avisados y su tripulación les dirigió directamente hacia el Bismarck, 12 millas al sureste. A oscuras y con el mar picado, los Swordfish lanzaron 14 torpedos, con dos impactos confirmados y uno posible. Uno de esos torpedos golpeó la hélice de estribor, bloqueando el mecanismo de dirección y el timón. Un avión inglés enviado a observar el daño informó que el Bismarck navegaba en círculos a menos de ocho nudos. El acorazado más potente de Alemania quedó incapacitado, sólo el manto de la noche le daría un descanso temporal, pero Lindenmann y Lütjens sabían que sin control, el Bismarck tenía pocas esperanzas. Durante la noche el acoso no cesó. El Norfolk y el King George V no tardaron en llegar, y antes del amanecer se les unió el también acorazado Rodney, que fue el primero en abrir fuego a las 8:47, a una distancia de 20 kilómetros, y un minuto después, el King George V hizo lo mismo. El Bismarck respondió al ataque dos minutos después, pero sólo con sus dos cañones de popa, “Anton2 y “Bruno”, ante la imposibilidad de girar el buque a placer. A las 8:54, el Norfolk añadió sus cuatro torretas al ataque.
El Bismarck recibió el primer impacto a las 9:02, cuando varios proyectiles destruyeron el castillo, el palo de trinquete y el telémetro de proa, el mecanismo de cálculo de tiro de “Anton” y “Bruno”, dejándolas fuera de combate. El control de fuego fue transferido al telémetro de popa, desde donde el oficial de artillería logró disparar cuatro proyectiles contra el King George V, ninguno de los cuales dio en el blanco. A las 9:13 también ese telémetro fue destruido, y los cañones “Dora” y “Cesar” tuvieron que ser disparados localmente, pero sin un rango de fuego adecuado. Mientras tanto, el Rodney disparó seis torpedos contra el Bismarck, pero todos fallaron. A las 9:21, el cañón “Dora” quedó destruido cuando uno de sus propios proyectiles estalló dentro del barril. Diez minutos después, “Cesar” disparaba su última bala antes de ser destruido por la masiva avalancha de fuego inglés.
Inutilizada la capacidad de fuego de largo alcance del Bismarck, el Rodney se acercó a una distancia de 4,5 kilómetros, y continuó su ataque. Desde las 9:40 y hasta las 10:16, el buque al Mando del Almirante Tovey no paró de disparar al Bismarck, con un total de 380 proyectiles de 40 cm, sólo desde este barco. Tan espesa era la corina de fuego que caía sobre el Bismarck que un escuadrón de Swordfish que llegó del Ark Royal a las 10:15 prefirió mantenerse al margen. El Norfolk lanzó cuatro torpedos más y al menos uno golpeó al Bismarck bajo la línea de flotación y, a las 10:20, el Dorsetshire se unió a la batalla lanzando dos torpedos más que también dieron en el blanco, pero el acorazado aguantaba, aunque ya inclinado hacia babor. Finalmente, no fueron los proyectiles ni los torpedos del enemigo los que terminaron la tarea, sino los mismos marinos del Bismarck quienes colocaron cargas explosivas para terminar con su martirio. El orgullo de la flota alemana volcó y se hundió a las 10:39, casi dos horas después de haberse iniciado el combate.
De los aproximadamente 800 marinos del Bismarck que pudieron abandonar el barco antes de hundirse, sólo 116 fueron rescatados, 86 por el Dorsetshire y 25 por el también británico Maori, pero pronto abandonaron por el temor a la presencia de submarinos. Uno de estos U-Boots encontró dos sobrevivientes unas horas después, y un barco meteorólogo alemán rescató a dos más al día siguiente. El día 30, el Crucero español Canarias recogió los únicos dos cadáveres, a los que procedió a otorgar un funeral naval, en el fondo del océano.
La persecución y hundimiento del Bismarck fue uno de los episodios más palpitantes de la batalla del Atlántico. Había mucho en juego, pues la capacidad destructora del acorazado alemán era tal que ponía en riesgo el sistema de convoyes del que dependían las Islas Británicas para su supervivencia. Ambos bandos cometieron errores, pero la superioridad numérica de la Royal Marine fue la ventaja definitiva. Enviar al Bismarck casi en solitario y sin esperar al Tirpitz, al Scharnhorst y al Gneisenau, con los que la Kriegsmarine podría haber inclinado la balanza, fue el más grave de los errores. Nunca sabremos cuál hubiese sido el resultado de un enfrentamiento más igualitario, pero si sabemos que más de 2.000 marinos perdieron la vida en el intento.
