Os presento a John Aristotle Phillips. Un chaval de lo más normal nacido en 1955 en el estado norteamericano de Connecticut. Simpático, alegre, muy bromista, John era el típico payaso de la clase. Eso no quita que fuese inteligente, aunque sus notas no siempre lo reflejaran. Sin pena ni gloria, John consiguió enrolarse en la Universidad de Princeton, donde se disfrazaba de la mascota del equipo de Football de la uni (un tigre) y trabajaba en una pizzería en el campus. Estos eran sus mayores logros como estudiante hasta que, en 1976, gracias a un trabajo que escribió, se convirtió en una celebridad. Y en un sospechoso del FBI.
John era el segundo hijo de una familia de inmigrantes griegos. Su padre era profesor de ingeniería en la también prestigiosa Yale, y su madre un ama de casa apasionada por la cocina. La infancia de John fue de lo más tranquila, ningún arresto y ninguna novia con consecuencias. Todo cambio en su tercer año en la universidad. Sus notas no eran precisamente las mejores, y pensó que debía mejorarlas. Lo malo es que se le ocurrió una idea muy poco ortodoxa para conseguirlo, una que atraería la atención del temible FBI.
Monstruos académicos
La buena noticia es que John estaba en una de las mejores universidades de los Estados Unidos, y del mundo. La misma en la que había vivido y trabajado sus últimos años nada más y nada menos que Albert Einstein. Otros científicos como Feynman, Teller et al también habían pasado por ahí. Para un estudiante de Física como John era como ser un niño y trabajar en un Toys-R-Us.
En 1976, John consiguió plaza en un curso con el renombrado físico Freeman Dyson, otra de las múltiples celebridades científica de Princeton. Dyson había tenido consejero académico en Cambridge a Hans Bethe, compañero y amigo de Einstein y Premio Nobel de Física en 1967. Además, había participado en múltiples proyectos relacionados con los programas espacial y nuclear norteamericanos. Dyson era uno de los más respetados profesores de Princeton, y John se sintió´honrado de haber sido aceptado en su curso.
John no podía quedar mal, sabía que era su oportunidad de destacar. Pensó y pensó en qué podía hacer para impresionar a Dyson, hasta que dio con la idea.
El trabajo
El curso de Dyson versaba sobre la Proliferación Nuclear, en especial sobre el hecho de que muchos países en aquel entonces buscaban construir su propia bomba atómica. La primera idea que John barajó fue escribir sobre lo cercano que estaban algunos países de conseguirlo, y el peligro que esto representaba.
Pero luego, en un giro de originalidad típico de John Aristotle, se le ocurrió algo más atrevido. El título que propuso a Dyson para su trabajo fue: Cómo construir una bomba atómica por menos de 2,000 dólares. Tal cual.
El atolondrado y bromista estudiante se sumergió en los libros. Pasó días y noches en las bibliotecas. Escribió cartas y hasta llamó a la compañía Du Pont para preguntarles cuánto costaba un dispositivo de implosión. No fue fácil, pero John encontró lo que buscaba, y terminó su trabajo. Dyson le puso un 10, y pareció en un principio que la cosa no pasaría a mayores.
Entra el FBI
Pero un documento que explicaba cómo construir una bomba atómica no era cualquier cosa. Entre los compañeros de clase de John causó revuelo. El periódico de la universidad publicó un artículo al respecto. Entonces sucedió algo inesperado. Un grupo de científicos pakistaníes se puso en contacto con John y le ofrecieron comprarle una copia de su trabajo. Claro está, el FBI se enteró y decidió tomar cartas en el asunto.
Un día, agentes de la policía federal se presentó en el campus. Hablaron con John y se dieron cuenta de que no representaba un peligro, pero confiscaron el documento y una maqueta de la bomba que había construido en su habitación. Obviamente, se enteró todo el mundo.
El joven Phillips se convirtió en una celebridad. La prensa comenzó a llamarlo el Chico de la Bomba A, y llegaron las entrevistas en los medios. Fue invitado incluso a participar en programas de concurso.
¿Funcionaba la bomba?
Según el propio Dyson, seguramente no, pero hubo al menos otro científico que creía lo contrario. En la actualidad es imposible estudiar el tema más a fondo, pues el trabajo está bien guardado en los archivos del FBI. Por razones obvias, la agencia no habla al respecto.
