El “No pasarán” original.

Continúa de la Segunda Parte.

Dos hombres vieron sus leyendas forjadas en los campos de batalla de Verdún; dos soldados cuyos finales divergieron sus cauces, uno murió y quedó como héroe eterno, el otro fue encumbrado al Olimpo para más tarde caer al Hades. Ambos contribuyeron a detener el avance alemán, uno desde el espíritu y el otro desde la fuerza. Estos últimos días hemos visitado los acontecimientos de lo que sería la primera gran carnicería moderna, en la que cientos de miles de soldados franceses y alemanes sucumbieron a la industrialización de la artillería, y a la perversidad de generales sin escrúpulos. Hoy hablaremos de estos dos personajes y de su significativa influencia en el resultado de la batalla, considerable en ambos casos, moral y físicamente.

El héroe eterno

Émile Driant fue la primera baja de un oficial de alto rango en la Batalla de Verdún. Apenas el segundo día del ataque, una bala le alcanzó en el pecho cuando se había detenido en la retirada para ayudar a un soldado herido. Muy pronto su historia llegó a la prensa y su muerte y sacrificio serviría a la propaganda francesa para alentar el espíritu de la defensa.

Émile Driant era un especie de Churchill francés. Militar de carrera, había pasado a la vida civil como periodista y novelista de éxito antes de entrar en política. Cuando estalló la guerra en 1914, pidió su reintegro en el ejército y fue Émile Driantenviado, con el rango de Teniente Coronel, a la zona de Verdún. Aprovechando su condición de diputado, no tardó en hacer públicas sus quejas sobre el estado de la defensa de la ciudadela, cuyas fortificaciones habían sido desmanteladas de sus mejores cañones por el Mariscal Joseph Joffre, quien creía que aquellas ya no eran tan eficaces ante el poder de la artillería alemana. Los lamentos del político-soldado cayeron en oídos sordos. El 21 de febrero, el primer día de la batalla, Driant lideró a sus dos regimientos de chasseurs (cazadores de montaña) en la defensa del Bois de Caures, justo en el centro del ataque alemán. El bosque recibió una de las principales andanadas de fuego iniciales y fue prácticamente destruido, por Driant y sus hombres mantuvieron las líneas hasta la tarde del segundo día, retrasando el avance los suficiente para que llegaran refuerzos. Aún puede visitarse el monumento a Driant y sus hombres en el punto exacto en que cayó.

El ángel caído

La carrera militar de Henri Philippe Pétain distó mucho de ser ejemplar en tiempos de paz. estudiante e instructor en la Academia Militar de St Cyr y luego de la École Supérieure de Guerre, en cuatro décadas no superó el rango de coronel. Poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, incluso había comprado una villa para jubilarse, siendo avisado de que no llegaría a general. Pero la guerra lo cambió todo. En los primeros días se distinguió en la Batalla de Guise y fue ascendido a general de Brigada para tomar el mando de la 6ª División a tiempo para la Primera Batalla del Marne. En octubre de 1914 fue nombrado Comandante del XXXIII Cuerpo y para julio del siguiente año ya estaba al mando del 2º Ejército, al que casualmente le correspondía la defensa de Verdún.

A pesar de ser un soldado de infantería, Pétain sentía un gran respeto por la artillería. -¡El fuego mata! (le fue tue!)- decía, y desde el principio ordenó que se emplazaran más baterías en las colinas circundantes de Verdún. Pétain también tenía una gran reputación como “mago” de la logística, y lo demostró como pocos en aquella La voie sacreeoportunidad. Para entonces, verdún estaba rodeado en tres de sus flancos, y tan sólo una antigua vía de tren llegaba a la ciudadela, paralela a la cual corría un camino secundario de tan sólo cinco metros de ancho. Pétain organizó entonces un sistema de transporte de pertrechos y hombres tan eficaz que pasaría a la historia. En los 25 kilómetros de recorrido, Pétain situó a equipos de zapadores que, en caso de que alguno de los miles de vehículos se averiase, lo retirarían en cuestión de minutos para no interrumpir el flujo. Todos los días y durante varios meses, 6,000 camiones llevarían 25,000 toneladas de material al frente, gracias a las cuales la lucha pudo continuar. Después de la guerra, el camino sería bautizado como la Ruta Sagrada (Voie Sacree).

Pétain instituyó también un sistema de rotaciones de hombres llamado la Noria. Cada dos semanas, los soldados del frente eran sustituidos por tropas frescas para darles descanso, y levantar la moral. Fue él quien dijo a su estado mayor, ¡On les aura! (¡les cogeremos!), pero una frase que se haría más famosa correspondió a su segundo, el General Robert Nivelle, quien cuando sustituyó a Pétain al frente del 2º Ejército dijo, ¡Ils ne passseront pas! (¡No pasarán!), frase que repetirían fuerzas defensoras en diversas guerras, incluida la Guerra Civil española. No obstante, Pétain quedaría como el Héroe de Verdún, fama y gloria que dilapidó un cuarto de siglo después cuando encabezó el gobierno colaboracionista con los nazis. Sólo el recuerdo de Verdún y su avanzada edad lo salvaron del cadalso.

El General Robert Nivelle

El General Robert Nivelle, autor de la frase ¡No pasarán!

Finalmente, los esfuerzos de Pétain reorganizando la logística, su decisión de atacar en vez de atrincherarse, los errores de cálculo de von Falkenhayn y el espíritu heroico de Driant consiguieron evitar la debacle. Ayudó en mucho que a principios de julio, un nuevo frente se abrió en los campos de Picardie, lo que obligaría a los alemanes a retirar hombres de Verdún. La Primera Gran Carnicería moderna acabó con la línea del frente casi en el mismo nivel que estaba a principios de la batalla. El coste, casi un millón de muertos, heridos y desaparecidos, pero los bouches no pasaron.

4 thoughts on “El “No pasarán” original.

    • Hola Francisco,
      estoy de acuerdo contigo.demasiadas pérdidas humanas por nada. Verdún fue una de las primeras muestras del poder de la Primera Guerra Industrial, en la que las tácticas aún no se habían adaptado al poder destructor de las nuevas armas. Poco después, la Batalla del Somme la iba a superar, algo que parecía difícil, aunque en esa ocasión sí se aprendieron las lecciones.
      Respecto al ¡No pasarán!, sabes muy bien que aquí en España es muy célebre, y algunos creen que era original de La Pasionaria, pero ya vemos que no es así. Ahora bien, y como digo en el artículo, en Verdún no pasaron… 😛
      Muchas gracias por comentar. Un cordial saludo.

  1. Falkenhayn versus Pétain. Dos estilos de actuar en la barbarie de Verdún.

    En su obsesión por desangrar al ejército francés, Falkenhayn acabó desangrando a sus propias tropas, entre las que llegó a ser más que impopular: odiado.

    Pétain introdujo un poco de «humanidad» en la carnicería. Relevos de tropas, más permisos y buena logística, aparte de un contacto directo con sus soldados. Así pasó a la historia en Verdún, como un héroe.

    Después llegó 1940 y todo cambió, a mucho peor.

    • Hola Ernst,
      dos estilos tan disimilares como las culturas que se enfrentaban en la guerra. Bien dices que la estrategia de von Falkenhayn le salió como tiro por la culata (la verdad es que no sé de dónde sacó la idea), pero como siempre, fueron los soldados de a pie los que pagaron los platos rotos.
      Y sí, Petain demostró algo nuevo por aquel entonces, y era que las vidas de sus hombres le importaban más que el almuerzo del día. Lástima que echó todo a perder en la SGM. Así es la historia.
      Muchas gracias y feliz domingo!

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