Revolución de febrero: Adiós al Zar.

Mucho se ha hablado y se hablará de uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX, la Revolución Rusa. El derrocamiento del Zar Nicolás II y la posterior toma de poder por los bolcheviques dieron lugar a la creación de uno de los imperios más poderosos e influyentes del periodo, y la expansión de la doctrina comunista.

Sin embargo, en ocasiones olvidamos que lo que sucedió en 1917 no fue una revolución, sino dos. La primera, más o menos espontánea y que terminó con la creación de un gobierno que quería ser democrático, y la segunda, la de octubre, más planificada, y que lo último que buscaba era la libertad de los rusos.

Es muy difícil  que la Revolución Bolchevique hubiese ocurrido sin la primera, ocurrida en febrero. Al menos no en ese año. Es verdad que el grupo liderado por Vladimir Ulianov «Lenin» buscaba derrocar a la monarquía, pero la realidad es que estaban muy lejos de lograrlo. Al final, el gobierno del moderado Kerensky sobreestimó a los bolcheviques, y estos se aprovecharon de su debilidad para arrollarlo.

El desastre de la guerra

El gobierno autocrático de los zares tenía las horas contadas desde la segunda mitad del siglo XIX. Sólo gracias a la represión podía mantenerse en el poder. La dinastía Romanov, en el poder por tres siglos, disfrutaba de los lujos y la vida mundana mientras sus súbditos sobrevivían en un estado feudal.

El pueblo, hambriento y cansado, había ya perdido la fe en sus líderes, y buscaba alternativas. Muchas habían surgido en el periodo de la ilustración, y todas competían entre ellas, en lugar de unirse contra el enemigo común.

La entrada de Rusia en la Primera Guerra Mundial colmó la situación. Las derrotas se sucedieron, y los recursos comenzaron a escasear. Soldados y pueblo protestaron por su situación, el gobierno no dio respuestas. Si hay algo más importante que la política, es el estómago, y los bolcheviques lo sabían.

La debilidad del Zar

El 1 de noviembre de 1894, el joven Nicholas Romanov escuchaba el último suspiro de su padre, el Zar Alexander III. Nicholas y Alix el día de su compromisoNervioso preguntó a su primo, el Gran Duque ¿qué va a pasarme a mí y a toda Rusia?

A pesar de que el tsarevich había sido educado para reinar, y desde niño estaba familiarizado con los deberes de la corona, se sentía completamente incapacitado para gobernar. Hasta entonces, su vida había sido una fiesta permanente, ajeno a los problemas de la sociedad y de los cambios políticos.

Estaba profundamente enamorado de su esposa, la Zarina Alexandra, una princesa alemana prima del kaiser, y su único deseo era pasar tiempo con ella. Más que gobernar, Nicholas se limitaba a firmar las políticas de sus principales ministros. De esta manera, los primeros años de su reinado fueron sólo una continuación de las políticas de su padre.   

En 1905, tras la Primera Revolución Rusa, aceptó a regañadientes convocar la Duma, la primera asamblea legislativa en la historia de Rusia, aunque siguió sin aceptar la voluntad de los electores, y en dos años convocó a tres elecciones hasta lograr una Duma más obediente a su voluntad.

Años «felices»

Con todo, Rusia disfrutó de varios años de bonanza al fnal de la primera década del siglo. La industrialización llegaba por fin al gigante euroasiático, y la producción aumentaba. En lo personal, Nicholas y Alix disfrutaban de sus cuatro hijas, y del heredero al trono, el Tsarevich Alexei, aunque había una pega.

Alix, nieta de la Reina Victoria, había heredado de esta la hemofilia, una enfermedad de la sangre. Su hijo también la sufría, y en aquel entonces, era muy raro que un afectado por la enfermedad llegara a la edad adulta.

El Zar y su familia

El Zar y su familia.

Los padres se volcaron en el cuidado del niño, que a menudo sufría ataques de la enfermedad y debía ser vigilado en todo momento para que no se hiciese una herida, con la que podría desangrarse. Con dicho problema en mente, Nicholas se distrajo aún más de sus deberes como Zar.

Guerra

En 1914, la Primera Guerra Mundial estalló en Europa, y Alemania y Austria le declararon la guerra a Rusia. En sus cartas a su primo el Káiser, Nicholas intentó evitar el conflicto, pero no lo consiguió. Él mismo se puso al frente de su ejército.

Las derrotas se sucedieron en los primeros años de la guerra sin que el Zar pudiese, o supiese, hacer nada. En Petrogrado, la capital, el gobierno hacía lo que podía para mantener la producción de armas y alimentos, con poco éxito. El pueblo poco a poco se fue hartando de la situación, hijos muertos en el frente por las balas, y en casa por el hambre.

Rusia era el caldo de cultivo perfecto para una revolución, y había grupos preparados para ello.

