Los ingleses tomaron ayer la decisión de abandonar la Unión Europea. Muchos, incluido este autor, creemos que es un error. Una ironía, considerando que dentro de una semana se cumple el centenario del quizá mayor error en la historia de Inglaterra. Cada 1 de julio desde 1916, los británicos conmemoran la Batalla del Somme llevando flores de amapola en la solapa. De esa flor estaban cubiertos los campos de Picardie donde murieron centenares de miles de jóvenes. Esa flor que parece una herida de bala, es el recuerdo de cómo a los generales les importó muy poco la vida de sus hombres. Y todo para avanzar unos metros.
Los aliados buscaban una ofensiva masiva que acabase con la guerra en poco tiempo. Llevaron a cabo los preparativos, reunieron tropas y armas, pulieron los planes. Tristemente para los soldados, sus generales seguían pensando en las guerras del siglo XIX, y tenían tanta confianza en su capacidad y experiencia que no creían que pudieran fallar. Error, fallaron, y miles de jóvenes pagaron con su vida.
En esta entrada trataré de las razones de la ofensiva, los preparativos y algunos de los errores iniciales. En la segunda, que publicaré el próximo jueves, revisaremos el grueso de la batalla.
La idea.
A principios de 1916, los mandos aliados buscaban una manera de reactivar la guerra de movimientos. La Batalla del Marne había llevado a los combatientes a una situación de bloqueo, protegidos por las trincheras. Poco o nada se había avanzado desde el otoño de 1914, y así la guerra nunca iba a terminar. Ya a finales de 1915, ingleses y franceses habían decidido lanzar una gran ofensiva en la conferencia de Chantilly. La idea era atacar en la zona del Río Somme al tiempo que italianos y rusos lanzaban ofensivas simultáneas. Y entonces llegó Verdún. Cuando los alemanes atacaron este enclave en la frontera Franco-Alemana, para los defensores franceses se hizo necesario abrir un segundo frente. Un ataque en otra zona, obligaría a los alemanes a retirar fuerzas de Verdún.
Como consecuencia, los franceses también se vieron obligados a trasladar más tropas a Verdún. Lo que iba a ser un esfuerzo conjunto, terminó cayendo bajo la responsabilidad de los ingleses. En un principio, el plan del Comandante en Jefe de la Fuerza Expedicionaria Británica (BEF) Sir Douglas Haig, era atacar en Flandes. Su objetivo era quitar a los alemanes sus bases de submarinos en la costa, al tiempo que se mantenía cerca de sus líneas de suministro. En febrero de 1916, ya que Francia tuvo que retirar varas divisiones de la zona, se acordó centrar el ataque en la zona del Somme. Era el punto de encuentro entre los ejércitos aliados.
Los ejércitos.
Originalmente, Haig y el Mariscal Joffre asignaron 20 divisiones cada uno. Los movimientos franceses hacia Verdún dejaron su colaboración en 13 divisiones, aunque muy experimentadas. Por otra parte, los ingleses contaban con sus 20 divisiones, pero muchas de ellas estaban formadas por nuevos reclutas. La BEF que llegó al frente en 1914 había sido prácticamente aniquilada. Los ejércitos de Kitchener, incluidos los Pals Battalions, cuyos hombres nunca habían disparado contra el enemigo. Muchos de los mandos, veteranos reactivados o nuevos oficiales, tampoco estaban preparados para las nuevas tácticas de guerra. En cualquier caso, los aliados sumaban alrededor de 150,000 soldados.
Los alemanes contaban con 70,000 hombres, repartidos en poco más de 10 divisiones. Eran hombres que llevaban tiempo ya en la zona, preparando sus defensas y entrenando continuamente. La línea alemana se extendía por 18 kilómetros, desde Ypres en el norte, hasta la ribera del Somme. Cuando Falkenhayn inició el ataque en Verdún, este frente permanecería exclusivamente a la defensiva. Eran menos que los aliados, pero Haig cometió el error de subestimarlos.
Los preparativos, y los primeros errores.
Durante los primeros meses del año, los ingleses comenzaron a amasar tropas, armas, munición y suministros. El plan era extenso y requería enormes cantidades de todo, y una buena organización logística. Mientras tanto, Haig pulía su estrategia de ataque. Siguiendo la doctrina convencional de la época, una ofensiva se iniciaba con una andanada de artillería. Las esperanzas del Alto Mando inglés en la artillería era tal, que esperaban que la infantería sólo tuviese que ocupar las abandonadas trincheras enemigas. Ese fue el primer error de cálculo, pero no fue el único.
Tres factores decidieron el fallo del ataque de artillería.
