Los aficionados y estudiosos de la segunda Guerra Mundial conocen bien esta acción militar. El Ataque a Tarento, el puerto en el que la Regia Marina Italiana mantenía su principal base, fue el primero en el que aviones procedentes de un portaaviones atacaron otros barcos.
El Ataque a Tarento, codificado como Operación Judgment (juicio), sin quererlo, fue una especie de ensayo para la operación que los japoneses harían en Pearl Harbor un año después. El plan para atacar la base estadounidense ya estaba en marcha, pero sin duda Tarento les ayudó en algo.
Fue una victoria a medias, y temporal, pues retrasó por unos meses el despliegue de la Regia Marina en el Mediterráneo. De algo sirvió, sí,pero los ingleses lo vendieron como una triunfo sin paliativos, aunque el ataque no logró todos los objetivos planificados.
En cualquier caso, la Operación Juicio dejó varias lecciones, entre ellas la complicada situación británica en el Mediterráneo, y el no menos importante sorpasso del poder naval por parte de los portaaviones sobre los acorazados.
Muy atentos
Antes incluso de que se iniciara la Segunda Guerra Mundial, los mandos de la Royal Navy estaban preocupados de la posible influencia de la Regia Marina en el Mediterráneo. Hasta entonces, la armada inglesa había dominado este mar desde al menos un siglo y medio.
Pero la expansión de la marina italiana por parte de Mussolini, y más aún, la relación de este con Hitler, amenazaba dicho dominio. Ya en 1935, cuando Italia invadió Abisinia, la Royal Navy consideró un ataque a Tarento.
En 1938, y con esta idea en mente, el Almirante Dudley Pound, Jefe de Operacinoes de la Royal Navy en el Mediterráneo, ordenó que se revisaran los planes para Tarento. El Capitán del portaaviones HMS Glorious, Arthur Lyster, le sugirió que sus aviones, los Fairey TSR Swordfish El mismo avión que meses después inutilizó al Bismarck), serían capaces de un ataque con torpedos.
Ya iniciado el conflicto, la campaña italiana para invadir Egipto desde su base en Libia, y suministrada desde Tarento, subrayó a los ingleses la necesidad de limitar el alcance de la Regia Marina. Esto es, atacar su base principal.
El Plan
Pound fue sustituido por el Almirante Andrew Cunningham, a quien informó del ya desarrollado plan apra atacar Tarento. Dos escuadrones de Swordfish, un biplano anticuado, pero eficaz, despeguarían del HMS Eagle atacarían de noche con torpedos y bombas.
El plan sufrió algunas variaciones forzosas. Primero, el HMS Eagle sufrió un problema en sus sistema de suministro de combustible, y un fuego destruyó dos de sus Swordfish. Cunnigham decidió entonces utilizar el recién botado HMS Ilustrious, también con una dotación de Swordfish.
El ataque fue planeado para la noche del 11 de noviembre de 1940. El Illustrious, acompañado de dos cruceros pesados, el HMS Berwick y el HMS York, dos cruceros ligeros, el Gloucester y el Glasgow, y cuatro destructores, se acercaría a la costa de la isla griega de Cephalonia, a 310 kilómetros de Tarento, y desde ahi lanzaría su ataque.
No obstane, hubo voces que advirtieron que el número de aviones, 24, era demasiado bajo para lograr una victoria decisiva. Al final, sólo 21 aviones atacaron, y dichas voces fueron ignoradas.
La base de Tarento
La base naval de Tarento era la principal de la Regia Marina desde antes de la Primera Guerra Mundial. Su amplia bahía natural, el Mar Grande, y otra cerrada más pequeña, el Mar Piccolo. En 1940, la base estaba bien protegida por 101 baterías antiaéreas y 193 ametralladoras.
Además, el puerto solía estar protegido por más de 80 globos de barrera, pero una tormenta pocos días antes había reducido su número a 27. Otro problema resultaron ser las redes antitorpedos, que fueron desplegadas sólo hasta los 10 m., cuando la profundidad de la bahía era de 12 m.
