Los Juegos Olímpicos más sangrientos.

Munich 1972. A las 4:30 de la madrugada del 5 de septiembre, un grupo de ocho hombres vestidos en chandals saltaron la valla que rodeaba la Villa Olímpica. A pesar de que sólo medía dos metros, llevaban tanto equipo en sus mochilas que necesitaron la ayuda de un par de atletas canadienses, que volvían de una fiesta. Los ocho hombres eran terroristas del grupo Septiembre Negro. Comenzaban los Juegos Olímpicos más sangrientos.

La primera imagen de televisión que tengo, es de un encapuchado asomándose al balcón de un edificio. Yo era demasiado pequeño para darme cuenta de lo que sucedía, pero sabía que no era bueno, pues noté el estrés en mi hermano mayor. Luego, me apartaron de la tele, pero el momento quedó grabado para siempre en mi mente. Hasta ahora. Lo recuerdo en cada edición de los Juegos Olímpicos.

Terrorista en los Juegos Olímpicos

Toma de rehenes

Los terroristas se dirigieron rápidamente al edificio más cercano, algo aislado del resto por razones de seguridad. En él, se alojaban atletas israelíes, el objetivo del ataque. Con llaves robadas, el grupo se introdujo en el apartamento número 1, en la primera planta. Ahí se alojaban tres entrenadores y dos jueces israelíes, parte de la delegación judía en los Juegos Olímpicos.

Al oír unos ruidos, Yossef Gutfreund se despertó, y se acercó a la puerta. Ahí vio a un grupo de enmascarados armados, e inmediatamente dio la voz de alarma. El entrenador de halterofilia Tuvia Sokolovsky, escuchó los gritos y pudo escapar por una ventana. Moshe Weinberg, también entrenador de halterofilia, se lanzó contra los terroristas, que le dispararon en la mejilla.

Villa Olímpica de Munich.

A Weinberg le obligaron entonces a llevarlos a otro apartamento a buscar más rehenes. Él los llevó al número 3, donde se alojaban levantadores de pesas y luchadores, esperando que con su fuerza tuvieran una mejor oportunidad de luchar, pero fueron capturados cuando dormían.

En el camino de vuelta al apartamento 1, Weinberg atacó nuevamente a los terroristas dejando KO a uno, e hiriendo a otro con un cuchillo. En la confusión, el luchador Gad Tsobari pudo escapar, pero Weinberg recibió un tiro mortal. El levantador de pesas Yossef Romano, también se lanzó contra sus captores, y recibió el mismo tratamiento.

Voz de alarma

Los ocupantes del apartamento 2 se despertaron con la convulsión. El marchista Shaul Ladany saltó desde la ventana de segundo piso y corrió hacia el edificio de la delegación estadounidense. Ahí despertó al legendario Bill Bowerman, entrenador de atletismo, quien avisó a las autoridades.

El resto de sus compañeros de piso, que incluía al Jefe de la Delegación, Shmuel Lalkin, se mantuvo escondido durante varias horas antes de escapar durante la crisis.

Munich despierta

Las noticias no tardaron en llegar a los medios que, debido al gran evento que se cubría, eran numerosos. Las cámaras y los periodistas rodearon el edificio tan cerca como la policía alemana les permitió. Las imágenes aparecieron en directo por todo el mundo. Los Juegos Olímpicos daban un giro.

Policías alemanes en la Villa Olímpica

Policías alemanes en la Villa Olímpica. Haz click para ver mejor.


Precisamente eso era lo que buscaban los terroristas. Una plataforma mediática que les permitiera airear sus reclamaciones. Sus miembros, palestinos de campos de refugiados en Siria, Jordania y Líbano, exigieron la liberación de 234 de sus compañeros detenidos en cárceles israelíes. Dos alemanes, Andreas Baader y Ulrike Meinhof, de la organización terrorista de extrema izquierda Rote Armee Fraktion (Facción del Ejército Rojo), también estaban en la lista.

Ulrike Meinhoff y Andreas Baader

Ulrike Meinhoff y Andreas Baader.

Las condenas se sucedieron. La Primera Ministra de Israel, Golda Meir, dijo: “Si nosotros cedemos, ningún israelí en ningún lugar del mundo estará a salvo”. El rey Hussein de Jordania, el único mandatario árabe en condenar el ataque, declaró que era “un salvaje crimen contra la civilización…perpetrado por mentes enfermas”.

La policía alemana envió negociadores, y francotiradores a la Villa Olímpica. Los últimos, vestidos en chándal.

