Antes de empezar, quiero aclarar que cuando hable de lo que nos dejaron los romanos, me refiero específicamente a España. Eso sí, hay que decir que, en general, el resto de territorios conquistados y colonizados por los romanos se beneficiaron igualmente.
Asimismo, creo necesario añadir que, mucho de aquello de lo que los europeos recibieron de la Antigua Roma, luego fue compartido con los pueblos de América, colonizados a su vez por la misma España, Portugal, Francia e Inglaterra.
Es innegable que el legado cultural, social, y político de Roma aún está con nosotros. Una tercera parte del mundo habla idiomas nacidos de o influenciados por el latín. La misma tercera parte se rige por el leyes surgidas del Derecho Romano, o influenciadas por este.
Qué decir de la arquitectura occidental. Sólo hace falta pasearse por ciudades europeas y americanas para ver el enorme ascendente grecorromano. El mundo clásico sobrevive en nuestra propia cultura y civilización.
Pero hay muchas cosas más que nos dejaron los romanos, algunas menos obvias. Monty Python resumió algunas de ellas en el célebre sketch de La Vida de Brian. En muchos casos, no es que los romanos nos lo hayan traído, ni inventado. Ellos simplemente lo reorganizaron todo.
No te voy a contar nada nuevo, todo es bien conocido. Sólo haré una recopilación. Veamos pues, algunas de las cosas más importantes que nos dejaron los romanos.
El orden
Allá donde iban los romanos, primero causaban caos y luego llevaban paz, la Pax Romana. Claro está, el orden era impuesto, por las armas, al menos al principio. Poco a poco los colonizados se acostumbraban, y hasta se convertían en defensores del régimen.
La Antigua Roma era una civilización muy legalista. Las leyes lo eran todo; son leyes no había orden, sin orden no hay riqueza. Los romanos convirtieron a los abogados en figuras principales de la sociedad, tradición que continúa en la actualidad, mal que nos pese.
De hecho, muchas de las grandes figuras de la historia romana fueron abogados: Cicerón, Craso, Julio César. El Foro, el centro mismo de Roma, servía de tribunal, donde los abogados y fiscales debatían la culpabilidad o inocencia de los acusados.
Si alguien no acataba las leyes, se arriesgaba a enfrentarse al peso del ejército, probablemente uno de los más poderosos y eficaces de la historia. Pregúntale si no a Espartaco, a Viriato, a Vercingetorix.
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Las infraestructuras
Probablemente el aspecto más visible de la herencia romana. Los caminos, templos, acueductos y teatros romanos aún perviven. Muchos aún se utilizan, dos mil años después. No hace mucho vi una ópera en el Coliseo de Verona, Italia, lo mismo que ocurre en decenas de teatros romanos en toda Europa.
Es obvio que algunas de estas infraestructuras fueron más allá de su utilidad práctica. Los caminos, puentes, puertos y acueductos fueron cruciales en la expansión y consolidación del estilo de vida romano, de la civilización.
No sólo eso, sino que la ingeniería y arquitectura romanas se quedaron con nosotros. Aún construimos edificios con columnas, cúpulas y arcos. Eso sí, hay que aclarar que, en este como en muchos otros casos, los romanos lo habían copiado de los griegos, pero fueron ellos quienes contagiaron de la fiebre artística a todo el continente.
Por si fuera poco, los romanos también nos dejaron un importante ingrediente en la construcción: el cemento. Gracias a la puzolana, los romanos fueron capaces de construir en el agua, y nosotros aprendimos de ellos.
Lo mejor que nos dejaron los romanos en España
Aparte de la cultura y la civilización, los romanos nos dejaron en España la que sigue siendo una de nuestras principales industrias: el aceite de oliva. En este, como en otros casos, los romanos convirtieron un producto ya conocido en un gran negocio.
Los romanos no introdujeron los olivos en la península. Llevaban aquí ya milenios. Lo que hicieron los romanos al conquistar Hispania, y darse cuenta del potencial, fue expandir el cultivo, maximizar la producción e internacionalizar su comercio.
