Primera Parte: Antecedentes de una jugada maestra.
Pocos en el mundo occidental son incapaces de reconocer la imagen del ambicioso y más célebre de los calvos. Es, sin duda, uno de los personajes más famosos de la historia, y razones no faltan. Fue él quien conquistó la Galia, aumentando el tamaño de Roma en más de un tercio en na jugada maestra. Dicha campaña la describió en sus Commetarii de Bello Gallico, uno de los textos de la antigüedad que mejor han sobrevivido hasta nuestros días y del que tanto hemos aprendido de Roma; fue él también quien dispuso la organización del calendario Juliano, apoyado en la ciencia; asimismo, fue Julio César quien acabaría dándole la puntilla a la ya podrida República.
Y entre tantas batallas políticas y militares, destaca una por ser no sólo la que terminó de pacificar la Galia, sino también por demostrar mejor que ninguna otra las facultades estratégicas de un general que nunca perdió una guerra, Alesia.
Julio César Consul
La carrera política de cualquier romano tenía su cúspide en el consulado, una institución bicéfala en la que sus dos miembros eran elegidos por un año. En términos contemporáneos, podríamos decir que el consulado era el poder ejecutivo de la República Romana. Julio César fue electo Cónsul en 59 a. de C., junto con el menos conocido Bibulus y con el apoyo financiero de Marco Licinio Craso, otra jugada maestra.
Al final de su mandato, era costumbre que un Cónsul fuese nombrado gobernador de alguna de las provincias, y en el año 58, Julio César asumió tal posición en la Galia Transalpina, la actual Suiza con la zona alpina de Francia. La diferencia en el nombramiento de Julio César como procónsul, es que este logró que el Senado extendiera el establecido periodo de un año, hasta los diez. Además, tendría absoluta autoridad en la provincia y el mando de dos legiones.
Expansión
Se ha discutido mucho por dos milenios si la estrategia de César para conquistar la Galia fue algo premeditado o, como él mismo explicó, el resultado de su labor para defender territorio romano. Como fue, Julio César aprovechó algunas escaramuzas entre tribus vecinas con la intención de pacificarlas.
El resultado final fue una intervención en toda regla que cambiaría el mapa político del continente. Sus críticos creen que todo fue un plan urdido por él mismo para tener una excusa para iniciar una campaña de conquista, una hipótesis válida, pero que para el tema que hoy nos ocupa es lo de menos. Provocada o no, la intervención de César en la Galia es una realidad.
Una por una fueron cayendo las tribus galas, algunas siendo completamente aniquiladas mientras que otras se protegían bajo el manto romano. Para el año 54 a. de C., la mayor parte de lo que ahora es Francia estaba en manos de Julio César, quien comenzaba a tener problemas con sus socios de Triunvirato, su protector Craso y el general estrella Pompeyo.
Luego, durante el invierno del año 54 al 53, los eburones se rebelaron y destruyeron la Legio XIV Gemina, al mando de uno de los favoritos de César, Quintus Titurius Sabinus, lo que redujo las tropas del Imperator en un 25%. La situación llegaba en el peor momento, pues la ruptura con Craso y Pompeyo impedía que César recibiera hombres de refuerzo. Aún así, marchó con las legiones disponibles y logró retomar el control de la Galia, al menos temporalmente.
Rebelión organizada.
La derrota a mano de los eburones hizo ver al resto de las tribus galas que los romanos no eran invencibles. A finales del verano del año 53, los heduos convocaron una reunión de los líderes de las tribus galas con la intención de unirlas en un esfuerzo concertado contra Roma.
El consejo eligió al líder de los arvernos, Vercingetorix, como comandante de los ejércitos galos unidos. Mientras tanto, Julio César se dirigió a la Galia Cisalpina (norte de Italia) para pasar el invierno e intentar restablecer su poder en la capital. Pronto le llegarían las malas noticias.
