Ayer tenía la intención de publicar este artículo sobre el derecho a portar armas, que ya llevaba tiempo preparando, pero la masacre de Orlando en el que medio centenar de personas fueron asesinadas por un terrorista yihadista me quitó las ganas. El problema es que si sigo esperando a que no haya una matanza, tendré que esperar sentado, pues tristemente estos tiroteos ocurren demasiado a menudo.
Según los datos con los que contamos en estos momentos, la tragedia contra la comunidad homosexual en Florida más tiene que ver con el fundamentalismo de una persona enferma de religión, que con uno de esos típicos asesinatos masivos que tan a menudo se dan en Estados Unidos. No obstante, sí tiene que ver con una de las controversias más antiguas y encendidas de la escena social y política de la potencia norteamericana, el derecho a portar armas, y lo sucedido en la discoteca Pulse no hará más que subir la temperatura. Por otra parte, a nosotros nos interesa la historia, y el derecho a portar armas tiene la suya, y una explicación, las cuales reviso en esta entrada.
Derecho Constitucional.
Para responder de manera simplista a la pregunta que da título a este artículo, podemos decir lo siguiente: el derecho a portar armas en Estados Unidos es un derecho otorgado explícitamente por la Constitución de 1887. Es un hecho puro y duro que se puede comprobar leyendo la Segunda Enmienda a dicho documento:
«Siendo una milicia bien regulada necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho del Pueblo a tener y portar armas no será vulnerado».
En largas conversaciones que he tenido sobre el tema, siempre sale la cuestión del porqué los estadounidenses no cambian su constitución, a lo que debo responder que es un proceso extremadamente difícil, que requiere los votos positivos de dos tercios del Congreso, dos tercios del Senado, y la aprobación de cualquier enmienda por dos tercios de las asambleas locales de cada uno de los 50 estados. Este último es el escollo que ha frenado todos los intentos de enmiendas en los últimos 83 años (la última enmienda fue la que revocó la Ley Seca, en 1933). En cualquier caso, la Segunda Enmienda está apoyada por la Novena, que protege los derechos de los ciudadanos anteriores a cualquier otra constitución. Como el derecho a portar armas existía antes de la independencia de Estados Unidos, ningún cambio constitucional podrá quitarle el derecho a los ciudadanos de portar armas.
¿Por qué existe este derecho?
Los impulsores más influyentes del derecho a portar armas fueron dos de los llamados Padres Fundadores, Alexander Hamilton y James Madison, considerados también como los dos grandes intelectuales del grupo. Ambos temían dos cosas, que los ingleses volvieran e intentaran reconquistar sus ex-colonias, como hicieron en 1812, o que el mismo gobierno federal estadounidense intentase violar los derechos de los ciudadanos o de los estados (y no nos olvidemos de los indios). Ambos también fueron los principales promotores de la Carta de los Derechos, las diez primeras enmiendas de la Constitución, que buscaban limitar el poder del gobierno federal, y entre las que otorgaba a los ciudadanos el derecho a portar armas.
No era nada extraño a finales del siglo XVIII que los países permitieran la posesión de armas. Era, en realidad, una costumbre antigua, de cuando los gobiernos no tenían sus propios ejércitos y dependían de las milicias populares y de los soldados al servicio de los nobles. Tampoco existía la policía. En aquel entonces, la Ley Común inglesa permitía el derecho a portar armas, y esa misma ley común fue la base de la carta de derechos norteamericana. Para ser certeros, más que tener el derecho los ciudadanos casi estaban obligados a tener sus propias armas en caso de que fuesen reclutados. No es de extrañar entonces que los Padres Fundadores lo incluyeran en las primeras enmiendas.
La cuestión es que buena parte de los países del mundo ya han enmendado sus constituciones para limitar la posesión de armas. Inglaterra, por ejemplo, lo hizo en 1920, y desde entonces existe el requerimiento especial de una licencia para portar armas de fuego. Es más fácil hacerlo desde gobiernos centralizados, pero en los Estados Unidos, donde los estados son soberanos y extremadamente reacios a ceder poderes a Washington, el proceso es muy complicado. No es que no lo hayan intentado. Varios presidentes han enviado leyes al Congreso para limitar la posesión, pero casi siempre se han encontrado con la negativa de los estados y de la Corte Suprema, institución que tiene la última palabra en la interpretación de la Constitución.
Cuestión de opiniones.
Contrario a lo que muchos europeos pueden pensar, hay estadounidenses en contra del derecho a portar armas, pero apenas son un tercio de la población. No es que les gusten las armas a todos en el otro bando, pero sí reconocen que es una medida necesaria para defenderse de un posible gobierno tirano. Entiendo que de este lado del Atlántico se observe esta tradición como una aberración, pero nosotros debemos entender que Estados Unidos nació precisamente como un proyecto contra la tiranía de un gobierno, y sus ciudadanos no lo han olvidado. Tampoco los culpo, sabiendo a ciencia cierta que los gobiernos son la principal fuente de problemas y el principal opresor del pueblo.
