Siempre me ha parecido una ironía de la vida, que un superviviente nato se convirtiese en uno de los mayores genocidas de la historia. Es el caso de Iosib Besarionis dze Jughashvili, Koba para sus amigos de la juventud. Stalin para el resto del mundo.
Y es que el niño georgiano no tuvo una infancia fácil, todo lo contrario. Sufrió enfermedades, accidentes, un padre abusivo e indigencia, aunque también hay que decir que la mayor parte del mundo en esa época pasó por lo mismo, y no todos terminaron como psicópatas.
Esta es la historia de uno de los personajes más influyentes en el devenir del siglo XX. Un hombre cruel, especialmente con su familia, un político sin escrúpulos, un traidor a sus amigos cuyo único placer en la vida era el poder. En esta primera entrada, no obstante, nos limitaremos a sus primeros años, desde sus orígenes hasta su conversión en revolucionario.
El hijo del zapatero
Seguramente era un día frío, por la época y el lugar donde Ioseb nació. Era el 18 de diciembre de 1878, y la localidad Gori, en el sudeste de Georgia. En aquel entonces este país del Cáucaso pertenecía al Imperio Ruso, aunque sus habitantes mantenían sus costumbres y lengua.
El padre del niño era Besarion Jughashvili, un zapatero descendiente de un nacionalista rebelde de mediados del siglo XVIII. Los padres de Besarion eran campesinos, y trabajaban en los viñedos de un príncipe local.
Ekaterine Geladze tenía 17 años cuando conoció a Besarion, y la misma edad cuando se casaron. “Keke” también provenía de una familia de campesinos, pero por alguna circunstancia, había aprendido a leer y escribir, algo más que extraordinario para una mujer de su condición y de su tiempo.
La pareja tuvo tres hijos, Mikhail, nacido en 1876, y Georgy, en 1877. Ambos murieron antes de cumplir el año. Iosib fue el tercero y el único sobreviviente.
Dura infancia
Besarion Jughashvili montó un taller y las cosas no fueron mal al principio. Pero a Besarion le gustaba el alcohol, y sus efectos se hicieron notar en su situación financiera, y en su relación con hijo y esposa. Golpeaba constantemente a Keke y, en ocasiones, a Iosib, cuando este defendía a su madre. En una ocasión, Besarion golpeó a Iosib tan fuerte, que la orina del niño salió con sangre durante una semana.
Keke quería que su hijo estudiara y llegase a ser cura. De alguna manera reunió los fondos para inscribir a Iosib en la Escuela Religiosa de Gori (ortodoxa), cuando el niño tenía 10 años.
Besarion, que esperaba que su hijo siguiera sus pasos como zapatero, reaccionó con furia.
En una taberna local armó un escándalo, rompiendo ventanas y golpeando al jefe de la policía local. El alcalde de Gori lo expulsó de la ciudad y Besarion (imagen Dcha.) se mudó a Tbilisi, la capital, donde encontró trabajo en una fábrica de zapatos.
Educación
Soso, su apodo de niño, comenzó la escuela a los 10 años, y pronto se distinguió como buen estudiante. A pesar de que la mayoría de sus compañeros eran georgianos como él, todos tuvieron que aprender ruso, el idioma oficial.
Eso no le impidió iniciarse en el mundo de la poesía, que escribía en georgiano, y que siguió practicando en la edad adulta. También cantaba en el coro, en ocasiones lo contrataban para cantar en bodas.
Poco tiempo después de iniciarse en la escuela el destino lo golpeó. Bueno, más bien lo que le golpeó fue un carruaje. El accidente le dañó el brazo izquierdo permanentemente, una lesión que años más tarde lo eximiría del servicio militar en la Primera Guerra Mundial.
Esta lesión se añadía a otros problemas. De nacimiento, Soso tenía dos dedos de los pies pegados, por lo cual no podía correr muy bien. A los siete años sufrió de viruela, enfermedad que le dejó marcada la cara. Y no fue todo. A los 12 años volvió a ser atropellado por un carruaje y pasó varios meses en el hospital en Tbilisi.
Aprovechando la situación, Besarion sacó a Soso cuando le dieron el alta, y lo puso a trabajar como aprendiz de zapatero. Keke tuvo que reclutar la ayuda de un cura ortodoxo para recuperar a su hijo, que volvió a la escuela y se graduó primero en su clase.
Seminario
En 1894, a los 15 años y becado, Soso entró en el Seminario Ortodoxo de Tbilisi, como era el deseo de su madre. Pero Soso ya no era un niño, y la rebeldía típica de la adolescencia pronto hizo su aparición.