Veintidós reflectores se repartían entre las defensas en tierra y los seis buques mayores, aunque estos últimos no fueron utilizados. Los italianos también contaban con varias estaciones de escucha, y de hecho, advirtieron a la base del inminente ataque.
La Batalla de Tarento
A las 21:00 del 11 de noviembre despegó la primera oleada del Illustrious. Eran 12 Swordfish, seis armados con torpedos, para atacar los acorazados den el Mar Grande, y seis armados con bombas, destinadas a los destructores fondeados en el Mar Piccolo.
La segunda oleada partió a las 22:30, pero uno de sus 10 aviones tuvo que volver, y otro salió con 20 minutos de retraso, debido a problemas mecánicos. Tres bombarderos y un torpedero de la primera oleada se desviaron y separaron de la fuerza principal, aunque luego atacaron por su cuenta.
Al llegar al puerto, un avión dejó caer sus bengalas al este del Mar Grande. Otros dos Swordfish cayeron en picado sobre tanques de combustible, haciéndolos estallar. Tres más, atacaron por el oeste, y soltaron sus torpedos con destino al acorazado Conte di Cavour.
Uno de los torpedos dio en el blanco por debajo de la línea de flotación. La explosión provocó un agujero de casi diez metros, y el buque comenzó a hundirse. Uno de los Swordfish fue derribado, pero sus ocupantes sobrevivieron para ser capturados.
Un segundo trío de torpederos llegó por el norte. Eligieron como blanco el acorazado Littorio. Un torpedo dió en el blanco, y uno más entró en el casco, pero no estalló. El barco se hundió lo suficiente como para que la proa toará el fondo de la bahía.
Los Swordfish armados de bombas se dirigeron al Mar Piccolo. Dos cruceros y cuatro destructores recibieron cuantiosos daños por las bombas.
Segunda oleada
Una hora después del ataque inicial, poco antes de la medianoche, llegó la segunda oleada, con cuatro bombarderos y cinco torpederos. Para entonces la bahía estaba en llamas, y el fuego antiaéreo rugía con un ritmo infernal.
Dos de los Swordfish con torpedos dieron en el blanco nuevamente en el Littorio. Otro atacó al Caio Duilio, provocándole un agujero de siete por once metros. Varios barcos auxiliares empujaron al Caio Diulio hasta que encalló en la arena, para que no se hundiera en el puerto.
El último avión, retrasado, se lanzó en picado sobre el Andrea Doria, el buque insignia de la flota, pero sin causarle graves daños. Un avión de la segunda oleada fue derribado, y sus pilotos perdieron la vida.
El último avión aterrizó en la cubierta de HMS Illustrious a las 2:29 de la mañana. Tres acorazados habían recibido daños substanciales: el Conte di Cavour, los suficientes como para no volver a entrar en servicio. El Caios Duilio y el Littorio sufrieron también graves daños, pero al haber sido encallados en la arena fueron salvados, y volvieron a entrar en servicio en 1941.
El Almirante Lyster y el resto de la flota celebraron, aunque no por mucho tiempo.
Consecuencias de Tarento
Cunningham ordenó un segundo ataque para la noche del 12 de noviembre, pero el mal tiempo lo impidió. Para entonces, algunos ya observaban que el ataque en Tarento no había tenido el resultado esperado.
Primero, con la excepción del Conte di Cavour, todos los demás acorazados volvieron al servicio. Segundo, el ataque no instigó el miedo en el jefe de la Regia Marina, el Almirante Inigo Campioni, como esperaba Cunningham.
De hecho, pocos días después, Campioni se aventuró en el Mediterráneo con el resto de su flota e impidió que un convoy entregara un cargamento de aviones a Malta. Por si fuera poco, Hitler decidió ayudar a su amigo Mussolini enviando un ala de caza bombarderos alemanes al sur de Italia para proteger a los barcos de suministro con destino al norte de África.
Ensayo de Pearl Harbor
Ni los británicos ni los italianos sabían en el momento del ataque que Japóon ya estaba preparando una misión similar, pero mucho más ambiciosa. Al día siguiente, llegaron a Tarento varios oficiales de la marina nippona. Se les vio haciendo preguntas a los italianos sobre el ataque en sí, y sobre los daños. Toda la información viajó a oriente.