No importa, John consiguió su objetivo, conseguir una buena nota y darle publicidad al hecho de que la información necesaria para construir una bomba atómica era de dominio público. Esto último preocupó mucho al gobierno, y al FBI, que buscaron eliminar dicha información.
En cualquier caso, y, aunque es verdad que las instrucciones para desarrollar el dispositivo son bien conocidas, y más ahora con internet, no es tan fácil construir la bomba. Hacen falta algunos ingredientes que no se compran en cualquier tienda de bricolaje. Cualquiera que lo intentase, recibiría sin duda la visita del FBI, o de otras agencias aún menos bienvenidas.
La fama
John Aristotle Phillips es un personaje muy conocido en Estados Unidos, aún hoy. Después de la universidad, en lugar de dedicarse a la ciencia intentó entrar en política. Dos veces se presentó como candidato el Congreso, y las dos veces perdió. No obstante, durante las campañas se dio cuenta de que había muy poca información estadística sobre los votantes. Él mismo tenía que recopilar a mano dicha información en el distrito que se presentaba. Entonces se le ocurrió una idea, montar una empresa que recopilara todos esos datos, y vendérselos a candidatos y partidos políticos.
A eso dedica nuestro amigo en la actualidad. El chico al que el FBI confiscó su tarea, se gana la vida como consultor político de éxito. Pero el FBI se sigue negando a devolverle sus deberes.
Bueno… todos alguna vez inventamos alguna escusa loca para no entregar alguna tarea… pero la de éste hombre es sin duda la mejor historia del mundo… «Disculpe profesor, no traje los deberes porque el F.B.I. los requisó»…
Lástima que no se me ocurrió antes.
Muy buen artículo.
Hola Francisco,
John Aristotle entregó su tarea y sacó un diez. Eso sí, nunca espero que luego llegara el FBI a confiscársela. Pero tienes razón, esa sería una buena excusa para cualquier estudiante…quien sabe, a lo mejor es verdad… 😛
Muchas gracias por comentar. Un abrazo!
Este hombre puede ser un buen ejemplo para los estudiantes a los que el perro se les come la tarea. Podrían agregar a su arsenal de excusas que el FBI les confiscó la tarea. Lo bueno es que el FBI negará el hecho, lo cual le dará peso a lo importante y delicado que era el contenido de la tarea.
jeje, Hola Juan,
mi hermano Paco ha comentado algo similar. Y tenéis razón, muy buena excusa, y mejor la coartada de que el FBI siempre lo negará, lo cual nos ayudará a confirmarlo…que relajo! 😛
Me recuerda al «Pequeño Nicolás»…
Mil gracias por comentar. Un cordial saludo.
Excelente, gracias.
Muchas gracias Oskar! Un saludo… 😉
Gracias Jesús,…
una cosa que desconocía… y que ahora puedo compartir con mi familia!!!
Salu2!!!!!
Muchas gracias Juan, por leer, comentar y compartir. El placer es mío…Un abrazo!
mientras leía el texto sentí un escalofrió, para mi deseaba que no tuviera dificultad John, después me sentí muy alegre por este muchacho, desde ser un estudiante con bajas calificaciones obtuvo un 10,mi héroe menos mal no lo hicieron desaparecer, está vivo al parecer.
Hola Rodolfo,
en verdad es espeluznante pensar que cualquiera tenga la información para construir una bomba atómica. Y es verdad que esa información está disponible. Gracias a Dios lo difícil es conseguir los ingredientes. Si no fuese así, seguro que más de un loco ya habría detonado alguna en el patio de su casa.
Muchas gracias por tu comentario. Un cordial saludo.
Que lástima que una mente brillante acabara por dedicarse a trabajar para … en lugar de dedicarse a la ciencia, por muy bien que le vaya. Me pregunto ¿hasta donde influyó esta anécdota en su decisión?
Hola Greg,
Pienso que John Aristotle no quería dedicarse a la ciencia desde un principio. recuerdo haberle escuchado una vez que siempre quiso dedicarse a la política, pero que estudió Física porque creía que esa carrera le abriría más puertas en el futuro, en caso de que sus intentos en la política fracasaran. Al final, esos intentos fracasaron, y termino dedicándose al marketing político porque vio una oportunidad de negocio. Si te digo la verdad, yo hubiese hecho lo mismo… 😛
Muchas gracias por comentar. Un cordial saludo.