Cada 2 de febrero, en la pequeña localidad de Punxsutawney, Pennsylvania, y en otros muchos sitios menos célebres, se lleva a cabo un festival conocido como el Día de la Marmota. La premisa del evento se basa en uno de estos roedores, al salir de su madriguera, puede predecir la duración del resto del invierno: si la marmota se encuentra con un día nublado, la primavera llegará pronto; si ve su sombra porque brilla el Sol, vuelve a su madriguera porque el invierno durará seis semanas más. En España al menos, el Día de la Marmota se dio a conocer gracias a la divertida comedia de Bill Murray, traducida como Atrapado en el Tiempo (1993), pero la fama de la celebración viene de antiguo, y como en muchos otros casos, tiene su origen en festivales que mezclan lo pagano con lo cristiano, y salpimentados con folclore local y algo de mercadotecnia.
Meteorología primitiva
Es un hecho conocido que nuestros antepasados estaban bien versados en el conocimiento del clima, lo suficiente como para definir y predecir las estaciones, a nivel local, por supuesto. No tenían ni satélites, ni pluviómetros, pero gracias a sus observaciones astronómicas y al empirismo, sabían bien cuándo empezaba el frío, el calor o la temporada de lluvias. Entonces como ahora, la predicción del clima era una ciencia imperfecta a corto plazo, era y es muy difícil decir si va a llover o no dentro de tres días, pero que en enero hace frío y en julio calor (en el hemisferio norte), estaba tan claro en tiempos de los mamuts como ahora. Y no es de sorprender. Al igual que los agricultores del mundo moderno, los cazadores y recolectores del pleistoceno dependían del tiempo para su supervivencia, y conocerlo era su mejor seguro de vida.
Festival celta
Dado que los humanos somos muy dados a las fiestas, en especial a las que marcan un periodo del año, en algún momento de nuestra historia, a alguien se le ocurrió celebrar el punto medio del invierno. Sabemos que los celtas ya celebraban Imbolc para señalar el punto intermedio entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera, esto es, aproximadamente a principios de febrero. Imbolc era una especie de ritual de “limpieza” o “regeneración”, no muy diferente del pre-romano februatio, origen del nombre del mes. Imbolic era también una fecha indicada para la predicción del tiempo, y un proverbio escocés de origen gaélico lo demuestra:
“La serpiente saldrá de su madriguera
En el oscuro día de Bride (cristianizado como Santa Brígida)
Deberá haber tres pies de nieve
En la plana superficie del suelo.”
La leyenda cuenta que Cailleach, una especie de bruja de tradición gaélica, señalaba la duración del resto del invierno, si el frío iba a continuar, se aseguraba de que en Imbolic saliese el sol para así poder recoger más leña; si el día estaba nublado, Cailleach se había quedado dormida segura de que la primavera se acercaba y ya no le hacía falta más madera.
De pagano a cristiano
El festival de Imbolc sufrió la misma suerte que otros muchos rituales anteriores al cristianismo. De la misma manera que Saturnalia se convirtió en Navidad, Imbolc fue transformado por los monjes católicos en la Candelaria, basándose en parte en la tradición celta de hacer una procesión con velas en honor a Bride (Santa Brígida), además de mantener el aspecto meteorológico de la festividad. Una antigua canción nórdica muestra otra versión del futuro Día de la Marmota:
“Si la Candelaria es un día seco y agradable.
La mitad del invierno y más está por llegar,
Si la Candelaria es lluvioso y feo,
La mitad del invierno pasó en enero.»
Lo que nos dicen los animales
Como buenos observadores que eran, nuestros ancestros conocían muy bien los hábitos de las bestias que los rodeaban, si tan sólo porque así era más fácil cazarlos. Entre estas costumbres está la de la hibernación, el estado de baja actividad metabólica que algunos animales utilizan para ahorrar energía durante el invierno, la temporada de escasez de comida. Pueblos de todo el mundo aprendieron que los periodos de hibernación servían para señalar el principio y fin de la estación fría. Los celtas lo hacían con las serpientes, los inuit con los osos polares, y los alemanes con erizos y tejones, cada uno lo que tenía a la mano. Y ya nos vamos acercando al origen del Día de la Marmota.
Comienza el espectáculo
Fueron los alemanes, emigrantes en masa a tierras americanas, quienes llevaron la tradición a la colonia de Pennsylvania, aunque sustituyendo al tejón por una marmota, más abundante en la zona. El 4 de febrero de 1841, un tendero del Condado de Berks en ese estado norteamericano, James Morris, dejó en su diario la primera constancia de la celebración del Día de la Marmota:
“El martes pasado, día dos, se celebró el Día de la Candelaria, el día en que, de acuerdo con los alemanes, la marmota sale de su madriguera y, si ve su sombra, se vuelve a esconder para otra siesta de seis semanas, pero si está nublado, se queda fuera porque el tiempo será moderado.”
La realidad es que las marmotas salen ese día buscando pareja, y nada tiene que ver su ritual con el tiempo, pero así nos las gastamos los humanos cuando se trata de mezclar ciencia con tradición, y un poquito de espectáculo, pues eso es lo que causa tanto alboroto en Punxsutawney cada 2 de febrero. Cabe decir que los pobres animales tienen un récord bastante negativo en lo que respecta a su capacidad de predecir el tiempo. Según un estudio canadiense que indagó en los resultados de 13 marmotas en tantos pueblos, su índice de exactitud no pasa del 37%. Da igual, 40,000 personas visitan cada año la pequeña localidad, para ver a Phil y de paso, gastar unos dólares. Los que no pueden verlo en directo, lo hacen desde cualquiera de los muchos canales de televisión que transmiten de costa a costa un programa especial, con una duración de media hora, para ver en unos segundos si el invierno se acaba o se queda con nosotros. El mundo es un escenario…
En México se acostumbraba en ese día preparar tamales y atole, preparados con maíz el cual era símbolo de renacimiento.
Por la tarde, con las hojas de maíz sobrantes, se fabricaban muñecos que eran llevados a lo alto de las colinas y, si a Tlaloc le gustaban, haría llover como.respuestas e iniciaría el fin del invierno.
Al llegar los europeos impusieron la fiesta de la candelaria y en vez de llevar los muñecos al monte nos hicieron llevar una figura del niño Jesús a la iglesia.
En estos tiempos ya son menos los que van a la iglesia, pero hey!!! seguimos comiendo tamales y atole!!!! jajaja
Hola Paynalton,
cualquier excusa es buena para unos tamales y un atole, y no quiero pensar mucho en ellos por lo lejos que los tengo.
No conocía lo de la tradición de los muñecos hechos con las hojas de maíz, los había visto, pero no sabía para qué servían. Sin duda Tláloc sabe lo que es bueno… 😛
Muchas gracias como siempre por comentar. Un abrazo!