Nuestros ancestros los romanos se distinguieron por lograr muchos éxitos. Y no podía ser de otra manera, el simple hecho de durar casi dos milenios les dio tiempo para mucho. Conquistaron grandes territorios, llevaron su cultura, y tradiciones e idioma a todos los confines de Europa y buena parte de Asia y África. Nos legaron un acervo arquitectónico y artístico riquísimo, mucho del cual hubiese sido imposible sin un particular ingrediente utilizado por la ingeniería romana: la puzolana.
Para los más entendidos de esta gran civilización, la puzolana no es ningún secreto. Seguramente la habrás oído mencionar en algún documental o leído en algún libro o blog. Sin miedo a equivocarme, puedo afirmar que la puzolana apuntaló el crecimiento y expansión de Roma. Sin la puzolana, no hubiese habido imperio.
¿Qué es la puzolana?
Los romanos utilizaban este término para referirse a un tipo de ceniza volcánica, específicamente el del volcán Vesubio (el que destruyó Pompeya y Herculano). A sus faldas se encuentra el pueblo de Pozzuoli, de donde obtuvieron el nombre. En la actualidad, no obstante, el término puzolana se ha generalizado para abarcar cualquier material silíceo o alumino-silíceo que se pueda usar para fabricar cemento.
Y ese era el secreto de los ingenieros romanos. Aunque los griegos ya utilizaban la puzolana, fueron sus vecinos los que aprendieron a sacarle más jugo. Los romanos crearon un nuevo tipo de hormigón, que les permitió construir edificios más sólidos, más grandes, más resistentes y, especialmente, les permitió construir bajo el agua.
Para convertirla en cemento, la puzolana se mezcla con agua y cal. Las propiedades químicas de la ceniza producen una reacción, la llamada actividad puzolánica. Dicha reacción provoca un endurecimiento del cemento u hormigón, endurecimiento que arrecia con el tiempo.
Debido a la misma reacción, las moléculas resultantes de hidrato de calcio sílice, aumentan en número, pero se reducen en tamaño. Las moléculas más pequeñas pueden rellenar los poros, produciendo un material mucho más permeable.
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¿En qué benefició a los romanos?
El resultado final de un cemento puzolánico es un material más resistente, e impermeable. Los romanos aprovecharon ambas virtudes en sus construcciones. La obvia, que sus construcciones eran más duraderas, y que requerían menos mantenimiento. Un material de construcción más eficiente se traduce en un ahorro de recursos, que pueden ser asignados a otras partidas, como las armas.
Caminos, templos, viviendas y fortalezas podían ser construidas y utilizadas durante muchos años. Eran, además, más difíciles de destruir. Tenemos muchos ejemplos de caminos romanos que aún se utilizan en la actualidad, al igual que edificios.
Un ejemplo muy claro es el del Panteón de Agripa, en Roma. Es uno de los templos más espectaculares de la Ciudad Eterna. Está en perfecto estado, a pesar de que fue construido hace casi dos mil años, cualquiera que lo haya visitado estará de acuerdo.
Sin duda el elemento más impresionante es su cúpula, la más alta de la antigüedad, con un diámetro igual a su altura, de 43.30 metros. El secreto estaba en la puzolana que, mezclada con trozos de piedra pómez, fraguó un material tan ligero como resistente. No por casualidad casi todos los monumentos romanos sobrevivientes fueron construidos con puzolana.
La impermeabilidad
Hace tiempo ya, hablando con un amigo sobre el tema, me dijo que no creía que la puzolana hubiese sido tan importante en la expansión de Roma. -Sí- decía- construyeron edificios muy duraderos, pero eso no tiene nada que ver con su hegemonía militar.
Yo le respondí con el siguiente argumento. La puzolana no es sólo un material de construcción muy resistente. Más importante, si cabe, es su impermeabilidad, y esta sí tuvo mucho que ver con la expansión. Me explico.
Hasta la era romana, los puentes y muelles sólo podían construirse de madera, o si acaso, de piedra tallada. En el primer caso, la madera tendía a pudrirse, y las estructuras debían ser reconstruidas constantemente. En el segundo, era muy complicado hundir la pierda en el lugar correcto, y más difícil aún mantener las piezas unidas sin ningún tipo de mortero.
La puzolana resolvió el problema. A partir del siglo I a. de C., los romanos comenzaron a construir muelles y puentes de hormigón, aprovechando la impermeabilidad de la puzolana. Nacieron puertos más grandes, fuertes y resistentes, un importante elemento no sólo para el comercio, sino para el ejército.
Lo mismo con los puentes. Hay muchos de ellos construidos hace dos mil años, que aún se utilizan. Yo mismo atravieso uno cada vez que voy al pueblo de mi madre, no muy lejos de Madrid.
Sin los puertos, sin los caminos y puentes, dudo mucho que Roma hubiese llegado tan lejos. Tampoco es casualidad que la gran expansión romana comenzara en el siglo I, casi al mismo tiempo que comenzaron a utilizar la puzolana.
El ingrediente secreto
Tan eficaz fue la puzolana como material de construcción que nada la sobrepasó hasta el siglo XIX, con la invención del Cemento Portland. Aún así, el cemento hecho con puzolana le gana al Portland en algunos puntos. 1) Es más barato, 2) produce menos gases de efecto invernadero, que lo convierten en un material más ecológico y, 3) es más duradero.
Tan eficiente es la puzolana, que está siendo nuevamente utilizada en muchos proyectos de construcción modernos. La puzolana, que incluso cuenta con una versión artificial, también es añadida al Cemento Portland para mejorar su resistencia e impermeabilidad.
Conclusión
No voy a negar que es posible que los romanos hubiesen llegado lejos son la puzolana, pero aparte de difícil, no sería lo mismo. Para empezar, no tendríamos el Panteón, ni muchas de sus infraestructuras acuáticas, como los acueductos y los puentes. No puedo imaginar la Roma Antigua sin ellos.
El éxito de Roma se debió a muchos factores, algunos copiados de otras civilizaciones, otros nativos. Bien conocida es la afición de los romanos para copiar lo mejor de sus vecinos, y mejorarlo, algo así como Microsoft. Sus máquinas de guerra, su arte, sus armas y sus dioses, todos copiados y mejorados, corregidos y aumentados.
Pero la puzolana fue el ingrediente secreto de Roma. Uno de los puntales de su arquitectura y de su ingeniería. La amalgama tecnológica que permitió su expansión cultural y militar y su hegemonía milenaria. ¿Estás de acuerdo?