Cuando una chocolatina fue la inspiración del Horno de Microondas.

No es nada nuevo el hecho de que muchos descubrimientos e inventos han visto la luz gracias a accidentes, situaciones fortuitas que desembocan en un gran avance para la ciencia o la tecnología. Ese es el caso de uno de los aparatos eléctricos más populares en las cocinas de occidente, esa maravilla a la que los solteros y los casados agradecemos muchos minutos ahorrados en nuestras ajetreadas vidas. El horno de microondas, ya sea para calentar la leche del café o para cocinar bizcochos, nos ha cambiado la vida a los que lo tenemos, y todo se lo debemos a un científico muy trabajador que un día tuvo su momento de eureka.

microondas1

Nuestro amigo, nacido el 19 de julio de 1894 en Howland, Maine, Estados Unidos, llevaba por nombre Percy Lebaron Spencer, y su vida tuvo un inicio muy poco alentador. Cuando sólo tenía un año y medio, su padre murió, y al poco tiempo su madre lo dejó a cargo de sus tíos. A los siete, también murió su tío, y el pequeño se vio obligado a dejar la escuela para trabajar en un molino hilandero, donde permaneció hasta los dieciséis años. Por aquel entonces, llegó a sus oídos que una fábrica de papel de la zona iba a empezar a usar electricidad, la fuerza misteriosa que comenzaba a hacerse un hueco en la industria. A Percy le entró mucha curiosidad por el tema y se puso a aprender por su cuenta hasta que consiguió ser contratado como parte del equipo que haría la instalación, y todo sin haber terminado la escuela primaria.

En 1912, ocurrió la tragedia del Titanic, y a Percy le llamó mucho la atención leer acerca de los operadores de radio a bordo de la nave, por lo que decidió estudiar esa tecnología. El problema es que no tenía dinero para pagarse los estudios, así que hizo lo que muchos Percy Spencerotros jóvenes a los 18 años, se enlistó en la Marina. Durante su servicio militar, se convirtió en un experto en telegrafía sin hilos, además de estudiar cálculo, química, física, metalurgia y otras asignaturas en su tiempo libre. De vuelta a la vida civil a mediados de los años veinte, entró a trabajar en la recién fundada empresa Raytheon, cuyos ingenieros habían inventado un tubo de electrones que permitía transformar la corriente alterna en los hogares a corriente directa, para que las radios pudieran ser enchufadas y no tener que depender de baterías. A principios de la década de 1930, Raytheon se había diversificado y ya fabricaba varios tipos de aparatos electrónicos, siendo el mayor productor de tubos al vacío del mundo. Percy continuó aprendiendo y avanzando en su carrera, como muchos otros ingenieros.

Mientras tanto al otro lado del charco, físicos ingleses habían inventado el radar, o detección y medición de distancias por radio por sus siglas en inglés, y su gobierno inyectaba fondos en abundancia ante la amenaza de guerra. Cuando el conflicto finalmente llegó, los ingleses compartieron el invento con los norteamericanos y Raytheon fue una de las empresas elegidas para fabricar uno de los componentes cruciales del radar, el magnetrón, en buena parte gracias a que nuestro amigo el señor Spencer se había convertido ya en uno de los más importantes científicos en el diseño de tubos de radar. Los magnetrones, por cierto, generaban las microondas que eran esenciales en el funcionamiento del radar.

Radar

Un día que Percy se encontraba trabajando frente a un equipo de radar en activo, se dio cuenta que la chocolatina que llevaba en el bolsillo de la camisa se había derretido. Aparentemente era un fenómeno que otros ingenieros habían experimentado, pero sólo a uno se le ocurrió investigarlo. ese mismo día, el inventor en ciernes cogió un puñado de granos de maíz para palomitas, y lo expuso a las microondas, con el mismo resultado que obtenemos nosotros si hacemos lo mismo en casa. Más tarde lo intentó con un huevo, aunque este experimento no resultó tan satisfactorio, pues estalló en la cara de uno de los ayudantes de Spencer. Un poco de estudio, más experimentos y algo de imaginación, llevó a Spencer a construir una caja de metal a la que fijó un magnetrón que emitiera las microondas, y ¡voila! Había nacido el gran invento.

Raytheon patentó el horno de microondas poco después de terminada la Segunda Guerra Mundial y ofreció el primer modelo comercial en 1947, pero este era un armatoste del tamaño de un refrigerador y costaba la friolera de US$ 5,000, unos 40,000Uno de los primeros microondas Euros de los nuestros, por lo que no tuvo mucho éxito. Varias versiones más tarde, ya en 1967 y a un precio de US$495 (3,000 de los de ahora), y el horno de microondas comenzó a ganarse un lugar en las cocinas norteamericanas. Percy Spencer recibió dos dólares por su invención, la cantidad simbólica que Raytheon regalaba a sus empleados por cada patente lograda como parte de su trabajo.

Apenas recuerdo cuando mi padre llevó el primer microondas a casa, a principios de los años setenta. Fue toda una sensación instantánea en mi familia y nos daba risa cuando llegaba un invitado a casa y creía que era una televisión. Como nadie los conocía en mi pueblo, no habían nacido aún las patrañas sobre los supuestos peligros de las microondas, las mismas que siempre acompañan a cualquier novedad electrónica, así que desde un  principio le cogimos cariño. Yo ya era un hombrecito cuando conocí la historia de Percy y su chocolatina, y nunca he dejado de agradecer aquel momento en el laboratorio, cuando un pequeño accidente dio lugar a uno de mis más necesarios y queridos electrodomésticos.

2 thoughts on “Cuando una chocolatina fue la inspiración del Horno de Microondas.

  1. Hola Jesús,
    sin duda un gran invento y no sé si tú tienes la misma percepción que yo, pero es uno de los electrodomésticos del hogar que más años duran. No tenía ni idea de quién había sido su inventor pero me parece que fue una callanada darle solo dos dólares por su ingenio.
    Saludos

    • Hola Francisco,
      la historia está llena de accidentes que resultaron en cosas tanto buenas como malas. Como buen fan de los microondas, este es para mí un accidente que debo agradecer. Me ha llamado mucho la atención lo que has dicho sobre la duración de los micros, pues no se me había ocurrido, y coincido totalmente contigo. Yo tengo uno que lleva 14 años en mi poder, y sin fallos. Pero más interesante es la historia de aquel primer microondas que mi padre llevó a casa hace 40 años: Aún vive y trabaja, en la casa de campo de uno de mis hermanos…
      Muchas gracias por comentar. Feliz semana!

Comments are closed.