Pocos productos españoles fueron tan importantes en Roma. Vino había en toda la cuenca mediterránea, lo mismo que pescado, oro y otros minerales. También se cultivaba el olivo en otras provincias, pero en ninguna en tanta cantidad y calidad como en Hispania.
Desde entonces, el olivo y el maravilloso oro líquido da trabajo a miles de españoles. Nuestro país es el mayor productor de aceite de oliva del mundo, y por mucho. España produce el 50% de todo el aceite de oliva del mundo, lejos del 20% de nuestro más cercano competidor, Italia.
Cada mañana, al desayunar mi tostada con aceite, no puedo dejar de pensar en los escipiones, en Mario, en Julio César (que pasó largas temporadas en España). Son parte de mi vida diaria, y de la tuya.
Más legado romano
Aún obviando el idioma, y los aspectos antes mencionados que nos dejaron los romanos, queda más herencia romana por detallar. Me parecen importantes el concepto de ciudadanía, la religión, las redes clientelares, y por qué no, la corrupción.
No cabe duda que este defecto es algo inherente al ser humano. Hay corruptos en todas partes, pero no se me escapa que, mientras más cercana a la antigua Roma es una nación, más corrupta es. ¿Me equivoco?
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Luego está el calendario, que con algunas adaptaciones, aún utilizamos. De hecho, los nombres de los meses son todos de origen romano. No así las horas, que no duraban lo mismo en Roma.
Ya por último, ahora que comienza el invierno, recuerdo la calefacción central. Se atribuye a Cayo Sergio Orata, un productor de ostras romano, el invento del Hipocausto, un sistema de tuberías por debajo de los edificios por los que circulaba aire caliente desde una caldera.
No conozco ningún edificio romano de importancia que no tuviera su hipocausto, invento que, además, servía para calentar el agua en los también famosos baños romanos. Lo que nos dejaron los romanos no sólo es bello, también es práctico.
Resumiendo
Buena parte de la cultura europea, y por ende, de la americana, tiene su origen en el mundo romano, o en el grecolatino. Desde el idioma hasta la religión, pasando por el arte, la ingeniería y la arquitectura. Mi reloj marca las horas con números romanos.
Por ello, y como ya he escrito anteriormente, no odio a los romanos. Mi cultura se debe en buena parte al legado latino. Mi lengua, y otras que he aprendido, están llenas de palabras griegas y romanas.
Todo aquello que nos dejaron los romanos, y que aún sobrevive, lo ha hecho porque nos ha gustado, porque nos sirve de algo. Eso dice mucho del impresionante legado latino. Y me dejo mucho en el tintero.
Yo no me visto con toga, ni con sandalias. Tampoco llevo una falcata atada a la cintura, ni viajo en trirreme, ni voy por ahí descuartizando galos (aunque a veces ganas no me falten). Pero no cabe duda que vivo en un mundo con cimientos romanos. Seguramente, tú también.
Ave Jesús!,
Gracias a este homenaje a la herencia recibida de Roma.
A veces intento imaginar dónde estaríamos sin lo que nos legaron los romanos. Posiblemente todavía estaríamos en la fase tribal…
Un saludo desde Caesar Augusta.
Juan.
Hola Juan,
como ciudadano de Caesar Augusta sabes perfectamente lo que siento al decir que mucho le debemos a los romanos. Yo vivo en una ciudad más bien mora, pero siempre he pensado que alguno de mis antepasados fue un legionario, de esos que descuartizaron a más de uno… 😛 Pero me importa más el legado cultural. Somos lo que somos, hablamos lo que hablamos, y comemos lo que comemos gracias a la Antigua Roma. Bueno o malo, es lo que hay…
Muchas gracias por tu amable comentario. Un cordial saludo!
(Por cierto, parte de mi familia es de Caesar Augusta también, de apellido Rubio, aunque no tengo contacto con ellos… )
Muy bueno! Yo tambien le agradezco a los romanos su legado!
Muchas gracias jabakuku, y eso sin contar toda la historia que nos dejaron para entretenernos… y las pelis que han inspirado… 😛