La principal curiosidad de los japoneses era saber cómo habían solucionado los ingleses el problema de la profundidad de los torpedos soltados desde aviones. Normalmente, un torpedo se sumerge a hasta 25 metros al caer del avión, y poco apoco se sitúa en la profundidad adecuada.
El problema es que, en aguas poco profundas, como en Tarento (12 m.) o Pearl Harbor (15 m.), se corre el riesgo de que el torpedo cque con el fondo y estalle antes de tiempo, o al menos se atasque en la arena.
Los británicos tenían una solución. Los Swordfish iban ocupados con una boibina de cable por debajo del fuselaje, uno de cuyos extremos estaba atado a la punta del torpedo. Al caer, el cable retenía momentáneamente la punta, y el torpedo caía por la cola primero, evitando que la inercia lo llevara hasta el fondo.
El problema es que los japoneses no pudieron observar el mecanismo. En cualquier caso, el ataque a Tarento les sirvió para confirmar que era posible atacar una flota utilizando exclusivamente aviones lanzados desde un portaaviones.
Conclusión
Un año después los japoneses confirmaron en Hawaii que era posible atacar desde bases flotantes. De hecho, buena parte de las grandes batallas en el Pacífico se llevaron a cabo de esa manera.
Tarento mostró el poder de una nueva arma, el portaaviones. Los acorazados perdieron su posición preponderante en las grandes flotas mundiales, para servir de escolta a sus nuevos hermanos.
La Operación Judgement en Tarento cambió la historia del poder naval, aunque no haya servido de mucho a los ingleses.
Curiosamente, fue una acción mixta (aeronaval y de superficie) y no un ataque exclusivamente con portaaviones la que dejó prácticamente fuera de combate a la Regia Marina. Me refiero a la batalla naval librada entre el Cabo Matapán (en el extremo sur de la Península del Peloponeso) y el sur de la isla de Creta, los días 27, 28 y 29 de marzo de 1941, esto es, pocos meses después del ataque a Tarento y dos meses antes de que los paracaidistas alemanes asegurasen la conquista de esa isla, a través de la «Operación Merkur». En este combate, las fuerzas navales del almirante Cunningham contaban con un portaaviones, el HMS Formidable, que ya disponía de los nuevos torpederos Fairey Albacore, más modernos y robustos que los anticuados Swordfish.
En el Cabo Matapán, la Regia Marina perdió tres cruceros pesados (Zara, Fiume y Pola), más dos destructores (Giosué Carducci y Vittorio Alfieri), aparte de sufrir importantes daños en el acorazado Vittorio Veneto, y la pérdida de unos 2.300 hombres, incluyendo al vicealmirante Carlo Cattaneo. Después de esta batalla nada fue igual en la Campaña del Mediterráneo. La Regia Marina relegó a un plano secundario las acciones ofensivas para mantenerse en puerto a la defensiva.
Respecto al asunto de los torpedos, los japoneses idearon una solución bastante ingeniosa para su lanzamiento en aguas poco profundas, como las de la rada de Pearl Harbor. Se trataba de fijar en la cola del torpedo unas aletas estabilizadoras de madera. De ese modo, sus torpederos Nakajima B5N2 (identificados por los norteamericanos como «Kate») pudieron hacer su trabajo el 7 de diciembre de 1941.
Buenas tardes caballero Udet,
como siempre, una valiosa aportación. La Batalla de Cabo Matapán fue el fin de la amenaza de la marina italian, y mira que no era moco de pavo. Lo que pienso es que estaba mal dirigida. En cualquier caso, también la tengo en la lista para futuros artículos.
Y también es verdad lo que cuentas de las «aletas» que los japoneses pusieron a sus torpedos para Pearl Harbor. Según lo que he leído, ya habían pensado en esa solución antes de Tarento. Aún así, algo aprendieron de la Operación Juicio.
Muchas gracias como siempre, que tenga Vd. un feliz domingo. Un abrazo!
Y como siempre, un fuerte abrazo Jesús.
Otro de vuelta! 🙂