Fue hace ya un par de décadas que fui por primera vez a un IKEA, en San Diego, recomendado por una amigo cuando le dje que quería comprarme una cama. Desde entonces, en California, Alemania o Madrid, he comprado todos mis muebles en la célebre tienda azul y amarilla. Y no sólo eso, estanterías, ropa de cama, accesorios de cocina, vajillas, lámparas y hasta algunos de los pocos ornamentos que tengo en casa, todo con su respectivos nombres raros. Siempre me llamó la historia de éxito de esta compañía, cuyos inicios me contó mi tío Gregorio, pero hace poco me encontré una biografía de su dueño y fundador, y me encontré con algunas sorpresas.
Para empezar, y esto es un dato bien conocido, el nombre de IKEA es un acrónimo formado por las iniciales de su fundador, Ingvar Kamprad, la granja en la que nació y se crió, Elmtaryd, y la aldea más cercana a dicha granja, Agunnaryd, un hecho que demuestra el cariño del empresario por su tierra, aunque su abuelo paterno fuese alemán y en la actualidad su empresa tenga su sede fiscal en los Países Bajos. Cuenta la historia oficial, tanto la que muestra la página web de IKEA como la biografía escrita por el periodista sueco Bertill Torekull, en la que participó Kamprad, que de niño siempre quiso ser empresario, y que a los cinco años ya estaba vendiendo cerillas a sus vecinos. Pronto se dio cuenta de que podía comprar las cerillas a menor precio en Estocolmo y, aunque las vendiera baratas, seguía llevándose una buena tajada. Al poco tiempo había expandido su línea de negocio para incluir bolígrafos y lápices, medias de seda, adornos navideños, relojes y semillas.
Parece que Ingvar fue un buen estudiante, pues al terminar el instituto su padre le regaló una cantidad de dinero como premio por sus buenas notas, cantidad que utilizaría para fundar IKEA en 1943, en plena guerra mundial (Suecia era neutral) y con 17 años. Ingvar centró su modelo en las ventas por correo, y en los precios bajos, lo que pronto le ganó una buena clientela. Fue en 1948 que IKEA entró en el negocio de los muebles, nada de extrañar en un país que sigue siendo el tercer productor de madera en el mundo, después de Canadá y Rusia, y con una larga tradición artesanal. Los muebles salían de las manos de carpinteros que vivían en los bosques cercanos a la aldea de Agunnaryd, y tuvieron una gran aceptación. Aún así, Ingvar vio la oportunidad de expandir, y creó el primer catálogo IKEA en 1951. Dos años después abría su primera sala de exposiciones en Älmhult, donde los clientes podían ver los muebles, y tocarlos, y hacer pedidos.
Para entonces Ingvar estaba teniendo problemas con la competencia por vender a precios tan bajos, (¡qué horror!), y había conseguido que varios proveedores dejaran de vender a IKEA. La solución, diseñar y construir sus propios muebles. Y luego dicen que la competencia no es buena. En 1956 llegaría ese momento de epifanía que cambiaría IKEA para siempre dándole ese toque que la diferenciaría del resto de comercializadores de muebles. Esa sería la historia que me contó mi tío.
Un día, uno de los primeros empleados de la empresa, que ya actuaba de vendedor, tenía que llevarse una mesa, de nombre LÖVET, en su coche. Al ver que no cabía bien y por temor que la pieza se dañara durante el trayecto, se le ocurrió quitarle las patas. Nacía así el concepto del “paquete plano” y ensamblaje in situ que se aplica a casi todos los productos de IKEA. La idea no sólo facilitaba el transporte, también reducía el espacio necesario de almacenamiento y permitía que el cliente pudiese llevarse el mueble en cuestión el mismo día, sin tener que esperar a que un camión se lo llevara a casa. El éxito fue rotundo.
En 1958 llegó al primera tienda IKEA donde los clientes podían ver y comprar sus productos, también en Älmhult. No presentaba aún la disposición en forma de “camino” por la que los marchantes recorren todas las zonas de la tienda, pero ya incluía elementos como la separación de zonas de exposición y compra, los famosos lápices para ir anotando los nombres de los productos que se deseaba comprar y un área de accesorios para el hogar. Pocos creyeron que una tienda tan grande enclavada en un pequeño pueblo pudiese tener éxito, pero Ingvar la construyó y la gente llegó.
En los años 60 se cumplieron más hitos. El primer restaurante, con sus célebres albondiguillas suecas (1961); las primeras tiendas fuera de Suecia, en Noruega (1963) y en DInamarca (1969), el uso de conglomerados (1968), la primera gran tienda en Estocolmo (1965). El imperio IKEA crecía, y su dueño se hacía millonario en el proceso.
La figura de Ingvar Kamprad es objeto de mucha especulación debido a su propio secretismo. Nadie sabe a ciencia cierta cuánto dinero tiene, las cifras varían entre 3,500 y 43,000 millones de dólares, según la fuente. El misterio reside en el hecho de que la estructura fiscal de IKEA está construída sobre una serie de fundaciones que no obligan a su dueño a publicar sus beneficios. En mi opinión, nada nuevo. Más extraños son algunos de los comportamientos de Kamprad.