P.S. Os recomiendo la película de 1960 “Hundir al Bismarck”, con Kenneth More, Dana Wynter, Carl Möhner, Laurence Naismith y Karel Stepanek, un relato muy cercano a la realidad de lo que sucedió en esos días (en inglés).
https://www.youtube.com/watch?v=xFWwPYB74ac
Gracias por estos dos artículos y por la peli. Un saludo
Gracias a tí Icástico, espero la disfrutes. Un cordial saludo.
Que impresionante debe haber sido el combate, basicamente porque el Bismarck se habia convertido en un tiro al blanco. Que impotencia que habrán sentido.
Es increible que una mala toma de desición, podria haber cambiado el curso de la historia.
los ingleses nunca dijeron que la propia tripulación lo habia hundido.
Un fuerte abrazo.
Hola Christian,
los testigos de la batalla coinciden contigo en que fue un momento épico. También coinciden en hablar de la frustración que sintieron al no poder contestar el fuego. Pero así es la guerra, a veces se gana y a veces se pierde. El Almirantzago creyó que el Bismark era una amenaza real a su dominio de los mares, y eccharon toda la carne al asador.
Respecto al hundimiento, la expedición liderada por Robert Ballard para encontrar la tumba del Bismark cree que el buque fue hundido por numerosas explosiones, incluída una desde el interior, lo que demuestra que los marinos intentaron hundirlo ellos mismos. Pero los resultados no son concluyentes, y dudo mucho que algún día tengamos la certeza. En mi opinión, no cambia las cosas…
Muchas gracias por comentar.
Un cordial saludo.
Muy buenos los dos artículos sobre el Bismarck Jesús.
Poco recorrido tuvo la «Kriegsmarine» de superficie durante la II Guerra Mundial. El barrenado del «Admiral Graf Spee», el hundimiento del «Bismarck», el del «Scharnhorst» y el del «Tirpitz» (este último al final de la guerra), marcaron el fracaso de los buques de guerra convencionales contra la Royal Navy. Ni el «Gneisenau» ni el «Lützow» (antiguo «Deutschland») ni el «Prinz Eugen» constituyeron una serie amenaza para la «Home Fleet».
Fue debajo del mar donde Dönitz y sus U-Boote consiguieron los mayores éxitos. Desde el inicio de la guerra, con pocos efectivos, pasando por Scapa Flow y así hasta «los buenos tiempos» de 1940-41 y 1942. Pero cuando se produjo el cese del almirante Raeder, a principios de 1943, y Dönitz asumió el mando de la Kriegsmarine, el arma submarina y sus «manadas de lobos» empezaba a perder más unidades de las que hundía.
También hay que recordar a los «corsarios» disfrazados de mercantes, que llegaron a operar hasta en el Océano Índico. Los más destacados, el «Pinguin» y el «Atlantis», se llevaron por delante a muchos mercantes antes de ser echados a pique.
Hola Rudolf,
No sé por qué, pero en ambas guerras mundiales Alemania decidió no hacer un completo y adecuado uso de la marina. Entiendo que Inglaterra tenía la superioridad, pero creo que Alemania no estaba completamente coja y podía haber hecho más daño. Como bien dices, todos esos grandes buques alemanes tuvieron finales trágicos, pero si te fijas todos lo hicieron en solitario. Me pregunto qué hubiese pasado si Hitler o Reader hubiesen decidido un gran ataque con todos esos acorazados juntos…
En todo caso, siempre he creído que la guerra estaba perdida desde el momento en que entraron los Estados Unidos. Alemania simplemente no tenía la capacidad industrial para competir con el gigante norteamericano, y ahí están los resultados, que por otra parte, me alegran. No quiero ni pensar cómo sería el mundo actual bajo el yugo nazi, y mira que tuvieron oportunidades… 😛
Muchas gracias por tu amable e interesante comentario.
Un abrazo.