¿Por qué un boicot se llama boicot?

Puedo responder a la pregunta del título en pocas palabras: boicot, o Boycott, es un apellido. Pero en realidad el nombre es lo de menos, lo que importa es la historia detrás del hecho. Lo gracioso es que el primer boicot que llevó ese nombre no lo inventó el Sr. Boycott, más bien lo sufrió. Probablemente ni siquiera la culpa de todo era suya. Él sólo hacía su trabajo, pero así es la vida, injusta en ocasiones, cruel el resto del tiempo.

Lo que era un apellido inofensivo e inocente, terminó entrando en muchos idiomas como algo negativo. Malo para el que lo sufre, y para el que lo aplica, aunque a veces sirve para lograr un objetivo. Al pobre Sr. Boycott no le fue muy bien. Tanto que, por más que emigró e intentó cambiarse el apellido, su fama le precedió y le persiguió el sambenito. Conozcamos al Sr. Boycott.

boicot

El nombre y los inicios

Para empezar hay que aclarar que el apellido original de la familia era Boycatt. Cuando nuestro amigo Charles tenía nueve años, en 1841, su padre cambió la ortografía a Boycott. No sabemos por qué. En cualquier caso, el descendiente de hugonotes, nació y creció en el condado de Norfolk, en Inglaterra.

El hombre que inspiraría el primer boicot estudió en una academia privada hasta los 16 años, para luego entrar en la Real Academia Militar de Woolwich. Sin embargo, al año siguiente no aprobó sus exámenes y fue expulsado de la academia. Suerte para él que en aquel entonces se podía comprar un nombramiento en el ejército. Eso hizo su familia a un coste de 450 libras.

En 1849 su regimiento fue enviado a Belfast, y luego a Dublín, donde en 1852 contrajo matrimonio con Arran Quay. Dos años después vendió su comisión en el ejército, pero decidió quedarse en Irlanda, y alquiló una parcela con la intención de convertirse en agricultor.

Y así veinte años en los que Charles y familia se dedicaron a labrar la tierra en diversos puntos de Irlanda. Hasta que en 1873, el Capitán Boicot, perdón, Boycott, se muda a Lough Mask House, una propiedad del terrateniente John Crichton, que lo contrata como agente.

Creando enemigos

Las labores de Boycott eran las de cualquier gerente, administrar la finca. Boycott se encargaba de subarrendar partes de la tierra a pequeños granjeros, de cobrarles y de echarlos de la propiedad si no pagaban. Era una práctica común, pero también una costumbre de la que los irlandeses se estaban cansando.

El Capitán Charles C. Boycott, el del boicot

El Capitán Charles C. Boycott.

Uno de los problemas es que los contratos solían ser de sólo un año. Había muy poca seguridad, y los granjeros no se atrevían a invertir mucho en la tierra por si acaso al final del contrato no les renovaban. El alquiler era normalmente alto, y había que trabajar muy duro para siquiera pagarlo.

Los administradores, por razones obvias, no era gente muy popular entre los granjeros. En el caso del Sr. Boycott, su reputación era aún peor debido a su prepotencia. Pero los granjeros no tenían otra opción que agachar la cabeza y obedecer.

Las razones

La gente se estaba cansando de los abusos, y para finales del siglo XIX la conciencia social ya se había extendido por buena parte de Europa. En Irlanda, un país mayoritariamente compuesto de granjeros, las reivindicaciones se enfocaban precisamente en la tierra y en el trato que les daban los terratenientes. Cabe mencionar que por aquellos años, menos del 1% de la población era dueña de más de la mitad del país.

Los granjeros ya se había organizado y, para finales de la década de 1870, ya tenían un lema. Su reivindicación eran las tres F’s, por Fair Rent, Fixity of Tenure y Free Sale. La primera “F” exigía que el precio del alquiler fuese fijado por un juez, y no por el terrateniente, que en ocasiones abusaba; la segunda era para evitar que un granjero que n¡pagase su alquiler no podía ser desahuciado, contrario a la práctica de entonces, y la tercera, que los granjeros podían vender sus intereses en una parcela sin depender de la decisión del dueño.

