Carlos I: El emperador fallido

Fue el gobernante de uno de las entidades políticas más grandes e importantes de la historia. Un emperador bajo cuya responsabilidad cayó la unión de decenas de territorios en cuatro continentes, y la división de una religión. Carlos I de España y V de Alemania, es sin duda uno de los personajes más interesantes que he podido encontrar, aunque tengo que admitir que esa cualidad le llegó más por las circunstancias que por sus propias acciones.

No tengo nada en contra de Carlos I. Lo considero más bien un hombre que nació ya con enormes responsabilidades, y que intentó al máximo poner orden en sus extensos y complejos dominios. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, prácticamente ninguno de sus loables objetivos llegó a buen puerto. Carlos I fue un emperador fallido.

Hace unos días estudiamos los orígenes de CarlosI, y cómo llegó al trono. Hoy iremos directamente a los objetivos que se fijó al inicio de su mandato, y al hecho de que no pudo alcanzar ninguno.  

CarlosV Emperador

 

Los objetivos

Carlos sabía que no sería fácil gobernar tan vasto imperio. También sabía lo que quería, que no era más que unir sus dominios, y gobernar en paz y en prosperidad. Como fue, no consiguió ni lo uno ni lo otro.

También es verdad que la tarea era titánica y que muy probablemente nadie hubiese podido hacerlo mejor. Pero fue sobre los hombros de Carlos I sobre los que cayó la responsabilidad de tomar las decisiones y aplicarlas.

Carlos dejó la administración de los territorios alemanes a su hermano Fernando y fijó su atención en España, Portugal, y principalmente en América. Había que terminar la conquista y organizar las colonias y solventar los enormes problemas financieros en Europa. Más tarde le surgió el problema del protestantismo en Alemania.

En sus más de 30 años de reinado, no consiguió ninguno de esos objetivos, y no porque no lo intentara, simplemente era demasiado para un hombre.

Esclavitud y encomiendas

La colonización de las Américas no había una aventura sin obstáculos. El simple hecho de que el liderazgo en la península sufrió tantos altibajos tras la muerte de Isabel la Católica, complicaba el control del gobierno. La distancia no ayudaba, y los conquistadores solían hacer lo que querían y los hechos llegaban a la península como fait accompli, valga la redundancia.

Encomendero e indios

El foco de fricción más importante fue el de las encomiendas. Básicamente, las encomiendas eran una especie de permiso otorgado a un individuo para explotar a otro, por medio de impuestos. Este tipo de prebendas ya existían en la Europa medieval y se otorgaban para que los señores feudales pudiesen obligar a los siervos a trabajar. A cambio, el rey se llevaba su comisión.

Francisco de Bobadilla llegó a La Española en 1500 para investigar las quejas contra los hermanos Colón. Las había, y muchas, por mala administración y abuso de poder. Bobadilla no encontró a Cristóbal, y tomó posesión del palacio de este en Santo Domingo. Para ganarse el favor de otros colonos, les otorgó encomiendas, con las que podían obligar a los indios a trabajar en las minas de oro.

Originalmente, las encomiendas se crearon para ayudar a los indios, pero terminaron por conseguir el efecto contrario.

Los abusos

Como suele suceder, muchos abusaron de las encomiendas. En las primeras décadas del siglo XVI, aprovechando el caos sucesorio en la península, y la distancia, muchos de los encomenderos (o comendadores) abusaron de los indios. Las quejas de los curas Antonio de Montesinos y Bartolomé de las Casas llegaron a la corona, y consiguieron algunosFray Bartolomé de las Casas cambios.

En 1512, Fernando el Católico promulgó las Leyes de Burgos, que otorgaban a los indios una naturaleza jurídica de hombres libres con todos los derechos, incluido el de propiedad. Por otra parte, también se les obligaba a trabajar en pro de la corona, con un salario “justo”, que podía ser pagado en especie.

Pero los abusos continuaron. Cuando Carlos llegó al trono, decidió acabar con ellos. En 1527, proclamó una nueva ley, en las que limitaba el poder de las encomiendas y otorgaba a los religiosos el poder de decidir la creación de una nueva encomienda, sólo en caso de que esta ayudase a los indios a progresar.

Las distracciones de la corona, y nuevamente, la distancia, hicieron que dichas leyes no fueran aplicadas en todas las colonias.

Las Leyes Nuevas

En 1542, el emperador consideró que los indios ya habían alcanzado un grado de desarrollo social como para otorgarles los mismos derechos que cualquier otro súbdito español. Además, sabía que los abusos de las encomiendas continuaban, y decidió atajarlos promulgando sus Leyes Nuevas.