- Las trincheras alemanas
- El tipo de munición utilizada, metralla o de alto explosivo
- Las bombas fallidas
Más que simples agujeros.
Las trincheras aliadas no eran más que zanjas cavadas en la tierra, si acaso con bordes de madera. Los mandos ingleses no querían que las trincheras fuesen demasiado cómodas para que los soldados no se relajaran. En cambio, el sistema de trincheras alemanas eran todo un portento de ingeniería. Primero, los ingenieros militares acudieron a geólogos para que eligieran las secciones de terreno más adecuadas para cavar; luego construyeron verdaderos refugios a gran profundidad, hasta 10 metros. Los muros eran en ocasiones de madera, pero bien construidos, y en otras tantas de cemento. Eran refugios antibomba en toda regla, y los bombardeos aliados apenas hicieron mella en los 70,000 soldados alemanes. Cuando meses después los aliados ocuparon las trincheras alemanas, se sorprendieron de su sofisticación y resistencia.
La mejor arma.
Era difícil de entender en aquellos días, pero la mejor arma defensiva de la Primera Guerra Mundial estaba siendo el alambre de púas. Era más resistente y con más picos que el que vemos en la actualidad, y los soldados el temían como a nada. Parecía inofensivo, pero ya conocemos la capacidad del alambre de púas de enganchar la ropa, y no fue diferente con los uniformes. Muchos de los que alcanzaban las interminables líneas de alambre, quedaban atrapados en sus ganchos, blancos perfectos para ser acribillados. Los generales lo sabían y decidieron acabar con la amenaza antes de iniciar los avances, pero cometieron otro error.
Eligieron la munición equivocada. Nadie sabe el porqué, pero la mayor parte de las bombas lanzadas contra las defensas alemanas eran de metralla. Estas producen grandes bajas entre el personal, sí, pero en el caso del Somme, los alemanes estaban bien atrincherados. Como fue, al explotar la bomba de metralla, esta salía disparada en todas direcciones, pero pocos trozos coincidían en su viaje con el alambre, y este quedaba casi intacto. A posteriori se entendió que la mejor bomba para destruir el alambre de púas eran las expansivas, cuya fuerza si rompía el metal, pero ya era demasiado tarde para miles de jóvenes.
Parque de mala calidad.
Cuando la guerra estalló en el verano de 1914, todos creían que sería un conflicto breve. Se esperaba que los soldados estuvieran “en casa para Navidad”. Uno de las consecuencias de este pensamiento simplista fue que, ninguno de los bandos, estaba preparado logísticamente para una guerra de larga duración. No había suficientes armas, ni munición, y las fábricas tardaron en adaptarse a las nuevas necesidades.
El problema es que muchos de los trabajadores estaban ya en el frente, y los empresarios tuvieron que reclutar a trabajadores menos experimentados. La calidad del producto se redujo, principalmente el de las bombas, que en muchos casos no llegaron a explotar. Estudios posteriores a la guerra, confirmaron que en el Somme hasta un 30% de las bombas no estallaron. Pocos soldados lograron cruzar Tierra de Nadie aquel 1 de julio, y los que lo hicieron, descubrieron que las defensas alemanas apenas habían sufrido daño alguno. Grave error.
Los Túneles.
Como muchos otros ejércitos en la antigüedad, británicos y franceses utilizaron túneles en la Batalla del Somme. Un total de 19 minas, 8 pequeñas y 11 grandes, fueron cavadas desde la retaguardia hasta las líneas alemanas. En ellas fueron colocadas grandes cantidades de explosivos que serían detonadas la mañana del 1 de julio, poco antes de que la infantería iniciara su avance. Una de ellas, de 910 metros de largo y cavada a 17 metros de profundidad bajo las fortificaciones alemanas en Hawthorn Ridge Redoubt. Cargada con 18,000 kg de amonal, fue detonada a las 7:20 horas, adelantándose en 8 minutos al resto. A pesar de que causó graves bajas a los alemanes (al menos 100 hombres), también sirvió de alarma, y dos batallones rodearon rápidamente el cráter y aniquilaron a los ingleses que avanzaban en esa zona.
La explosión de Hawthorne Ridge (vídeo original arriba) fue la más grande producida por el hombre por medios no nucleares, y pudo escucharse hasta en Londres. Otras minas, como la Sap, Glory y Lochnagar, estallaron a las 7:28 y causaron graves daños a las fortificaciones alemanas, pero no los suficientes. Aunque en un principio los ingleses ocuparon los cráteres, pronto fueron obligados a retroceder. Al igual que muchos otros preparativos, los túneles consumieron grandes cantidades de recursos y mano de obra, pero al final no causaron el daño esperado, y las defensas alemanas permanecieron casi intactas. Cuando Tommy avanzó, Jerry le estaba esperando con su ametralladora.