En dicha institución también se obligaba a los niños a hablar y escribir en ruso. Es normal que los adolescentes reaccionen contrariamente a la reglas impuestas, y en este caso no fue diferente. Al igual que sus compañeros Soso comenzó a albergar sentimientos nacionalistas. También leyó literatura prohibida, novelas y textos revolucionarios, incluidos los marxistas.
Curioso es que, en su primer año en el seminario, Iosib se volviese ateo. Aún así, siguió siendo un buen estudiante, y se hubiese graduado si no fuese porque el seminario subió las cuotas en el último curso y Keke ya no pudo pagarlas.
En esos días cambió de apodo, pasando de Soso a Koba (Invencible), en honor del héroe de un libro de aventuras similar a Robin Hood. Otro héroe llegó en esos días en forma de un panfleto de Vladimir Lenin. Sin título y sin trabajo, Koba decidió seguir la carrera de revolucionario.
Primeros pasos
Recién llegado a Tbilisi en 1898, Koba se afilió al Partido Ruso Social Demócrata de los Trabajadores, el de Lenin. Encontró un empleo en la Oficina Meteorológica, donde pagaban poco, pero se trabajaba poco. El joven revolucionario no tardó en organizar sus primeras huelgas y protestas.
Koba llamó la atención de los líderes locales, quienes le dieron material para leer y prepararse. En Tbilisi dio sus primeros discursos, cargados de teoría, y de arengas a la violencia. También llamó la atención de la Okhrana, la policía secreta del Zar.
El 4 de abril de 1901, cuando se dirigía su trabajo en el tranvía, Koba vio cómo agentes de la Okhrana esperaban fuera de la Oficina Meteorológica. Sabiéndose espiado, decidió no bajarse y dejar el empleo. A partir de entonces sería revolucionario a tiempo completo, en la clandestinidad, y viviendo de la caridad de sus camaradas, y de lo poco que le dejaban sus artículos en el diario Brdzola («Lucha»).
Primer exilio
En octubre de 1902, Koba se trasladó a batumi, la segunda ciudad más importante de Georgia, y entró a trabajar en una refinería. En febrero del año siguiente, estalló un incendio, y la policía sospechó que Koba lo había provocado, pues apagar un fuego era una manera de obtener una paga extra.
El gerente rechazó pagar el bonus, pues creía que el fuego había sido provocado. En respuesta, Koba organizó una serie de huelgas que terminaron con 13 trabajadores muertos. Finalmente, el 18 de abril Koba fue detenido, y aunque la Okhrana no tenía pruebas de sus actividades en Batumi, lo mantuvo en custodia mientras investigaba otras posibles causas abiertas.
A finales de noviembre de 1903, Koba llegó a su exilio en Siberia, pero no se quedaría mucho tiempo. El 17 de enero, con papeles falsos, escapó en tren y volvió a Tbilisi.
Koba el Bolchevique
Poco después de su regreso a la capital, estalló la Guerra Ruso-Japonesa. La mala gestión del conflicto, aunada a la escasez de productos básicos, fueron el perfecto caldo de cultivo para el levantamiento popular.
En Bakú, el puerto petrolero de Azerbayán, Koba aprovechó la violencia étnica entre azeríes y armenios. Liderando a un grupo de matones, ofreció protección a los comerciantes a cambio de dinero. En esos días comenzó también otra de sus actividades.
Estando en su corto exilio siberiano, Koba se enteró de la fractura del partido entre bolcheviques y mencheviques. Eligió enseguida el bando de Lenin, y a partir de ahí, al tiempo que promovía la revolución, atacaba a sus compañeros de partido. La decisión le ganó puntos con Lenin, a quien conoció en 1905 durante un congreso del partido.
Robo a mano armada
También le ganó el favor del jefe el hecho de que Koba apoyaba la recomendación de Lenin de asaltar bancos, trenes y estaciones para recaudar fondos. En 1907, el ya experimentado guerrillero Koba puso manos a la obra en lo que los comunistas llamarían la Expropiación de la Plaza Yerevan. Pero esa ya es la historia de la siguiente entrada.
Continuará…
Hola Jesús,
Cómo siempre muy interesantes tus investigaciones,,,,,,
Un gran saludo y un abrazo desde Oaxaca, México
Hola Humberto,
Muchas gracias por tus amables palabras, me halagan.
Saludos de vuelta para tu bella tierra, donde tuve la oportunidad de vivir unos meses hace ya muchos años. 😉