Breve historia del boli BiC.

Sin temor a equivocarme, puedo asegurar que todos y cada uno de los lectores de este blog han tenido en sus manos, alguna vez, un bolí Bic (birome en Argentina, creo). Está en todas partes, por algo es el producto en su clase más vendido de la historia, con más de 100,000,000,000 (cien mil millones) de unidades. Es ubicuo, es barato, es práctico, tiene estilo, y por supuesto, ha hecho historia. Como todo en este mundo, su invención fue el resultado de la imaginación y el trabajo duro de varias personas, a lo largo de los siglos. Fue necesario el progreso de la química para crear su tinta, avances en los metales para desarrollar la punta, y claro está, el nacimiento del plástico. Pero al final, la responsabilidad cae en dos hombres, uno el que inventó el boli BiC, y otro, el que lo popularizó.

Boli BiC

Los abuelos del boli BiC

Desde el comienzo de la civilización, los humanos sintieron la necesidad de expresar sus pensamientos de una manera que fuera permanente, y no como las palabras, que ya sabemos, se las lleva el viento. La escritura es tan importante en la cultura humana que los historiadores incluso la utilizan para marcar el fin de la prehistoria y el comienzo de una nueva era. Primero grabaron en piedra, luego pintaron frescos, y ya los romanos tenían tablillas de cera en las que escribían con un palito. Posteriormente, y durante siglos, bardos y dramaturgos, monjes y contables tuvieron que usar la pluma y un menjurje inventado en China para plasmar en papel sus ideas. Pero incluso este último método era un poco lento y sucio, pues había que estar mojando la punta de la pluma en el tintero y la tinta se corría. Aún así, su uso perduró hasta principios del siglo XIX.

Hay plumas y plumas

Hacia 1800 el metal comenzó a sustituir a las plumas de ave y surgieron los primeros plumines de acero.  En 1803, un bolígrafo de punta de metal fue patentado, pero sus inventores no lo explotaron comercialmente, y los plumines fueron el artilugio preferido por muchos durante el resto del siglo. Luego, en 1884, una verdadera revolución llegó con la pluma fuente de Lewis Edson Waterman, un invento que llevaba su propia tinta en un cartucho desde el cual fluía la tinta hasta la punta. Parecía que la pluma fuente era la cima, la epítome del progreso escribiente, hasta que en la década de 1930 un periodista húngaro tuvo su momento ¡Eureka!

László József Bíró se dio cuenta de que la tinta de los periódicos secaba muy rápido y sin correrse ni dejar manchas, Lázló Biro, invento del Boliígrafolo cual no ocurría con las plumas fuente. Como era un poco manitas y ya había inventado varias cosas, se le ocurrió entonces usar la misma tinta de imprenta en una pluma fuente, pero la tinta no fluía porque era demasiado viscosa. Trabajando con su hermano George, que era químico, desarrolló una nueva punta de metal, en forma de bola, que “flotaba” dentro de una cavidad, y que cuando giraba, se embarraba de la tinta de un cartucho, y la depositaba en el papel. Cuenta la leyenda que la idea se le ocurrió cuando vio a unos niños jugando canicas, y que cuando vio cómo una canica pasaba por un charco y dejaba un rastro de agua, pensó en que la punta debía ser una bola. Había nacido el bolígrafo.

Biro patentó su invento en París en 1938, pero no pudo fabricar sus bolis en masa pues la tecnología para hacer con precisión las bolitas de metal no estaba lo suficientemente desarrollada. Además, la Segunda Guerra Mundial frenó cualquier posibilidad de financiación, y Lázló, junto con su hermano George, decidió emigrar a Argentina después de que el ex-presidente de esa nación, Augusto Pedro Justo, lo invitara a residir ahí. Recién llegado, con George y otro amigo, Juan Jorge Meyne, fundaron la empresa Biro Mene Biro para fabricar bolígrafos, e hicieron una fortuna, aunque años después la empresa quebraría por falta de nuevos éxitos. De paso, Biro adquirió nuevas patentes para su boli en Argentina y los Estados Unidos.

El hombre que popularizó y dio nombre al boli BiC

Durante la guerra, un fabricante de artículos de escritura, Marcel Bich, italiano de origen pero nacionalizado francés, tuvo la oportunidad de ver uno de los bolígrafos de Biro, y le encantó la idea. Terminado el conflicto, Bich compró a Biro la licencia para fabricar los bolígrafos, pero antes quiso hacer algunos cambios. La idea de Bich era producirlos en masa, pero como vimos anteriormente, la maquinaria no existía para tal efecto. Bich se fue a Suiza y consiguió que una fábrica de maquinaria para relojes le construyera un prototipo que pudiese fabricar las esferas de acero rápido y a bajo precio. Bich también añadió las aristas al cuerpo del boli para que fuese más fácil de sostener entre los dedos, y el golpe maestro, lo fabricaría de plástico transparente, para que el usuario supiese siempre cuánta tinta le quedaba.  

