Todos hemos oído hablar del llamado Silicon Valley, el valle del Silicio, capital de la tecnología, la innovación y de muchos, muchos miles de millones. Es la sede de la más alta concentración de empresas tecnológicas del mundo, y de muchas de las más conocidas marcas en el mundo de internet y la informática, Apple, Facebook, Intel, E-Bay, etc. Pero, ¿cuántos conocemos a fondo este lugar, y más importante par este blog, cuántos conocemos su historia, sus orígenes? Si me acompañáis por unos minutos, os cuento algunos datos sobre el nacimiento de este lugar tan típico de los Estados Unidos. Un valle donde el ejército, las universidades y un grupo de muy ambiciosos jóvenes creó casi de la nada una zona metropolitana donde todo se mueve a velocidad de gigas, incluyendo las cuentas de ahorros.
Location, location, location
Antes que nada creo que cabe aclarar que el término Silicon Valley no es un nombre oficial. No es ninguna ciudad, ningún pueblo, ni siquiera una calle. Es tan sólo una manera de llamar a una amplia zona al sur de la ciudad de San Francisco. Dicha zona está anclada al Valle de Santa Clara, que se extiende desde de la Bahía de San Francisco hacia el sureste, ocupando porciones de tres condados, el de Santa Clara mismo, San Mateo y el de Alameda. La ciudad de San José, en el centro del valle, es considerada como la capital de Silicon Valley. No cabe duda que una de las claves del éxito de Silicon Valley es su localización geográfica, cercano a una gran ciudad, con buenos servicios, una excelente red de conexiones de transporte internas y externas y, principalmente, dos importantes universidades, la de Stanford y la Universidad de California en Berkeley. Ambos centros educativos tuvieron una influencia incalculable en el futuro de lo que ahora conocemos como Silicon Valley. No obstante, el evento que podríamos calificar como el nacimiento del valle como capital tecnológica, tiene un origen político, pero también algo tecnológico, el lanzamiento del Sputnik.
Gente con ideas y formación
El área en cuestión ya tenía un bagaje tecnológico, surgido en parte por las necesidades de la Segunda Guerra Mundial, y en parte por las necesidades de la postguerra. Antes incluso de que se iniciara el conflicto, un grupo de exalumnos de la Universidad de Stanford fundó una empresa para fabricar partes para radares militares. Durante la guerra, el gobierno norteamericano pidió a la Universidad de California que creara más plazas para carreras tecnológicas, y la institución respondió impulsándolas en su campus de Berkeley, al este de la Bahía de San Francisco. Stanford hizo lo propio al suroeste de la misma bahía.
Al acabar la guerra, millones de jóvenes soldados encontraron el camino de vuelta a casa, muchos de ellos con planes de matrimonio, otros con la idea de estudiar. Stanford tenía para todos, de la mano de uno de sus líderes académicos, Frederick Terman. Este ingeniero electrónico que había trabajado para el ejército durante la guerra, fue nombrado el Decano de la Escuela de Ingeniería de Stanford. Entre sus alumnos estarían algunos de los nombres más conocidos del mundo tecnológico de la posguerra, entre ellos los hermanos Russell y Sigurd Varian, aquellos jóvenes de la empresa de radares, y dos más interesados en la nueva tecnología de las computadoras, William Hewlett y David Packard.
Nace el Stanford Park
Terman era más que un maestro. Era un hombre al que le gustaba animar a sus alumnos a fundar sus propias empresas, a innovar, a inventar. Terman compartía la filosofía de la universidad de involucrarse en la comunidad, en servir a la gente. En 1946, convenció a la mesa directiva de la universidad para que, en unos terrenos propios al lado del campus, crearan un parque industrial. Así nació el Parque Industrial Stanford, y la primera empresa en mudarse fue Varian Associates, primera de muchas que se instalarían en lo que aún tardaría décadas en llamarse Silicon Valley. Poco después llegó una pequeña compañía que reunía todos los requisitos, tecnológica, recién fundada, y por exalumnos de Stanford, Hewlett-Packard.
Por la misma época, William Shockley, un ingeniero nacido en Londres pero de padres estadounidenses, trabajaba para los Laboratorios Bell, de la empresa telefónica ATT. Shockley era el supervisor del equipo que en 1947 inventó el transistor, que en 1956 ganaría el Premio Nobel de Física. Pero las relaciones del ingeniero con la empresa no eran muy buenas, y empeoraron cuando discutieron sobre los beneficios de un invento, que según Bell tenía antecedentes en patentes de la compañía. Shockley renunció y decidió abrir su propia empresa para fabricar transistores, pero no con el elemento que se usaba por aquel entonces, sino con silicón, un material que Shockley creía tenía mejor futuro. casualmente , se había criado en Palo Alto, población vecina de la Universidad de Stanford, y ahí vivía su madre, por lo que decidió abrir su empresa en el valle. No obstante, el ingeniero no era un buen gerente, y varios de sus empleados terminaron renunciando, ocho en total. Seis de ellos abrieron Fairchild Semiconductor, y dos de ellos, Robert Noyce y Gordon Moore, fundaron Intel, ambas en San José.
