Son las siete de la mañana. Hay bruma como corresponde al principio de verano en esta zona, aunque se levantará muy pronto y será un día soleado. Da igual, pues en poco más de una hora me habrá encontrado la muerte. Hubiese querido irme de otra manera, despedirme de otra manera, pero yo no he elegido mi destino. Bueno, sí, un poco, quería estar aquí, sólo que no esperaba este desenlace. Lo siento por la familia, por mis amigos, por todos aquellos cuyas vidas se cruzaron con la mía, y dejaron huella. Lo siento sobre todo por mi Frances, a quien dejo sola y triste. Soy Lewis Morgan, hoy es el 1 de julio del ‘16 y es el día de mi muerte.
Ni dolor ni arrepentimiento
A estas alturas, o profundidades, ya no siento nada. No hay dolor, ni alegría, ni arrepentimiento. Sólo quedan los recuerdos, aunque se hace difícil disfrutarlos. No importa, aquí todo es tranquilidad, y estoy bien acompañado.
Percy y Tommy, mis mejores amigos de toda la vida, están conmigo, fuimos víctimas de los mismos errores con pocos minutos de diferencia. Colegas desde la infancia que se alistaron el mismo día, poco después de que Lord Kitchener nos pidiera que lucháramos por el Rey y la Patria.
Agosto 1914
Los jóvenes de Edimburgo formamos uno de los Pals Batalions, “batallones de amiguetes”, con los que el Secretario de Estado para la Guerra quería sustituir los caídos en las primeras y sangrientas batallas. Mamá y Papá quedaron destrozados cuando les dí la noticia, y mucho más mi Frances.
Pero no podía hacer otra cosa. A mis 17 años tenía ya un trabajo en las cocheras del ferrocarril, pero no podía dejar que el resto de mis vecinos hiciera el sacrificio mientras yo me quedaba en casa.
Esperamos
Hace cinco días empezó el bombardeo. El General Haig y su Estado Mayor creen que esta inédita andanada de artillería barrera con las defensas alemanas y nuestro avance será un paseo. Hace poco que cayaron los cañones, y nuestra brigada, la 101, está preparada para saltar a tierra de nadie. Nuestro objetivo es la aldea de Boiselle, apenas a un kilómetro de nuestras trincheras.
Julio de 1915
Entrenamos mucho, pero hay escasez de armas y tenemos pocas oportunidades de dispararlas. Cuando no estamos marchando o recibiendo clases, jugamos al fútbol o a las cartas. A veces es un poco tediosos todo esto, queremos ir al frente.
Lo mejor de estos meses es que cada seis semanas podemos ir a casa. Frances hace que me olvide de todo, es un ángel sobre la Tierra, pero el domingo debo volver al cuartel. Espero que pronto nos envíen al frente, para poder acabar esta guerra.
Algo no va bien
Después de tres día de bombardeo, los scouts han salido de noche para ver los resultados. El Estado mayor dice que todo está yendo según los planes, pero Georgie Stewart, de los fusileros, nos contó que en realidad las defensas alemanas apenas y han sufrido. Las bombas no rompen el alambrado, y los soldados están ocultos en los búnkers.
Haig dice que no es más que el miedo de los soldados, y que cuando lleguemos a las trincheras alemanas no encontraremos a nadie vivo. El Teniente Harris hoy nos ha dicho que marcharemos caminando, sin prisas, para no cansarnos. No tendremos oposición, repite.
Marzo de 1916
Hemos llegado a la zona de Picardie, no muy lejos del frente. Al 101 lo han integrado en la División 34, y acampamos 3 kilómetros al noroeste del pueblo de Albert. Nos han puesto a cavar trincheras, y poco más, lo cual me deja más tiempo para escribir a casa, y a mi Frances.
Ayer me envió una foto nueva. La tengo bien protegida entre folios de papel encerado, dentro de mi libreta de paga. Ahorro todo lo que puedo, y tan pronto vuelva a Edimburgo le voy a pedir al Sr. Begbie la mano de su hija. Ella ya ha dicho que sí, con la condición de que vuelva tan pronto como pueda.
La mañana de mi muerte
Los cañones ya no escupen fuego. No lo sabría hasta más tarde, pero en ese momento los alemanes salieron de sus refugios a 10 metros bajo tierra para ocupar sus puestos. Las bombas apenas y han dañado sus defensas, nos están esperando, pero nadie en mi bando parece saberlo.
A las 7:20, una gigantesca explosión se produce un par de kilómetros al norte. Era una de las minas excavadas por nuestros ingenieros para colocar enormes cantidades de explosivos bajo sus líneas. Pobres jerrys, pero ellos empezaron la guerra.