El 13 de febrero del 52, los carnutes asesinaban a todos los ciudadanos romanos en la ciudad de Cenabum (la actual Orleans), y en poco tiempo la masacre se repetiría en todas las ciudades galas de importancia. Recibidas las noticias, y aún en pleno invierno, César volvió con todas sus tropas a la Galia Central, dividiéndolas en dos ejércitos, el primero al mando de Titus Labenius para luchar en el norte contra los parisii y los senones y el segundo con César a la cabeza, para perseguir a Vercingetorix.
El galo había reconquistado Gergovia, de la cual le había expulsado el mismo César unos años antes. Se trataba de una ciudad construida sobre una colina, lo cual la hacía una plaza fácil de defender. Los romanos llegaron y levantaron un sitio alrededor, pero debido a su inferioridad numérica, César prefirió no lanzar un ataque frontal. Al mismo tiempo, los heduos, quienes César aún creía de su lado, lanzaron un ataque contra las líneas de abastecimiento romanas que supuestamente ellos protegían. César marchó con cuatro legiones y derrotó a los heduos, y volvió a Gergovia para continuar el sitio. Jugada maestra como pocas.
Rumbo a Alesia y a su jugada maestra
Sabiendo que sería casi imposible tomarla por la fuerza, César intentó engañar a Vercingetorix, atacando varios de sus campamentos para luego retirarse y atraer a los galos a una posición más cómoda para las legiones. El problema fue que, después de conquistar tres de dichos campamentos, la orden de retirada no fue escuchada por todas las legiones, y algunas se lanzaron contra Gergovia creyendo que los galos estaban debilitados.
El resultado fue desastroso y César perdió 46 centuriones y 700 legionarios con más de 6,000 heridos, por lo que levantó el sitio y volvió al territorio de los heduos para reorganizarse.
Durante el verano, César utilizó la caballería germánica para acosar a los galos y consiguió desperdigarlos aún cuando estos contaban con más hombres. Por alguna razón, Vercingetorix pensó que aún no era el momento de enfrentarse directamente con los romanos y reagrupó sus tropas en Alesia, la capital de los Mandubios. Julio César llegaría poco después y levantaría el sitio, aunque esta vez lo haría de una manera inédita.
Hola Jesús,
Julio César siempre es un personaje que apasiona. Su ingenio, convicción y capacidad táctica le hacen entrar en el Olimpo de los grandes Generales de la Historia, aunque puede que uno de los motivos que le hacen destacar entre todos ellos sea la trascendencia histórica que tuvieron sus victorias. Como siempre consigues con tus artículos además de aprender me haces disfrutar de su lectura.
Saludos y espero el siguiente.
Hola Francisco,
los muchos talentos y defectos de Julio César y la influencia que tuvo en el devenir de la historia lo convierten sin duda en un personaje imprescindible. Bien dices que la trascendencia histórica de sus victorias es lo más destacable. Sin sus acciones, probablemente Roma no hubiese llegado a ser lo que fue, y él lo sabía. Al igual que me sucede con Alejandro de Macedonia, no soy un gran fan de JC como persona, pero el legado del romano si perduró, y de hecho, sentó las bases de la civilización occidental moderna.
Muchas gracias por tu amable comentario. Un saludo cordial.
El «cerco interno» y el «cerco externo». Alesia, año 52 a.C. Esperamos la segunda parte.
Un abrazo Jesús.
Hola Ernst,
ahora que finalmente te respondo ya puedes leer la segunda parte (quiero pensar, en mi arrogancia, que ya la has leído). Como siempre digo, no soy un gran fan de los generales, pero tengo que reconocer que en este y en otros casos, Julio César demostró saber muy bien lo que hacía, además de tener la ambición y el arrojo a la hora de la verdad. Alessia fue un momento histórico, y en inferioridad de condiciones JC supo darle la vuelta a a tortilla, y de paso, cambiar la historia de Europa.
Un abrazo colega!
Muy interesante; saludos…!!!!
Muchas gracias Gonzalo! Un saludo cordial…
Suspenso, a la espera de la segunda parte….
Hola Carlos, para cuando te respondo este comentario, ya podrás haber leído la segunda parte. Espero te guste. Un abrazo!
Buenisimo
Muchas gracias Luxaragor (y qué nick tan interesante!). Un cordial saludo.