Los nazis siempre han acaparado el oprobio internacional, y no sin razón. Los campos de exterminio, las cámaras de gases y los experimentos hechos con los prisioneros fueron de una ignominia tal, que aún es difícil hablar de ello. Los crímenes de sus aliados japoneses, sin embargo, no han recibido tanta atención. Y la merecen, especialmente la Unidad 731, especializada en la investigación “científica”, al más puro estilo Mengele.
Al igual que en las instalaciones de los doctores nazis, en el laboratorio de la Unidad 731 en Harbin, China, se utilizaron prisioneros para ensayar drogas y armas de destrucción masiva. Al igual que los alemanes, los japoneses cometieron crímenes contra la humanidad, pero pocos fueron castigados por ello. La Unidad 731 no es del todo desconocida para los historiadores de la época. A partir de 1950, y sin el placet de los Estados Unidos, las víctimas comenzaron a hablar, y los investigadores a indagar y desde entonces se han publicado numerosos libros al respecto. Aún así, creo que de vez en cuando es necesario recordar su historia.
El hombre clave
Todo el concepto y realización de la Unidad 731 giran alrededor de un personaje. Shirō Ishii. Este hijo de ricos terratenientes nacido en 1892, era un hombre altanero, caprichoso y muy mandón. Había sido criado rodeado de sirvientes, a los que trataba como seres inferiores. El típico hijo de Papá que no admitía un no por respuesta. No obstante, era un buen estudiante, y en 1920 se graduó como médico de la Universidad Imperial de Kyoto.
Ishii entró enseguida en el ejército, pues en aquel Japón militarista la carrera castrense ofrecía much posibilidades de desarrollo profesional. Ya como militar, amplió sus estudios con un postgrado en la misma institución. Como anécdota, se cuenta que Ishii tenía la costumbre de cultivar bacterias para “adoptarlas” como mascotas, y no como sujetos de investigación. Su carrera progresó rápidamente, pues sus superiores lo tenían en alta estima.
En 1927, ya como Capitán, Ishii comenzó a interesarse en la guerra bacteriológica. Al año siguiente, comenzó un viaje curricular en el extranjero, donde se aplicó en el estudio de las armas químicas utilizadas en la Primera Guerra Mundial. Ishii pensó entonces que Japón debía contar con dichas armas.
De vuelta en Japón, y con el patronaje del Ministro del Ejército, Sadao Araki, Ishii propuso la creación de un programa de investigación de armas de destrucción masiva en el ejército.
China
En 1931, Japón había invadido la región de Manchuria en China, y formado el estado marioneta de Manchuoko. A Ishii se le ocurrió que China sería el lugar ideal para su proyecto, alejado de la prensa y de la opinión pública. Al año siguiente, consiguió el beneplácito de los generales y los fondos para comenzar sus investigaciones.
La primera fase tendría lugar en una fortaleza militar 100 kilómetros al sur de Harbin, la principal ciudad de Manchuria, pero un accidente destruyó las instalaciones. En 1934 comenzó la construcción un nuevo centro, más grande y más cercano a Harbin. Dos años después, terminada la obra, se formó oficialmente la Unidad 731.
El pretexto para la Unidad 731
Como se trataba de un proyecto de alto secreto, el centro se dio a conocer como el Departamento de Prevención de Epidemias y Purificación de Agua del Ejército de Kwantung. Pero la realidad, es que la idea de Ishii era experimentar con armas bacteriológicas, y para ello, pensaba utilizar a la población china como Conejillos de Indias.
Cientos de científicos, técnicos y médicos fueron transferidos a la Unidad 731. En total, más de 2,000 participaron entre 1937 y 1945. Ishii tenía el mando absoluto del centro, y el ejército apenas y supervisaba sus cuentas. Investigaciones posteriores demostraron que había desfalcado al ejército para su enriquecimiento personal, pero no fue castigado por ello.
Los crímenes de la Unidad 731.
Fueron múltiples las actividades inhumanas que se llevaron a cabo en el campo, principalmente en tres grandes áreas:
- Armas bacteriológicas y químicas.
- Enfermedades y resistencia física.
- Armas convencionales.
En esta infografía resumo las más conocidas:
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Aproximadamente 250,000 personas murieron debido a los experimentos realizados por Ishii y su equipo en los ocho años que el campo estuvo abierto. La mayoría fueron chinos, coreanos, mongoles y rusos. Hubo también víctimas de las islas del Pacífico Sur, y algunas decenas de prisioneros de guerra occidentales. Además, una sucursal de la Unidad 731, la Unidad 100, se dedicó a investigar enfermedades de los animales, específicamente para conseguir matar a los caballos del enemigo.
El no castigo
Todo lo anterior debería haber sido suficiente como para mandar a Isii a la horca, pero no fue así. De hecho, ni siquiera se le juzgó por sus crímenes y murió en 1959, en libertad. La razón, que el gobierno de los Estados Unidos ofreció inmunidad a los miembros de la Unidad 731 a cambio de toda la información recabada en sus experimentos. Los sobrevivientes fueron silenciados, al menos por un tiempo, pero poco a poco salieron a la luz los detalles.
Mucho tuvo que ver en la ocultación el general Douglas MAcArthur, a la sazón gobernador militar de Japón. El auto endiosado general, seguidor de anacronismos como la monarquía, la jerarquía y el honor, convenció a Truman que era mejor no aplicar mano dura con los vencidos, para así contar con su colaboración en la reconstrucción. MAcArthur dejó ir de rositas a los criminales de la Unidad 731 para facilitarse el trabajo.
Recordamos
Probablemente por la misma razón, la historia no ha puesto tanto énfasis en la Unidad 731 como lo hizo con las atrocidades nazis. Es verdad que las cifras de víctimas fueron mucho mayores en Europa que en China, pero cuando se habla de genocidio no importa si fueron 10 millones o 10,000. Un crimen es un crimen, y si los culpables no fueron juzgados por los tribunales, al menos quedará el juicio de la historia. Y ese juicio, es inapelable.
Os dejo un enlace recomendado del mismo tema, pero desde otro punto de vista.
https://franciscojaviertostado.com/2014/09/26/el-escuadron-731-del-ejercito-imperial-japones/