La tengo como una de mis películas favoritas, y sólo Dios sabe cuántas veces la he visto. Sé que no estoy solo. El Puente sobre el Río Kwai, fue un gran éxito cuando fue estrenada en 1957, y lo sigue siendo.
Sirva como aperitivo que el Puente sobre el Río Kwai ganó siete oscars de los ocho a los que estaba nominado. Entre ellos, ganó el de Mejor Película, y el de Mejor Actor, para Alec Guinness, quien dos décadas más tarde daría vida a Obi-Wan Kenobi.
Qué te voy a contar yo, seguramente la has visto. El Puente sobre el Río Kwai es la historia de cómo, durante la Segunda Guerra Mundial, los japoneses obligan a prisioneros de guerra a construir un puente para sus líneas de suministros entre China y Birmania (Myanmar).
En la peli, el Teniente Coronel Nicholson (Guinness), decide colaborar con el enemigo nipón a cambio de un mejor trato para sus hombres. El intercambio funciona, y el puente es terminado en dos meses, sólo para ser destruido por un comando estadounidense.
Pero la novela en la que está inspirada El Puente sobre el Río Kwai, es en realidad un trabajo de ficción. Está basado en una historia real, pero hay mucha diferencias entre lo que sucedió y lo que nos cuentan desde Hollywood. Te cuento.
El puente del ferrocarril
Los japoneses invadieron el sureste asiático tan pronto atacaron a Estados Unidos en Pearl Harbor. Ya tenían media China conquistada y oprimida, pero necesitaban también el petróleo malayo. Para mantener a sus tropas en la península, hacía falta una línea de ferrocarril.
El problema es que la construcción se antojaba complicada. El terreno es muy montañoso; el clima, infernal; los mosquitos, implacables. Los británicos ya habían pensado en construir una línea, pero abandonaron la idea cuando estudiaron bien el proyecto. Demasiado costoso.
Los japoneses también habían ya estudiado la posibilidad dos años antes de iniciar la guerra. También abandonaron el proyecto. Todo cambió cuando de pronto se vieron con una gran fuente de mano de obra gratuita, los prisioneros de guerra.
Obligar a los prisioneros de guerra a trabajar estaba prohibido por la Convención de Ginebra. A las fuerzas del Imperio Japonés eso no lo es preocupó mucho, pues no habían firmado el tratado. Así, no tuvieron ningún problema en poner a trabajar a los soldados, tanto chinos como aliados occidentales.
Si hay algo en lo que la historia real y la película coinciden, es en el pésimo trato que los japoneses dieron a sus prisioneros. Aunque, a decir verdad, todos los sobrevivientes coincidieron en que la película se quedó corta. La realidad era mucho peor.
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El Puente sobre el Río Kwai, sobre el Río Mae Klong
Empecemos por el lugar, pero antes otro detalle. En realidad se construyeron dos puentes, uno de madera, temporal, y uno de hierro. Buen, en los más de 400 kilómetros de la línea, se construyeron 600 puentes. Ninguno, por cierto, fue construido sobre el Río Kwai.
El francés Pierre Boulle, autor de la novela, había sido uno de los prisioneros en la zona, pero nunca vio el puente. Boulle escuchó que la línea del tren viajaba paralela al Río Kwae, y por eso pensó que cruzaba dicho río. En realidad fue el Mae Klong, ahora llamado Khwae Yai.
El punto exacto del cruce está a 55 kilómetros de Nong Pladuk, ymuy cercano a Tamarkand, ambos en Tailandia. En esta última población, estaba uno de los campamentos de prisioneros.
Los puentes
El primero de los puentes, de madera, no fue construido por los prisioneros de guerra, sino por ingenieros del Ejército Japonés. Este detalle fue una de las críticas japonesas a la película, pues los hacía ver como incapaces de dicha obra.
El segundo puente, con base de cemento y armazón de acero, tampoco fue realmente construido. Sus once secciones habían sido desmontadas de su posición original, en la Isla de Java, y transportadas hasta Tamarkand. Los trabajadores construyeron los pilones de cemento, y montaron la estructura.
El Puente sobre el Río Kwai comenzó a nacer en octubre de 1942, y entró en servicio en febrero de 1943. Ambos puentes funcionaron casi sin interrupción durante dos años, hasta que fueron destruidos parcialmente por bombarderos aliados en 1945.
La mano de obra
Aunque en el film sólo se muestran a soldados británicos, prisioneros de muchas nacionalidades trabajaron en el Puente sobre el Río Kwai, incluidos chinos, indios, estadounidenses, holandeses y hasta civiles japoneses. Lo que sí coincide con la realidad fue el trato a los prisioneros.
Todos fueron obligados a trabajar, y aquellos que no aceptaron fueron castigados en celdas de aislamiento, sin comida y sin agua. Se cree que 168 soldados murieron de esta forma. En total, unos 60 mil prisioneros occidentales murieron durante la construcción del ferrocarril, sin contra los 80,000 asiáticos.
