Antes que nada, esto no es una broma. Este artículo habla de un hecho real, conocido, y bien documentado. Hubo una vez, un grupo de ovejas paracaidistas, y dos toros que les acompañaron.
Obviamente, elegir tal carrera no fue la prerrogativa de los pobres ovinos, sino impuesta sobre ellos. Como suele suceder, fuimos los humanos los que les colgamos el equipo, y los lanzamos desde un avión.
¿Pero a quién se le ocurriría tal locura de las ovejas paracaidistas. No estamos muy seguros, pero tuvo que ser algún militar italiano, pues fueron ellos quienes idearon y llevaron a cabo el lanzamiento. Y cuando conozcas la razón y el resultado, verás que no fue una idea tan descabellada.
El “Emperador” Mussolini
En 1922, el líder fascista italiano, Benito Mussolini, se hizo con el poder tras un golpe de estado. Sin derramar sangre pero con amenazas a los políticos, Mussolini convenció al Rey Vittorio Emanuele de nombrarlo Primer Ministro. Il Duce no tardó en convertir a Italia en una dictadura autoritaria.
Mussolini era un personaje que, si no hubiese nacido, lo podría haber inventado Walt Disney. Era bravucón, histriónico, megalómano. No sabemos si era un sentimiento real o una pose, se creía la reencarnación de los emperadores romanos.
Pero un emperador necesita un imperio, y Mussolini decidió que él podía labrarse uno, recuperar la grandeza romana. Por la fuerza, por supuesto. No obstante, Italia no era precisamente una potencia militar, ni tenía visos de serlo.
El país transalpino no tenía ni el dinero, ni la industria lo suficientemente avanzadas como para construir y mantener un ejército moderno. Así que, invadir a un vecino europeo no era una opción viable, mejor mirar a otros territorios más pobres, y con menos posibilidades de defenderse.
La invasión de Etiopía
No me olvido de las ovejas paracaidistas, pero hace falta un contexto.
Italia poseía varias colonias en África: Libia, Somaliland, aproximadamente la actual Somalia, y parte de Eritrea. El resto de la zona, una esquinita en el Cuerno de África, era el país independiente de Abisinia, la actual Etiopía.
Mussolini codiciaba Etiopía, el único país africano nunca invadido por los europeos. ¿Por qué no invadirlo para controlarlo todo? Así se las gastan los dictadores. No debía ser muy difícil, después de todo, Italia los tenía rodeados.
El primer paso de Mussolini fue ordenar que sus tropas construyeran un fuerte dentro de territorio etíope. Poco antes, los mismos italianos se habían inventado una disputa fronteriza, arguyendo que la frontera estaba mucho más adentro del país africano.
Haile Selassie, rey de los etíopes, protestó en la Liga de las Naciones. Dicha institución, como ya sabemos, no servía para nada, y no se atrevió a criticar a Italia. Francia e Inglaterra, creyendo que, perdonando a Mussolini, se uniría a ellos en caso de un ataque alemán, tampoco dijeron nada.
FInalmente, el 3 de octubre de 1935 comenzó la invasión, iniciando la Segunda Guerra Italo-Abisinia.
Problemas logísticos
Las fuerzas armadas italianas sin duda superaban a las abisinias. Aún así, el terreno era muy complicado, y la falta de caminos dentro de Abisinia creaba un problema logístico para los italianos.
En una guerra moderna, además de las armas y municiones, se requiere mover ingentes cantidades de recursos, petróleo, comida, etc. En el caso del desierto, mucha agua.
Resulta que los italianos tenían que cruzar un desierto, el de Danakil. Considerado como uno de los lugares más inhóspitos del planeta, sus 120 kilómetros representaban una importante barrera.
Fue entonces que a un personaje que desconocemos, se le ocurrió la idea que da nombre a esta entrada. Para evitar que los soldados tuviesen que acarrear sus propios pertrechos para varias jornadas, alguien pensó que la logística podía moverse por el aire.
Las ovejas paracaidistas
La logística, como ya vimos anteriormente, incluye combustible, munición, agua, y comida. Todo eso puede bien llevarse en camiones, pero debido a los problemas en el terreno, se sugirió que se transportara por aire.
Por aquel entonces, la tecnología del paracaidismo estaba en pañales, y los ejércitos de muchos países ya estaban experimentando con ellos. Claro está, la idea original era utilizarlos para lanzar tropas, pero alguien pensó que también podrían dejarse caer paquetes.
Ahora bien, ¿por qué los militares italianos no pensaron en lanzar raciones de comida deshidratada a sus tropas? Pues resulta que a los soldados italianos no les gustaba ese tipo de comida.
El ejército decidió lanzar animales vivos en paracaídas, y así nació la idea de las ovejas paracaidistas.
Como fue, aviones de transporte dejaron caer 72 ovejas paracaidistas, y dos toros, sobre el desierto. Hay al menos una foto, y un vídeo del evento.
Epílogo
Lo más curioso, si me lo permites, es que todos los 74 animales llegaron sanos y salvos al suelo. Ahí, rápidamente fueron reunidos por las tropas en una manada.
La guerra fue un fiasco para Italia. En un principio las tropas latinas avanzaron fácilmente, pero Haile Selassie logró inspirar a sus ciudadanos para ofrecer una valerosa resistencia. En cualquier caso, la intervención no duró mucho, y el último soldado italiano salió de Etiopía antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial.
Tristemente para las ovejas paracaidistas, la fortuna no duraría mucho. Las pobres terminaron convertidas en barbacoas y guisos, y posiblemente en alguna pizza. Como consuelo les queda haber llegado más alto que ningún otro mamífero rumiante, y haber visto la inmensidad y belleza de nuestro mundo, por una última vez.
Gracias por el articulo. Jamás había oído semejante historia.
Si quieres contar otra historia interesante de los italianos relacionada con animales, podrias hablar de su uso de los torpedos tripulados «maiale» contra los acorazados ingleses en Alejandría en la segunda guerra mundial.
Hola Carlos, muchas gracias por tus amables palabras. Y por la recomendación de los «maiale», a la cual me adelanté hace un par de meses…:P espero te guste.
https://www.cienciahistorica.com/2017/02/23/los-cerdos-italianos-guerral/
Mil gracias y un saludo!
Acabo de leerlo. No se como se me pudo haber pasado. Tan interesante como el resto de tus artículos. Un placer poder leerte.
Una historia curiosa Carlos, de esas que nos gustan y que de vez en cuando publico. Algo ligero entre tanta tragedia… y sigo trabajando en el 5 de mayo…
Un abrazo!