Puede que a los lectores no españoles les llame la atención el término “zasca”, y no es para menos. Es una palabra reciente, tanto que ni siquiera ha sido aceptada por la Real Academia Española de la Lengua. Como no existe una definición oficial, me remito a las redes, que definen un zasca como una palabra “formada por un sonido onomatopéyico de un golpe: ¡zas! y el apócope de una palabra malsonante, ca (brón)”.
Básicamente, un zasca es una respuesta cortante, irónica y rápida que se da en un debate o conversación. ¡Zasca! es una respuesta a una estupidez, y sí, creo que se origina en los diálogos ilustrados de Batman, como en la imagen.
Aclarado el tema, la historia de hoy es un zasca del destino a uno de los nazis más célebres e infames, que ya es mucho decir. Es una bofetada en toda la cara a las ideas racistas de todo un asesino, de todo un nazi. La ironía es que el zasca se lo dio su propia hija. El zasca, en realidad, es la nieta de Amon Göth.
Nazi desde el principio
Al igual que Hitler, Göth no era alemán, sino austriaco. Nacido en Viena en 1908, era hijo de una familia pudiente relacionada con la industria editorial. Desde adolescente Göth perteneció a la organización antisemita Heimwehr (milicia local), hasta que en 1930 se pasó al Partido Nazi Austriaco e ingresó en las Schutzstaffel (SS).
El joven nazi ascendió rápidamente en el escalafón paramilitar y participó en numerosas actividades ilegales. En 1933, siendo buscado por la justicia austriaca por tráfico de explosivos, Göth se mudó a Munich. Ese mismo años el gobierno austriaco ilegalizó al partido nazi. Ya sabemos que no por mucho tiempo.
En 1938 Hitler logró la Anschluss, o unión de las dos potencias de habla alemana. Estando ya Austra dentro del Reich, Göth volvió a Viena. Ahí, aprovechó para casarse y formar una familia, de la que nacieron tres hijos, aunque sólo dos sobrevivieron: Werner, 1940, e Ingeborg, 1941.
Carrera
Iniciada la guerra, llegaron las oportunidades de ascenso. Como miembro de las SS, en 1941 fue asignado a los territorios conquistados en el este, en calidad de responsable financiero de la Reichskommissariat para el Fortalecimiento de la Nación Alemana, un eufemismo para las unidades encargadas de capturar judíos y enviarlos a los campos de concentración o exterminio.
En el verano de 1941 fue ascendido a Untersturmführer, que en las SS equivalía a un subteniente. Un año después fue transferido a Lublin, en Ucrania, donde entró al servicio de Odilo Globocnik (imagen derecha), otro nazi austriaco que lideró la Operación Reinhard. En dos años, Globocnik fue responsable del asesinato de más de un millón de judíos polacos.
El hombre del futuro zasca, Amon Göth, fue miembro de dicha operación, aunque poco se sabe de sus actividades, pues no hubo sobrevivientes que pudieran atestiguar en su contra. En cualquier caso, lo que haya hecho satisfizo a sus superiores. A principios de 1943, fue asignado a las SS-Totenkopfverbände (unidad de la Calavera). Su misión, supervisar la construcción del Campo de Concentración de Kraków-Plaszów, cerca de Cracovia. Él mismo fue nombrado comandante del campo.
Infame
Más que famoso, Amon Göth es infame. Si has visto la película “La Lista de Schindler” reconocerás al oscarizado Ralph Fiennes en el papel de Goth. Si, Goth se ganó la fama por ser un comandante sádico, perverso. Una de sus prácticas era disparar a los prisioneros en el campo desde su terraza. Él podía decidir en cualquier momento quién vivía y quién moría.
En ocasiones, cuando algún grupo de prisioneros no había logrado el objetivo asignado o perdía alguno de sus miembros, Goth lo decimaba. Él mismo ejecutaba a uno de cada cinco o uno de cada dos, según se sintiera ese día.
Si no los asesinaba los trataba como perros. A las dos asistentas que tenía en su casa las golpeaba y amenazaba de muerte constantemente. A un cocinero lo mató porque le había servido la sopa muy caliente. Tenía dos perros, Ralf y Rolf, a los cuales tenía entrenados para matar y desgarrar cuerpos. Göth asqueaba incluso a sus compañeros de las SS por su vulgar comportamiento.
Encarcelamiento
Un malnacido de la calaña de Göth, tan prepotente, no tenía muchos amigos. En 1944 fue acusado, entre otras cosas, de robar pertenencias de los judíos en su campo, objetos que pertenecían legalmente al Reich. Otro cargo fue que no trataba a los prisioneros adecuadamente, y que les robaba comida para venderla. Que un nazi haya sido detenido por maltratar a los judíos es la leche, con perdón.
