Ceniza, Lava y Fuego, y todo por amor…

Advierto al lector que la entrada de hoy no versa estrictamente de la historia, sino de una leyenda histórica, y de algo de ciencia. Es una historia, o leyenda, que conozco desde niño, afortunado como fui de crecer a los pies de dos espectaculares e inspiradores gigantes, a los que saludé todas las mañanas de mi infancia. En aquel entonces los dos dormían, pero hace ya una veintena de años que “Don Goyo”, como es conocido cariñosamente uno de los volcanes más altos de México, despertó. Aprovechando que hace unos días volvió a la actividad escupiendo miles de toneladas de ceniza, he querido rememorar esta historia que entrelaza la leyenda con la historia, y el amor con la ciencia. Es la leyenda del Popocatépetl y su eterna compañera Iztaccíhuatl.  

El Popo y el Iztaccíhuatl desde Puebla

El Popo y el Iztaccíhuatl desde Puebla.

Como suele suceder en estos casos, hay muchas versiones y variaciones sobre el mito de los dos volcanes. Pero también siguiendo las pautas legendarias, hay puntos y personajes comunes, así que he reconstruido la narración en base a estos últimos, con alguna mención a las alternativas. Probablemente la diferencia más importante que he encontrado es que, en algunas versiones, se achaca la leyenda a los aztecas; en otras, les precede, y yo me inclino a pensar esto último, y que los aztecas la aceptaron como otros elementos de la mitología mexica. En cualquier caso, todos sus personajes son tlaxcaltecas, una tribu establecida al este del Valle de México, y uno de los pocos pueblos a los que los aztecas nunca llegaron a someter completamente.

Primero el romance

Precisamente porque los tlaxcaltecas no aceptaban el yugo azteca, Tezozómoc, el cacique de Tlaxcala, decidió rebelarse ante ellos. Al mando de sus tropas estaría el guerrero más respetado y admirado del pueblo, Popocatépetl, quien por cierto, estaba enamorado de la hija de Tezozómoc, Iztaccïhuatl. Su amor era correspondido, y el padre de Popo e Iztaella aceptaba la relación. Justo antes de partir, Popocatépetl pidió a Tezozómoc la mano de su hija, y le fue concedida, pero antes tendría que volver de Oaxaca con la cabeza del líder rival (otra versión dice que Tezozómoc no aceptaba el enlace, y que envió a Popocatépetl a la batalla creyendo que la victoria era imposible). Ahora bien, una historia de amor trágica no está completa sin un tercero en discordia, en este caso, otro guerrero también prendado de Iztaccíhuatl que se había quedado en el pueblo. Supuestamente este hizo llegar a oídos de la doncella que Popocatépetl había muerto en el campo de batalla.

La joven se hundió en la tristeza, tanto que, al poco tiempo, murió. Cuando el guerrero volvió victorioso, en lugar de encontrarse con su amor, se enteró de la trágica noticia. Durante 10 días y sus noches vagó sin rumbo por el pueblo, destrozado. Finalmente, fue a casa de Tezozómoc, cogió el cuerpo de su amada, y lo llevó a las montañas. Ahí, consiguió que los dioses reunieran 10 cerros, y sobre ellos depositó el cuerpo inerte de Iztaccíhuatl. El guerrero besó a la joven por última vez, tomó una antorcha, y se inclinó ante la tumba, jurando velar por ella eternamente. Dependiendo de la versión, fueron el tiempo o los dioses los que cubrieron de tierra y nieve, convirtiendo los dos cuerpos en los volcanes que actualmente separan las Ciudades de México D.F. y Puebla.

El Popo y la mujer dormida

El Popo y la mujer dormida

La ciencia

Ambas montañas son de origen volcánico, con una edad aproximada de 730,000 años. El Popocatépetl es un volcán en forma de cono, y el Iztaccíhuatl, que resembla el cuerpo de una Mujer Dormida, está formada en realidad por tres conos diferentes, ninguno de los cuales ha hecho erupción en los últimos 10,000 años. Por el contrario, el “Popo”, o “Don Goyo”, ha permanecido semi-activo, con tres grandes erupciones plinianas (similares a las del Vesubio) y flujos piroclásticos desde la última glaciación. Al menos otras 15 erupciones menores han ocurrido en el Popo desde la llegada de los españoles en 1519, las últimas, en 1947, y la más reciente, iniciada el 21 de diciembre de 1994 y aún activa. En varias ocasiones en estos últimos 15 años, el gobierno ha tenido que evacuar la zona por la ceniza y los gases, y hasta ahora no se han registrado pérdidas humanas.

Una de las últimas explosiones de Don Goyo, foco de ceniza

Ceniza y humo

La ceniza está causando graves daños a la región, y no sólo al sector agrícola, sino a la población de las grandes ciudades, tanto físicas como sanitarias. No obstante, según los científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México, no hay peligro para los habitantes de las grandes ciudades en caso de una erupción mayor. Esto es lo que nos dicen al respecto:

“Considerando la remota posibilidad de un evento mayor del Popocatépetl, los efectos más serios de una erupción grande están marcados en el Mapa de Peligros Volcánicos del Popocatépetl, que ha sido publicado por el Instituto de Geofísica de la UNAM. Se limitarían a la cercanía del volcán, sobre radios del orden de 20 a 30 km. Un evento de esta naturaleza debería ser previsto por los sistemas de detección y monitoreo del volcán con anticipación suficiente para tomar medidas preventivas. En las grandes ciudades, como México, D.F., cuyo centro se encuentra a 72 km. del cráter del volcán, Puebla a unos 43 km., Cuernavaca a 63 km. o Tlaxcala a 53 km., los efectos de tal evento se limitarían a los problemas derivados de lluvias de ceniza volcánica, similares a las del 30 de junio de 1997, pero más fuertes y con una proporción mayor de ceniza más gruesa.

Esto significa que en este escenario, en las grandes ciudades podrían esperarse lluvias de ceniza que pudieran causar molestias importantes a sus habitantes, pero de ninguna manera pueden esperarse efectos desastrosos como ríos de lava, grandes terremotos u otros fenómenos destructivos como aparecen en algunas películas de ficción.

Fuente: CENAPRED http://www.cenapred.unam.mx/es/PreguntasFrecuentes/faqpopovo2.html

Como podéis ver, la ciudadanía no debe alarmarse. Es verdad que hay que tener ciertos cuidados, especialmente en lo que respecta a la respiración, y más con los menores, los ancianos, y los asmáticos. Las casas, las calles y los coches se llenarán de ceniza fría, lo cual es una gran molestia, pero poco más que eso. Sé que para los poblanos que están sufriendo de la ceniza expulsada en la última erupción, no hay consuelo. Desde aquí les envío todo el ánimo y paciencia, es el precio que hay que pagar por vivir junto a tan majestuosas montañas. La ceniza no es nada comparado con el honor de vivir a los pies de Don Goyo y de su amada, la Mujer Dormida.

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Galería de fotos: