Estados Unidos, la gran potencia mundial que había derrotado a dos fuertes y fanáticos enemigos dos decadas antes, no pudo, o no supo, vencer a otro enemigo, tan fanático como los anteriores, pero mucho más pequeño y peor equipado que los nazis o los japoneses. ¿Qué sucedió para que un país con recursos casi ilimitados y con la mejor tecnología militar tuviese que retirarse de Vietnam con el rabo entre las piernas después de diez años? La respuesta, como en otras ocasiones, podemos encontrarla en el liderazgo político de la época, para ser exactos, en las decisiones tomadas por el Presidente Johnson.
Presidente por accidente.
El 22 de noviembre de 1963, el Presidente John F. Kennedy fue asesinado en Dallas. De acuerdo con la ley, su vice-presidente, Lyndon B. Johnson, juró como presidente un par de horas después de la certificación de la muerte de su antecesor. Johnson, un veterano y poderoso senador por Texas, difícilmente habría podido acceder a la presidencia por sus propios méritos. En cualquier caso, en el avión que devolvía a la comitiva presidencial a Washington,
Lyndon Baines Johnson se convirtió en el hombre más poderoso del planeta. Es verdad que en 1964 fue reelegido, pero ya con el aura que la Casa Blanca da a un candidato, y contra un rival republicano tan radical, que era repudiado en buena medida por parte de su propio partido. Me equivoque o no en mi apreciación de las posibilidades de LBJ, el hombre mandó en la oficina oval.
Vietnam heredado.
El conflicto de Indochina se había iniciado cuando la potencia colonial, Francia, se resistió a darle la independencia después de la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos, Gran Bretaña y Filipinas ayudaron a Francia a recuperar el poder después de la ocupación japonesa, y a expulsar al gobierno comunista, liderado por Ho Chi Minh, que se había hecho fuerte en el norte. A partir de 1945, la guerrilla comunista fue poco a poco ganando terreno a los franceses hasta que, en 1954, los derrotaron finalmente. Ho Chi Minh formó gobierno en el norte, con el placet de la Unión Soviética y de China. La guerrilla apoyada por el norte, el Frente de Liberación Nacional, o Viet-Cong, continuó su lucha en el sur para unificar a todo Vietnam bajo un gobierno comunista. Estados Unidos temió la expansión de esa ideología totalitaria y decidió ayudar a Vietnam del Sur con asesores militares.
Miedo al Comunismo.
Esa era la situación heredada por Johnson en 1963, ayuda militar a Vietnam, pero limitada. No obstante, durante los años de Kennedy como presidente, los asesores militares norteamericanos en Vietnam habían aumentado de 900 a 16,000. Aún así, JFK se resistió a enviar tropas regulares, y creyó que era el Ejército de Vietnam del Sur el que debía derrotar a la guerrilla del Viet Cong. Sin embargo, para noviembre del 63 en que Johnson alcanzó la presidencia, la situación para los anticomunistas había empeorado, y el Viet Cong avanzaba. Johnson, quien creía que la caída de Vietnam podría causar un efecto dominó sobre el resto del sudeste asiático, aprovechó un (dudoso) incidente menor para subir la apuesta y escalar la intervención estadounidense en Vietnam. El 8 de marzo de 1965, un contingente de 3,500 Marines llegó al Vietnam del Sur.
Bombardea aquí, bombardea allá.
La mejor receta para el desastre en una guerra es no permitir que los militares hagan su trabajo. A Johnson no le gustaban los militares, y rara vez se reunía con ellos. En su lugar, prefería hablar con su Secretario de Defensa, Robert McNamara, un experto en estadística que creía también que un conflicto armado se puede administrar desde los despachos, teniendo la información correcta. La única estrategia en Vietnam era “contener” el comunismo, pero ni la Casa Blanca ni el ejército tuvo en ningún momento un plan a largo plazo, ni una idea de cómo terminar con el conflicto. Se ordenaban operaciones en reacción a ataques del Viet Cong, se buscaban acciones mediática. Johnson llamaba al Pentágono y decía – “bombardea aquí, bombardea allá”.
Hubo un plan propuesto por el General William Westmoreland a principios de 1965, que involucraba directamente a las fuerzas norteamericanas ante el fracaso del Ejército Sudvietnamita para frenar la expansión del Viet Cong. Este suponía una estrategia de tres fases:
Fase 1: Comprometer las fuerzas necesarias para frenar la tendencia perdedora para finales de 1965.
