El 25 de marzo de 1584, Sir Walter Raleigh, el político, soldado, espía y rumoreado amante de la reina Elizabeth I de Inglaterra, recibió de esta una cédula real para la colonización de Norte América. El documento especificaba que debía establecerse una colonia en dicho territorio en un periodo limitado para no perder los derechos, y Raleigh consiguió fletar una primera expedición, que partió de Plymouth el 27 de abril de ese mismo año para explorar la zona y establecer relaciones con los nativos. El barco llegó a la isla de Roanoke, frente a las costas del actual estado de Carolina del Norte. Los comandantes Philip Amadas y Arthur Barlowe contactaron con las tribus de los Secotan y los Croatoan, y Barlowe volvió a Inglaterra con dos miembros de la última para informar a Raleigh de las condiciones y las posibilidades de establecer una colonia permanente.
Primera colonia
Un año después, el 9 de abril de 1585, una segunda y más amplia expedición partió de Plymouth bajo el mando de Sir Richard Grenville. Cinco barcos formaban la flotilla, pero poco después de partir, frente a las costas de Portugal, una tormenta separó a los buques. Como tenían un plan de emergencia, Greenville, en el Tiger, partió hacia Puerto Rico para esperar al resto. Ahí se reunió con el Elizabeth, pero el 7 de junio, cansado de esperar, Grenville decidió continuar hacia Roanoke, donde se encontró a otros dos de los barcos, el Roebuck y el Dorothy, y a los pasajeros del Red Lion, que los había desembarcado antes de partir para actuar como corsario en Newfoundland. Mientras exploraban la tierra firme, los ingleses acusaron a los nativos de la tribu de los Acuascogoc de robar una taza de plata. Como represalia, atacaron y quemaron su aldea. Aún así, Greenville dejó a 107 hombres para que construyeran una colonia en la parte norte de la isla de Roanoke, y partió de vuelta a Inglaterra con la promesa de volver al año siguiente con más colonos y suministros.
Como en abril del año siguiente los refuerzos no llegaban, y después de un segundo incidente con los nativos, algunos de los colonos aprovecharon la oferta del pirata Francis Drake, que pasó por la colonia, para volver a Inglaterra. Poco después llegó el barco de refresco, pero al encontrar la colonia abandonada, Grenville dejó a un reducido destacamento para mantener la concesión de Raleigh, y volvió también a Inglaterra.
Segunda Colonia
No dispuesto a rendirse, Raleigh montó una nueva expedición en 1587 para establecerse en la Bahía de Chesapeake, pero ordenó a su líder, John White, que pasara por Roanoke para visitar a los colonos. Cuando White llegó a la isla no encontró más que un esqueleto, pero cuando él y los pasajeros quisieron volver el barco, el Comandante de la flota, el pirata portugués Simon Fernandez, rehusó reembarcarlos y los abandonó con las instrucciones de que establecieran una nueva colonia. White restableció las relaciones con los croatoans, pero un nuevo episodio violento, en el que un colono fue asesinado mientras pescaba cangrejos en la playa, hizo ver a los colonos que su supervivencia corría peligro. A petición de los demás, White optó por volver a Inglaterra para buscar ayuda, dejando a 115 hombres y mujeres, entre los que se encontraban su hija Eleanor y su nieta Virginia, la primera niña inglesa nacida en América.
Entran los españoles
White llegó a Inglaterra en el otoño de 1587, pero a pesar de conseguir el apoyo de Raleigh para organizar el siguiente viaje, el capitán rechazó cruzar el Atlántico en invierno, por lo que la expedición se pospuso hasta la primavera siguiente. Entonces White pudo contratar a dos pequeños barcos y salió con rumbo a Roanoke. No obstante, apenas partir, los capitanes decidieron atacar a un grupo de barcos españoles y así aumentar sus beneficios, pero la aventura salió mal y los españoles capturaron el cargamento. Sin nada que ofrecer a los colonos, White volvió a Inglaterra.
Para entonces, la amenaza española de invadir las Islas Británicas preocupaba a Elizabeth y sus comandantes, quienes requisaron todo tipo de buques para la inminente batalla. Pero a pesar de que la Armada Invencible fue derrotada aquel verano de 1588, la guerra entre las dos naciones se extendió por varios años, y los barcos españoles impidieron el paso de cualquier convoy con refuerzos a Roanoke. Por fin, en 1590, tres años después de abandonar a los colonos, White volvió a tierras americanas, pero no encontró ningún rastro de los 90 hombres, las 17 mujeres y los 11 niños. Nada, ni siquiera tumbas, tampoco se apreciaba ninguna evidencia de conflicto. La única clave, la palabra “CROATOAN” grabada en un árbol.
La Colonia Perdida
Nadie más volvió a ver a los miembros de la Colonia Perdida. Raleigh y White montaron sucesivas expediciones para investigar, todas sin éxito. Durante los próximos años se establecieron varias colonias nuevas, la primera que permanecería, la de los Puritanos en Plymouth Rock, y otras en Virginia. Todas iniciaron sus propias investigaciones sobre el destino de los colonos desaparecidos, sin suerte. Los españoles también buscaron, temiendo que, como planeaba Raleigh, desde Roanoke se lanzaran ataques corsarios contra las colonias españolas en el Caribe. Tampoco encontraron nada.
Veinte años más tarde, el líder de la colonia de Jamestown, John Smith, escuchó de boca del jefe de los Powhatan (el padre de pocahontas), que él mismo había masacrado a los colonos. Sin embargo, la supuesta masacre había tenido lugar poco antes, en 1607, dos décadas después de el último contacto con los colonos desaparecidos, e investigaciones recientes han confirmado que dicha masacre tuvo lugar en otra zona. También recientemente, se ha sugerido que los colonos supervivientes de Roanoke bien pudieron haberse integrado en alguna tribu vecina. La teoría se basa en que durante aquellos años hubo reportes de “indios” de piel clara y ojos azules. John Lawson, un cronista de principios del siglo XVIII, escribió que los habitantes de la isla de Hateras (antes conocida como Croatan), le habían dicho que tenían antepasados blancos.
El mito continua
No hay ninguna evidencia fehaciente del destino de los colonos de Roanoke. Historiadores modernos le dan más credibilidad a la posibilidad de que se hubiesen mezclado con las tribus indias de la zona. Las investigaciones continúan, pues es una leyenda muy importante en la historia de los Estados Unidos. ¿Conoceremos algún día la suerte de la Colonia Perdida? Posiblemente, o posiblemente no. Mientras tanto, el mito continúa…
Interesante. La vida es una cajita de sorpresas
Pero vale la pena vivirla.
Tienes razón Luis, la vida nos da muchas sorpresas, y muchos dolores de cabeza, pero estoy de acuerdo contigo, hay que vivirla…
Un saludo.