No hay nada que no se haya dicho sobre Cleopatra, nada nuevo, al menos. Hay cientos de libros, miles o más de artículos, decenas de documentales, y no sé cuántas películas dedicadas a la bella reina del Nilo y sus múltiples aventuras, políticas y amorosas. Yo no voy a descubrir el hilo negro, ni a sacar basura del revisionismo, para eso están otros. Un personaje de la envergadura de Cleopatra tenía desde hace tiempo su lugar reservado en Ciencia Histórica, y hoy cumplo esa deuda. Esta entrada en realidad versará exclusivamente sobre los antecedentes, su familia, su nacimiento, y sus primeros años hasta que el destino la corona y la pone en el camino del aquel entonces hombre más poderoso de la Tierra. En artículos posteriores, analizaremos sus relaciones con Julio César y Marco Antonio, con Roma en general, y cómo esas relaciones marcaron su destino, y su final despedida de este mundo. Acompañadme por este breve viaje en el tiempo y el espacio, y situémonos en el delta del Río Eterno hace poco más de dos mil años.
Cleopatra y Ptolomeo, una familia real disfuncional.
Cleopatra VII Philopator (“la que ama al padre”), fue la última reina de la dinastía ptolemaica inaugurada por Ptolomeo I Sóter (“el salvador”). Este fue uno de los Somatophylakes, el cuerpo de generales que acompañó y protegió a Alejandro de Macedonia en su larga campaña de conquista. A la muerte del llamado Magno en 323 a. de C., Ptolomeo heredó Egipto, y ahí se hizo coronar ese mismo año, estableciendo su capital en la recién fundada Alejandría. Ahí mismo nació Cleopatra en el 69 a. de C., hija de Ptolomeo XII Auletes, y ella sería la primera de toda la dinastía en hablar egipcio, y en acudir a los rituales y fiestas locales, lo que le ganó cierta buena reputación entre su pueblo. (En dicha dinastía los nombres Cleopatra y Ptolomeo se repiten como el ajo, así que os ruego paciencia).
Los ptolomeos eran una familia disfuncional. Para empezar, era muy común, como en otras casas reales, que sus miembros se casaran con sus primos o con sus propios hermanos, lo que ya pone en peligro la salud física de sus descendientes. También como es el caso de otras familias reales, la ambición provocaba luchas internas por el poder, y el gobierno de Ptolomeo XII Auletes, acosado por la corrupción, fue el caldo de cultivo perfecto para la revolución. En el año 58 a. de C., aparentemente Cleopatra VI, su esposa o hija (no hay consenso entre los historiadores), y su hija Berenice, organizaron un golpe de estado contra Ptolomeo, que tuvo que huir hacia Roma. Se cree que la pequeña Cleopatra VII le acompañaría en dicho viaje, pero no hay pruebas certeras. En cualquier caso, Cleopatra VI, la esposa o hija de Ptolomeo, murió muy pronto en extrañas circunstancias. Se cree que Berenice la envenenó para reinar ella sola.
Pero Ptolomeo consiguió, engrasando algunas manos, que Roma le apoyara en su vuelta a Egipto con dos legiones lideradas por Aulus Gabinius. En el año 55, volvió a Alejandría y retomó el trono después de decapitar a su hija, la golpista Berenice. Cleopatra VII (la que todos conocemos) fue nombrada reina regente junto con su padre, aunque aquel fue un título más bien simbólico. Cuando Ptolomeo XII falleció en el 51 a. de C., Cleopatra VII se convirtió en reina en toda regla, junto con su hermano Ptolomeo XIV, de 10 años, también coronado rey. Las cosas no fueron bien desde el principio en el reinado fraternal, hasta que el conflicto terminó en guerra abierta y Cleopatra fue obligada a exiliarse por su hermano, que tomó las riendas él solo en el año 48.
Roma entra en escena.
Por aquel entonces, Roma se estremecía en medio de una guerra civil entre Julio César y sus Populares, y su antiguo socio de triunvirato, Pompeyo, apoyado por los Optimates. Pompeyo fue vencido en la Batalla de Farsalia en la que ya destacó Marco Antonio, general y amigo de César, y que años después se vería también enfrascado en una relación con Cleopatra. Desesperado, Pompeyo huyó hacia Egipto con su familia, esperando ser recibido por Ptolomeo, a cuya familia él siempre había apoyado. Al joven rey le hubiese gustado recibir a Pompeyo como se merecía, como amigo de Egipto, pero no pudo ser así. Pompeyo había perdido, y ahora el mandamás de Roma era Julio César. Dar asilo al enemigo del César podría acarrearle problemas a Ptolomeo. Cuando Pompeyo desembarcó en Alejandría, en lugar de una fiesta de bienvenida, se encontró con una daga en el cuello, y fue asesinado en la playa a la vista de su esposa e hijo. Ptolomeo guardó la cabeza de Pompeyo para ofrecersela al César cuando éste llegara.
Error de cálculo.
Cuando el rey egipcio presentó al general romano la cabeza de su enemigo, creyó que se lo agradecería, pero no podía estar más equivocado. Para Julio César, Pompeyo era un rival, sí, pero también había sido su amigo y socio durante mucho tiempo, y su yerno. Más aún, era un militar y cónsul romano y que un egipcio se atreviera a acabar con la vida de un romano era una afrenta que no podía permitir. La relación entre Ptolomeo y César empezó de muy mala manera, y el asesinato de Pompeyo tendría consecuencias muy graves para el hermano menor de Cleopatra.