Entre los defensores de las Tres F’s, estaba la Liga Nacional Irlandesa de la Tierra. En septiembre de 1880, el líder de la liga, Charles Stewart Parnell, dio un discurso a sus miembros.

La idea

Algo que molestaba mucho a los granjeros, era que, cuando uno de ellos era desahuciado, sus amigos o vecinos pujaban por conseguir el contrato de esas tierras. De esta manera, los agentes administradores siempre tenían candidatos a las concesiones, lo que les animaba a echar a aquellos con los que podían tener un desacuerdo.

Charles Stewart Parnell, la idea del boicot

Charles Stewart Parnell.

Parnell, durante un momento del discurso se caldearon los humores, y los presentes comenzaron a proponer que, aquellos que pujaran por la tierra de un vecino desahuciado, debían ser asesinados.

A Parnell la sugerencia le pareció demasiado extrema. Más que asesinarlo, propuso un castigo más cristiano. Lo mejor sería:

“…evitarlo, rehuir de él en lugares públicos, en el mercado, incluso en la iglesia. Simplemente dejándolo solo, aislandolo del resto del condado como si fuera un leproso – así debéis mostrarle vuestro rechazo al crimen que ha cometido”.

Básicamente, Parnell proponía un boicot, antes de que se llamara así. Mientras tanto, Charles Boycott estaba incluso intentando ayudar a sus granjeros, Aquel año, las cosechas no ban bien, y unilateralmente, Boycott había reducido el alquiler un 10%. Pero los granjeros querían un 25% de descuento, y el dueño de las tierras se los denegó. Al poco tiempo surgieron los primeros impagos y Boycott se vio obligado a repartir los avisos de desahucio.

El boicot a Boycott

Los granjeros comenzaron a aplicar la táctica propuesta por Parnell, nada menos que a Boycott. Cuando este se acercaba a alguna propiedad para entregar el aviso de desahucio, los vecinos se reunían y no le permitían el paso. Además, comenzaron a dejar de saludarlo y hablar con él en el pueblo.

El boicot a Boycott se expandió rápidamente. Algunas tiendas del pueblo se negaron a venderle productos al Capitán Boycott, y a todos los que trabajaban para él. Esto provocó que sus propios empleados lo abandonaran, dejándole toda la propiedad sin mano de obra. Boycott se volvió un apestado, e incluso los comerciantes y transportistas de otras localidades dejaron de trabajar con él, por temor a recibir su propio boicot.

Boycott abandona

Boycott y su familia abandonan Irlanda escoltados por soldados.

En noviembre de ese mismo años, Boycott se dio por vencido ante el boicot, y se mudó a Dublín, pero tan apestado se había vuelto su nombre que incluso en la capital la gente no quiso tener contacto con él. En Inglaterra las cosas no le fueron mejor durante un tiempo, hasta que finalmente otro terrateniente le ofreció empleo. Para entonces, su reputación y sus finanzas personales eran una ruina. El boicot había funcionado.

Funciona, a veces

Y claro está, cuando los granjeros irlandeses se dieron cuenta de que el boicot había funcionado, se volvió práctica común. En las próximas décadas, la táctica del boicot tendría mucho que ver con el hecho de que los terratenientes comenzaran a vender sus tierras. Sin trabajadores, simplemente no tenía sentido la propiedad.

La noticia corrió como pólvora por toda Europa, y luego al resto del mundo. Como tal, el verbo to boycott, boicotear, se utilizó por primera vez en el diario The Times. La idea de utilizar el apellido como verbo surgió del sacerdote John O’Malley, quien creyó que para los granjeros sería más fácil de pronunciar que “ostracismo”. A los ocho años del primer boicot, la palabra apareció en el Diccionario de la Universidad de Oxford.

El boicot es en la actualidad una práctica muy generalizada en occidente, y en muchos casos ha conseguido sus objetivos. En política también ha funcionado, como cuando buena parte de occidente decidió aplicar un boicot, o embargo, a Sudáfrica en los tiempos del Apartheid.

Pero no siempre tiene éxito. Recuerdo una vez que decidí boicotear a uno de mis maestros. No por mucho tiempo, pues mi padre se encargó de que el boicot se convirtiera en boomerang.