De cómo los romanos (y otros pueblos) se refrescaban en verano.

Más de uno en España estará echando pestes en estos días de verano debido al infernal calor que estamos padeciendo, y ninguno tanto como un servidor. Son ya varias semanas en las que las temperaturas apenas bajan de 40º durante el día y no mucho menos a la hora de dormir, tarea casi imposible si uno no tiene aire acondicionado. Tampoco es de extrañar en esta tierra de secano y clima continental donde los veranos siempre han sido muy cálidos y los inviernos helados, esquema que se repite en prácticamente todos los países del sur de Europa, precisamente buena parte del territorio conquistado y colonizado por los antiguos romanos.

Pero claro, nosotros tenemos los bares para refugiarnos en las peores horas y tomarnos una cañita; tenemos refrigeradores donde hacer y guardar hielo para añadir a nuestras Coca-Colas y por supuesto, el aire acondicionado. Ahora bien, sin la electricidad necesaria para crear y mantener el frío con estos aparatos, ¿qué hacían los romanos para refrescarse?

¿Comían gelato los antiguos romanos? No precisamente...

¿Comían gelato los antiguos romanos? No precisamente…

Nada nuevo

Para empezar, y como sugiero en el título, las prácticas que describiré a continuación llegaron a Roma vía otros pueblos de la antigüedad para ser copiadas, y en algunos casos mejoradas, por los habitantes de la CIudad Eterna. Hay evidencia de que ya en la antigua Mesopotamia, Egipto, China y Grecia se hacían esfuerzos para enfriar edificios, bebidas y alimentos en los días de verano.

Pero la capacidad expansionista del imperio tuvo como resultado la homologación de dichas prácticas en todas las provincias, logrando popularizarlas y, en cierto modo, democratizarlas. Algunas parten del sentido común y otras son medianamente conocidas pues su uso perduró hasta bien entrada la Era Moderna, pero hay al menos una que podrá sorprender al lector tanto como a mí.

Casa de hielo en Irán

Casa de hielo en Irán

Arquitectura

No hace falta ser muy ducho para darse cuenta de que las técnicas y materiales utilizados en la construcción de una casa pueden influir en su temperaturas interna. Es un hecho de que el comprador de una propiedad se va a fijar en la orientación de la fachada, en el aislamiento, en la altura de los techos y en la distribución de ventanas y pasillos, pues todos estos factores afectan directamente el flujo de aire, tanto frío como caliente durante las estaciones.

En todas las grandes civilizaciones de la antigüedad, los arquitectos situaban puertas y ventanas en extremos opuestos de una habitación para propiciar las corrientes. Los egipcios incluso construían una especie de túnel vertical para facilitar la salida del aire caliente en verano. Aún así, estas técnicas no fueron suficientes.

Las Casas de Hielo en verano

En la mayoría de las civilizaciones antiguas podemos encontrar un edificio que llevaba un paso más allá los esfuerzos para refrescarse en verano, las llamadas casas de Hielo. Estas consistían en un pozo cuyas paredes se recubrían con paja o serrín y con una estructura abovedada con paredes gruesas como techo. El pozo se llenaba de nieve durante los meses de invierno para disfrutar de él en los meses estivales y, en ocasiones, hasta todo el año.

Una tableta con escritura cuneiforme describe la construcción en el siglo XVIII a.de C. de una casa de hielo en el pueblo de Terqa, en la Mesopotamia septentrional. En China existen los restos de un pozo de hielo del siglo VII a. de C., aunque es posible que las hubiese en fechas anteriores. Se cree que Alejandro Magno construyó la primera casa de hielo en Grecia, pero no he podido encontrar evidencia fehaciente al respecto.

También los romanos

De lo que sí hay pruebas es de que los romanos fueron muy adeptos a las casas de hielo. Era común que en los patios traseros de las familias adineradas hubiese una casa de hielo, llena de nieve proveniente del volcán Etna, en el caso de la capital, o de otras montañas cercanas en el resto de provincias (los Alpes, Sierra Nevada en España, etc.)