Cuando esta se enteró de lo sucedido, volvió a Alejandría desde el exilio, con la intención de reunirse con Julio César. El problema era que Ptolomeo deseaba evitar a toda costa dicha reunión, y tenía el palacio rodeado de sus propios guardias, además de los soldados romanos. Aquí entró el ingenio de la pretendiente al trono, y nos dejó uno de los capítulos más llamativos de esta historia, el que nos refiere Plutarco en La Vida de Julio César. Según el historiador romano, Cleopatra se hizo ocultar en una alfombra enrollada, que sus sirvientes pudieron introducir en el palacio como regalo a Julio César. Cuando este la extendió, se encontró con la bella mujer de 21 años a sus pies, literalmente, y quedó prendado de ella. Era el comienzo de un romance que tendría muy importantes consecuencias, de esas que cambian la historia del mundo.
Próxima entrada: Julio César y Cleopatra, o cómo perder la vida por una mujer.
Hola Jesús,
mencionada como «prostituta de los reyes de Oriente» por Boccaccio y Dante, o como «reina de belleza inigualable y seducción legendaria» por Champollion, Cleopatra era culta e intelectual pero puede que el mito de su belleza radicara más en su educación, carácter y su indudable encanto personal. Las monedas acuñadas en aquellos tiempos se le muestra con una barbilla prominente, nariz ganchuda y no muy alta. Puede que en realidad no fuera fea, pero tan agraciada como la industria del cine nos ha querido mostrar, tampoco.
Hay una frase de Blaise Pascal que puede que encierre una gran verdad «si la nariz de Cleopatra hubiese sido más pequeña, toda la faz de la tierra habría cambiado». Un personaje clave en la Historia que por mucho que se hable sobre él seguirá fascinando a todos. Espero las próximas entregas…
Abrazos
Hola Francisco,
Cleopatra es sin duda una de las mujeres mejor conocidas de la historia. Artistas e historiadores nos la han pintado como de una gran belleza, pero como digo en otro artículo, los cánones de belleza cambian, y lo que ùdo ser muy bello hace dos mil años ahora puede parecernos repugnante, y viceversa. En todo caso, lo que sí parece cierto, es que Cleopatra fue una mujer con una gran personalidad, educada, y con mucho carácter. Por algo su figura habrá llegado hasta nuestros días, no crees?
Y por cierto, qué razón tenía Pascal! Una cita que desconocía, pero muy cierta…
Muchas gracias y un cordial saludo.
Hola Jesús,
Gracias por este viaje al pasado. Desde la introducción, yo ya me situaba allí mismo. También gracias por advertirnos sobre la existencia de los varios Ptolomeos y Cleopatras, fue útil para no perderme.
Interesantísimo capítulo de la Historia de la Humanidad. Estoy ansiosa por leer tu próxima entrada.
Aparte, tu artículo me sirvió para re-pensar los términos «ptolemaico/a», «tolemaico/a», «tolomeico//a», «ptolomeico/a» ya que siempre he dicho o escrito «ptolomeico/a». El caso es que me quise asegurar de no estar cometiendo un error y vi que la RAE reconoce todas las formas mencionadas. Así que muchas gracias por el aspecto histórico y por lo lingüístico.
Nos vemos aquí mismo, en el Delta del Rio Eterno cuando vuelvas con la segunda parte.
Un abrazo.
Lidia
Hola Lidia,
muchas gracias a tí. Para cuando respondo a este comentario (algo retrasado, lo siento 🙁 ) ya habré publicado un par de artículos más relacionados con esta gran mujer. Y me queda uno, que vendrá la próxima semana.
Si te digo la verdad, hasta hace poco yo también estaba confundido sobre el uso de Ptolemaico/a y tolemaico/a, y fue durante la redacción de estos artículos que encontré la misma información que tú. Me parece una decisión acertada de la RAE aceptar todas las versiones.
Y por cierto, estás ahora en Egipto? Si es así, qué envidia! de la buena, claro…disfruta!
Mil gracias y un besín.
Genial! Amo la historia sin ella no somos nada y su desconocimiento hace grandes incultos. Felicidades!
planetaanimalsite.wordpress.com
Hola Maria Elena,
soy un gran fan de la historia, claro está, pero también de la ciencia, y he visto que tienes un gran blog de animales. Considérame un nuevo seguidor…
Muchas gracias por comentar. Un saludo cordial.
gracias x siempre la interesante informacion…..ahora me toca saber mejor la mia..jaaa saludos
jeje, tú eres la experta amiga Cleo Patra, si me equivoco me lo dices… 🙂
Muchas gracias por leer y comentar. Un besín.
No puedo esperar por la siguiente entrada! Me encantó
Saludos
Alexandra
Hola Alexandra,
como he tardado en responder a vuestros amables comentarios, ya he publicado dos artículos más sobre Cleoptara, y me queda el desenlace, que publicaré esta próxima semana.
Muchas gracias por tu amble comentario.
Un besín.
Interesante articulo :D, y lo de la alfombra en la serie «Rome» lo hacen igual :D, esperando el proximo articulo sobre esto. Gracias!
Hola Alfredo,
hace poco rescaté del olvido mis DVDs de la serie Roma, y pienso verlos en estos días. Recuerdo la escena de la alfombre, pero no con detalle, pues me acuerdo más la de la película clásica. En todo caso, ahora me fijaré mejor. Por cierto, ya he piblicado dos artículos más sobre Cleopatra, y como decía en otro comentario, el último lo publicaré la próxima semana.
Mil gracias y un cordial saludo.