La tragedia de ayer, y todas las que a menudo y desgraciadamente ocurren en Estados Unidos, seguramente pondrá el tema sobre la mesa una vez más, pero dudo mucho que convenza a los votantes de ver su libertad limitada por el gobierno federal. Es un precio muy alto por la libertad, pero la mayoría está dispuesta a pagarlo.
Hola Jesús,
mira tú por donde. Parece increíble que persista ese «derecho» gracias a una ley de hace más de un siglo. ¡Pero si los tiempos cambian! Ayer me encontré en pleno centro de Barcelona una situación de lo más lamentable. Mientras caminaba tranquilamente, unos gritos de un hombre me hicieron volver la cabeza viendo una moto en el suelo en medio de la carretera y un coche aparcado a un lado. Pensé que se trataba de uno más de los numerosos accidentes que se producen cada día pero mi sorpresa se convirtió en angustia cuando el chico de la moto (no tendría más de treinta años) se dirigió a su moto para sacar del asiento una barra metálica. Se dirigió como un energúmeno al coche que estaba parado a no más de diez metros y comenzó a golpear la carrocería como un loco mientras gritaba improperios (que no repetiré aquí, claro). El conductor del coche, imagino que más asustado que otra cosa, aceleró y se dio a la fuga porque realmente vio amenazada su vida. Yo no vi que ocurrió, no sé quien tenía la culpa del accidente, pero me pregunto una cosa: si aquí en España hiciéramos igual que en los EE. UU. y tuvieramos también el derecho a llevar armas, ¿qué hubiera ocurrido?
Abrazos
Hola Francisco,
nunca he tenido un arma, ni pienso tenerla, simplemente no me gustan. Ahora bien, creo en el derecho a portarlas, y por la simple razón de que los criminales las llevan con o sin permiso, y de alguna manera hay que defenderse de ellas. En Estados Unidos se ha limitado algo la facilidad de comprarlas, el problema es que las armas duran mucho tiempo, y hay muchas que funcionan desde hace décadas, aún en el mercado. Por otra parte, creo que, desgraciadamente, la violencia la llevamos dentro, por instinto, y que sólo las reglas sociales nos detienen de ahorcar a algún vecino molesto. De vez en cuando la furia se manifiesta, probablemente por el estrés, como le habrá sucedido al chico de la moto que mencionas. Habrá sido un mecanismo de defensa ante lo que él vio como una agresión. Gracias a Dios no llevaba una pistola. No quiero ni pensar qué sería de España llena de pistolas, aunque hay que decir que los permisos de armas en España son muchos más de los que la gente piensa, principalmente para armas de caza. Mejor quedarnos como estamos.
Muchas gracias por comentar. Un cordial saludo.
También puede estar sucediendo que el «lejano oeste» se ha convertido en el cercano oeste. Tradicionalmente la sociedad en USA ha resuelto sus problemas a balazos, el estado actualmente para para expandir sus colonias – norte de África – utiliza las armas. Creo que son usos y costumbres de ellos.
Hola Manuel,
tienes mucha razón respecto al Lejano Oeste, una tierra sin ley, en la que el plomo mandaba. Ahora bien, el resto de los humanos hemos hecho lo mismo cuando hemos podido, sino que se lo digan a los europeos, con tres mil años casi continuos de guerra.
Muchas gracias por comentar y un saludo.
Excelente trabajo.
Muy esclarecedor y muy oportuno.
Muchas gracias Héctor,
lo más importantes es que el mensaje le legue al mayor número de gentes, que se conozcan las razones por las que los norteamericanos defienden el derecho a portar armas. Como digo en la entrada, es un precio demasiado alto, pero están dispuestos a pagarlo.
Muchas gracias y un cordial saludo.
Hola, José, espero que mi comentario te llego porque son ya varias las veces que no aparecieron ¿perdidas en la nada?.
Un cordial saludo.
Eugène
Hola Eugène,
he recibido este mensaje y el otro sobre lo del nombre, pero en este blog sólo esos. En Lenguas retorcidas tengo otros dos, que según yo he respondido, pero me voy a asegurar. Gracias por advertírmelo.
Un abrazo!
Pues van bien las cosas .. te llamé José en vez de Jesús y además sí se perdieron los comentarios …
Lo siento muchísimo, JESÚS,. Prometido iré mejorándome.
Un abrazo.
Eugène
Jeje, pas probleme!
Best regards!