Todos hemos oído hablar de los Juegos Romanos, creo. Al menos en la escuela nos contaron de las matanzas de cristianos, y de las luchas de gladiadores en el Coliseo Romano. Hollywood se ha encargado del resto.
Pero, ¿qué sucedía en realidad en el Anfiteatro Flavio, o en el resto de coliseos repartidos por todo el imperio? Sangre, seguro mucha, gritos, desde la arena y desde las gradas. Los primeros, de angustia; los últimos, seguramente bien regados de alcohol.
Eso sí, todo bien organizado, pues un día en el Coliseo Romano no era moco de pavo. Todo estaba preparado para el deleite y diversión de la alborotada turba.
Los juegos, llamados munera (deber u obligación en latín), eran gratis para el público, y los pagaba algún político para ganarse el favor de sus votantes potenciales. No me extrañaría que en realidad fueran pagados con fondos públicos, robados por dichos políticos.
Orígenes
Prácticamente desde que surgió nuestra especie, los humanos hemos buscado formas de entretenernos. Música, cantos, bailes y arte nos han acompañado durante milenios, y sólo han cambiado en su grado de sofisticación, y en el hecho de que, en la actualidad, son fenómenos auténticamente globales.
No soy antropólogo y desconozco el origen exacto de tal costumbre, pero algo he leído sobre la posibilidad de que provenga de rituales religiosos o erótico-sensuales. Nuestra coinciencia de la naturaleza, y nuestra creencia de que uno o más seres superiores dominaban nuestros destinos, nos animó a rendirles pleitesía, precisamente con cantos, bailes y arte.
¿Y a quién no le gusta bailar? Seguramente una vez que lo probamos, decidimos hacerlo sólo por diversión. De ahí al teatro griego, a las carreras de cuadrigas, a Hollywood y al fútbol, sólo hay unos pasos.
Roma
No por causalidad, el espectáculo de los gladiadores nació en Roma como parte de un ritual funerario. Los munera, como se conoció originalmente a los combates de gladiadores, eran obligaciones que se debían pagar a los ancestros muertos.
El primer combate del que tenemos registro ocurrió en os funerales de Junius Brutus, en el año 264 a. de C. Tres pares de gladiadores lucharon hasta que sólo uno quedó en pie. Ahora bien, es muy posible que otros hubiesen tenido lugar anteriormente sin que hayan pasado a la posteridad.
En cualquier caso, al público le gustó el espectáculo, y los políticos no tardaron en darse cuenta de que eran un buen medio para mantener a la plebe entretenida, y patrocinaron combates que ya nada tenían que ver con rituales mortuorios.
De las carreras tenemos menos dudas, y aunque ya se organizaban en imperios como el persa o el egipcio, los griegos las llevaron al nivel más alto del espectáculo deportivo: los Juegos Olímpicos.
Panem et circenses
Ya hemos hablado en otro artículo de la propensión de los políticos a distraer al pueblo, para que no se fije en sus desmanes. La muy romana política de panem et circenses, pan y circo. Esto es, dale algo de comer al ciudadano, y mucho entretenimiento, y así te dejará manejar sus destinos a tu antojo.
Y si es algo muy romano, no es porque los hijos de Eneas hayan sido los primeros en lo del pan y el circo, pero sí, como en muchas otras cosas, los romano llevaron el entretenimiento a niveles nunca antes vistos. Literalmente, hicieron espectáculo a lo bestia.
Ahora bien, el famoso Coliseo Romano no fue construido hasta la década de los 70 de nuestra era, bien entrado el Imperio. Pero antes, los juegos y espectáculos, como las carreras y los gladiadores, tenían lugar en otras sedes, como el circo, o en espacios temporales preparados para acomodarlos.
No obstante, los grandes juegos tuvieron lugar en el Anfiteatro Flavio, con capacidad para 50,000, y con unas infraestructuras inéditas en su dimensión y complejidad. Pronto publicaré un artículo sobre la arquitectura del Coliseo, pero hoy nos centramos en los juegos.
Un día en el Coliseo
Ideado por Vespasiano y terminado por su hijo Tito, el Coliseo abrió sus puertas al público en el año 80. Célebres son los juegos que se organizaron para su inauguración, supuestamente con una duración de 100 días y, según Cassius Dio, habiendo sacrificado más de 9,000 animales. Aparte de dichos fastos, un día en el Coliseo no era muy diferente. Normalmente el horario era el mismo, y se basaba en las siguientes secciones (las horas no duraban lo mismo en Roma, por lo que no era una ciencia exacta:
- La mañana estaba dedicada a los animales, primero con las carreras de caballos, y luego con el venatio.
