Es imposible hablar de Julio César y Cleopatra sin mencionar al tercer miembro del triángulo de poder y pasión, Marco Antonio. ¿Quién iba a decir que un plebeyo jugaría un papel tan significativo en el futuro de la República, y en buena parte en el del mundo conocido? Pocos se atreverían considerando que el joven Marco Antonio, huérfano de padre natural y adoptivo, dedicó sus años mozos a no hacer nada de provecho, a vagabundear por las calles de Roma, bebiendo, y siendo el protagonista de relaciones sexuales escandalosas. Su vida dedicada al libertinaje y al desenfreno, terminaría cuando tuvo que abandonar la Capital Eterna huyendo de sus acreedores. En Grecia encontraría por fin su llamado militar, y ya a los 26 años, se unió como jefe de Caballería al estado mayor de Aulo Gabinio, que en el año 57 a. de C. marchó hacia Siria como procónsul.
Nace un General
Marco Antonio pudo demostrar su valía como líder castrense en Alexandrium y Maqueronte, Palestina. En el año 55, acompañó a Gabinio a Egipto, donde Ptolomeo XII Auletes había sido depuesto. Es posible que Marco Antonio hubiese convencido a Gabinio de intervenir a favor de Ptolomeo, que con sus tropas lo restauró en el trono, conjuntamente con su hija de 14 años, Cleopatra. Es posible también que el cada vez más popular general romano y la joven reina hubiesen coincidido, pero la evidencia al respecto es contradictoria. Al poco tiempo, Marco Antonio consiguió ser trasladado al estado mayor de Julio César, que por esos días se encontraba enfrascado en la conquista de la Galia. Sería el comienzo de una relación muy cercana y duradera, a pesar de sus altas y sus bajas.
Antonio demostró grandes cualidades de liderazgo militar, y su intervención en la Batalla de Alesia bien pudo ser decisiva, no sólo en el resultado de la batalla, sino en el de toda la batalla. Julio César nunca olvidaría su contribución, y sería él quien impulsaría la carrera política del plebeyo, siempre como aliados. Como decía, tuvieron sus desencuentros, especialmente en cuestiones de la administración, pero Marco Antonio se mantuvo fiel a su mentor, y hasta la muerte de éste en los Ides de Marzo del año 44.
Marco Antonio busca el liderazgo
Como vimos en el anterior artículo, Marco Antonio, general y amigo fiel de Julio César, ayudó a Cleopatra a escapar de Roma cuando el Dictator fue asesinado. Ahí se estableció ella y se dedicó los siguientes tres años a administrar su reino, y a recuperar su fortuna y esplendor. Mientras tanto, en la Capital Eterna, Marco Antonio se había erigido como el líder de la facción cesarina, pero no contó con el hecho de que Julio César había legado su fortuna y posición a su sobrino, e hijo adoptivo, Octavio, que se encontraba en Macedonia cuando se leyó el testamento. Octavio volvió a Roma rápidamente para reclamar su herencia, pero cuando llegó se dio cuenta de que Marco Antonio ya se había apoderado de ella. No obstante, tanto el Senado como el pueblo temían que Marco Antonio quisiese auto-nombrarse Dictator, y poco a poco perdió el apoyo popular en favor de Octavio. Marco Antonio estuvo cerca del poder absoluto, pero no lo consiguió en esta ocasión.
En un principio, Marco Antonio pensó que contaba con las fuerzas suficientes para desafiar al Senado, marchando sobre la Galia Cisalpina, a pesar de que se le había asignado Macedonia. El Senado envió entonces a Octavio, hasta entonces un ciudadano común y corriente, con tres legiones y los dos cónsules a la Galia, con los que derrotó a Marco Antonio en la Batalla de Mutina el 21 de abril del 43. El derrotado huyó, pero Octavio, cuya prioridad eran los asesinos de su padre adoptivo, consiguió que el Senado perdonase a Marco Antonio, y ambos volvieron a Roma para decidir el futuro de la república, en contra de los deseos de los senadores.
Segundo Triunvirato
Octavio, Marco Antonio y Marco Emilio Lépido, otro antiguo aliado de César, se unieron en lo que llegó a llamarse el Segundo Triunvirato, con la intención de restaurar el orden en Roma y de perseguir a los asesinos de Julio César, Bruto y su cuñado Casio Longino, que se habían hecho fuertes en Grecia, la Cirenaica y Asia (la actual Turquia). El resto del territorio se lo repartieron entre los triunviros. Todas las islas del Mediterráneo, junto con la flota, habían quedado en manos de Sexto Pompeyo, hijo de Pompeyo Magno. Pompeyo fue rápidamente neutralizado por una flota improvisada por Marco Antonio. Mantuvo el control de su base en Sicilia, pero la prioridad del Triunvirato eran Casio y Bruto, y hacia Grecia partieron Marco Antonio y Octavio con 19 legiones, casi 100,000 hombres.
Filipos
Bruto y Casio también contaban con 19 legiones, pero estas no estaban completas (las legiones normalmente no recibían refuerzos, y cuando quedaba poco de ellas, se fusionaban con otras). El 3 de octubre del 42, ambos ejércitos se encontraron a las afueras de la ciudad de Filipos. Aquel día, Octavio se sentía indispuesto, y Marco Antonio se hizo cargo de las 19 legiones. Bruto y Casio, que aunque tenían menos hombres disfrutaban de una posición elevada en el campo de batalla, prefirieron mantenerse a la defensiva y no arriesgar sus ejércitos. Marco Antonio atacó desde el sur, por una zona pantanosa, y flanqueó y derrotó a Casio quien, creyendo que era una derrota total, se suicidó. Por otra parte, Bruto atacó y arrasó las tropas de Octavio, pero no pudo capturar al general enfermo. Fue un empate técnico que requeriría un segundo enfrentamiento.
Este llegó 20 días más tarde, en el mismo campo de batalla, y fue nuevamente Marco Antonio quien lideró la victoria sobre Bruto, que también se suicidó. La guerra civil había terminado. Los miembros del triunvirato se repartieron las provincias romanas que controlaban, y la Península Itálica quedó como territorio administrado conjuntamente. A Octavio le tocó Hispania y a Lépido, África. Marco Antonio se quedó con la parte más extensa, al este, cada vez más cerca. Ahí sólo quedaban por conquistar los partos, y el independiente Egipto, enriquecido nuevamente por la buena gestión de Cleopatra. Ya era hora de saber cómo estaba.
Próximo martes, Marco Antonio y Cleopatra.
mucho suspenso …..
Ya queda poco María…hasta el próximo martes…