La condiciones en los campamentos eran deplorables. A pesar del calor, el agua estaba racionada, al igual que la comida. Por lo general, un trabajador recibía no más de 600 calorías al día. Prácticamente no había servicios sanitarios.
La enfermedad y el hambre fueron las principales causas del genocidio, pero muchos otros soldados fueron asesinados por los guardias japoneses, ya fuese con disparos o por las palizas que constantemente aplicaban a los prisioneros.
En cualquier caso, el trato de los prisioneros por el Imperio de Japón está considerado como un crimen de guerra.
El Teniente Coronel Tossey
El verdadero líder de los prisioneros británicos era el teniente Coronel Philip Toosey. El papel del Tte. Col. Nicholson, protagonizado por Guinness, supuestamente estaba basado en él. Pero los testigos cuentan una historia muy diferente.
En el film, Nicholson se gana la admiración de sus hombres y la enemistad de sus captores resistiendo ante el Mayor Risaburo Saito, comandante del campo. Cuando Saito acuerda tratar mejor a los soldados, y permitir que los ingenieros británicos dirigieran la construcción, Nicholson acuerda colaborar.
En la vida real, Tossey nunca fue castigado por Saito. De hecho, Toosey lo defendió posteriormente en el juicio en contra del japonés. Según Tossey, Saito hizo lo posible por mejorar la vida de los prisioneros.
Además, Tossey nunca se mostró en contra del sabotaje, como hace Nicholson en la peli. Todo lo contrario, animaba a sus soldados a ralentizar la construcción y a sabotearla en cualquier oportunidad.
Los soldados nunca trabajaron alegre ni voluntariamente. Siempre estaban bajo vigilancia, con armas apuntando a sus cabezas. Cualquiera que hubiese colaborado, incluso Tossey, hubiese sido eliminado discretamente por el resto de tropas.
El inexistente comando
Mientras se construye el Puente sobre el Río Kwai, mandos aliados planean una misión para destruirlo. El recién escapado Comandante Shears, protagonizado por William Holden, es obligado a volver para liderar un comando de sabotaje.
Nada de esto ocurrió en la vida real. Es verdad que los aliados querían destruir el puente, pero nunca enviaron a hombres por tierra. Los intentos se limitaron a bombardearlo desde el aire.
Varias misiones intentaron demoler el puente, sin éxito, pues estaba bien protegido por baterías antiaéreas. Finalmente, en febrero de 1945, una bomba destruyó uno de los segmentos, haciendo el puente inservible. En mayo, una segunda explosión destruyó otra sección.
Ahora bien, la escena final de la película es inolvidable.
Nicholson se da cuenta de que alguien está a punto de destruir “su puente”, e intenta evitarlo. De pronto,se da cuenta de su error, y de su verdadero papel en la guerra. Nicholson se pregunta -¿qué he hecho, qué he hecho?- al tiempo que se desploma por una bala amiga.
El verdadero Puente sobre el Río Kwai / Mae Klong
La película, dirigida por David Lean, es un clásico bélico. Conocer la verdadera historia no ha disminuido mi placer al verla. Lo seguiré haciendo mientras viva. Si no la has visto, ya te está tardando.
Eso sí, cada vez que veo la obra de Lean me acuerdo de los miles de hombres que murieron en la construcción del “ferrocarril del infierno”. Víctimas de un estado totalitario, militarista y muy violento.
A todos esos hombres, me los imagino marchando con sus herramientas al hombro, camino del paraíso, silbando la clásica tonadilla de Un Puente sobre el Río Kwai.
Como decía John Ford, «cuando debas elegir entre la verdad y la leyenda, escoge la leyenda». Aunque realmente la frase es una tergiversación hecha en una escena de la película 24 Hours Party People, sobre una frase dicha en una película de John Ford, pero resume muy bien las libertades que se toman los autores al narrar historias reales cuando éstas están al servicio del arte o el entretenimiento y no de la documentación de los heshos. Desde que escuché esa frase en esa película dejé de tener conflictos con las adaptaciones libres de lo que realmente ocurrió, pero siempre es bueno buscar la fuente de la historia para no quedar con ideas erradas de los hechos.
Hola Juan, se me había quedado este comentario en algún lado Sorry… 😛
Yo estoy de acuerdo con Ford. La leyenda puede no ser cierta, pero suele ser más atractiva, y eso ayuda a que gente alejada de la historia se acerque a ella. Estudiar una leyenda ayuda a conocer su época, su entorno, sus oxigenes, y eso sí es historia. Eso sí, hay que ser muy cuidadosos a la hora de divulgar, apuntando a lo que es verdad, a lo que es leyenda, y a lo que no sabemos a ciencia cierta.
Muchas gracias por tan valiosa aportación. Feliz domingo y un abrazo!