- A mediodía llegaban las ejecuciones, por lo general de criminales comunes, y en alguna época de cristianos.
- Los juegos gladiatorios.
Las bestias
Un día en el Coliseo involucraba luchas con animales en diferentes modalidades. Estaban los bestiarii, que a su vez estaban divididos en dos tipos, aquellos en los que los participantes eran condenados a muerte y eran arrojados a la arena para ser devorados, y aquellos en los que voluntarios, buscando la fama o el dinero, participaban como cazadores.
En ocasiones, el “cazador” se exponía en solitario a varias bestias. En otras, eran varios los que se mezclaban entre los animales. No eran pocos los que morían en el intento. Hay que aclarar también que los participantes en los bestiarii no eran gladiadores, y estaban en una escala social muy por debajo de estos.
Ya imagino cómo quedaba la arena. Roja de sangre, repleta de trozos de carne, animal y humana, y algo apestosa. Desconozco si esos manjares se consumían después de los juegos, tal y como hacemos con el toro después de una corrida. Lo que sí es seguro es que el público disfrutaba.
Venatio
Esta modalidad representaba cacerías de bestias a manos de los venators, o cazadores. Se importaban animales exóticos desde los confines del Imperio: elefantes, leones, osos, tigres, ciervos, cabras, al menos un rinoceronte y hasta perros. Una excepción se hacía con los lobos, con eso de que, supuestamente, los fundadores de Roma fueron amamantados por una loba.
He encontrado menciones a 400 leones sacrificados durante juegos organizados por Julio César, y 3,500 elefantes en tiempos de Augusto, y ello, antes de que se construyera el Coliseo.
No todo en el venatio eran cacerías. Como parte del espectáculo, participaban animales entrenados que hacían trucos para deleite del público. Básicamente, lo que aún hacemos en los circos de la actualidad.
Ejecuciones
La hora de los criminales llegaba al mediodía, después de los espectáculos con animales. Los reos eran por lo general presos comunes, aunque en ocasiones se ejecutaba a prisioneros de guerra, y en su época, a los cristianos.
Cabe mencionar que, en este espacio, la gente de “alcurnia” se ausentaba del Coliseo para comer. Ver la muerte de otros humanos, al parecer era considerado un espectáculo para las clases bajas.
Y no los culpo, pues la pena aplicada era, por lo general, bastante sádica. Los métodos más comunes eran el empalamiento, la crucifixión, la hoguera, o el ad bestia, que al igual que en los bestiarii, la muerte llegaba a los reos gracias a animales salvajes.
Una modalidad alternativa, y muy imaginativa, era representar una obra dramática en la que el héroe, o la heroína, terminaba muriendo. En el papel de dichos héroes o heroínas, se utilizaban a los presos, y así la muerte en la obra de teatro era real. Si vas a morir, pensarían algunos, al menos hazlo con estilo. Otra carnicería con la que el pueblo se volvía loco.
Relacionado: ¿Por qué los romanos eran tan adeptos a la crucifixión?
Los gladiadores
Si hay un elemento que da fama a la cultura romana, son los gladiadores. No poca responsabilidad de ello podemos achacar al cine. Películas como Espartaco o Gladiador han abierto enormes ventanas dentro de la vida, y muerte de uno de estos célebres personajes.
Eran, como muchos otros elementos en la cultura romana, de origen etrusco, aunque como todo, los romanos hacían a lo bestia.
Los gladiadores eran el plato fuerte del festín lúdico en el Coliseo. Eran la atracción principal, la cúspide de los juegos. Si acaso se hubiesen quedado asientos disponibles durante el día, sin duda se llenaban a media tarde para ver a los gladiadores.
En un día típico en el Coliseo, todos los gladiadores que iban a participar en la jornada, desfilaban ante el público, que se enardecía celebrando a sus favoritos. Música de fanfarrias llenaba el ambiente, festivo por lo general.
Luego venía el probatio armorum, la prueba de las armas, en la que el editor, o patrocinador del evento, literalmente se aseguraba que las armas de los gladiadores eran reales (muchos ciudadanos apostaban, y querían saber que las luchas no estaban amañadas). Si el editor era el emperador, algo que ocurría a menudo, cedía la labor de probar las armas a algún invitado especial, que lo consideraba todo un honor.