Fase 2: Fuerzas norteamericanas y aliadas montan acciones ofensivas de calado para destruir la guerrilla y las fuerzas enemigas. Esta fase terminará cuando el enemigo haya sido desgastado, puesto a la defensiva, y expulsado de poblaciones importantes.
Fase 3: Si el enemigo persiste, se necesitará un periodo de 12 a 18 meses posteriores a la Fase 2 para la destrucción final de fuerzas enemigas en bases remotas.
Plan sin sentido.
Como podemos leer, el plan estaba redactado con palabras muy ambiguas, indefinidas. Hablaba de “destruir” las fuerzas enemigas, y poco después de “desgastarlo”. Para más Inri, Johnson se sentía autorizado (técnicamente, lo estaba) para cambiar las tácticas cada vez que él considerara que alguna acción en Vietnam le podía beneficiar políticamente en Washignton. Mientras tanto los cadáveres llenaban los aviones de vuelta a casa, y los ciudadanos norteamericanos comenzaron a hartarse del conflicto.
No ayudaron las escenas de horror que la prensa publicaba cada vez más a menudo. El escándalo de My Lai sacudió a la opinión pública e hizo que muchos cambiaran de bando. En 1968, en abril, Martin Luther King fue asesinado en Memphis; el 5 de junio le llegaba su turno a Robert F. Kennedy, en Los Ángeles. Aquel verano, durante la Convención Demócrata en Chicago, tuvieron lugar las primeras protestas violentas en contra de la guerra. Buena parte de la población se dio cuenta de que antes de querer poner orden en el mundo, debían limpiarse las habitaciones propias.
Final Amargo.
Johnson renunció a ser candidato nuevamente a la presidencia, hundida como estaba su popularidad. Terminó ganando la presidencia Richard Nixon, con la promesa de sacar a los chicos de Vietnam y terminar la guerra, promesa que no cumplió en su primer mandato. Todo lo contrario, Nixon extendió el conflicto a Camboya y Laos, pero fue incapaz de acabar con el Vietcong. En 1973, y ya en su segunda legislatura, comenzó a retirar las tropas estadounidenses de Indochina. Dos años más tarde, en 1975, los últimos marines evacuaron la embajada en Saigón.
Más de 58,000 soldados estadounidenses y más de dos millones de vietnamitas muertos. Todo ello sin contar los miles de millones de dólares que no habían servido para nada. En abril de 1975 los comunistas terminaron la invasión del sur. La guerra de Vietnam había terminado, y Estados Unidos había sido humillado. Todo por no tener un objetivo, y menos una estrategia clara. Así son los políticos.
Las hormigas tiene alas, las usan para, machos y hembras elevarse en el aire, aparearse, fecundarse y gozar, no para sembrar de bombas los hormigueros vecinos.
Así es Manuel, lo malo es que los hombres no somos hormigas, y se nos da muy bien eso de soltar bombas. Una tragedia, estoy de acuerdo, pero una que no pienso que se detenga pronto.
Muchas gracias por tu comentario.
Un cordial saludo.
Excelente artículo como siempre. Un punto de los inicios que no mencionas y que pocos mencionan como precedente es el caso de la Guerra de Corea, que existió. Cierto es que en el caso de Corea fue una invasión contra todos los principios legales y las fuerzas norteamericanas eran fuerzas de la Naciones Unidas, y en Vietnam se parte de un componente colonial. Pero la expansión imperialista tenía un precedente, aunque si detrás está China o la URSS no se llame así.
Con respecto a los bombardeos, un punto importante, la pregunta militar era ¿dónde puedo bombardear? Dado que la Casa Blanca acotó tanto las zonas en que se podía bombardear que durante mucho tiempo los objetivos vitales eran un santuario. Hollywood aparte claro.
Cuando Nixon dió orden de bombardear Hanoi libremente, ambas veces los comunistas pidieron negociaciones de paz rapidamente. Claro que luego sabían muy bien bloquear estas negociaciones para no llegar a ningún efecto.
Hola Alfonso,
desde principios de la historia, a los hombres nos ha dado mucho por invadir al vecino, por quitarle sus tierras, sea por la razón que sea. Estados Unidos se ha comportad como cualquier otra potencia del pasado, luchando contra países que cree son sus enemigos, para defender sus intereses. Vietnam es sólo un ejemplo.
Ahora bien, como bien dices, el error en Vietnam fue bombardear sin ton ni son, con límites impuestos por razones políticas, y no militares. La Guerra de Vietnam fue todo política, gestionada por políticos, y así acabó…
Mucha sgracias por tu aportación. Un cordial saludo.