Tengo una buena colección de documentales que ya no crece porque es más fácil y barato verlos en YouTube. De vez en cuando, ya sea porque busco algo específico o por una de esas extrañas ocasiones en que paso el plumero por las estanterías, me encuentro con algún DVD del que ya no me acordaba, y decido volverlo a ver. Eso es lo que me sucedió la semana pasada, con un vídeo llamado simplemente “La Segunda Guerra Mundial”, Capítulo I, en el que se habla principalmente de Hitler, su ascenso al poder y los primeros meses de la guerra. A decir verdad, el documental estaba lleno de errores, algunos sin importancia, pero casi al final, encontré uno que me llamó mucho la atención. Era en el tramo dedicado a la reunión entre Hitler y Franco en Hendaya, y decía que al final, el Führer se había marchado de dicha reunión “satisfecho” por haber llegado a un acuerdo favorable con el dictador español. Nada más lejos de la realidad. Si Hitler mostró algo después de reunirse con el regordete ferrolano de la voz de pito, fue frustración.
Amistad de conveniencia
No se puede decir que existiera una relación afectiva entre Hitler y Franco como la hubo entre aquel y Mussolini, por quien el austriaco sentía gran admiración. En todo caso, no hacía falta que fuesen amigos para hacer negocios, y ambos dictadores se utilizaron mutuamente para alcanzar sus propias metas; el genocida maniaco para probar sus armas y entrenar a sus tropas, y el acomplejado gallego utilizando esas armas y personal para vencer a su enemigo en la Guerra Civil Española. Sólo en una ocasión coincidieron Franco y Hitler, en la célebre reunión en Hendaya el 23 de octubre de 1940, a cuyos detalles no voy a dedicar mucho espacio porque el tema está más que trillado. No obstante, sí quiero dejar claro que, contrario a lo que dice el documental en cuestión, acuerdos pocos hubo, y satisfacción en el Führer ninguna.
Diálogo de besugos
Sobra documentación sobre los temas que se discutieron aquel sábado otoñal en el pueblo francés. A bordo del Erika (también conocido como Amerika y más tarde como Brandenburg), el tren especial de Hitler, ambos expusieron sus peticiones y escucharon las de su interlocutor, en presencia tan sólo de sus respectivos Ministros de Exteriores, Joachim von Ribbentrop y el recién nombrado Ramón Serrano Suñer, el Mariscal de Campo Keitel. Franco fue el primero en hablar, para agradecer la ayuda alemana en la Guerra Civil. Hitler le siguió, presumiendo de sus victorias en Europa, y dando por sentado que Inglaterra ya estaba derrotada, y que el futuro del continente estaba en sus manos. Franco, dijo, podía aprovecharse de esa situación.
En resumidas cuentas, Hitler quería el compromiso de Franco de entrar en la guerra en el bando del eje, y ofrecía a España la posibilidad de recuperar, por ejemplo, Gibraltar, entonces como ahora en manos de los ingleses, y probablemente ganar algunas posesiones en el Norte de África en detrimento de los franceses. A cambio, exigía bases navales en las Islas Canarias, Marruecos, Guinea Ecuatorial y la Isla de Fernando Poo, en las costas de la anterior. Franco escuchó impasible, pero cuando por fin habló no dijo lo que el Führer quería oír.
Primero, si la “Operación Félix”, la recuperación de Gibraltar, debía llevarse a cabo, tendría que ser a manos de tropas españolas, y no alemanas. Segundo, Franco esgrimió que España, recién salida de una guerra civil, no estaba en condiciones de embarcarse en un nuevo conflicto sin un amplio programa de ayuda militar por parte de los alemanes, y en especial de alimentos, para un pueblo que ciertamente estaba pasando hambre. Tercero, Franco no estaba seguro de que el Imperio Británico estuviese vencido, de hecho, poco antes, Hitler había pospuesto la Operación León Marino, la invasión de Gran Bretaña, ante la imposibilidad de la Luftwaffe de controlar el espacio aéreo sobre el Canal de la Mancha. Franco añadió que aún conquistando las islas, el imperio podría seguir luchando desde sus colonias en África y América.
