Es sólo una coincidencia que tuviese listo para hoy este artículo, en un día en el que las gentes de bien están de luto por la masacre terrorista en París. Tuve que editar este párrafo porque no puedo ocultar mis sentimientos de rabia e impotencia ante la barbarie, la imbecilidad y el odio que algunos profesan a la vida, la libertad y el progreso. No es mi intención aprovechar la desgracia para conseguir más visitas ni mucho menos, pero el tema viene al pelo, pues lo sucedido ayer viernes es una muestra más de que el mundo es un lugar salvaje, despiadado, y que nuestra sociedad, como parte de la naturaleza que es, no es ni mucho menos armoniosa, sino todo lo contrario. Nuestro planeta y el universo en general, son espacios donde reinan el caos, la violencia y el desequilibrio. Ese mundo que a veces nos pintan de armonía y consonancia simplemente no existe, y no es culpa del hombre.
La naturaleza no busca el equilibrio.
Desde niños nos enseñan que cuando algo altera la cadencia de lo que nos rodea, la naturaleza encuentra una manera de volver a la situación anterior o de buscar un nuevo equilibrio entre las fuerzas que la componen. Puede que esto ocurra en ocasiones (temporalmente porque siempre ocurrirá algo que vuelva a romper el equilibrio), como cuando algunos dicen que las muertes humanas en una catástrofe natural es el método que busca la Tierra para volver a su estado “natural”, original. Yo mismo he caído en ese error, que lo es, porque ni la naturaleza ni ninguno de sus elementos busca nada, no tiene ningún plan, ningún fin, las cosas simplemente ocurren como resultado de las fuerzas que actúan en el universo, la gravedad, la velocidad, la energía; física y química; la evolución. Cuando una especie animal domina otra para luego ser devorada por una tercera o se muere de hambre por haber acabado con su principal fuente de alimento no es el resultado de ningún plan, es sólo un evento lógico, una consecuencia. La Tierra, el universo, la naturaleza, no piensan, y mucho menos buscan nada.
El mundo es caótico.
Desde el inicio de los tiempos, todo lo que ocurre en el universo es el fruto de miles de millones de casualidades. No hay orden, no hay hoja de ruta. Si nace una estrella es sólo porque en un punto en el espacio y el tiempo cantidades ingentes de átomos se juntan, se atraen, hasta que las fuerzas hacen su trabajo. Puede que si un grupo de esos átomos no hubiese llegado al mismo sitio y al mismo tiempo la estrella no se hubiese formado, y puede que el nacimiento de otra estrella cercana robase parte de la fuerza de la nebulosa, que a punto de convertirse en astro, termina siendo devorada. Nuestro planeta es un gran ejemplo de cómo las coincidencias dan un resultado inesperado. Si la Tierra se hubiese formado unos cuantos millones de kilómetros más cerca o más lejos del Sol, seguramente no podría albergar vida. Si el núcleo de nuestro hogar no estuviese hecho mayoritariamente de hierro no tendríamos ese campo magnético que nos protege de la radiación solar. Y no estaba planeado.
El mundo es salvaje.
Una de las grandes insensateces que he escuchado a lo largo de los años es eso de que la vida de nuestros antepasados transcurrió en un entorno en armonía con la naturaleza y que debemos trabajar para volver a ese estado. Una falacia como la copa de un pino, pues nunca ha existido dicha armonía. La “Madre Naturaleza”, como a veces la llamamos empujados por la admiración, el respeto y el miedo, no siempre se comporta como una madre. El universo es violento, “salvaje”, y la vida también. Una galaxia absorbe a otra, los agujeros negros se tragan y destruyen todo lo que esté al alcance de sus fuerzas gravitatorias. Un animal se come a otro, una planta le quita los nutrientes a otra vecina que puede no sobrevivir. Muchas especies a lo largo de la historia han extinguido a otras, en esto no somos diferentes, tan sólo en la velocidad con que lo hacemos. El planeta regurgita lava, ahogando la vida, se mueve, destruyendo ecosistemas y nuestras ciudades, todo lo que encuentra a su paso. Que surjan nuevos entornos y que la vida vuelva a nacer es sólo el efecto, irónicamente, de las fuerzas de la naturaleza, pero sin que estas tengan un objetivo o busquen un equilibrio.
La violencia innata del hombre.
El hombre siempre ha vivido rodeado de violencia, y en muchas ocasiones reacciona con la misma fuerza. Si los leones o los lobos matan a nuestros pequeños, nosotros los matamos a ellos; si una bacteria o un virus nos enferman, buscamos una medicina para destruir dichos organismos que nos atacan, como haría cualquier otra especie. No hay de otra. No podemos negociar con las fieras para que dejen en paz a nuestros cachorros, no podemos hablar con las bacterias para pedirles que por favor no nos infecten, no podemos rogarle a los volcanes para que no destruyan nuestros campos de cultivos. Lo único que podemos hacer cuando no podemos cambiar las cosas es protegernos, adaptarnos al entorno, en espera de que la tecnología nos provea de otra solución.