No hay negociación

Tras las primeras aproximaciones de los alemanes, los palestinos dejaron claro que no pensaban negociar. Dejaron caer desde el segundo piso el cadáver de Weinberg, y advirtieron de que masacrarían a los deportistas si la policía intentaba algo. En cualquier caso, la política de Israel en las tomas de rehenes era de no tratar con terroristas. Negociar es incitar más ataques.

Para los alemanes, la situación era más que delicada. El recuerdo de millones de judíos asesinados durante el régimen nazi aún estaba fresco. Para más inri, la delegación israelí se había quejado de la falta de seguridad en las instalaciones olímpicas. Los responsables alemanes, aseguraron a los judíos que todo estaba bajo control, pero no hicieron nada para mejorar la seguridad.

Hans Dieter Genscher poco antes de morir

Hans Dieter Genscher poco antes de morir.

El Mossad, la inteligencia israelí, envió una carta al entonces Ministro del Interior alemán, Hans-Dietrich Genscher, ofreciendo asistencia en la forma de un comando. Genscher negó haber recibido tal carta, aunque el Mossad luego la hizo pública.

Contacto y tensión

Los negociadores alemanes lograron hablar con los palestinos. Les ofrecieron grandes cantidades de dinero y salvoconducto si liberaban a los deportistas. Se negaron, e insistieron en sus demandas.

En un momento dado, los acechantes policías se acercaron al balcón del piso secuestrado. No obstante, los medios apostados enfrente estaban transmitiendo todo en directo, y los terroristas pudieron ver por televisión cómo se acercaban los policías. Amenazaron entonces con matar a más rehenes, y la policía se retiró.

A media tarde, Hanns-Dieter Genscher y Walter Tröger, el alcalde de la Villa Olímpica, pudieron entrar brevemente para hablar con los palestinos. Estos pidieron entonces un avión para llevarlos a El Cairo. Los alemanes dijeron que verían qué podían hacer. Cuando salieron, informaron a la policía que había “cuatro o cinco” terroristas.

Mala preparación

Las autoridades alemanas dijeron a los palestinos que les darían el avión. Se les facilitarían helicópteros para llevarlos al aeropuerto, y ahí, tendrían un jet a sus disposición. Al mismo tiempo, dieron la orden de preparar un asalto.

Alrededor de la 21:30 del 5 de septiembre, los helicópteros aterrizaron en una calle cercana al edificio. Los terroristas tendrían que caminar poco más de 150 metros, y en el camino, la policía situó a varios francotiradores. Sin embargo, Luttif Afif, líder de los palestinos, fue precavido, y salió con Tröger, Genscher y el jefe de la policía de Munich, Manfred Schrieber (que habían vuelto a entrar), a punta de ametralladora. Los ruidos provocados por uno de los francotiradores alertó a Afif, que exigió entonces un autobús.

Latif Afif, alias "Issa".

Lutif Afif, alias «Issa».

El vehículo llegó a las 22.:00, y cuando rehenes y terroristas lo abordaron, la policía se dio cuenta de que eran ocho palestinos, y no cuatro o cinco. A nadie se le ocurrió avisar al comando que se estaba preparando en el aeropuerto.

Escape

Los alemanes habían fingido ceder a las peticiones, pero la realidad es que prepararon un intento de rescate en el campo aéreo de Fürstenfeldbruck. Cinco francotiradores fueron apostados en diversos puntos, y el avión que utilizarían los terroristas, estaba tripulado por agentes de la policía disfrazados.

El plan era esperar que llegaran al avión, donde los policías intentarían dominar a los palestinos. Sin embargo, los policías dentro del avión, consideraron que era una misión suicida. Sin permiso de sus jefes, votaron entre ellos, y por unanimidad decidieron abandonar el avión. Nadie excepto ellos se enteró.

Cuando los helicópteros llegaron al aeropuerto a las 22:30, Latif y su brazo derecho, Yusuf Nazzal, se acercaron al avión. Cuando entraron y lo vieron vacío, se dieron cuenta de que era una emboscada.

Desastre en los Juegos Olímpicos

Viéndose acorralados, Latf y Nazzal corrieron hacia los helicópteros, pero en el camino un francotirador abrió fuego e hirió a Nazzal en el muslo. Otros dos palestinos cayeron dentro de por sendos disparos de la policía alemana mientras custodiaban a dos de los pilotos. Se inició un tiroteo.

Tres de los pilotos lograron escapar, pero los atletas no podían porque estaban maniatados. Durante el intercambio de disparos, uno de los francotiradores alemanes fue herido por fuego amigo.