Así estuvieron varias horas, repitiendo cada uno sus argumentos hasta que se declaró una pausa, y a la vuelta, un impaciente Hitler pidió a Franco que clarificase su posición, id est, ¿estaba dispuesto a entrar en la guerra del bando del Eje? Franco no respondió ni que sí ni que no, sino que volvió a repetir que todo dependía de la posible ayuda que Alemania le pudiese prestar, sabiendo que difícilmente Alemania podría facilitarle los recursos que exigía. Hitler terminó por desesperarse y en un momento de la reunión incluso se puso de pie y dio la entrevista por terminada, aunque en cuestión de segundos recuperó la compostura y volvió a sentarse. Sabía que él sería el mayor beneficiado de un acuerdo, por mínimo que fuese.
Acuerdo de mínimos
Como fue, después de una jornada entera de encuentro, Franco aceptó meter a España en la guerra, pero en una fecha “decidida por las tres potencias” (Alemania, España e Italia), o sea, que Franco se dejaba para sí mismo la decisión. Además, el acuerdo firmado más tarde añadía que “Alemania garantizará a España ayuda económica, facilitándole alimentos y materias primas, así como a hacerse cargo de las necesidades del pueblo español y de las necesidades de la Guerra». Al final, ni España entró en la guerra, ni Alemania envió ayudas.
Pero antes, en el ocaso de la jornada en Hendaya, Hitler y sus esbirros habían mostrado su frustración por no haber podido lograr sus exigencias. El Barón de Torres, que había servido a Franco de traductor, escuchó a von Ribbentrop decir “no hay nada que hacer con esta gente”, algo parecido a lo que había dicho su jefe. No obstante, la frase que mejor muestra la exasperación de Hitler tras entrevistarse con Franco, y la que da nombre a esta entrada, apareció en una transcripción que recibió de los alemanes el Conde Ciano, yerno y Ministro de Exteriores de Mussolini. Según dicho documento, Hitler dijo poco después de la reunión “prefiero que me saquen las muelas a volver a entrevistarme con Franco”.
Hola Jesús,
hay un episodio en la serie de tve «El ministerio del tiempo» que relata precisamente este encuentro. Lo recomiendo a todo aquel que le interese.
Un abrazo y buen fin de semana.
Hola Francisco,
buena serie la del Ministerio del Tiempo, pero creo que me perdí ese capítulo. Lo bueno es que Televisión Española pone todos sus programas en su portal y lo puedo ver cuando quiera…probablemente esta misma noche…:P
Muchas gracias y un saludo cordial.
Un último dato: Franco hablaba y hablaba de su idea de imperio. Cuando paraba de hablar y el mismísimo Hitler hacía el gesto de abrir la boca y hab… Franco seguía y seguía…
No te equivocas Anna, Franco hablaba y hablaba, sin dejar hablar al otro, al que también le encantaba la cháchara…cosas de dictadores con sueños de grandeza…:P
Muchas gracias por comentar. Un saludo cordial.
http://www.humordederechas.com/?p=486
Jajajaja, muy bueno Canto, muchas gracias!
Interesante repaso de la historia Jesús;
he leído varias veces sobre la reunión en Hendaya, pero no sabía exactamente las peticiones de cada uno y como se resolvieron.
Un saludo.
Juan.
Hola Juan,
al final creo que la reunión de Hendaya no sirvió para mucho, excepto para confirmarle a Hitler de que España no le iba a ayudar en la guerra. Me alegro, por cierto, que eso fuera así, pues no sé cómo hubiese acabado España si nos hubiésemos aliado con los nazis…o quién sabe, probablemente nos hubiese tocado el Plan Marshall…
Muchas gracias juan por comentar. Un cordial saludo.
Considerando que la muerte de Hitler se confirmó con su dentadura, y el Caudillo en su cama, tuvo algo de profético…
Jeje, no te equivocas Oscar. Hitler era muy bravucón, pero terminó como terminó. Franco se libró de un buen castigo…