Los puntos principales de la Leyes Nuevas estaban enfocados a acabar con las encomiendas, a proteger a los indios, y a librarlos de cualquier tipo de servidumbre forzosa.

  • Se ponía énfasis en el buen trato a los indios.
  • Cualquier indio en estado de esclavitud debía ser liberado y que ningún otro indio podía ser esclavizado, por ninguna razón.
  • No se otorgaría ninguna nueva encomienda, y que las existentes se extinguirían a la muerte de su encomendero.
  • Ningún oficial al servicio de la corona, desde el Virrey hasta las órdenes religiosas, podían ser propietarios de encomiendas.
  • Las Leyes Nuevas también reducían la cantidad de los tributos.

Poco caso

No todos los colonos estuvieron dispuestos a obedecer las Leyes Nuevas. De hecho, en 1544, el Gobernador de Perú, Gonzalo Pizarro, se declaró en rebeldía en contra de las Leyes Nuevas, y decapitó a Blasco Núñez Vela, el nuevo Virrey enviado por Carlos para la aplicación de las leyes.

La Rebelión de los Encomenderos

La Rebelión de los Encomenderos.

La rebelión duró tres años, hasta que llegó un nuevo gobernador, Pedro de la Gasca. Los rebeldes se rindieron sólo cuando de la Gasca anunció que las Leyes Nuevas no se aplicarían en el Virreinato del Perú.

En otras colonias si llegaron a aplicarse, pero debido a las presiones que recibió el emperador, tuvo que anular el artículo 30, el que suspendía el carácter hereditario de las encomiendas. De este modo, algunas pervivieron hasta finales del siglo XVIII: Uno de los grandes fallos de Carlos.

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Las finanzas

Los problemas de dinero del emperador Carlos I le venían de familia. Su abuelo, Maximiliano I, había acumulado Jakob Fugger, banquero del emperadoruna importante deuda con el banquero alemán Jakob Fugger. La deuda no sólo fue heredada por Carlos cuando este accedió al trono, sino que aumentó.

La corona del Sacro Imperio Romano no era hereditaria. Un grupo de nobles, llamados electores, decidían quién sería en nuevo emperador. No sorprenderá a nadie que estos electores eran más que influenciables por el dinero, por decirlo suavemente.

Par conseguir que él fuese el elegido, y no su rival Francisco I de Francia, Carlos se aseguró un crédito de 852,000 florines, de los cuales dos terceras partes provenían de las arcas de Fugger. Carlos pensó que desde su nueva posición podría pagar a su banquero, pero la cosa no fue tan sencilla.

Guerras

Francisco I nunca aceptó que, alguien que consideraba su súbdito por haber nacido en sus dominios, le hubiese quitado el trono del imperio. Entre 1520 y 1544, Francisco y Carlos se enzarzaron en una serie de guerras en las que el francés llegó incluso a ser capturado por las tropas de Carlos.

Otro frente de Carlos, contra los otomanos, le llegó como herencia. Antes incluso de acceder al trono, uno de los príncipes vasallos de Argel se reveló contra Castilla, con la ayuda del pirata Barbarroja. El conflicto se alargaría por décadas, y a este se le sumó la invasión otomana del sureste europeo.

Francisco I de Francia

Francisco I de Francia.

Carlos tuvo que enviar tropas a Viena para reforzar a su hermano Fernando cuando Solimán puso sitio a la ciudad. Precisamente Francisco I de Francia se alió con el Sultán otomano y le aconsejó que se retirara, para no perder su ejército.

Políticas aparte, las guerras cuestan mucho dinero, y el conflicto con Francisco era sólo uno de los muchos frentes de Carlos I. Ni el oro que empezaba a llegar de América fue capaz de mejorar las finanzas del emperador.

Sobornos

También estaban los costes de mantenerse en el poder. En algunos casos, para que los diferentes reinos españoles aceptaran a Carlos como rey, este tuvo que comprar las voluntades de muchos nobles, ya fuese con dinero en efectivo, con tierras o prebendas. De cualquier manera, los sobornos minaron las arcas y redujeron las potenciales fuentes de ingresos del emperador.

No sólo eso. Cualquier líder necesita apoyos, y a falta de democracia, un rey tiene que comprarlos. Durante todo su reinado, Carlos I tuvo que repartir parte de sus ganancias con los señores españoles y alemanes. Obyuvo muchas ganancias de América, sí, pero todo se le fue en guerras y sobornos.