Antes del atardecer comenzaban los juegos gladiatorios. Dependiendo de la época, y del gusto del patrocinador, podrían entrar en la arena de una a tres parejas de gladiadores. El combate no siempre era a muerte. En ocasiones, cuando un gladiador luchaba con especial denuedo y se ganaba la admiración del público, era perdonado por el editor. No obstante, al final morían siempre más de los que sobrevivían.
En un día típico, podría haber entre seis y 10 combates, que podían extenderse hasta el anochecer.
El público
Concebidos como un espectáculo democrático, los juegos romanos atraían a públicos muy diversos. Desde el emperador hasta los esclavos, tenían su lugar en el Coliseo, aunque al igual que sucede ahora, algunas secciones estaban reservadas para los más pudientes, y los esclavos observaban desde lo más alto de la grada.
Y no todos iban buscando sangre fácil, no todo era morbo. Muchos de los asistentes, especialmente al espectáculo de los gladiadores, entendían las técnicas, los detalles, y se emocionaban con las jugadas. Algo así como lo que sucede con los toros, algunos simplemente lo vemos como un espectáculo, mientras que otros te pueden nombrar cada faena.
Asimismo, con los gladiadores, los fans se dividían en su apoyo a los diferentes equipos, y claro está, se peleaban entre ellos. Poco hemos cambiado.
Muchos de los espectadores aguantaban todo el día en el Coliseo, desde la apertura hasta que acababa la última función, bien entrada la noche. Otros sólo iban a ver lo que les gustaba, dejaban su sitio para algún amigo o familiar, especialmente cuando los juegos se sucedían diariamente durante largas temporadas. Hasta de la sangre se cansa uno.
Panem et vinum
Como todo buen espectáculo, los juegos romanos se disfrutaban más acompañados de comida y bebida. Los más humildes llevaban sus propios bocadillos, mientras que los ricos podían salir a comer, o degustar de los manjares que les servían directamente en el palco.
Si has visto La Vida de Brian, te sorprenderá el menú de aperitivos que el protagonista ofrecía en el anfiteatro: lenguas de alondra, lóbulos de oreja de jaguar, murciélagos toscanos fritos, bazos de ocelote y chips de ubre de loba, entre otras delicatessen.
Por supuesto que son inventadas, y la realidad es menos exótica. Teniendo en cuenta que no era posible montar una mesa en las gradas, la comida tenía que ser práctica. Por lo general, bocadillos tipo sandwich, de pan con alguna carne dentro. No faltaban los frutos secos, las aceitunas y postres.
Por supuesto, se bebía mucho vino, pero ya sabemos, rebajado con agua, para hacerlo durar, y para que los espectadores pudieran aguantar toda la jornada sin cogerse una cogorza y perderse el espectáculo.
Se acaba el día
Los juegos de un día típico en el Coliseo terminaban de noche, por lo cual debían encenderse antorchas. Al final de los combates gladiatorios, la turba desalojaba el edificio más o menos en orden, siguiendo turnos asignados a cada clase social.
Durante la noche, esclavos especializados limpiaban la arena, sacaban la basura, y preparaban todo para la siguiente jornada. No muy diferente de lo que hacemos ahora en nuestros estadios.
Hay muchos detalles más relacionados con los juegos romanos que se quedan en el tintero. Hoy hemos visto cómo era un día típico en el Coliseo, sólo una probadita. En las próximas semanas dedicaré artículos, por ejemplo, a los gladiadores, y a la construcción y arquitectura del Coliseo. Hasta entonces, espero hayas disfrutado…
Hola Jesús,
De nuevo, buen articulo!.
Que poco hemos cambiado; los unos organizando, los otros siendo organizados…y tan contentos. Pero en la actualidad, con más control de los medios para entretener… tv, redes, subvenciones, … Y un nivel educativo cada vez más bajo, más ‘plebe’.
Gracias y un saludo.
Juan
Hola Juan!
Muchísimas gracias por tus palabras! Hace tiempo que quería dedicarle un artículo al tema del Coliseo, y este es sólo el primero. Siempre me ha parecido que, como bien dices, hemos cambiado muy poco respecto a la manera en la que consumimos el entretenimiento. Esos sí, y también como correctamente afirmas, ahora hay más medios, y cada vez peor nivel educativo.
En los próximos artículos sobre el tema, encontraremos otras similitudes con el mundo moderno. De hecho, hablaré de cosas que hemos copiado directamente de los romanos….
Mientras tanto, mil gracias como siempre por tus amables palabras. Un cordial saludo.