Febrero 1917

A principios de 1917 los rusos habían perdido la fe en el régimen del Zar. Los últimos meses, de hecho, era la Zarina quien había gobernado, mientras su esposo permanecía en el frente. Cuatro primeros ministros juraron su cargo y renunciaron de septiembre de 1915 y febrero de 1917.

Las protestas tornan en revolución

El 18 de febrero en el calendario juliano, 3 de marzo en el gregoriano, los trabajadores de la Fábrica Putilov de Petrogrado, comenzaron una huelga como protesta en contra del gobierno. Al mismo tiempo, una severa tormenta de nieve inutilizó a cientos de locomotoras, por lo que el combustible y el pan no llegaban a la ciudad.

El zar, que había vuelto a casa para pasar las Navidades, volvió al frente el día 22. Al día siguiente, un grupo de mujeres celebrando el día de la mujer,se unió a los huelguistas para protestar por el racionamiento de alimentos recientemente impuesto.

Manifestantes en Petrogrado

Manifestantes en Petrogrado.

Poco a poco se unieron más manifestantes. Para el día 24, ya eran casi 200,000 hombres y mujeres en las calles, y ya pedían el fin de la autocracia zarista. Al dia siguiente ya era un cuarto de millón, y prácticamente toda la ciudad se paralizó. Lo mismo le sucedió al gobierno.

El 25 de febrero el zar actuó, enviando una orden al comandante de la guarnición de Petrogrado para que dispersara a la multitud con fusiles. Sin embargo, todo lo que hizo el General Sergei Semyonovich Khabilov fue vallar el centro de la ciudad.

Cae el gobierno

Los miembros de la Duma estaban paralizados. Fue una bendición para ellos cuando el Primer Ministro, Nikolái Golitsyn, utilizó una proclamación del zar, que no había firmado, para suspender la Duma hasta abril. El poder Mikhail Rodziankolegislativo se lavaba las manos.

Pero el domingo 25, el presidente de la Duma, Mikhail Rodzianko (imagen Dcha.), admirador del zar, le escribió un telegrama alertándolo de la situación. Nicholas no respondió, pues creía que estaba exagerando. Mientras tanto, buena parte de la guarnición militar se amotinó y se unió a los manifestantes, repartiendo entre ellos 40,000 rifles.

El día 27, un grupo de delegados de la Duma, liderados por Rodzianko, formó un Comité Provisional de la Duma, que fue rápidamente apoyado por los banqueros e industrialistas. Su cometido era convencer al zar de aceptar una reforma constitucional. Rodzianko invitó al Gran Duque Paul Alexandrovich, tío del Zar y regente de Petrogrado, y al Gran Duque Kirill, su primo, para que firmaran un manifiesto demandando la reforma constitucional. Ambos aceptaron. La Emperatriz Alix se negó a firmarlo arguyendo que ella no era parte del gobierno, sólo consorte.

Nicholas abdica

Cuando el 28 de febrero el zar quiso volver a Petrogrado, no lo consiguió, pues los manifestantes habían bloqueado las vías. Para entonces la situación en la capital estaba ya fuera de control. Ese mismo día, la Guardia Imperial declaró su “neutralidad” y dejó el palacio, abandonando así a la familia real.

El 1 de marzo por la tarde, el Comité Provisional se declaró a sí mismo el gobierno oficial del Imperio Ruso.  Dos diputados de la Duma se acercaron a Pskov, donde Nicholas estaba atrapado, y le instaron a abdicar.

Adios al zar

En un  primer instante, lo hizo en nombre de su hijo el tsarevich, pero por la tarde cambió de opinión y cedió la corona a su hermano el Gran Duque Mikhail Alexandrovich. Este rechazaría el trono el 16 de marzo, al verse sin apoyos. La dinastía Romanov llegaba a su fin.

Gobierno provisional

El 3 de marzo, se formaba el Gobierno Provisional, liderado por el príncipe Georgy Yevgenyevich Lvov, un aristócrata sin lazos a ningún partido. Al mismo tiempo, nacía el Soviet de Petrogrado, un consejo o asamblea de trabajadores. Ambos cuerpos comenzaron un tira y afloja por el poder. El Soviet, por una parte, controlaba a los trabajadores y a los soldados, pero rechazaba la responsabilidad de la administración.

Justo lo contrario que el Gobierno Provisional, que tenía en su poder los hilos de la burocracia, sin el apoyo de los manifestantes. El Gobierno Provisional de hecho intentó convencer al Soviet de que se uniera al gobierno, pero este rechazó la oferta. Ese tira y afloja duraría hasta abril, y sería conocido como el “poder dual”.

Todo cambiaría con el retorno de Vladimir Lenin, a quien la Revolución de Octubre cogió desprevenido y en el exilio suizo. Su primera reacción había sido celebrar el derrocamiento del zar, pero pronto dirigió sus diatribas al Gobierno Provisional.

Lenin, claro está, deseaba la revolución, pero no una revolución cualquiera. La única aceptable, para él y un puñado de líderes bolcheviques, era una revolución que terminara con ellos en el poder. Sobra decir, que en pocos meses lo consiguió.