Como parte integral de esa naturaleza, el hombre es violento. Así nacemos y así moriremos. Lo único que nos mantiene más o menos en orden es que hemos desarrollado una serie de reglas para evitar que nos matemos los unos a los otros. Hemos construido sociedades en las que, por nuestro propio interés y no por altruismo, nos vigilamos mutua y constantemente para que nuestros instintos no destruyan la convivencia. La tragedia de ayer en París, como otras, sucedió porque algunos humanos no respetan esas reglas sociales, porque sus dictados religiosos y fanáticos están por encima de cualquier entendimiento que nos permita vivir tranquilos. Los terroristas actúan como animales, porque eso es lo que son, y no hay mucho que podamos hacer para cambiarlos, sólo nos queda retirarlos de la sociedad encarcelándolos, o destruyéndolos, que serían acciones muy en sintonía con nuestro pasado y con nuestro instinto protector.
No existe la armonía en la naturaleza.
El universo es caótico y violento, y no busca ni encuentra el equilibrio. Estos dos conceptos, armonía y equilibrio, han sido creados por el hombre para explicar algo que buscamos en nuestras vidas. El problema es que las emociones y aspiraciones humanas no sirven para explicar, y mucho menos cambiar los procesos físicos, químicos o biológicos. Ahora bien, si alguien cree que lo que sucede en el universo es el plan de un ser todopoderoso, superior, no tengo nada que decirle, ni a favor ni en contra. La religión es una cuestión de fe, y de eso tengo poco, pero cada uno es libre de creer en lo que quiera y no soy yo quien le pueda contradecir. Aquí sólo puedo hablar de lo que puedo ver, sentir, comprobar. Puede que me equivoque, pero eso no lo sabré en vida.
Todo nace, todo muere y todo mata. La naturaleza es dinámica, cambiante, anárquica. No hay orden, no hay estabilidad. No podemos vivir en armonía con la naturaleza por la sencilla razón de que esta no existe. Vayámonos acostumbrando.
El horror no apagará la luz que proyecta París. ¡Muy buen artículo!
Así es Manoloprofe, los intentos de los terroristas serán vanos. La verdad y la justicia siempre triunfan, aunque tarden un poco.
Mil gracias como siempre y un abrazo!
Hola Jesús,
hoy el mundo vuelve a estar un poquito más de luto (de lo que está habitualmente) Pero, ¿qué cuesta vivir en paz con nuestros semejantes? Por favor ¡basta ya! Esto no lleva a ninguna parte. Dicen los del EI que la batalla que están librando es la última que verá la Tierra, y me pregunto… ¿y porqué quieren que sea la última? En fin…
Volviendo a tu artículo, me has hecho reflexionar, y mucho. Nos creemos grandes, superiores, pero no somos más que un granito de arena en esa inmenso desierto que es el Universo.
Un abrazo, triste en esta ocasión.
Hola Francisco,
en verdad es un día muy triste. Nadie entiende esta barbarie, esta ola de destrucción impulsada por el odio. La única explicación es el lavado de cerebro que algunos reciben por parte de unos locos. Desgraciadamente, siempre habrá violencia, porque esta es un factor integral de la naturaleza. Lo que duele es que esa violencia sea provocada por unos seres hacia sus congéneres. No somos nada, tienes razón, pero nos creemos los reyes de la creación.
Mil gracias como siempre y un cordial saludo.
A de haber algún estudio científico sobre esa naturaleza violenta del hombre. q recuerde hasta he visto experimentos con ratas hormigas monos y humanos q refutan este articulo poco científico.
Hola Eduardo, ¿puedes referirme a esos artículos que refutan mi sentencia de que la armonía no existe en la naturaleza? No entiendo bien que tienen que ver aquí hormigas y monos.
Gracias y un saludo.
Excelente post, como siempre, para digerir y reflexionar.
Muchísimas gracias Oscar, especialmente con uno de estos artículos que no gustan a mucha gente… 😛 Creo también, como dices, es un tema para reflexionar. Espero ayude de algo
Un abrazo!
Ese tema puede ser tomado como ofensivo por todos los que tengan alguna creencia religiosa, por que contradice mucho de lo que predican y nos ubica en la realidad que somos, algo microscópico comparado contra el todo que es nuestro planeta y el universo, de los cuales no tenemos ningún control, sino lo contrario, nosotros somos los controlados.
Así es Oscar, algunos se han ofendido, pero no sólo los religiosos, también algunos de los llamados «ecologistas», pues creen que mi intención es menospreciar la naturaleza para justificar su destrucción. Tengo clarísimo que el hombre no es más que una insignificante criatura en este universo, aunque nos creamos los «reyes de la creación». Espero que algún día todos nos veamos como lo que somos.