Muy conocida es su afición por la eficiencia y la reducción de costes en la empresa y en su vida privada. Hasta al menos el años pasado (2014), conducía un Volvo 240 del año 1993 (aunque se sabe que en su juventud condujo un Porsche), vuela sólo en clase turista y supuestamente recicla las bolsitas de té y se guarda los sobrecitos de sal y azúcar que dan en los restaurantes. A menudo se le ve comiendo en alguna de sus propias tiendas donde la comida es bastante barata, y compra regalos de navidad en las rebajas después de la temporada, para regalarlos al año siguiente.
Su vida no está falta de controversia. En los años 70 surgieron unos documentos que mostraban que durante la Segunda Guerra Mundial había pertenecido a una asociación fascista, para la que reclutó miembros y recaudó fondos. Kamprad admite en su autobiografía que aquel fue el peor error de su vida. Como cualquier otra empresa de éxito, IKEA ha sido el blanco de los activistas sociales y de innumerables demandas laborables y de urbanismo, además de las propias críticas al fundador por su falta de transparencia y su tacañería. Como ejemplo, la Fundación INGKA que fundó en 1982 como institución benéfica, en la actualidad con un fondo de 46 mil millones de dólares, destinó a causas benéficas tan sólo 45 millones en 2010.
La vida de Ingvar Kamprad está llena de claros y oscuros. Por una parte, se le reconoce su gran visión de negocio y el éxito de IKEA, la mayor mueblería del mundo, 301 tiendas en 37 países con 16,000 empleados y 23,000 millones de dólares en ventas en el año 2010; por otra, su aparente falta de empatía. Me quedo con sus mesas, estanterías, cortinas sartenes y platos. Allá él con su vida, no seré yo quien tire la primera piedra.
Nota: No conozco a nadie que trabaje en IKEA y nadie ha patrocinado esta entrada.
Lamentablemente por estos pagos no la tenemos. La que la imita por aca no tiene nada que ver. Un fuerte abrazo.
Hola Christian,
pues sí que os vendría bien. IKEA es barato y tiene buen diseño, sus muebles duran un montón, y si los quieres cambiar, los regalas, pues te costaron tan poco que no te duele. Y no sólo hay muebles! espero algún día te pases por aquí y te sirvo unos margaritas en su copas…
Muchas gracias Deimos, Un abrazo…
Hola Jesús,
yo conozco IKEA desde hace cosa de 20 años y me pregunto…¿quién no tiene algún mueble de esa tienda? Bueno, siempre habrá alguien que piense que ese material no va con él aunque nadie puede negar que en lo que a calidad-precio se refiere no tiene competencia. No sabía de su fortuna (aunque me la podía imaginar) ni tampoco de su carácter tan «especial», que por otra parte me parece mucho mejor que la de otros muchos ricos empresarios, pero con su empresa da trabajo y oportunidades a personas de todo el mundo, sin olvidarnos de los clientes.
Creo que precisamente en estos días IKEA tiene un problemilla con el reino de Marruecos… espero que se solucione pronto porque como siempre los perjudicados son las personas.
Un abrazo en azul y amarillo.
Hola Francisco,
las únicas personas que se me vienen a la mente sin un mueble de IKEA, son mis tías de más de 90 años, jeje, creo que sus muebles son de antes de la guerra. Ya en serio, es una empresa enorme, que como bien dices, da empleo a muchas personas, y permite que las clases medias puedan comprar muebles de diseño a buen precio. Respecto a su fundador, cada quien con su vida, es verdad que tiene algunos comportamientos algo extraños, pero quién no? Como le digo a otro lector, espero poder servirte pronto algún margarita en una de sus copas…creo que ya no falta mucho.
Muchas gracias y un abrazo.
Siempre es un placer leer tus artículos y comentar en ellos. Aprendo mucho contigo, ya lo sabes. 😉
Y yo con los tuyos, y me disculpo desde aquí de no haberme pasado hace rato, te he leído, pero estos días de comienzo de curso son un infierno para mí, si a eso le sumo la mudanza hace un mes, y las dos visitas que he tenido, ya te imaginarás. Pero volveré más pronto de lo que te imaginas.
Un abrazo.
Ningún problema, ya sabes que tenemos blog para muuuucho tiempo. 😉
Falta explicar cómo Ikea solo paga el 0,002% de impuestos a nivel mundial http://debate21.es/2015/01/17/de-como-ikea-paga-el-0002-de-impuestos-a-nivel-mundial/
Pues no sé si sea cierto Ars, pero no los culpo, pues no entiendo por qué los gobiernos tienen que confiscar parte de las ganancias de una empresa que las ha ganado legalmente. Yo haría lo mismo.
Muchas gracias por comentar. Un saludo.