Las clases medias podían conformarse comprando hielo Pozo de nieve para el veranode establecimientos especializados con sus propios frigoriferos, los cuales suplían continuamente con mulas que subían y bajaban de las montañas durante la noche. Buena parte de la nieve se derretía en el camino, por supuesto, pero siempre quedaba lo suficiente como para que el viaje valiese la pena.

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En Roma, las casas de hielo alcanzaron un alto grado de tecnología que no se ha encontrado en tiempos más antiguos. Al fondo del pozo, se construía un canal para el desagüe del hielo que se derretía, y ese mismo agua se utilizaba para enfriar alguna casa cercana. En algunos casos, se construyeron túneles para acceder al fondo del pozo, pues el peso de la nieve formaba bloques de hielo en el fondo, que se vendía más caro. En todo caso, el precio de la nieve siempre fue elevado, más que el vino, y los pobres rara vez podían permitírsela.

La popularidad de las casas de hielo se extendió, como mencionaba anteriormente, hasta bien entrado el siglo XX y por toda Europa. En España hay muchos ejemplos de casa de hielo. Una muy conocida por los madrileños está en El Escorial, en el Valle de Cuelgamuros para ser exactos. Hace falta subir por el Pico de Abantos y luego descender por el otro lado, eso sí, pero tampoco es una excursión de alta dificultad.

¿Cómo hacer hielo?

Lo que no me esperaba cuando me propuse escribir esta entrada, fue enterarme de que los romanos no sólo guardaban la nieve para consumirla en los “dies canícula (días de perros, porque Sirio, la estrella principal de la constelación Canis Major, aparecía y se ocultaba al mismo tiempo que el Sol en esos días). Un amigo me refirió a una página web que recoge el hecho de que los romanos, !hacían su propio hielo!

Este era el secreto: para empezar, no podían hacerlo en cualquier lado, sólo en los desiertos, particularmente en el Norte de África y Palestina. Todos sabemos que este ecosistema desarrolla temperaturas muy extremas, calor en el día y frío por la noche. Pues bien, el secreto estaba en almacenar agua en pozos similares a las casas de hielo pero menos profundos.

Durante el día, el pozo era cubierto con escudos bien pulidos para que reflejaran el máximo de luz y calor posible, y por la noche se destapaba para aprovechar el bajón de las temperaturas. Según la teoría, se formaba una delgada capa de hielo que era rápidamente transportada a un frigorífero para ser aprovechado cuando hiciese falta. No lo veo como un sistema muy eficiente, pero bueno, algo sacarían.

REAL POZO DE NIEVE

REAL POZO DE NIEVE

Siempre aprendemos algo nuevo, hasta en verano…

Y ahí lo tenemos. El ingenio humano es inagotable, aunque llama la atención que los humanos hubiésemos descubierto la manera de hacer fuego miles de años antes de aprender a hacer hielo. Los romanos no fueron los primeros en hacerlo, pero si ayudaron mucho en la expansión de las casas de hielo y, además, ya sabéis que me gusta meterme con ellos. Por cierto, el calor del ordenador me está haciendo sudar, así que os dejo para servirme un vaso de agua a tope de hielo…

20 thoughts on “De cómo los romanos (y otros pueblos) se refrescaban en verano.

  1. Muy entretenido y refrescante artículo. Los que tenemos la suerte de vivir en la Costa Daurada disfrutamos de una suavísima pero bienvenida brisa de mar, lo cual hace más llevadera las temperaturas sofocantes del verano.
    Como curiosidad quisiera comentar la impresión que yo, como nórdica y hambrienta de sol que soy, tuve a mi llegada a España allá por los comienzos de los años 60. En aquel entonces, Barcelona no era la ciudad con las preciosas fachadas renovadas e iluminadas de noche, con espacios verdes y calles bien cuidadas que hoy en día encantan tanto al visitante. Era una ciudad que mostraba orgullosa su antigüedad, oscura, sucia, las mujeres vestidas de negro, ni una flor en aquellos pequeños balcones, las persianas bajadas en todos los edificios, quizás alguna planta verde que se asumía en esos minibalcones del barrio gótico.
    Sin embargo, el amor me hizo ver todo de color de rosa hasta que conocí al hogar de mi futura familia. No pude entender, cómo se vivía con esas persianas bajadas, que solo se subían de noche(!), y que daban un aire fúnebre a las estancias. Eso era lo que a mi me pareció. Y tardé bastante tiempo en asimilar, que esa era la única forma de salvaguardarse del agobiante calor que apretaba en verano. Asumir que el sol era malo, que dañaba los muebles, cuando yo toda mi vida había escuchado a mi madre exclamando «Ach, die liebe Sonne» el día que en Berlín se asomaba el sol de entre las nubes, se abrieron puertas y ventanas para que entrara esa tan deseada luz cálida.
    Volviendo a la Barcelona de aquél entonces…..por supuesto no habían neveras eléctricas. El hielo se traía a diario en grandes bloques (a cargo de «la chica» encargada del servicio doméstico) y duró lo justo para mantener en condiciones la carne y el pescado del día.
    Como refresco recuerdo la buenísima horchata y el vino fresco con sifón.
    Y claro, tampoco se conocía el aire acondicionado, ni en las casas, ni en el metro (sofocante!), ni en los coches, ni en el cine.
    Hoy cuesta entender de cómo se podía vivir sin estos remedios.