Muchas gracias nuevamente y un cordial saludo.
La búsqueda de la armonía no corresponde a la dimensión de las ciencias naturales, sino a la de la cultura. Puede promoverse tal búsqueda sin necesidad de apoyarla en las ciencias naturales. Es un propósito humano. Aunque hagamos parte del universo, una vez ganada la conciencia, no tenemos por qué seguir innecesariamente lo que nos parece que son sus leyes.
Hola Rodrigo,
cuando me refiero a la mentada «armonía de la naturaleza», lo hago desde el punto de vista científico, no de la filosofía El hombre es una de los millones de especies que pueblan nuestro planeta, poco más que un agrupamiento de átomos que, a nuestra muerte, serán reciclados. Dudo mucho que algún día podamos ignorar las leyes de la naturaleza, son mucho más poderosas que nosotros, y no están predispuestas al orden, sino al caos. En todo caso, te agradezco mucho tu colaboración, es un punto de vista interesante.
Un cordial saludo.
Hola Jesús Galrza
Plenamente de acuerdo con tu artículo, la violencia como aspecto inherente a la vida en todas sus manifestaciones (flora y fauna), estimo que la especie humana al haber transitado millones de años es para saber diferenciar el equilibrio y la armonía del terrorismo y la maldad.
Hola Genaro,
Creo que lo poco que sabemos del origen, historia y actualidad de nuestro universo, muestra su indiscutible naturaleza violenta. No con elo quiero justificar el terrorismo, como alguno me ha acusado de hacer, no. Lo que digo es que somos violentos, pero que algunos hemos aprendido a vivir en sociedad bajo unas reglas de respeto mutuo. Otros, que por lo visto no han evolucionado mentalmente, siguen creyendo que es válido utilizar la violencia para alcanzar sus objetivos políticos. Triste, y poco podemos hacer. Siempre habrá alguno que quiera aprovecharse de otros.
Muchas gracias por tu amable comentario.
Un cordial saludo.
Ah, descreído. ¿Está al tanto el Papa de esas conclusiones?
Siempre he creído que lo que da grandeza al esfuerzo humano y su uso de la razón es ese sinsentido de todo, esa falta de planificación, Una grandeza, que como muy bien apuntas, quedará en el olvido cuando suceda lo inevitable, pero hasta entonces… que nos quiten lo bailao y a seguir siendo grandes,
Jeje, dudo amiga Salvela que el papa esté muy al tanto de estas cuestiones. Probablemente conozca a George Lemaitre el cura y astrónomo belga y asesor del vaticano en ciencia que nos dejó el Big Bang…
Coincido contigo en que el ser humano se crece antes el caos de la naturaleza, si todo fuese armonía, no necesitaríamos aprender a superarnos. Ahora bien, creo que cuando ocurra «lo inevitable», ya habremos escapado de este planeta y colonizado otros. ¿Seguiremos siendo la misma especie para entonces o habremos evolucionado aún más? No lo sé, pero me encantaría ser testigo de ello… 😛
Mil gracias por tu comentario. Un cordial saludo.
Sólo una pregunta, ¿tú eres violento y egoísta, tal como los terroristas?
Hola Daniel,
por naturaleza, todos somos violentos y egoístas, pero logramos reprimir nuestros instintos para poder vivir en una sociedad sin matarnos unos a otros, como hacíamos antes en mayor medida. Ahora bien, los terroristas no aceptan esas reglas y utilizan la violencia para imponer sus idea políticas, lo cual encuentro despreciable.
Gracias por comentar.
¡Brillante! Pocas veces se lee un artículo tan claro y contundente.
Muchas gracias Alberto! Tu comentario me halaga, y me da fuerzas para seguir trabajando en esta dirección. Hoy que estoy un poco enfermo, con leerte me he llenado de fuerza para escribir el artículo de hoy. Mil gracias y un abrazo!
Muy bueno tu artículo.
Creo en el gran saber y la inteligencia del Papa…No ignora absolutamente nada…No soy católica, quiero ser imparcial.
Un fuerte abrazo.
Hola Stella,
no conozco al Papa personalmente, pero quiero imaginar que es un hombre bien educado y que algo sabrá. Los curas católicos no son necesariamente anti-ciencia, creo que depende de su grado de formación. De hecho, y como mencionaba a otro comentarista, fue un cura quien desarrolló la teoría del Big-Bang, y el papa Paulo VI se lo recompensó con una posición de asesor científico en el Vaticano. Los días de Galileo ya quedan muy lejos.
Gracias como siempre por tu amabilidad al pasarte por estas páginas. Te deseo el mejor de los días. 😉