Los líderes nazis cometieron muchos errores estratégicos y tácticos durante la Segunda Guerra Mundial. Ya hemos hablado de dichos errores, y por qué fueron cruciales para la derrota de Alemania. Pero hasta ahora, apenas y había mencionado el factor de la Inteligencia, esto es, los servicios de espionaje nazis.
Muchas de las decisiones tomadas por el Alto Mando, se basaron en información errónea o falsa. Peor aún, los encargados de los servicios de Inteligencia no fueron capaces de contrarrestar el espionaje aliado. De hecho, se tragaron muchas de sus trampas.
La razón, en mi opinión, es que los nazis eran tan arrogantes, que creían que eran muy superiores a sus enemigos. No creyeron que los aliados tuvieran la capacidad de, por ejemplo, descifrar sus códigos. Gran error.
Hablemos de espías nazis
El historial de intentos de infiltrar espías y saboteadores nazis en Gran Bretaña y Estados Unidos borda lo cómico. Ninguno de esos intentos tuvo éxito, pero es la forma en la que ocurrió lo que delata la inutilidad de los servicios de inteligencia del Tercer Reich. Algunos ejemplos.
En junio de 1942, la Abwehr (inteligencia militar), envió a ocho alemanes que habían residido en el país norteamericano (Operación Pastorius). Todos fueron capturados cuando dos de ellos decidieron entregarse. Una nueva misión tuvo lugar en 1944, con dos espías más, pero tuvo el mismo resultado. No hubo más intentos.
El Comité XX
Como cualquier beligerante que se precie, la Alemania nazi intentó infiltrar espías en su enemigo, en este caso Gran Bretaña. Al igual que sucedió en Estados Unidos, todos sus esfuerzos fueron en vano. De los más de 50 espías que llegaron a las islas, ninguno cumplió con su cometido.
Una vez más, su historia deja al descubierto la ineficacia de los servicios de inteligencia alemanes, el Abwehr y el Sicherheitsdienst. Con la excepción de un espía que se suicidó, la mayoría se entregaron nada más llegar a su destino. El resto fue capturado. Aquellos que aceptaron pasarse al bando aliado fueron utilizados como agentes dobles por el Comité XX (double cross, que en inglés viene a ser algo así como doble traición). El resto fue ejecutado.
Cabe mencionar que algunos de estos espías se habían ofrecido voluntariamente para su misión. Sus reclutadores no fueron capaces de adivinar sus verdaderas intenciones, que eran huir de la Alemania nazi. Igualmente, al llegar a Gran Bretaña se entregaron y se pusieron a trabajar para los aliados. Sus jefes en Alemania nunca se dieron cuenta.
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El espía español
Emblemático es el caso de Juan Pujol García, un español que, asqueado por el comunismo y el fascismo, decidió hacer algo por el bien de la humanidad. Cuando los británicos rechazaron su oferta de trabajar para ellos hasta en tres ocasiones, Pujol se puso en contacto con los alemanes.
Con un pasaporte diplomático falso y una nueva identidad como un fanático fascista español que viajaba a menudo al Reino Unido por negocios, Pujol fue aceptado por el agente de la Abwehr Friedrich Knappe-Ratey. Este le dio un curso intensivo de espionaje, un libro de códigos, una botella de tinta invisible y dinero para gastos. Sus instrucciones fueron mudarse a Londres.
Sin embargo, el carismático español se fue a Lisboa, donde creó informes ficticios elaborados con información que obtenía de libros, periódicos y hasta de una guía de turistas de Gran Bretaña. A pesar de que un simple análisis de dichos informes lo hubiese delatado, nadie en la Abwehr se dio cuenta.
Pujol también se inventó una red de supuestos colaboradores, a quienes culpaba de los errores. Cuando hacía falta, Pujol “mataba” a uno de esos espías, y asunto resuelto.
Garbo doble-espía
Cuando logró la confianza de los nazis, Pujol volvió a presentarse ante los ingleses. Esta vez lo aceptaron, y se lo llevaron a él y a su familia a Inglaterra, desde donde continuó enviando sus informes falsos.
Ya conocido como Garbo, los informes de Pujol fueron cruciales para el desarrollo de la Operación Bodyguard, el engaño masivo de los aliados para convencer a los nazis de que la invasión de Europa llegaría por el Pas de Calais, y no por Normandía.
Creyéndolo uno de sus mejores espías, los nazis no sospecharon nada. Una investigación posterior a la guerra, reveló que el Alto Mando alemán tenía 62 informes de Pujol entre sus dossieres de inteligencia, y que estos tuvieron una gran influencia en la decisión de mantener hasta 21 divisiones alemanas en Pas de Calais.
Juan Pujol, o Arabel, como lo conocían los alemanes, recibió la Cruz de Hierro (segunda clase) por sus esfuerzos a favor de la Alemania nazi, una condecoración normalmente limitada a tropas en el campo de batalla, y que debió ser autorizada por el propio Hitler.
Lo curioso es que Pujol también recibió la Orden del Mérito del Imperio Británico. Garbo-Arabel, fue el único hombre conocido que haya recibido condecoraciones por ambos bandos durante la guerra. Los alemanes no se enteraron del engaño hasta los años 80.
Enigma
Ya he tratado este tema en otro artículo, pero creo necesario recordarlo. La inteligencia alemana había construido a finales de la Primera Guerra Mundial la máquina de codificación Enigma. Era en realidad una maravilla de la tecnología, capaz de crear 1023 combinaciones y que los nazis utilizaron durante toda la Segunda Guerra Mundial.
Pero no hay código irrompible. Años antes incluso del inicio del segundo conflicto, los polacos ya habían logrado entender Enigma. Cuando los nazis la mejoraron y los polacos no pudieron seguir su estudio por falta de recursos, pasaron la información a los franceses, y estos a los ingleses.
Enigma roto
Como fue, los analistas aliados en Bletchley Park, gracias a la captura de algunas unidades, lograron construir un ordenador que descifrara todos los códigos de Enigma. A partir de finales de 1943, no había mensaje nazi que los ingleses no pudieran descifrar, un punto clave en la victoria.
Pero para el tema que nos atañe, es necesario hablar del por qué los alemanes nunca supieron que los aliados leían sus mensajes. La cuestión es que creían que su máquina era tan perfecta que era imposible que alguien la descifrara. Un fallo más en la inteligencia nazi que tuvo una considerable influencia en su derrota.
Torpe inteligencia
Alemania inició la guerra con uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Las mejores armas, los soldados mejor entrenados, y los más fanáticos, fueron lanzados por Hitler contra el enemigo. Sin embargo, sus servicios de inteligencia dejaron mucho que desear. En numerosas ocasiones, sus fallos tuvieron consecuencias que se demostraron cruciales en el desarrollo de la guerra.
El hecho de que no pudieran infiltrar agentes en las instituciones enemigas, y que sus propios agentes les hayan traicionado es sólo un ejemplo de la ineptitud de la inteligencia nazi. La Operación Bodyguard se sirvió de todos estos fallos para conseguir engañar al Alto Mando alemán y creer que la apertura del Segundo Frente llegaría por Pas de Calais, y no por Normandía.
Y aún no hemos hablado del Almirante Canaris…