    • Hola Anita,
      creo que conozco bien la afición de tus paisanos por el Sol. Recuerdo viviendo en Oldenburg como la gente sentada en las terrazas, a cualquier atisbo de nuestra estrella, apuntaban sus caras hacia la luz para intentar recibir hasta el último rayo. Charlaban tranquilamente con sus amigos y disfrutaban de sus cervezas sin mirarse unos a los otros, y conforme el Sol giraba, ellos giraban sus caras. Yo les llamo los girasoles humanos. 🙂
      Me encanta tu historia de recién llegada a Barcelona, aunque desconocía que en un tiempo no tan lejano fuera esa la situación (yo nací a mediados de los años 60). Parece que fue hace siglos cuando no teníamos neveras eléctricas! Eso sí, recuerdo que mi padre, emigrante el de España a México, durante sus viajes, se metía todos los días al cine a dormir la siesta, pues decía que era el único lugar que tenía aire acondicionado. También decía que esos calores del sureste mexicano sólo se sobrevivían borracho o loco…y nosotros no estamos locos, verdad? 😛
      Brindemos por el señor Carrier y su invento, al que ya le tengo preparada una entrada.
      Muchas gracias por tu agradable comentario, lo he disfrutado mucho. Un besín para Barcelona.

  2. Hola Jesús,
    un post de lo más refrescante y se agradece en estos días. El tema que tratas hoy es algo que en más de una ocasión me había cuestionado sin respuesta y tú me la has proporcionado. Lo de los pozos de hielo es un hecho más del ingenio que el ser humano tiene para resolver esos problemas que se plantean a lo largo de sus vidas y me ha parecido de lo más ingenioso aunque no sé todavía cómo lo hacían para transportar en distancias más largas alimentos… Me recordó lo de los hipocaustos romanos y cómo calentaban sus hogares.
    Abrazos

    • Hola Francisco,
      hace tiempo que tenía pensado publicar algo al respecto, inspirado por la casa de hielo que menciono en las cercanías de Madrid. La ola de calor que estamos sufriendo finalmente me empujo a hacerlo. Bien dices que este es un ejemplo más del impresionante ingenio humano, que como siempre sabe buscarse la vida ante la necesidad. Y ya que lo mencionas, también estoy preparando una entrada sobre el transporte de alimentos en Roma.
      El tema de los hipocaustos es también muy interesante. Sin no mal recuerdo, fue un tal Sergio de Nápoles, un célebre cultivador de ostras, quien inventó el hipocausto. Si quieres y nos ponemos de acuerdo, podemos publicar artículos relacionados, seguro nuestros lectores lo agradecerán.

      Muchas gracias por comentar. Feliz domingo!

    • Recién entré a tu blog y me agradó, ya estoy suscrito solo me resta desvelarme más para disfrutar leyéndote.

      Saludos

      • Muchas gracias Tzuntsu, tus comentarios aportan mucho y te agradezco que te pases por estas páginas tan a menudo y enriquezcas la información. Estoy convencido de que el resto de lectores también lo agradece.
        Muchas gracias y un fuerte abrazo!