Sputnik-kaputnik
El hecho de que los soviéticos hubiesen ganado el primer asalto de la carrera espacial lazando un pequeño objeto, hecho por el hombre, al espacio, fue un duro golpe para los estadounidenses. Gobierno y pueblo se vieron heridos no sólo en el orgullo, sino en su instinto de supervivencia. Si los comunistas habían podido poner en órbita una bola de acero con un transmisor de radio, quién dice que no podrían lanzar un misil balístico. Sputnik fue el catalizador para que el gobierno de los Estados Unidos se pusiera las pilas, y para que sus ciudadanos y contribuyentes le apoyaran en una competencia que daría medallas al mayor salto tecnológico en miles de años. Sputnik fue el gatillo, y la bala dio en el blanco al sur de San Francisco. La administración Eisenhower decidió invertir fuertemente en tecnología, y la única empresa en 1957 que fabricaba transistores era Fairchild, que se benefició de la fuerte inversión del gobierno.
Fairchild, como cualquier otra empresa, necesitaba proveedores, y encontró entre ellos a Hewlett-Packard e Intel. También necesitaba ingenieros, y los encontró en Stanford y Berkeley. Para mediados de la década siguiente, el Valle de Santa Clara era ya una zona con una alta concentración de empresas tecnológicas, pero aún nadie la bautizaba.
Silicon Valley
Ese honor le corresponde a Ralph Vaerts, un comerciante de la zona, que se lo mencionó a un amigo suyo, Don Hoefler. Hoefler, que era periodista, publicó en 1971 una serie de artículos titulados Silicon Valley in the USA, para la revista Electronic News. El nombre pegó y para finales de la década lo usaba todo mundo. En la película de James Bond “A View to a Kill”, el villano quiere hundir Silicon Valley para que sus empresas fabricantes de chips en Taiwan se quedaran con el mercado. Obviamente falló.
En la actualidad ya pocas empresas de Silicon Valley se dedican al silicón, ese trabajo con pocos beneficios ha sido trasladado a Asia. La mayoría son empresas de internet, o de móviles, o de algo que tenga que ver con las telecomunicaciones. Apple está en Cupertino, Google en Mountain View, Facebook en Menlo Park, todos estos pueblos del Silicon Valley. Otros países han intentado imitar el fenómeno, sin éxito por supuesto. No se trata sólo de tener buenas universidades, o de construir parques industriales. Silicon Valley nació de una combinación de factores: un gobierno que no pone obstáculos a sus empresas, universidades y personas con la ambición, la confianza y el empuje suficiente para lanzarse a la conquista del mundo. Sólo en Estados Unidos.
silicón no existe en castellano, debería traducirse por silicio.
Muchas gracias Pepito, lo sabia y me tardé unos minutos en darme cuenta, pero ya está corregido. Muchas gracias por avisar. Un saludo cordial.
Hola Jesús,
nunca hubiera dicho que encontráramos sus orígenes tan atrás en el tiempo, de hecho, desconocía muchos de los datos que refieres en tu artículo. No hay duda de que la competencia es buena, en este caso el gobierno de los EE. UU. comenzó a apostar fuerte para no quedarse atrás respecto a los soviéticos, y quien mejor que los americanos para poner como ejemplo de sociedad que apuesta por el talento, venga de donde venga.
Un abrazo
Hola Francisco,
como sabes yo estudié la carrera en california, y curioso como soy me interesé por la historia de Silicon Valley, además de que tuve la suerte de conocer a gente que se había criado ahí. La zona es un fenómeno económico y cultural, y un ejemplo de lo que el espíritu emprendedor puede hacer cuando se le deja en paz. Fan como soy de la tecnología, no dejo de agradecer a toda esa gente sus invenciones. Si no me equivoco, por cierto, WordPress también tiene su sede en Silicon valley…
Mil gracias como siempre colega, un abrazo!
México intentó imitarlo construyendo el parque industrial Vallejo, pero no contaba con esas facilidades y comunicaciones, las escuelas no fueron capaces de proveer ingenieros y los costos de mantenimiento se encarecieron. Actualmente el complejo se usa como oficinas administrativas de algunos bancos.
Hola Paynalton,
algo recuerdo haber oído del Parque Industrial Vallejo, pero no sabía que había sido un intento de repicar al Silicon Valley. La cuestión es que no se trata sólo de construir polígonos industriales. Lo que hace falta es crear un ambiente de libertad y seguridad jurídica para que los emprendedores e inversores se animen a crear e impulsar empresas. Además, la mentalidad de algunos países debe cambiar. En España, por ejemplo, los hombres de negocios con más éxito están también entre los más odiados por algunos sectores de la sociedad, por eso siempre se ha dicho que la envidia es el deporte nacional. Además, a los jóvenes se les ha inculcado el vivir de lo fácil, y por eso no sorprende que buena parte de ellos quieran ser funcionarios. En fin, creo que Silicon Valley es posible sólo en Estados Unidos.
En cualquier caso, muchas gracias por tu valiosa aportación. Un cordial saludo.