Reencarnación atómica
Hace unos años tuve que ayudar a un alumno con el estudio del ciclo del agua, eso de que el agua del mar se evapora para formar nubes, luego esas nubes chocan con las montañas, donde llueve, se forman los ríos, y los ríos vuelven al mar, cerrando el ciclo. recuerdo perfectamente cuando se me ocurrió que lo mismo sucede con toda la materia, incluida la que forma parte de nuestros cuerpos, y pensé, ya que los átomos que forman parte de mi cuerpo no se destruyen, sino que sólo pasan de una molécula a otra, ¿sería posible que alguno de mis átomos hubiese estado alguna vez en un dedo de Julio César?
Poco tiempo después comprobé que la respuesta es un categórico sí. No hace falta rascar profundamente en la ciencia, sino tan sólo de darle vuelta a las posibilidades. Las bases las tenemos todos desde el colegio, la imaginación necesita de vez en cuando una patada en el trasero.
Aclaración
Una aclaración, cuando hablo de “reencarnación” me refiero al aspecto físico, y no al del alma, pues si este ente existe, no tiene nada que ver con la carne, sino con el espíritu, si este también existe. Con toda humildad, me parece que el término está definido de una manera contradictoria, pues se refiere al hecho de transformar un espíritu en materia, pero es que entonces, según yo, ya no sería espíritu.
En fin, la verdad es que no quiero meterme en especulaciones metafísicas, así que insisto, sólo con el propósito de realizar este ejercicio, hablaremos exclusivamente del aspecto material de la reencarnación. Y volvamos a Julio César.
Hace 2070 años
Imaginemos que el Imperator romano, estando en alguna de sus misiones militares en la Galia, desechó algunas de las células muertas de su piel, como lo hacemos todos los humanos, todos los días. Sin lugar a dudas, dichas células muertas aún conservaban los átomos de los que estaban formadas, principalmente CHON (Carbono, Hidrógeno, Oxígeno y Nitrógeno), los elementos más comunes en el universo y de los que nuestros cuerpos están mayoritariamente compuestos (los tres primeros alcanzan el 99%).
Las células caen al suelo del bosque, pero están muertas y en poco tiempo se descomponen en moléculas. Varias de esas moléculas irán a parar al interior de una lombriz que inocentemente pasaba por ahí, y se quedará con algunos de los átomos que tenía Julio César sólo horas antes.
El viaje
La lombriz sigue su vida, y como todo ser vivo, nace, crece, se reproduce y muere, pero también defeca. Una semana después, un millón de los átomos originales es desechado por la lombriz, pero a unos cinco metros del lugar donde los recogió. Algunos de estos son absorbidos por las raíces de un roble y llegan hasta sus ramas, donde una parte de ellos pasarán a formar parte de una bellota que a su vez se le llevará una ardilla para ser consumida por esta durante el invierno, a un par de kilómetros de ahí.
Pero la pobre ardilla ya está viejita, y pocos días después, aún con los átomos del César, caerá muerta no muy lejos de su madriguera. Un lobo aprovechará su carne muerta, y con ella muchos de nuestros amigos los átomos. Acelerando el proceso, el lobo dejará algunos de los átomos en los campos de trigo de los galos, en el norte de Francia, que convertirán el grano en pan, y ahí volverán a un humano, donde pasarán otra temporada reencarnados hasta volver al carrusel del reciclaje biológico.
En la actualidad
Los mismo átomos, al menos un grupo de ellos, pueden saltar de ser vivo en ser vivo, con temporadas enterrados en el humus o colgados de una rama, y viajar miles de kilómetros transportados por animales, por el agua, o por el viento mientras forman parte de una semilla. Dos mil años después, algunos de esos átomos puede haber sido defecado por un ave en los campos de Las Pedroñeras en Castilla la Mancha, y haberse incrustado en uno de los ajos del Spaguetti àla Vóngole que ayer me metí entre pecho y espalda.
Ahora son residentes temporales de mis piernas No es broma, pues existen muchas posibilidades de que uno de los átomos de Julio César, o de Séneca, o de Miguel de Cervantes, haya hecho el viaje de ida y vuelta a un cuerpo humano varias veces, y estar ahora dentro de alguno de nuestros cuerpos.
Según diversas estimaciones, cada célula humana contiene hasta 200 billones de átomos. con “B”. Cada cuerpo humano puede contener hasta 7*1027 átomos, esto es, 7,000,000,000,000,000,000,000,000,000 (siete mil quintillones), pero no tenemos los mismos siempre, y aproximadamente cada año cambiamos el 98% de nuestros átomos, si es que podemos considerarlos “nuestros”.
Con esos números, hay casi un 100% de probabilidades de que algunos de esos átomos que actualmente residen dentro de nosotros, lo hicieron anteriormente en otros miles de personas, entre ellos, por qué no, el calvito romano. A eso le llamo yo reencarnación.