El fuego rugió durante media hora. Eran sólo cinco francotiradores contra seis terroristas. Ningún refuerzo llegó a tiempo, pues las autoridades no habían cercado el aeropuerto y las tanquetas llamadas se atascaron en el tráfico.

En un momento dado, uno de los terroristas, logró llegar a uno de los helicópteros y disparó a quemarropa contra los cinco deportistas. Segundos después, lanzó una granada contra la otra nave. Ahí murieron los otros cuatro.

Los helicópteros al día siguiente.

Los helicópteros al día siguiente.

Finalmente, Latif, Nazzal y tres terroristas más murieron en el enfrentamiento. Otros tres fueron detenidos por la policía. Dos meses después serían liberados cuando la Organización por la Liberación de Palestina, secuestró un avión en Munich y exigió la liberación de sus compañeros. Alemania se arrodilló ante la violencia.

¿Por qué el fallo?

Sobra decir que el intento de rescate fue un desastre, y hay sólo una explicación; la falta de preparación.

Para empezar, ninguno de los policías involucrados en las operaciones, había recibido entrenamiento como comando. Alemania simplemente no tenía ningún cuerpo de operaciones especiales (fue creado dos meses después de los Juegos Olímpicos).

Segundo, las autoridades políticas fallaron en mantener un canal de comunicación con la Policía de Munich, que no se enteró que los terroristas eran ocho. En cualquier caso, habían apostado sólo a cinco francotiradores, cuando lo normal es que sean dos por cada objetivo. Además, ninguno de los francotiradores lo era en realidad. Habían sido elegidos simplemente porque los fines de semana participaban en un club de tiro.

La estrategia fue una chapuza, digna de un principiante. Uno de los francotiradores estaba en la línea de fuego de dos de sus colegas, y fue herido por ellos en el tiroteo. Peor aún, no tenían el equipo adecuado. Utilizaron sus rifles, G3, estándar de la policía, completamente inadecuado para tiros de largo alcance, sin mirilla y sin visión nocturna. Tampoco tenían radios con los que pudiesen comunicarse entre ellos o con los líderes de la operación.

Por si fuera poco, no se prepararon refuerzos, a nadie se le ocurrió solicitarlos. Cuando por fin fueron llamados, no pudieron llegar por el tráfico.

Los Juegos Olímpico más sangrientos.

Un policía y once atletas murieron durante la crisis. El Presidente del Comité Olímpico Internacional, Avery Brundage, cedió por fin a la presión y suspendió las competiciones el día 5 por la tarde, pero al día siguiente los Juegos Olímpicos se reanudaron. Durante buena parte del secuestro, el resto de atletas se dirigió a sus sedes a competir, sabiendo que 11 de sus colegas estaban amenazados de muerte.

La delegación de Israel decidió abandonar los Juegos Olímpicos, junto con media docena de países más. Otros deportistas, a nivel individual, también dejaron Munich, entre ellos el medallista Mark Spitz, que ya había terminado su competición, y era judío.

En un principio, la organización arrió las banderas de aros y de todos los países a media asta. Cuando 18 países árabes reclamaron, sus banderas volvieron a ondear por todo lo alto.

Durante muchos años, el COI no permitió la celebración de actos de conmemoración por las víctimas, hasta precisamente este pasado 4 de agosto, en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Sólo en el 2014, el COI pagó una compensación a las familias de los atletas asesinados. Cuarenta y cuatro años después.

La masacre terminó en Munich a las 00:06 horas del 6 de septiembre de 1972, no así sus consecuencias. Israel no se quedó con los brazos cruzados, pero esa es otra historia que dejo para la próxima entrada. 

Las víctimas:

Las once víctimas israelíes de Munich

Las once víctimas israelíes de Munich.

  • Moshe Weinberg, entrenador de lucha
  • Yossef Romano, levantador de pesas
  • Ze’ev Friedman, levantador de pesas
  • David Berger, levantador de pesas
  • Yakov Springer, juez de halterofilia
  • Eliezer Halfin, luchador
  • Yossef Gutfreund, referee de lucha
  • Kehat Shorr, entrenador de tiro
  • Mark Slavin, luchador
  • Andre Spitzer, entrenador de esgrima
  • Amitzur Shapira, entrenador de atletismo

Descansen en paz las 12 víctimas de los Juegos Olímpicos más sangrientos.

3 thoughts on “Los Juegos Olímpicos más sangrientos.

  1. Una historia tremenda. No había leído en profundidad del tema, y me he quedado con ganas de saber qué hizo Israel (aunque imagino algo). Estaré pendiente de la próxima entrada.

    Un saludo y gracias por estos bocados de historia.

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