  3. Ben artículo, yo, por lo pronto, gozando de mi hermoso invierno…a la mañana 2 o 3 grados,después de las 9 sale el solcito y empieza a calentar, cerca del mediodía ya hace unos 16-17 grados, y después de las 17 ya comienza de nuevo a bajar la temperatura para tener un hermoso descanso…así es el clima en mi Salta, la linda, ahora, para que no me envidien tanto, les digo que en verano tambien llegamos con mucha facilidad a los 40 grados (por mi provincia pasa el trópico de capricornio)
    Olvide decirles, tenemos estación seca, o sea en otoño e invierno no llueve nunca, aquí en esos meses, vive el sol.

    • Hola Hugo,
      pues me das mucha envidia, y ya quisiera yo estar en Argentina en estos días, disfrutando del fresquito. Aquí en Madrid el clima es muy extremo, veranos hipercalurosos con inviernos muy fríos. Pero te voy a decir que acepto el precio de vivir en esta ciudad, los pros son mayores que los contras.
      Muchas gracias por comentar y un saludo para tu hermosa tierra.

  4. Recordé mis días de estudiante cuando nos refrescábamos en la pulquería del güero (no puede faltar el famosísimo güero en pulquerias y taquerías) tomándonos unas chabelas preparadas con pulque, cerveza, lulú roja (refresco sabor nosequé), un chorrito de aguardiente y bastante jugo de limón.

    Vino también a mi memoria el artículo «Sistemas pasivos de refrigeración en la arquitectura iraní» publicado en Investigación y Ciencia de abril 1978, donde se describen el uso de torres eólicas, cúpulas, fuentas, cisternas y creo que algún otro artificio para mantenerse fresco sin gastar energía. También muestra el procedimiento que describes para hacer hielo en estanques someros.

    Las casas de hielo resultaron novedad para mí.

    Como siempre un placer leerte.

    Saludos

    • Uff! el pulque!, tengo que confesar que solo lo probé una vez en mi vida, y de esos enlatados, y la experiencia no fue muy agradable. Eso sí, mezclado como lo describes puede que funcione mejor para mis papilas gustativas…
      No conozco el artículo que mencionas, pero tiene buena pinta y lo buscaré por la red. Siempre me han interesado las tecnologías antiguas, pues describen muy bien el grado de progreso de nuestros ancestros. El ingenio del hombre no tiene límites, y creo que la «refrigeración» de las grandes civilizaciones de la antigüedad son un buen ejemplo.
      Muchas gracias como siempre por tu comentario.
      Un cordial saludo.

  5. Jesús espero te encuentres bien he llegado a tu blog y he quedado atrapado con historias fenomenales, te escribo de la cd de México y quisiera aportar algo a este tema de la nieve;

    Con respecto a la nieve en la época Prehispánica en el tiempo de los Aztecas, ya se conocía la nieve con sabor, ya que para los reyes era un manjar de los dioses.

    El proceso de como la llevaban a el valle de México es muy peculiar ya que existían personas corredoras desde el volcán Popocatepetl e Iztacihuatl,

    ¿Como hacían eso? En bolsas de cuero las llenaban de nieve y corrían si parar hasta encontrar a el otro corredor y lo re-elevaba, así hasta llegar con los sacerdotes que le añadían fruta o pulpa de fruta con miel. una parte era para los dioses y otra para los reyes. la parte fea de esto era que si el ultimo corredor llegaba con agua en lugar de nieve era severamente castigado.

    Algo muy similar pasaba cuando al rey Moctezuma se le antojaba comer pescado, este era traído fresco por corredores de Veracruz.

    Saludos y espero seguir aportando algo en un futuro

    • Hola Carlos,
      No sé si habrás visto en algún lado que yo nací en México, en Veracruz para ser exactos, y me crié en Puebla. La historia de los porteadores aztecas siempre me ha llamado la atención, y ahora que lo dices, se me ocurre que merecen unas líneas en este blog. Lo que no recordaba es lo del helado, que por cierto se me antoja para probarlo. Un punto más que admirar de aquella sorprendente civilización.
      Te agradezco mucho tu amable comentario y que te hayas pasado por estas páginas. Espero seguir comentando puntos interesantes de nuestra historia, y de la ciencia.
      Un cordial saludo.

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