Reencarnación o no…
A veces la ciencia nos da las claves sin digerir, y sólo hace falta un poco de esfuerzo para encontrar detalles curiosos como este, y hay más, como el hecho de que 30% de nuestro cuerpo no es humano, sino que pertenece a las bacterias que viven de manera simbiótica o parasítica en nuestro interior, pero eso lo dejamos para otro día, Ahora, simplemente recordad cuando os llevéis unas patatas fritas a la boca, puede ser que estéis adquiriendo átomos que algún día pertenecieron a Gengis Khan.
Hola Jesús,
me he quedado sin palabras y es que tu lógica ha sido aplastante. Yo no te la puedo rebatir así que lo único que haré es pensar que dentro de mí hay una parte, pequeña pero cierta, de ese Julio César. Ahora me pregunto ¿también Hitler renació en mí? ¡Ja, ja, ja! Siempre me sorprendes.
Un abrazo atómico.
Hola Francisco,
Ya te habrás imaginado que aquella epifanía fue la base de mi libro. Al igual que tú, me quedé pasmado cuando me dí cuenta de las implicaciones. Pensar que «mis» átomos han estado por ahí millones de años y que han sido testigos de muchas cosas, probablemente hasta de protagonistas, me empequeñece…Ahora bien, como dices, nos puede haber tocado tanto de lo bueno como de lo malo, pero tampoco es para preocuparse, no creo que tengan memoria. Por lo visto, un médico, padre de familia y escritor de éxito como tú tiene más partes de Galeno o de Herodoto que de político…
Mucha sgracias como siempre por tu halagador comentario. Feliz inicio de semana!
Con permiso, tengo que ir a defecar a Julio César…
Espero todo haya salido bien… 😛
Como un cuento para dormir, de estos que te dejan pensativos, mientras que las pupilas se hacen mas y mas espesas, y entras en un profundo sueño que te lleva lejos, como viajando en una nube por encima de las montañas, viendo ríos y mares, caras que se te acercan y te abrazan y se ríen contigo, te dan su mano para que vuelas mas alto, y pasan las imágenes de una larga historia que te saludan al pasar……
Al despertar no recuerdas todo lo que viste, pero queda la sensación de que fue un sueño excitante y hermoso.
Qué bonitos pensamientos Anita, y que guardadita te tenías esta faceta tuya de poeta. Ya quisiera yo tener una milésima de esa sensibilidad tuya, y esa capacidad de expresar tan bien lo que quieres decir. Espero que la entrada te haya gustado y que hayas dormido bien…Feliz semana! 😉
Ya me siento más importante!
Eso es bueno Icástico, una actitud positiva, eso quiere decir que tienes átomos de gente optimista y con éxito… 😉
Muchas gracias por comentar. Un abrazo!
Jajajajaaja…
Me has hecho reír infinitamente con este artículo… Además de lógico, interesante y posible… lo considero realmente gracioso!! Si que hiciste volar tu imaginación.
Espero que no sea Hitler el que habite en mi cuerpo… preferiría alguna que otra molécula de Newton.
Saludos!! No dejes de hacer esto nunca!
Jeje, bueno, quería escribir algo ligero, pero lo que cuento es verdad. Nuestros átomos son los mismos que llevan pululando en nuestro planeta desde su nacimiento, y las posibilidades de que los compartamos son en realidad altas. Eso sí, desgraciadamente, como bien dices, es posible que también nos hayan tocado átomos de personajes perversos. Lo único bueno es que dudo mucho que tengan alguna influencia en nuestro comportamiento.
Muchas gracias nuevamente y feliz semana!
Un besín.
Interesante y aleccionador artículo. Con tu permiso yo aún iría más allá. Como dijo Carl Sagan, somos polvo de estrellas. Nuestros átomos provienen del interior de las estrellas o de la explosión de alguna supernova y cuando acabe nuestro tiempo volverán al espacio de donde provienen. Quién sabe si serán reutilizados para reencarnar algún organismo extraterrestre…
Este artículo y el de los «chemtrails» le han dado una cierta nota esotèrica al blog que resulta refrescante al regreso de las vacaciones. En cualquier caso, siempre dan que pensar…
Saludos cordiales.
Hola Ricard,
el buen Sagan sabía de lo que hablaba, y no niego que muchas de sus ideas se hayan colado en mi pensamiento. Somos, como bien dices, «polvo de estrellas», pues la gran mayoría de nuestros átomos nacieron en el núcleo de una estrella o al momento de su muerte en una supernova.
Me apetecí contar esto desde hace tiempo, y me alegra que te hayan gustado. Te deseo un buen regreso de las vacaciones.
Muchas gracias, como siempre, y un cordial saludo.