Carlos nunca consiguió poner orden a las finanzas, ni las propias ni las de su reino. Uno más de sus fallos. Tales fueron los problemas que su hijo y heredero, Felipe II, terminó por declarar la bancarrota de España en 1577.

Religión

Por si los problemas del emperador fueran pocos, recién subido al trono le salió una espinilla en el costado. En 1517, el cura alemán Martín Lutero clavó en las puertas de la iglesia de Wittenberg sus 95 Tesis. Eran una crítica sobre la corrupción de la iglesia, y especialmente contra la venta de indulgencias.

Martín lutero

Martín Lutero.

Las protestas de Lutero se extendieron rápidamente por Alemania, y luego por Europa. En un principio, el Papa León X desdeñó a Lutero, a quien llamaba un “borracho alemán”. Pero fue tal el éxito de las Tesis que, al año siguiente, ordenó una investigación. Lutero rechazó someterse a la autoridad del papa, y este lo excomulgó. Pero el conflicto entre los seguidores de Roma y los de Lutero, quienes se auto denominaban “protestantes”, sólo iba a crecer.

Las dietas

Para intentar atajar el problema y evitar la división de la iglesia, el emperador convocó en 1521 la Dieta de Worms. En esta asamblea, Carlos V reunió a los príncipes del Sacro Imperio Romano e invitó a Lutero para que explicase su posición. En realidad, se esperaba que se retractase.

Sin embargo, lejos de hacerlo, Lutero confirmó sus críticas frente al emperador, con palabras que se hicieron célebres:

A menos que no esté convencido mediante el testimonio de las Escrituras o por razones evidentes —ya que no confío en el Papa, ni en su Concilio, debido a que ellos han errado continuamente y se han contradicho— me mantengo firme en las Escrituras a las que he adoptado como mi guía. Mi conciencia es prisionera de la Palabra de Dios, y no puedo ni quiero revocar nada reconociendo que no es seguro o correcto actuar contra la conciencia. Que Dios me ayude. Amén.”

Lutero fue condenado y se ordenó su arresto, pero consiguió escapar antes y fue acogido por un príncipe. Durante las dos siguientes décadas se sucedieron las Dietas de Espira y Augsburgo, pero ninguna pudo frenar el avance del protestantismo.

Finalmente, en 1551, ya muerto Lutero, el emperador envió un ejército a Alemania, y los protestantes fueron vencidos en el campo de batalla. No obstante, Carlos se dio cuenta de que la expansión del nuevo culto era imparable, y terminó por aceptar la libertad de culto.

El Emperador Fallido

Con sólo 55 años, pero cansado y enfermo, Carlos I y V, decidió jubilarse. Sus dominios en Alemania pasaron a su hermano Fernando, que fue elegido Emperador, y los de España y América a su hijo Felipe.

Él mismo entendió que, a pesar de todos sus esfuerzos, no consiguió ninguno de los objetivos al inicio de su reinado. No pudo someter a los conquistadores y colonizadores en América, no consiguió equilibrar las finanzas, y no pudo evitar la división de la iglesia.

Claramente los fallos escapaban al poder de cualquiera. Era tan vasto y complejo su imperio que hubiese sido casi imposible para cualquier otro obtener un mejor resultado. Carlos hizo lo que pudo, pero él mismo sabía que había sido un emperador fallido.

 

2 thoughts on “Carlos I: El emperador fallido

  1. Hola Jesús,
    creo que en tu último párrafo das la explicación al título de tu artículo. Los problemas y los frentes eran muchos, magnos y lejanos. Tampoco debemos olvidar a sus consejeros que sin duda influyeron en muchas de sus decisiones. No sé cómo hubiera dejado este vasto imperio cualquier otro soberano, no sé, pienso en Francisco I por ejemplo, pero la Historia fue como fue y todo lo demás puede que no sean más que elucubraciones.

    Un saludo y como siempre un placer leerte.

    • Hola Francisco,
      le he dado muchas vueltas al asunto, durante años. Creo que la situación de Carlos era muy compleja. casi un niño cuando accedió al trono, este era un potpurrí de territorios en cuatro continentes, con decenas de culturas distintas. Unirlos y organizrlos dentro de un mismo ente era una tarea titánica, que creo nadie hubiese podido lograr. Creo que hizo ya bastante con mantener sus posesiones…
      Mil gracias por tus amables palabras. El placer es para mí que le dediques tiempo a este blog. Siempre agradecido.
      Un abrazo.

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