El gran error.
Lo normal después de un ataque, es que el que lo produce haga un reconocimiento de la zona atacada para evaluar el daño causado. Durante los siete días que duró el bombardeo previo al 1 de julio, los británicos algo hicieron al respecto. Pero no fue un examen concienzudo, pues los generales estaban convencidos de la fiabilidad de la artillería. Otro error. Lo que es peor, algunos mandos intermedios más cercanos a las líneas alemanas, advirtieron a Haig que las bombas estaban causando pocos daños. Haig y su estado mayor no estuvieron de acuerdo, y prosiguieron con el plan original. La decisión resultaría trágica.
Los generales aliados, liderados por Haig, cometieron varios errores en los preparativos para el Somme.
- Las tropas no estaban lo suficientemente preparadas;
- Utilizaron tácticas no probadas;
- Utilizaron la artillería de manera inadecuada, con bombas inadecuadas e,
- Infravaloraron las defensas enemigas.
En lugar de un paseo por Tierra de Nadie, los soldados aliados se encontraron con que los alemanes les esperaban. Sólo en la primera hora de la batalla, cayeron 20,000 hombres, cifra que se triplicaría al final del primer día. Aquel 1 de julio fue la peor pérdida de hombres que el Ejército Británico haya sufrido en su historia, y durante los próximos meses los muertos y heridos aumentarían. Todo para lograr apenas unos cientos de metros de avance. Un error, una tragedia sin paliativos, debida a la ineptitud de los generales.
Continuará la próxima semana.
Muy buen artículo. Teníamos poco conocimiento de estos «detalles» de la Gran Guerra
Muchas gracias Luis. Todos tenemos mucho que aprender de aquel y otros conflictos, al menos para intentar evitar que se repitan. Un saludo cordial.
Como bien se expone en tu artículo, el Somme es una mezcla de malos mandos, chapuza, imprevisión y menosprecio al enemigo.
Todo esto lo pagaron los de siempre: los soldados, muchos de ellos vecinos del mismo pueblo o la misma calle.
Un abrazo.
Hola Ernst,
entre mañana y pasado publicaré un par de entradas explicando en más detalle los errores de Haig y su estado mayor. Fueron muchos, como bien dices, y lo pagaron los de siempre. Eso sí, por una vez aprendieron de los errores, en mi opinión…
Mil gracias por comentar. Un cordial saludo.
Muchas gracias Jesus.
Muchas gracias a ti Nelson, por leer y comentar. Un cordial saludo.
Desde luego, en la Tercera Batalla de Ypres (Passchendaele, 850.000 bajas entre ambos bandos), librada entre junio y noviembre de 1917, los aliados, con el «carnicero del Somme» Sir Douglas Haig de nuevo a la cabeza (aparte del francés Robert Nivelle), demostraron que no habían aprendido nada de la hecatombe del año anterior.
En cambio, creo que sí puede hablar de lecciones aprendidas si analizamos la Batalla de Cambrai (noviembre-diciembre de 1917) o la «Ofensiva de los Cien Días» en Amiens (iniciada el 8 de agosto de 1918 con las fuerzas norteamericanas totalmente desplegadas y que precipitó el armisticio del 11 de noviembre de 1918). En este último caso, las fuerzas aliadas esperaron a que se agotara completamente la última ofensiva alemana en el Frente Occidental, el «Kaiserschlacht», entre marzo y abril de ese mismo año, para prepararse adecuadamente y dar el golpe de gracia a la Gran Guerra.
Un abrazo.
Encontrado! No sabes los cientos de comentarios de spam que a veces me llegan, que si Fifa Coins, que si sandalias, Gucci Watches…en fin.
Ypres y Paeschendale fueron tan terribles como el Somme, y como bien dices, nuevamente con Haig al mando. No entiendo cómo sigue habiendo gente que lo defienda. pero bueno, si hay gente que cree que la Tierra es plana…
Hace poco estuve leyendo sobre Cambray, me interesa como la primera batalla en la que los tanques tuvieron un papel protagonista, aunque ningún bando supo aprovechar su ventaja. Eso sí, para el verano de 1918 los aliados habían aprendido bien la lección, y terminaron ganando la guerra. Lástima que hayan tardado tanto,que se hayan perdido tantas vidas de una manera inútil. Ya no hay nada que hacer, excepto recordar los errores, esperando que no se repitan, y recordar a los hombres que se dejaron la vida en los campos de Flandes…
Un abrazo, caballero.