Ocho minutos más tarde, otra mina explota frente a nosotros. Es la de Lochnagar, que dejará un cráter de 80 metros de diámetro. Es nuestra señal, en un par de minutos saldremos de las trincheras e iremos al ataque.
24 de junio de 1916
Hoy nos han dado nuestras instrucciones. Somos más de 100,000 hombres en un frente de 40 kilómetros. Los franceses atacarán desde el sur, en Foucacourt, en la ribera del Río Somme, pero los británicos cargaremos con el peso de la ofensiva.
Nuestro objetivo final es Baupame, donde los generales creen que romperemos las líneas enemigas, y de ahí a Berlín. Si no podemos romper el frente, al menos a los alemanes a sacar tropas de Verdún y darle un respiro a los franceses. A las seis de esta mañana, más de 1,300 cañones abrieron fuego contra las defensas alemanas. No me gustaría estar ahí.
La muerte acecha
Percy está a mi lado. Tommy, a quien han hecho sargento, aguarda a sólo unos metros. Tienen el silbato en los labios, y en cualquier momento lo hará sonar la señal de ataque. Iremos “over the top”, y marcharemos hacia nuestro destino.
El ambiente es de enorme excitación, llevamos muchos meses esperando la oportunidad de matar a unos cuantos alemanes y acabar con esta locura. Creemos en nuestros oficiales, esto será un paseo por la campiña, y por la noche celebraremos en las trincheras alemanas. Nadie pìensa en la muerte.
Mi última carta a Frances
Me quedan pocos minutos, y no se me ocurre otra cosa que escribirle a la más bella de las damas. Querida Frances- le digo, -hoy tu valiente Lewis barrerá con el enemigo, y se ganará una medalla para colgarla sobre nuestra chimenea. Pronto volveré a estar contigo, para no separarnos nunca más.
Escribo mientras veo tu foto, que me inspira todo el amor del mundo, y toda la confianza que necesito para aguantar la jornada de hoy. Te dejo porque estamos a punto de saltar, pero te escribo esta noche. Te quiere, tu Lewis.
7:30 de la mañana, 1 de julio de 1916, Frente del Somme.
Suenan los silbatos y decenas de miles de hombres salen de sus trincheras, cargados con 32 kilos de equipo, pero sin apresurarse. Yo salto detrás de Percy, y enseguida me doy cuenta de lo que va a suceder.
No hemos avanzado ni diez metros, cuando escuchamos el sonido de las metralletas alemanas. Por lo visto el bombardeo no acabó con todos, pero seguro alguno de los nuestros les pondrá un tiro en la frente.
Los hombres empiezan a caer a mi lado como moscas. Tiggan es el primero, justo a mi lado, sangra en el abdomen, pero no puedo detenerme. Huele a muerte. Dos pasos más y Percy cae frente a mí, no sé cómo reaccionar, debo seguir, Vuelvo la vista para ver cómo está.
Los ojos abiertos, mirando al vacío. Avanzo. Los cuerpos de mis colegas salpican el terreno, uno por segundo se desploma abatido. No se oyen gritos, sólo el traqueteo de las ametralladoras. Nos están masacrando.
Cinco segundos
A pocos cientos de metros, y en un terreno más alto, veo las luces de las armas alemanas. Tienen una vista ideal sobre nuestro regimiento, somos el blanco perfecto. Vamos andando, sin zigzaguear, – ¿a quién se le ocurrió esta táctica?
Los irlandeses que vienen detrás lo llevan peor, ni siquiera llegan a su punto de salida. En pocos minutos perderán el 80% de sus hombres. Yo empiezo a correr, pero no estoy seguro hacia dónde, sólo sigo al que tengo adelante, hasta que él cae también. La muerte me rodea.
Miro hacia arriba, y puedo distinguir la cara del alemán apretando el gatillo de su MG 08, capaz de escupir 600 balas por minuto. Quiero reaccionar cuando siento un golpe en el pecho, y un segundo en el brazo. No he visto la bala, pero la tengo ya en el corazón. Tengo cinco segundos, pienso, es la muerte la que me llama. Tres segundos sólo, me llegan imágenes de Frances, 2, 1.
Tras la batalla
Siento no haberlo conseguido. No podré volver a casa de mis padres, no volveré a jugar con mis hermanos. No cumpliré mi promesa de casarme con mi Frances. Como yo, casi 20,000 hombres perdieron la vida aquel 1 de julio en los campos del Somme. Como la mía, quedaron atrás miles de familias, padres, esposas e hijos, que ya no volverán a ver a sus héroes.
Los generales se equivocaron, y lo pagamos con muerte. Su ataque de artillería no destruyó las defensas alemanas. Nos estaban esperando, y la insistencia de que nosotros cargáramos con todo el equipo y avanzáramos andando, sólo les facilitó el trabajo. Fue un desastre sin paliativos, el día más sangriento en la historia del Ejército Británico.
