Según muchas fuentes, Mónaco es uno de los países más pequeños del mundo. La mayoría sabemos que también es uno de los países más ricos del planeta. En sus dos kilómetros cuadrados de superficie, se apiñan 38 mil ciudadanos, con un P.I.B. per cápita de 187 mil Euros. No está mal para ser un país propiedad de una familia.
Mónaco es un caso curioso, como lo es su historia. Y esa historia es larga, extendiéndose hasta los antiguos griegos. pasando por los romanos y los genoveses, hasta llegar la familia Grimaldi.
Conocemos bien a los Grimaldi. El Príncipe Rainiero logró la fama mundial al casarse con la actriz norteamericana Grace Kelly. Los hijos de ambos hicieron lo suyo por medio de los escándalos y múltiples relaciones sentimentales. Hace tiempo que perdí la cuenta de los maridos de Carolina y Estefanía.
En la actualidad, el ínclito Príncipe Alberto continúa la tradición de gobernar un país privado.
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Si por algo Mónaco se ganó la fama e importancia, es por su geografía. Para ser exactos, lo que atrajo a los griegos fue la Roca de Mónaco, un monolito en la costa, sobre el que se han construido varias fortificaciones.
Es un impresionante y bello lugar, pero lo que importaba en el pasado, era su facilidad de ser defendido. Si no fuera por los aviones y la potencia de los cañones y misiles modernos, la Roca de Mónaco aún sería una plaza muy difícil de conquistar.
Los ligures, un pueblo proto-itálico, ya habitaban la región un milenio antes de Cristo. Desde su base en Génova, controlaban toda la zona de la costa del Mar Tirreno, entre el sur de Francia y el noreste de Italia.
No obstante, tropas griegas de Massalia (actual Marsella), fundaron una colonia sobre la imponente roca, y la bautizaron como Monoikos, o “casa única”, por el templo de Hércules que se cree existió ahí.
Más tarde, al final de la Campaña de las Galias, Julio César estuvo en Mónaco, y desde ese momento el promontorio fue administrado por Roma. Cinco siglos después, tras la caída del imperio, los ostrogodos se hicieron con Mónaco, y en el siglo VII, los lombardos tomaron su lugar.
En el siglo XI volvieron los ligures, con el apoyo del Sacro Imperio Romano. Ahí comienza la historia moderna de Mónaco.
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Los primeros Grimaldi
Como decía, para nuestra generación, los Grimaldi son sinónimo de escándalo. Carolina, Alberto y Estefanía no son más que un trío de niños mimados que viven del cuento, eso sí, un cuento de hadas. Pero los Grimaldi originales eran algo más que eso.
Hay pueblos en Italia, como Ventimiglia, que tienen calles e iglesias con dicho apellido. Es más, en Roma capital hay una calle Grimaldi. Las hay también en Cerdeña, en Niza y otros puntos de la Costa Azul. No por nada llevan siglos mandando en la zona.
Los Grimaldi son una de esas familias que disfrutaron de un enorme poder en la República de Génova. Al igual que los Sforza en Milán, los Grimaldi debían su fortuna al comercio, y este, en muchos casos, a que varios miembros de la familia ocuparon cargos de importancia.
Hubo cardenales Grimaldi, dogos, y muchos cónsules. Uno de ellos, Otto Canella (1070-1142), tuvo un hijo, que también fue cónsul: Grimaldo Canella. Fue tan importante este personaje, que sus descendientes cambiaron el patronímico Canella por el de Grimaldi.
Exilio a la Roca
Pero como suele suceder, en los círculos de poder siempre hay adversarios. En el caso de Génova, otras familias. Durante uno de los muchos conflictos, los Grimaldi se vieron obligados a exiliarse a sus posesiones cercanas al puerto. Uno de ellos, decidió buscar un sitio nuevo.
Francesco Grimaldi tuvo la idea de apoderarse del castillo sobre la Roca de Mónaco. Lo malo es que no tenía un ejército que lo apoyara. Lo bueno, que el castillo tampoco estaba defendido por muchos hombres.
Disfrazados como monjes franciscanos, Francisco y su primo Rainiero, se presentaron a las puertas del castillo. Ahí fueron recibidos con gran alegría, hasta que detrás de ellos entró un grupo de hombres armados y tomó el castillo.
Durante los próximos siglos, el Castillo de Mónaco sería conquistado por varias facciones. Los Grimaldi lo recuperaban y lo volvían a perder. Finalmente, en 1633, España y Francia reconocieron la soberanía de Mónaco a los Grimaldi, a través de su entonces príncipe, Honorio II.