Marcel-Bich

Marcel-Bich.

Con una gran visión de negocio, Bich lanzó su nuevo producto en 1950 a un bajo precio y con una gran campaña de publicidad. A sugerencia de un experto francés en  publicidad, quitó la “h” a su apellido, y así nació el boli BiC. El logo BiClogo tardaría unos años más en llegar, en 1961, de manos de Raymond Savignac. El éxito fue inmediato, y para finales de la década sus bolígrafos BiC ya se vendían en Estados Unidos. En 1961 la esfera de acero inoxidable se cambió por una de carburo de wolframio, y se añadió el agujerito lateral para que la presión interna y externa siempre sea la misma. El resto es historia.

Es tal el legado de los bolis Bic en la civilización occidental, que el Museo de Arte Moderno de Nueva York exhibe un BiC Cristal en su colección permanente. Y como decía al principio, no hay quien no las haya usado, para escribir, para rebobinar un cassette, o como cerbatana para lanzar un trozo de papel al compañero de adelante. Y ya que estamos, que levante la mano aquel que alguna vez ha mordisqueado su tapón…lo sabía.

Nota: La empresa BiC no me ha pagado nada ni ha impulsado esta entrada. No conozco siquiera a alguien que trabaje para BiC.

10 thoughts on “Breve historia del boli BiC.

  1. Nunca falta uno (o más de uno) en mi mesa.

    Legendarios estos BIC. ¿Quién no recuerda el anuncio de hace décadas aquí en España?: «BIC Naranja escribe fino, BIC Cristal escribe normal…..»

    Un abrazo.

    • Hola Ernst,
      como y no crecí en España, no me tocó ver ese comercial, aunque sí he oído hablar de él. A mí me tocó el slogan de México, que decía «nunca falla»…y seguro habrá muchos más, algunos divertidos. Y tampoco falta uno en mi mesa, de hecho, habrá al menos media docena repartidos por casa, y sospecho que es igual en muchos hogares. Lo malo, es ver qué vamos a hacer con todo ese plástico… 🙁
      Muchas gracias como siempre y un abrazo!

  2. Hola Jesús,
    ¡cien mil millones de unidades! ¡Impresionante! Ahora mismo cojo mi bolígrafo BIC (lo tengo delante) y me pongo a escribir, seguro que con un invento así me inspiro ¡Ja, ja ,ja!
    Abrazos y magnífico artículo, sorprendente sin lugar a dudas.

    • Hola Francisco,
      tú que tienes hijos seguro que encontrar´´as al menos una docena de Bics repartidos en los rincones más singulares del hogar…como le decía a Ernst, yo tengo al menos media docena, pero es probable que haya algunos escondidos. Es más, tengo uno que use en la universidad, ya sin tinta, y que guardo en mi caja de recuerdos…tal cual! Algún día podrá aydar a los arqueólogos a conocer nuestra civilización… 😛
      Muchas gracias y un fuerte abrazo!

  3. Magnifico artículo, entretenido e informativo. Muchas gracias.

  4. Lo que admiro de tí es ese tino para elegir los temas de tus artículos. Siempre llenos de interés, ahí donde pareciera que no hay nada que descubrir de tan visto y cotidiano. Justo cabe aquí una frase, haciendo uso y alusión al más reciente, usaría su slogan tan conocido en México: «no sabe fallar».

    • Estimado Alejandro,
      mil gracias por tu amable comentario. Intento buscar, y no es fácil, temas que llamen la atención, más que nada porque sino lo hiciese así nadie me leería… 😛 Los bolis BiC son parte de nuestra vida, y de nuestra historia, y me pareció que a los lectores les gustará conocer su origen. Creo haber acertado, pero sois siempre vosotros los responsables del éxito de Ciencia Histórica. Os estoy eternamente agradecido.
      Un abrazo!

  5. Gracias Jesús;

    otro artículo interesantísimo.

    Por cierto, al terminar de leerlo he mirado en el vaso que está al lado del monitor y he contado 8 BICs!!!
    Ya son parte de nuestra vida (estudios, pasatiempos, notas, etc…).
    Aunque llevo unos años que me he pasado a la «pluma fuente», siempre hay un BiC cerca…

    Saludos!!

    • Hola Juan,
      creo que casi cualquiera tiene un BiC en algún lugar de su casa, son tantos y tan duraderos que por pura estadística nos toca a varios por cabeza. Yo tengo varios también, uno, guardado en una caja, desde mis años de la universidad, jubilado ya. Me hubiese gustado ser un usuario de las plumas fuente, pues escriben de maravilla, pero soy más bien guarrete a la hora de plasmar tinta sobre el papel,y mejor lo dejo para la gente con más talento.
      Mil gracias nuevamente y un abrazo!

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