La historia juzgará a Haig y a Rowlison, responsables de la masacre. A mí ya me da igual. Abrazado a mi Lee-Enfield, tirado en el barro ensangrentado, sólo espero el descanso eterno. No hay dolor, no hay arrepentimiento, sólo muerte. Me quedan los recuerdos, mis padres, mis amigos, las sucias calles de Edimburgo, y mi Frances.
Muy bueno!!! Pero que principio tan atroz!!
jajaja, sorry…pero de eso se trata, de que la gente se asuste, y vea lo que sintieron aquellas madres y novia cuando recibieron las malas noticias. No puedo dejar de pensar en todos ellos…
Mil besitoss amiga.
Enhorabuena, Jesús. Un episodio muy bien narrado y muy efectista. Un abrazo.
Muchas gracias Juanma,
como le decía a Charo, mi intención era causar ese efecto, pues creo que es lo menos que merecen aquellos jóvenes que se dejaron la vida en el Somme. Como se dice por ahí, no olvidamos.
Mil gracias y un abrazo!
Excelentes sus reportajes. Saludos.
Muchas gracias Cristina, lo hacemos con mucho cariño. Un besín!
Me ha gustado mucho este relato Jesús de lo que fue el horror de la ofensiva del Somme.
Para cuadrar bien el flashback, cambia el episodio de agosto de 1916 a agosto de 1915. En agosto de 1916 nuestro héroe Lewis Morgan ya estaba en el Hades.
Un abrazo.
Muchas gracias Caballero del Aire,
no sé si es error de la vista o de dedo, el caso es que con las fechas me ocurre a menudo. Lo gracioso en este caso, es que cuando me disponía a cambiar 1916 por 1915, me di cuenta de que en realidad era 1914…cómo pasan y pesan los años… 😛
Mil gracias también por tu amable comentario. Un abrazo!
La realidad en toda su expresión. Todas las guerras inician por simples detalles que crecen sin que nadie se ocupe de pararlos. Pagan justos por pecadores con el idealismo ingenuo con el que son equipados. El que no conoce la historia está condenado a repetirla.
Por otro lado que hermosa descripción del destino forzado a un joven autobiografo.
Hola José de Jesús,
Desgraciadamente, la realidad supera a la ficción. Nada que pueda yo escribir se compara con lo que pudo haber sentido cualquier soldado en aquellos días. No sé lo que es enfrentarse a la muerte cada mañana, cada momento. Sólo lo imagino, y así he intentado plasmarlo. Como bien dices, pagan justos por pecadores, pero eso está en la naturaleza de la política, y no creo que cambie en el futuro.
Muchas gracias por tu amable comentario. Un cordial saludo.
Maestro, qué sorpresa, su trabajo es de las grandes ligas. Casi que no me animo a dirigirle la palabra.
Buenas Pajuerano!
jeje, no es para tanto, se me ocurrió hacer algo diferente, y esto es lo que salió. Aún así, como respondí a otro comentarista, me quedé corto, pues yo no sé lo que es verle la cara a la muerte todos los días. Simplemente terrible.
Mil gracias como siempre. Un abrazo!
Parece que tienes un público poco acostumbrado a las necesidades de la Narrativa, el primer párrafo me pareció perfecto, te instala de inmediato en el relato.
Hola Pajuerano,
la verdad es que tuve que reescribir todo varias veces, y aún así no quedé muy contento. Como te digo, es muy difícil ponerse en los pies de un joven que está a punto de saltar a tierra de nadie, frente a miles de fusiles. Al final, dejé un párrafo que me salió del tirón, como decimos, del corazón, y casi no lo tuve que editar. Se agradece el piropo. 😉
Un abrazo y feliz domingo!
Hola Barcala. La verdad no conocia la historia de la batalla de Somme, pero gracias a este exelente relato, me hiciste vivir , o morir el momento. No la olvidaré. Te felicito profesor.
Hola Christian,
es una historia espeluznante, una batalla en la que murieron decenas de miles de jóvenes debido a la ineptitud de sus líderes. Los generales no quisieron aceptar que su estrategia no estaba funcionando, e ignoraron todas las advertencias. Aún cuando empezó la batalla y morían miles en minutos, no quisieron reconocer su error y prefirieron seguir, a un alto coste para la soldada. Como siempre… 😛
Muchas gracias Christian por tu amable comentario. Un abrazo y feliz domingo!
Muy buena descripcion, totalmente envolvente, pero aun asi siguen sucediendo guerras alrededor del mundo.
Hola Carlos,
se me ocurrió hacer algo diferente para contar lo que sucedió aquel fatídico día. Como decimos, me salió del alma, y escribí sin pensarlo mucho. Me halaga que os haya gustado.
Mil gracias y un cordial saludo.