Mónaco, el país privado
Oficialmente, Mónaco es un principado. En la actualidad, depende del Estado Francés para su defensa, y sus relaciones exteriores. Pero el caso de Mónaco es muy raro, y todo se debe a que durante mucho tiempo, Mónaco fue un condominium.
En política internacional, un condominium es un territorio que tiene su soberanía repartida en dos o más estados. La soberanía de Mónaco ha estado repartida entre varios estados durante siglos. Génova, Francia, Aragón, España y el Reino de Cerdeña han manejado los destinos de Mónaco en algún periodo de tiempo.
Los Grimaldi han luchado, y negociado por su independencia, y hasta ahora lo han conseguido. Sólo durante 1799 y 1814, cuando estuvo bajo Francia en el periodo revolucionario, y entre 1943 y 1945 que lo invadieron los nazis, Mónaco no ha estado bajo el poder directo de los Grimaldi.
De hecho, sólo un hombre que lleve el apellido Grimaldi puede gobernar el Principado. Desde el último acuerdo con Francia en 2002, si no existe un heredero legítimo, la soberanía de Mónaco volvería a Francia.
No obstante, el mismo tratado permite que ese heredero provenga de ramas secundarias de la familia. Esto es, que si Alberto de Mónaco no hubiese tenido herederos, los hijos de Carolina o Estefanía podrían reinar.
El poder en Mónaco
Hasta 1910, Mónaco fue un reino absolutista. Un año después se redactó la primera constitución, que ponía ciertas limitaciones al Príncipe. En cualquier caso, el principado es tan pequeño, y los Grimaldi tan influyentes, que nadie se atreve a toserles. Mientras sus ciudadanos puedan enriquecerse, nadie va a protestar.
En 1863 se inauguró el Casino de Montecarlo. La idea surgió de la Princesa Carolina, para salvar a la familia Grimaldi de la bancarrota. Junto con el Hotel de París y otros centros recreativos, el Casino forma la Société des Bains de Mer et du Cercle des Étrangers, (Sociedad de Baños de Mar y Círculo de Extranjeros).
Dicha sociedad, cuyos accionistas mayoritarios son los miembros de la familia Grimaldi. Es también la principal fuentes de ingresos del principado. Pero no es la única, también están los impuestos.
Solemos pensar que Mónaco es un Refugio Fiscal, esto es, un país en el que no se pagan impuestos. En parte es verdad. Los ciudadanos monegascos no pagan el impuesto sobre la renta, pero sí pagan IVA, un 19.6%.
Las empresas locales, las que obtienen al menos un 75% de sus beneficios dentro del principado, tampoco pagan impuestos. Las empresas extranjeras situadas en Mónaco, sí pagan impuestos. Esto es, Mónaco no es uno de esos centros off-shore para empresas que buscan proteger sus beneficios de las garras del estado.
El paraíso para ricos
Si algún día tienes la oportunidad de pasarte por Mónaco, podrás visitar sus famosos lugares: el Casino, el Palacio Real, etc. Podrás conducir por sus calles, siguiendo partes del trazado del Gran Premio de Mónaco. Eso sí, prepárate para dejarte un buen dinero.
Pero siendo honesto, si nunca llegas a ir a Mónaco, no es el fin del mundo. He estado ahí varias veces, siempre de paso, y no hay nada que me haga querer dormir en sus hoteles de 1000 Euros la noche.
Hay sitios mucho más bonitos en la zona, sin que te cueste un ojo de la cara. Mónaco es sólo el glamour, y eso es, por lo general, para los nuevos ricos, los horteras.
Además, si vas a Mónaco, no te atrevas a decir nada en contra de la familia Grimaldi. Son amados, respetados y temidos. No por nada son los jefes de una tercera parte de los empleados en Mónaco. No por nada son los dueños de un país privado.
Interesante historia de Monaco, algo conocia pero no con tanta profundidad Gracias por compartir tan interesantes historias que nos ayudan a tener un mayor conocimiento GRACIAS Aunque no siempre escriba te suelo leer Jesus
Hola Boira,
Me pareció una historia curiosa, y una que abarca varias épocas. Me gusta contar historias poco conocidas, y creo que esta es una de esas.
Mil gracias a ti por leer y comentar.
Un cordial saludo.
Un articulo muy interesante, tal vez en algún momento nos relates pasajes históricos curiosos de otros países pequeños como Andorra, San Marino o Liechtenstein (¿lo escribí bien?). Saludos
hola Carlos,
muchas gracias por tan amables palabras. La verdad es que el artículo sobre Mónaco es sólo el principio de una serie. Esta incluirá a varios de los países que mencionas, como Andorra, San Marino y Liechtenstein (bien escrito!). Pronto publicaré el siguiente… 😛
Muchas gracias nuevamente y un saludo!