Hace ya tres años, cuando este blog iniciaba su singladura, escribí un artículo sobre el hundimiento del Wilhelm Gustloff, el peor desastre marítimo de la historia. Ya en aquel entonces, me quedé con las ganas de escribir sobre el segundo peor, el hundimiento del Goya.
Ambos buques sufrieron la misma suerte, fueron hundidos por un submarino soviético. Ambos llevaban miles de pasajeros, evacuados de Prusia Occidental. También ambos llevaban más civiles que militares. Sobra decir que en ambos casos se perdieron miles de vidas.
Sin embargo, ni la historia del Gustloff ni la del Goya son bien conocidas. Como ya dije en el anterior artículo, en esos días estaban sucediendo muchas tragedias por toda Europa. Pocas personas prestaron atención, sin contar que el gobierno nazi intentó ocultar el incidente.
Pero para eso estamos los que nos dedicamos a la divulgación, para contar historias que otros no cuentan. No quiero decir que nadie lo haya hecho, pero tampoco se puede decir que se le haya dado suficiente publicidad. Esta es la historia del Goya.
Origen noruego
El MV Goya fue construido como carguero, por encargo de Johan Ludwig Mowinckel, un magnate noruego de los transportes. Se comenzó la construcción del Goya en 1939, en los astilleros Akers de Oslo. Un año después, estaba listo para faenar.
El carguero, bautizado en honor del pintor español, no disfrutó de libertad durante mucho tiempo. Recién botado, y cuando aún tenía trabajadores en su interior, los nazis invadieron Noruega. Al poco tiempo confiscaron el barco y lo enviaron a Alemania.
Ahí, en 1942, fue transformado en transporte de tropas, y asignado a la flota de submarinos como transporte auxiliar. Dicha función tampoco sería de larga duración. En 1943, fue nuevamente reconvertido para servir como buque de descanso y asistencia para los submarinos y sus tripulaciones.
Al año siguiente, el Goya fue enviado a Memel, entonces un puerto alemán que ahora pertenece a Polonia. En Memel, el Goya fue utilizado como blanco para la práctica de disparo de torpedos. Sospecho que los torpederos no resultaron muy acertados, pues el Goya sobrevivió.
Operación Hannibal
Cuando la marea de la guerra se volvió en contra de Alemania en 1944, especialmente en el Frente Oriental, millones de soldados y civiles quedaron atrapados en bolsas de territorio, desde Konigsberg hasta Prusia Oriental.
Con la intención de rescatar al mayor número de alemanes, el Almirante Dönitz, Jefe de la Kriegsmarine, organizó la Operación Hannibal. Alrededor de mil buques de todos los tamaños fueron asignados a la iniciativa en enero de 1945. El Goya era uno de ellos.
Entre ese mes y el siguiente marzo, el Goya hizo dos viajes desde el Mar Báltico, uno con destino en Kiel y el otro en Copenhague. En dichos viajes, el Goya rscató a más de 5,000 almas. A principios de abril volvió a Gdynia, para llevar a cabo una nueva misión.
El pasaje
Las caóticas circunstancias de la guerra complicaron las tareas de la Operación Hannibal. Hitler no pensó nunca en rendirse, y su intención era rescatar al mayor número de soldados para continuar la lucha.
Al mismo tiempo, sin embargo, cientos de miles de civiles se apiñaban en las zonas costeras, especialmente en los puertos, esperando la oportunidad de ser evacuados. Eran días de desesperación, de miedo, elementos que no ayudan a tomar las decisiones adecuadas.
Al igual que sucedió con el Wilhelm Gustloff, el mayor desastre naval de la historia, es muy difícil confirmar el número exacto de pasajeros. Se cree que entre 6,000 y 7,000 civiles abordaron el Goya, junto con alrededor de 500 soldados.
La mayoría subió al barco sin registrarse, simplemente se subieron y buscaron un hueco en las bodegas del carguero. El Goya tenía una capacidad para unos 850 militares, por lo que el pasaje en aquel viaje la multiplicaba casi por diez.
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El carguero/transporte Goya
El MV Goya no era un barco que destacar por su tamaño o velocidad. Con 146 metros de eslora y 17.4 m. de manga, era más bien un carguero medido. Sus motores Burmeister & Wain producían 7,600 caballos de fuerza, lo que le permitía navegar a una velocidad máxima de 18 nudos, unos 33 km/h.
Tampoco era un barco preparado para llevar mucha gente. En sus diversas reformas le habían instalado camastros, pero no más de 500. Cuando fue reformado nuevamente para la Operación Hannibal, se esperaba subir al mayor número de personas, pero nunca en condiciones de mucha comodidad, y mucho menos tantos miles.