Fue detenido en septiembre de 1944 y enviado de vuelta a Alemania. Se inició un juicio contra él peor para entonces el Reich estaba en sus últimos días. Göth fue enviado entonces a una institución mental. En mayo de 1945, cuando llegaron los aliados, lo detuvieron y lo enviaron a Polonia. Ahí fue juzgado y sentenciado a muerte. Amon Göth fue ahorcado el 13 de septiembre de 1946, no muy lejos de donde cometió muchos de sus crímenes. Sus últimas palabras, ¡Heil Hitler!
El zasca
A lo que veníamos. Como expliqué al principio, un zasca es una respuesta, una respuesta dura. Podríamos decir que es una bofetada en toda la boca. Y eso es lo que le pasó a Amon Göth, aunque de manera póstuma. Este nazi, casado, mantuvo a una amante en sus últimos meses como comandante de campo. Se trataba de una aspirante a cantante, Ruth Kalder, una antigua secretaria de Oskar Schindler.
Estando Göth en el manicomnio, se las arregló para dejar a Ruth embarazada. En noviembre de 1945 nació Monika, quien no supo de los crímenes de su padre hasta la edad adulta. Ella tampoco dijo nada a su propia hija, Jennifer Teege, quien se enteró de la historia en el año 2002, cuando Monika publicó sus memorias.
Jennifer entonces escribió su propio libro, titulado, “Mi Abuelo Me Hubiese Ejecutado”. ¿Por qué? Porque da la casualidad de que Jennifer es mulata, hija de un hombre nigeriano y Monika Göth, la hija de Amon Göth, el racista. A eso es lo que yo llamo un ¡Zasca!, póstumo y épico. El abuelo nazi al que le salió una nieta negra estará revolviéndose en su tumba. Con lejía.
Hola Jesús,
sabía de él de la película y ya entonces me pareció un ser despreciable. ¿Cómo puede caer tan bajo de moral una persona que se dice llamar humano? En este caso probablemente se deba a un trastorno psiquiátrico, seguro, de psicópata para arriba. En cuanto al zasca que recibió, lástima que no lo hubiera sufrido en vida, pero como se suele decir, más vale tarde que nunca.
Abrazos
Hola Francisco,
la historia de Göth, junto con la de su jefe en Lublin, Goblecnik, y la de Otto Ohlendorf, están entre las peores de la época nazis. En el caso de los dos primeros, como digo en el artículo, hasta los mismos miembros de las SS los consideraban unos salvajes. Yo no sé mucho de términos médicos, pero lo de psicópata le viene al pelo estos personajes. Yo creo que de verdad estaban enfermos. Pero bueno, ya están muertos. Eso sí, al menos Göth se llevó un buen ¡Zasca! 😛
Muchas gracias como siempre por tu comentario.
Un cordial saludo.
Pues sí, un zasca «en to er careto» del abuelo asesino, si bien en mi tierra preferimos aquello de «bofetada o guantazo sin mano».
Por cierto, tengo otro comentario nuevo (de hoy) en tu artículo sobre «¿Cómo se inició la Guerra Fría?», del pasado 17 de septiembre. He sido un niño bueno y no le he faltado el respeto al «camarada» «Chertkov/almayogavida».
Espero que te guste.
En todo el hocico, diríamos en México… 😛 aunque este tipejo se merecía algo peor que la horca. Siempre he pensado que la pena de muerte para gente así es un castigo muy leve, se me ocurren cosas peores que me guardo para un día que esté de mala leche…Muchas gracias por este y por todos tus comentarios. Creo que estoy al corriente.Estoy disfrutando mucho últimamente de la participación, y tengo un poco más de tiempo.
Y ya que estamos, te voy a enviar un correo en estos días porque tengo una invitación para ti…te dejo en ascuas hasta el finde…
Un abrazo.
A ver a ver. Seguro que será algo muy bueno.
Un abrazo.
Espero que sí…pero no lo sabré hasta que os lo anuncie… 😛
¿Cómo llamar a los que niegan
el holacausto? Gracias.
Hola Jose,
depende de quién este hablando, hay muchas maneras de llamar a los que niegan el holocausto. Por lo general se les denomina «negacionistas», tal cual. Ahora bien, yo tengo otros nombres, pero no puedo escribirlos aquí por decencia. Pero se me ocurre uno: Gente con muy poca información que no ha tenido la suerte de estudiar historia. ¿Qué te parece?
Muchas gracias y un saludo.
Eso me recuerda al caso del periodista Aldo Mariategui y el pensador José Carlos Mariategui.
Hola Fredd,
una buena analogía, el menos en la cuestión ideológica. Yo tuve un abuelo muy socialista, y no lo culpo por ello. Entiendo que en los años 30 del siglo pasado la gente creía en las economías centralizadas como solución a sus muchos problemas. En aquellos tiempos aún no se conocían los desastres que ya estaban ocurriendo en la URSS, el único país que ya había implantado un sistema colectivista. Nuestros abuelos no eran malas personas. Más difícil es entender que alguien siga defendiendo esas políticas ahora que ya sabemos lo dañinas que son.
Muchas gracias y un cordial saludo.