El Goya tampoco era un buque hospital, como reclamaron algunos mandos nazis después de su fatal destino. A lo más que llegó fue a transporte de tropas, y apenas se utilizó en esta modalidad. Antes que nada, el Goya era un carguero.
El último viaje del Goya
El 16 de abril de 1945, el Goya se encontraba atracado en un muelle de Gotenhafen (Gdynia, Polonia). El Capitán Plünnecke esperaba embarcar a unas 2,500 personas, mucho más allá de su capacidad original, pero las mismas que había transportado en sus dos últimos viajes.
El problema es que, para esas fechas, el Ejército Rojo ya estaba a las puertas de Berlín. La guerra estaba perdida, y todo el mundo, civiles y soldados, quería huir de los soviéticos. Todos estaban desesperados por salvar la vida, y terminaron subiéndose al Goya al menos 6,000 pasajeros.
El barco partió poco antes del mediodía. Conocida la tragedia del Gustloff, acompañaban al Goya otros carguero, algo más pequeño, el Kronenfels; el remolcador Aegir, y dos dragaminas. A media tarde, cuando el barco apenas había salido de la Bahía de Puck y entrado en el Mar Báltico, un escuadrón de bombarderos soviéticos apareció en el horizonte.
El hundimiento
En ese preciso instante atacaron los aviones. Una bomba cayó sobre el Goya, pero sólo causó daños leves. Al poco tiempo continuó su trayecto, pero el Goya aún no estaba fuera de peligro.
Cinco minutos antes de la medianoche, el submarino soviético L-3 divisó al Goya.
Bajo el mando del Capitán Vladimir Konovalov, el L-3 ya era uno de los submarinos con más éxito de la marina roja. A pesar de ser un minador, el L-3 también llevaba torpedos.
El convoy alemán se había detenido a esperar al Kronenfels, que requirió reparaciones. Konovalov aprovechó la oportunidad, y poco después de la medianoche disparó un abanico de cuatro torpedos. Uno golpeó al Goya en su sección central, y otro en la popa. Ambos explotaron, con tanta fuerza, que los mástiles cayeron sobre los refugiados que dormían en la cubierta.
Antes de que la tripulación o los pasajeros se dieran cuenta de lo que sucedía, el Goya se partió en dos. Se hundió en apenas cuatro minutos, llevándose a la mayoría de sus pasajeros al fondo. Algunos de los que lograron saltar a tiempo murieron en las gélidas aguas. Sólo 182 sobrevivieron.
Igual suerte
La Operación Hannibal logró evacuar a entre 800 y 900,000 alemanes, tres veces más que los ingleses consiguieron en Dunkerque. Muchos otros perdieron la vida, cuando fueron obligados por los soviéticos a marchar hacia Alemania.
Pero entre las tragedias del Wilhelm Gustloff, el Goya y el Cap Arcona (del que hablaremos otro día), murieron más de 20,000, la mayoría mujeres y niños. Para más inri, en los tres casos, el gobierno nazi no publicó la noticia para no empeorar la moral.
Los tres hundimientos pasaron desapercibidos en la maraña de muerte del coda de la guerra. La gente prestó poca atención, pues muchos miles más murieron en los campos de batalla y en las ciudades.
La tragedia del Goya tiene un lugar en los anales de la historia, pero un lugar casi olvidado.
Nunca me había parado a pensar toda la historia que carga un barco. Me ha gustado mucho, mucho. Besos
Hola Helena,
como digo en el artículo, la historia del Goya, como la del Gustloff y el Cap Arcona, recibieron poca publicidad por el momento en el que sucedieron. Fueron tantas las tragedias de la SGM, que no había espacio para todas en las primeras páginas de los periódicos.
Me halaga mucho que te haya gustado. Mil gracias y un besín!
CARAMBA!! DESCONOCIA ESTA TRAGICA HISTORIA DEL GOYA, ES LAMENTABLE LA PÉRDIDA EE TANTAS VIDAS A CAUSA DE LA GUERRA. AGRADECIDA QUEDO POR LA OPORTUNIDAD BRINDADA DE CONOCER LA HISTORIA. MIS RESPETOS.
Hola Alis,
no es una historia muy conocida, por las causas que explico en el artículo. Eran demasiadas las tragedias que se sucedían en esos días, y no todas llegaron a las portada de os diarios. Además, los muertos eran alemanes… 😛
Muchas gracias por comentar. Un cordial saludo.